Alberto Romandía (Zapopan, México 1978). Estudios: idiomas (ICMNJ, Proulex, Ciel, etc.) y artes audiovisuales (CAAV), así como filosofía (entre la U de G y la E.-K. Universität, Tubinga, Alemania); estancia de investigación antropológica (UDLAP); proyectos de labor social en comunidades mayas y huicholas. Colaboraciones: diarios, revistas, radio y ponencias en congresos. Fungió como 2º lector en la Ed. Max Niemeyer Verlag. Es talachero de la poesía.
poética
Más que asumir o instaurar una poética, me atrapa por caso la noción renovada de auto actualización en Abraham Maslow. Paradójicamente, su disciplina no conduce a puerto seguro. Me explico: estamos sobrecargados de culpas (meritorias y ajenas). Nos disculpamos por demasiadas desgracias. Esto es insostenible. Parecemos esquizofrénicos, con la diferencia de que nosotros sí trasladamos nuestros demonios al ámbito de la realidad. Y esas costumbres malsanas no mejoran con los años: se decoloran. Habríamos que iniciar por perdonarnos y punto. Abrirnos a nuevos horizontes, recomenzar, y desterrar a la primera persona del singular (ego): eso sí me parece una empresa digna para dedicar una vida entera, rayana al misticismo. Sin embargo, ello no lo ofrecen psicologías ni religiones. Con esas cargas morales a la espalda, imposible se antoje que funcione un individuo. En realidad precisamente, nolens volens, estamos obligados a ir adelante y más allá de nuestro status, ya con la naturaleza a cuestas, como una progenitora extraña. El ser humano desvirtúa gran parte de su esencia: la combatividad (del griego “pólemos”), desde la necesidad a las posibilidades (según Nicolai Hartmann). Exultante de vida, sólo tengo la opción de lanzarme al espacio vacío. En este sentido los humanos son aquello que devino desintegrado: nunca les será dado volver a sus raíces. Nuestro único consuelo: conseguir re-nacer, re-acomodarnos como actores en la “arena” de un mundo hiperbólico y harto engañoso. Nos hallamos orillados a ir hacia delante, y así podemos remendar nuestros errores. Ahora que, la economía es tema aparte. Como no sea por la muerte, siempre adelante quiere decir por una multi-etnicidad dimensional y sin “resentimientos” o “ruptura”, opuesta a las fábulas de Haroldo Bloom y Francis Fukuyama, así como posterior a terceras vías trasnochadas. Los aquí mencionados son sólo algunos de los tipos de liberalismo para retardados mentales (léase rencorosos) disponibles en librerías. --- Ni amigos ni enemigos, dijera Einstein.
ERA UN CANTO DE TIEMPO
A los hacedores de destinos
con la entraña puesta en la impresora
Hubo un susurro de caterva
palmoteando al erial.
Tú escribías: “espera, espera, espera”.
Había también fanales inmensos
provocando al silencio. El fósforo,
el nitrato, no eran menos que el yodo.
Caminabas una tarde grisácea
por la colchoneta oblonga,
zagalejo espacial,
pálido vellón del almíbar soñado;
en el exiguo palacio derrapaba la noche:
no fue Berna cerril ni Sión estrafalaria,
era la crinolina galopando a despoblados,
asiendo sus desdichas a las invocaciones.
Y te fuiste. No dejó de correr la hora negra
del loto, donde olvidas tu patria
y de cuya drupa adquiriste el zumo estival.
Perspicaz, el momento terminó por decirte:
“todos esos recuerdos eran superchería”.
Y te fuiste también al más recóndito
estrato de un bohío cortijero.
Se fue tu vida al fondo de aquel sumario gesto,
y a tu voz, viendo lo sucedido al cielo,
le dio por caminar.
mejor la vida que no pasa
al fondo arqueada por vidrieras
aquélla toda vuelta fogonazo
la mañana lechosa
está bastante sobria como
para seguir en las mismas
de su forzada parsimonia
muy al contrario
se ha ido conduciendo
al nido de las ratas
fue dejando de aparecer
SiempreViva por poco
en necrópolis
de la ética protestante
una colina pleno incendio
mas serena
válgame Dios
ni que ocho cuartos
más seguro que nunca
estoy de vincularla
a escarpaduras
nada he sido sino oruga
cuando haya oteado lo que
atrás se rezagó
todo abismo
me resultará trinchera
LETRA Y RIMA
Quin oc ca tlamati noyollo:
Yehua niccaqui in cuicatl,
Nic itta in xochitl;
Maca in cuetlahuiya!
