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sábado, 27 de agosto de 2011
4708.- MOMA DIMIC
Moma Dimic nació en 1944 en Miriyevo, junto a Belgrado (Serbia). Poeta, cuentista, novelista, antólogo, cronista, ensayista, dramaturgo. Libros editados: Tola Manoylovich viviendo la vida, novela, Prosveta, Beograd, 1966; La cama gitana, poemas, Delo, Beograd, 1968; El Anticristo, narrativa, Nezavisna iznadanja Slobodana Masica, Beograd, 1970; Conociendo las mocedades del pequeño máximo (junto con V. parun), poemas, Bigz, Beograd, 1982; Dedicatorias, poemas, Novodelo, Beograd, 1986; El pequeño pájaro, novela, Svetlost, Sarajevo, 1989; El viajero sin misericordia, crónicas de viajes, Srpsk knjizevna madruga, Beograd, 1991; Cómo, o disparates autobiográficos (junto con V. Parun), KOV, Vrsac, 1994; Bajo las bombas, diario, Matica srpska, Novi Sad, 2000. dramas: El caminero (1953); El mayor filósofo de mi aldea (1966); Tola Manoylovich viviendo la vida (1967); El ciudadano forestal (1983). Está traducido a diferentes idiomas.
LEYENDO A ARONZON*
Ahora tú también te has quedado sin dientes
Año sesenta y siete
Digo catástrofe
Pero por ahí todavía se me ocurre
Alguna estrofa
Como el arco del violín felino
Que al atardecer se hace oir un poco
De Rusia aquí y otro poco más alla
Detrás mío los trenes Pushkin
Lermontov esa voz arrancada del pecho
Mientras tú remiendas los días
Con la ayuda de los rayos de sol
Surces por los cielos azules
Tu balcón ya celestial
Dices que la hija menor ya duerme
Y tu alma está con ella
Como con la ue anda por España
O bien el sueño prolongado del hijo
Leo y yo soy un lector apestado
Lástima que esta noche no estemos juntos
Podrías traernos un poco de nada
Y ponerlo sobre la mesa
Un chorro sagrado de estrellas
El amor
Mientras nos baña
*Aronzon Leonid, poeta ruso (1939 – 1970)
DESDE EL PRINCIPIO VIVIR
Dices, difícil es vivir,
piensa entonces cómo sería empezar de nuevo
desde el punto más sutil,
vivir todo aquello que ya fue
con los brazos abiertos,
presentir que será ese mismo techo
y un algo de humo en la infinita transparencia del aire
podría lograrse todo aquello
que ocultos fisgonearon en ti,
no anunciándose con tu aliento
ni acordándote cómo te presentas entre ellos,
tampoco fueron necesarios
en ese instante de entonces.
Imagínate si los muertos te llaman
por teléfono,
todos los que vivieron antes
con una risa redonda como canicas
y más aún, tantas aves desde las bandejas
lavantando el vuelo
¿quién contendrá sus inútiles cacareos?
¿cuántas flores deberían abrirse
recordando curiosos paracaídas?
cúpulas inextentes de aire
arrastrando hacia abajo torsos parecidos
a las raíces de los muertos;
oh, ese perpetuo juego del aire que entre nosotros
empuja hacia atrás los corazones,
hacia adelante
abriendo al azar un paso a las así llamadas
puertas del tiempo,
como puntos blancos en los cubos de los dados;
pero no hay razón para enojarse
es difícil vivir desde por la mañana, hombre,
es dificil en las heladas de la noche.
Hasta tanto el verso no horade la tierra
con su muela solar,
todos estos aparentes muertos
aparentemente duermen
de todos modos el hombre convive con ellos,
hace su trabajo en la tierra
y conquista el cielo escalón tras escalón.
UN DRAMA
Las conversaciones le fueron obsequiadas a la víctima
¡Ah mi don divino!
oyóse por un lado
¡Oh mi don divino!
oyóse por el otro.
Con esa resplandeciente sombra suya
atados estaban por el cuello
en torno a los vasos sanguíneos
con las maletas rellenas de poemas
subían por las escaleras
apoyados en la nada.