Netzahualcóyotl
Al poeta incógnito en todo momento
– La letra me atormenta, la rima se me arrima.
Heme aquí que parto de la destrucción de antiquísimos pueblos. De esas
urbes vencidas y a trizas reducidas he heredado mis voces castellanas.
Mas existen territorios abriéndome constantemente la garganta. A través
de éstos es que las insignias de un Acaecer se me presentan. Devenir en
el que, como cristales, las palabras se funden entre la pena y el combate.
– Toda imagen permanece en impasses hasta que algún velo la roza: sólo una
suerte de malintencionado verbo hechicero es capaz de proporcionarle ánima.
El asombro y la letra han echado raíces en la Historia,
mas no obstante que hoy soy afecto a la mesura,
habrá de partirse la tierra entre mis piernas.
Intentan meterme cierto ruido: uno me habla de la felicidad de la sabiduría,
otro de los ciclos agrarios, de seguir al nahual. Ambos son uno y el mismo.
Yo me dirijo al río, a la costa, por la ruta del sur, al norte; aquí y allá,
sobre el agua. Parece gestarse un nacimiento de Venus en mi ser,
azul marino y nocturno, brotando de una concha cual reina de las algas.
– A la noche corresponde el día, como al olvido la resurrección
de las lenguas y, aunque muy lejos de ahí me encuentro,
de sobra sé que el fuego es el elemento del guerrero.
Extiendo ay mi saludo a todo país arrebatado de su lengua natural
y reposo mi oído sobre los muslos frondosos de sus caras poesías,
que son altas joyas de inexplorados imperios
y valientes playas de cocoteros por vientos mil labradas,
nacaradas rotondas de Utatlán por un badajocense arrasadas.
Es ahí que la patria del regocijo se extiende.
– Contra la firmeza de castas originarias conspiraban a cada rato
feroces palabras y determinadas gargantas. Fueron así las comisuras
anudándose con la intención de confundir el fin con el principio;
el español es, por lo pronto, bastarda reclusión y huérfano desconsuelo
con que el tiempo condenó a naciones jóvenes y abuelas.
Quin oc ca tlamati noyollo:
Yehua niccaqui in cuicatl,
Nic itta in xochitl;
Maca in cuetlahuiya!
Netzahualcóyotl
Al poeta incógnito en todo momento
– La letra me atormenta, la rima se me arrima.
Heme aquí que parto de la destrucción de antiquísimos pueblos. De esas
urbes vencidas y a trizas reducidas he heredado mis voces castellanas.
Mas existen territorios abriéndome constantemente la garganta. A través
de éstos es que las insignias de un Acaecer se me presentan. Devenir en
el que, como cristales, las palabras se funden entre la pena y el combate.
– Toda imagen permanece en impasses hasta que algún velo la roza: sólo una
suerte de malintencionado verbo hechicero es capaz de proporcionarle ánima.
El asombro y la letra han echado raíces en la Historia,
mas no obstante que hoy soy afecto a la mesura,
habrá de partirse la tierra entre mis piernas.
Intentan meterme cierto ruido: uno me habla de la felicidad de la sabiduría,
otro de los ciclos agrarios, de seguir al nahual. Ambos son uno y el mismo.
Yo me dirijo al río, a la costa, por la ruta del sur, al norte; aquí y allá,
sobre el agua. Parece gestarse un nacimiento de Venus en mi ser,
azul marino y nocturno, brotando de una concha cual reina de las algas.
– A la noche corresponde el día, como al olvido la resurrección
de las lenguas y, aunque muy lejos de ahí me encuentro,
de sobra sé que el fuego es el elemento del guerrero.
Extiendo ay mi saludo a todo país arrebatado de su lengua natural
y reposo mi oído sobre los muslos frondosos de sus caras poesías,
que son altas joyas de inexplorados imperios
y valientes playas de cocoteros por vientos mil labradas,
nacaradas rotondas de Utatlán por un badajocense arrasadas.
Es ahí que la patria del regocijo se extiende.
– Contra la firmeza de castas originarias conspiraban a cada rato
feroces palabras y determinadas gargantas. Fueron así las comisuras
anudándose con la intención de confundir el fin con el principio;
el español es, por lo pronto, bastarda reclusión y huérfano desconsuelo
con que el tiempo condenó a naciones jóvenes y abuelas.
PERRO DEL MAL
En eso se oyó un aullido...
José Alfredo Jiménez
Le dicen perro del mal,
llámenle ser vagabundo.
Conságrase al arrabal
execrado por el mundo.