No eso no sucedía en el circo
ese fue sólo
su drama
LAS SOMBRAS
Resueltamente dominan el tiempo
desde la cumbre de sus párpados
del cansancio joven después del desayuno,
lo invaden como el humo
que todavía no se ha disipado.
Brillan las rosas de la ventana
de los edificios
en su saludo ceremonial sobre los canales
sobre los años
y el cielo que sólo cambia de ropa
por medio de las teclas de las nubes
o algún avión que se va a estrellar
y el grito plenario y el silencio por fin.
Sus sombras me invaden
como los padres de ustedes,
de sus manos
también mi cuerpo se hace sombra
estancada,
recordando al atar los nudos
al cortar la sandía de la risa
las sombras del viaje por la piel
debajo de la cual aún hierve
el corazón
del primer paso
MADRE GITANA
Fue de tus senos sustraída la leche, madre.
Cien litros de leche.
De tus entrañas sacaron a los niños, madre.
Dos camiones de niños.
Pero tú eres nuestra madre,
nosotros en el viaje,
nosotros en la esclavitud.
Son azotes azules las venas en tus piernas, madre,
tu rostro es blando como un embutido;
al bosque ya no puedes ir alegre.
Eres un simio, madre, un simio.
Pero tú eres nuestra madre,
Nosotros en el viaje,
En la esclavitud nosotros.
SOÑE
La soñé.
Leía mi libro.
Lo cerré y,
sonriendo, ella me dijo:
Sí, tú lees
mis sueños.
EL SOL
En el mundo estuve,
he visto que,
la gente no sabe gritar en modo alguno,
nada sabe gritar.
Y yo si tuviera una mujer
gritaría a voz en grito:
¡esta es mi mujer!
Si yo tuviera mi taller de barbero
gritaría a voz en grito:
venid que os cortaré el pelo,
¡esta es mi peluquería!
Fijaos,
la gente de ahí no es nada,
todo es secreto en ellos.
UNA MUJER EN EL PARQUE
La espada del alma
respirando por los pulmones
cruza el sendero del parque,
arde hasta el cielo
lanzándose desde
esos escasos escombros debajo suyo
los ingredientes de las nubes,
las colillas pisoteadas de los cigarrillos,
una que otra esquela en algún tronco,
la espera en el banco de los minutos
y los años que no alcanzamos a esperar
en la canasta de mimbre de los años,
el arpa apoyada en mi hombro,
en mis dedos
como un ave en el alambre,
rastro volador que sin siquiera volar
no le debe nada a nadie,
nidos en los bordes de los ojos,
nidos en las comisuras de los labios,
nidos entre las piernas,
al paso una serie de gotas
y otras señales del tiempo,
todo rociado por el incienso de la cruz
nunca elevada suficientemente,
nunca suficientemente dorada o adorada?
para que nos salve de los suicidas
¿qué pasa?
dijo alguien por ahí,
las ramas mecerán
miradas de ansiedad
desde los hospitales,
desde las estaciones veterinarias,
no es ella que camina
entre las arboledas de flores
debajo del riel blanco en el cielo del avión,
sino que es la salvación también mía
salpicada de cariño de mujer
por casualidad recubierta
de uno de mis mil deseos
desde que en el corazón de ese parque
jugaron con la mirada alrededor de la calesita;
el sendero sube poco a poco y se acorta
como si sólo hubiera estado esperando eso:
bifurcarse hacia el norte
y los océanos olvidados de todos, indistintamente
ante esto de ahora
al encuentro de un transeúnte
que pasea a su perro
y cada vez menos a si mismo,
ella desciende desde lo alto
cual un icono de hierba y de césped,
de flores plantadas y marchitas,
dueña de sus secretos,
de los bolsillos y de las llaves,
un seno junto al otro,
la mirada de ambos lados de la luna,
un encuentro sin espera
que no espera de un siglo al otro
sin demora,
las patitas blandas por el puñal afilado
del que los dos nos desangramos invisiblemente
con todas nuestras gotas
hasta la última.
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(La compilación y selección de la muestra poética de Moma Dimic,
ha sido realizada por la poeta salvadoreña Maria Cristina Orantes)
http://www.artepoetica.net/
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