Hacinado a la derrota
es desdicha su destino,
camino su cabalgata,
ladrido de perorata;
memoria vieja su sino,
y, arrástrase cual marmota.
Romo y fiero, gozque y genio
vaya todo trashumante
en busca de caridad;
gambusino del milenio
que cruzase cual tunante,
sin encontrar humildad.
Mas quizá sea paladín,
eremita, bicho místico
o se manifieste angélico
como todo un querubín.
Y ande y ruja, vuele y cante.
So abandonado a su cruz,
¿no le augura quien descarte
que en andanzas crea la luz?
¡Nada es tan mío
como lo es el mar
cuando lo miro!
Elías Nandino
Si se secara el mar
me plantaría
en el desierto de sus ruinas
Edgard Cardoza Bravo
En eso se oyó un aullido...
José Alfredo Jiménez
Le dicen perro del mal,
llámenle ser vagabundo.
Conságrase al arrabal
execrado por el mundo.
Hacinado a la derrota
es desdicha su destino,
camino su cabalgata,
ladrido de perorata;
memoria vieja su sino,
y, arrástrase cual marmota.
Romo y fiero, gozque y genio
vaya todo trashumante
en busca de caridad;
gambusino del milenio
que cruzase cual tunante,
sin encontrar humildad.
Mas quizá sea paladín,
eremita, bicho místico
o se manifieste angélico
como todo un querubín.
Y ande y ruja, vuele y cante.
So abandonado a su cruz,
¿no le augura quien descarte
que en andanzas crea la luz?
¡Nada es tan mío
como lo es el mar
cuando lo miro!
Elías Nandino
Si se secara el mar
me plantaría
en el desierto de sus ruinas
Edgard Cardoza Bravo
ME ACARICIA LA ola,
huella infalible,
zarco venablo, pergeño añil
de este mito tercero.
El tejido propio de los mares
va tarareando, sin prisa en el oleaje,
un himno atabal que poco entiendo,
cabrilleo de la vendimia intuyendo ese
algo infinito que es discurso vacío
para la ciencia desdeñosa.
Aquella rima calada de la espuma
–marchanta endilgándose la trementina
a cántaros lloviendo liquidámbar
jaula mágica sosegadora de los
LeonesAmosdelUniverso– ha dado
más de qué hablar que el capitolio
obstinado do estos hombres.
Arquímedes indolente,
Xantippa, Beatriz, Regina y Betsy,
viudos exánimes y obcecados
de la filosofía-disciplina-pagana:
¿acaso habéis vuelto vuestros ojos
a la alquimia resanada
en que se ha convertido
el manantial purísimo de los besos?,
¿podéis aún olisquear las anegadas
sábanas del jergón sobre el cual
duerme este sueño, del tálamo nupcial
donde Amor solivianta
sus orgasmos de cabo a rabo
y unge de vesania a quien a él se afana?
Nada comprende la frígida fatua del cunnilingus
viperino y aséptico, de la calistenia que del
atardecer requiero, de ese sirope llamado
catequesis del sexo, calicanto que son un
miembro viril y una vulva en sudores hinchada.
Esta pálida moción alude más bien al vigoroso
cactus en los yermos, que a los nudosos
aporreos en las urbes de hierro.
La diadema congraciando a mi única consorte
ha de estar coronada con esencias
de bengala perladas,
con gaitas en la plaza de Santo Domingo
y con linternas insospechadas.
Bien caída ya la noche del pensamiento,
albergo el anhelo de irme allegando
al estero primigenio. Piscinas del desconcierto
se derrumban cuales águilas al vuelo.
Embriagadoras palmeras con que aprendí
a sopesar las riquezas de los encuentros terrenos,
amazónicas o lésbicas doncellas
de tostadas axilas y de tetas como mameyes
pendiendo en silvestres huertos
me han colmado con un recibimiento detersorio:
es el abrazo de una religión que no exige sacramentos.
Al fondo de la rada, triunfantes los bajeles
ondean la bandera universal de todo lo nuestro.
Reservándole al globo los excedentes
de la emoción que ahí extraigo,
voy acercándome a los muelles de caobas y cedros,
al inframundo
entre visiones de esos tres sueños primeros.
Heredaré a los hijos que no tengo al menos mi canción,
al menos mis ajuares:
paradigmas con que me taladra el cielo.
Netzahualcóyotl posó en mis labios el néctar de la flor;
Siddhārta hizo lo propio al darme a beber
del licor que humea en la copa del desprendimiento.
Por ello canto y luego muero.
[http://poetica-arbitraria.blogspot.com/2010/06/alberto-romandia-penaflor.html]
Apenas te vi
Apenas te vi
andabas errabunda,
como si con la angustia
de tus pasos decidieras
hender la vega del silencio
hasta puño de trizas.
Giacomo se vuelve inagotable
a cada inhalación de tu frente.
El sueño húmedo
martirizando tu aliento.
Incursionaba yo del plasma
al ángelus que es tu sexo pelado,
consustancial a lo propio de la magia.
Desiderativa de tu historia,
ibas construyendo
castigos irreductibles,
ensenadas cristalinas.
Caíste en la cuenta de que
toda plaza esconde catedrales
inmersas, negadas a la vista;
vagabundos, dioses, todos pasean
ahí palmo a palmo, desenterrando
al fin la forma del destino.
–una depresión o un sumidero
entre los muros de tu pecho.
huella infalible,
zarco venablo, pergeño añil
de este mito tercero.
El tejido propio de los mares
va tarareando, sin prisa en el oleaje,
un himno atabal que poco entiendo,
cabrilleo de la vendimia intuyendo ese
algo infinito que es discurso vacío
para la ciencia desdeñosa.
Aquella rima calada de la espuma
–marchanta endilgándose la trementina
a cántaros lloviendo liquidámbar
jaula mágica sosegadora de los
LeonesAmosdelUniverso– ha dado
más de qué hablar que el capitolio
obstinado do estos hombres.
Arquímedes indolente,
Xantippa, Beatriz, Regina y Betsy,
viudos exánimes y obcecados
de la filosofía-disciplina-pagana:
¿acaso habéis vuelto vuestros ojos
a la alquimia resanada
en que se ha convertido
el manantial purísimo de los besos?,
¿podéis aún olisquear las anegadas
sábanas del jergón sobre el cual
duerme este sueño, del tálamo nupcial
donde Amor solivianta
sus orgasmos de cabo a rabo
y unge de vesania a quien a él se afana?
Nada comprende la frígida fatua del cunnilingus
viperino y aséptico, de la calistenia que del
atardecer requiero, de ese sirope llamado
catequesis del sexo, calicanto que son un
miembro viril y una vulva en sudores hinchada.
Esta pálida moción alude más bien al vigoroso
cactus en los yermos, que a los nudosos
aporreos en las urbes de hierro.
La diadema congraciando a mi única consorte
ha de estar coronada con esencias
de bengala perladas,
con gaitas en la plaza de Santo Domingo
y con linternas insospechadas.
Bien caída ya la noche del pensamiento,
albergo el anhelo de irme allegando
al estero primigenio. Piscinas del desconcierto
se derrumban cuales águilas al vuelo.
Embriagadoras palmeras con que aprendí
a sopesar las riquezas de los encuentros terrenos,
amazónicas o lésbicas doncellas
de tostadas axilas y de tetas como mameyes
pendiendo en silvestres huertos
me han colmado con un recibimiento detersorio:
es el abrazo de una religión que no exige sacramentos.
Al fondo de la rada, triunfantes los bajeles
ondean la bandera universal de todo lo nuestro.
Reservándole al globo los excedentes
de la emoción que ahí extraigo,
voy acercándome a los muelles de caobas y cedros,
al inframundo
entre visiones de esos tres sueños primeros.
Heredaré a los hijos que no tengo al menos mi canción,
al menos mis ajuares:
paradigmas con que me taladra el cielo.
Netzahualcóyotl posó en mis labios el néctar de la flor;
Siddhārta hizo lo propio al darme a beber
del licor que humea en la copa del desprendimiento.
Por ello canto y luego muero.
[http://poetica-arbitraria.blogspot.com/2010/06/alberto-romandia-penaflor.html]
Apenas te vi
Apenas te vi
andabas errabunda,
como si con la angustia
de tus pasos decidieras
hender la vega del silencio
hasta puño de trizas.
Giacomo se vuelve inagotable
a cada inhalación de tu frente.
El sueño húmedo
martirizando tu aliento.
Incursionaba yo del plasma
al ángelus que es tu sexo pelado,
consustancial a lo propio de la magia.
Desiderativa de tu historia,
ibas construyendo
castigos irreductibles,
ensenadas cristalinas.
Caíste en la cuenta de que
toda plaza esconde catedrales
inmersas, negadas a la vista;
vagabundos, dioses, todos pasean
ahí palmo a palmo, desenterrando
al fin la forma del destino.
–una depresión o un sumidero
entre los muros de tu pecho.
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