DRITËRO AGOLLI
El poeta y narrador Dritëro Agolli nació en Menkulkas (distrito de Devoli, Albania) el 13 de octubre de 1931. Después de terminar sus estudios secundarios en la ciudad de Gjirokastra, siguió los de filología y periodismo en la Universidad de Leningrado (hoy San Petersburgo, Rusia, entonces Unión Soviética), y tras su regreso a Albania publicó sus primeros poemas en 1958, cuando ya colaboraba en el diario oficial del régimen comunista albanés, Zëri i Popullit.
De hecho, con otros poetas contemporáneos suyos (Fatos Arapi e Ismail Kadare entre ellos) pertenece a la generación literaria de los años sesenta, empeñada en la renovación de la literatura albanesa, aunque fue fiel al régimen dictatorial de Enver Hoxha. Su obra en prosa idealiza, en efecto, los logros del comunismo en su país (de corte claramente estalinista) y al “hombre nuevo” que el régimen se había puesto como meta. Su obra poética, en cambio, muestra una sensibilidad y una belleza formal nada frecuentes entre los poetas de su país. Después de la caída del comunismo, en la década de 1990, continuó publicando con éxito, adscrito políticamente al Partido Socialista de Albania, por el que ha sido diputado.
Entre sus libros de poesía hay que mencionar Mesditë (‘Mediodía’, 1969), Nënë Shqipëri (‘Madre Albania’, 1976), Shpirti i gjyshërve 101 këngë (‘El espíritu de los abuelos, 101 canciones’, 1996) y Gdhihet e ngryset (‘Después de que haya oscurecido’, 2000).
Durante veinte años (1972-1992) dirigió la Liga de Escritores y Artistas de Albania. Su obra ha sido traducida a numerosas lenguas.
(Resumen biobibliográfico redactado por Albert Lázaro-Tinaut)
Tristeza
Con tristeza me alejo decepcionado de los amigos,
Cerré también la puerta que mantenía abierta
Para aduladores, falsarios y granujas,
Que pasaban por ser ángeles amantes.
Dónde iré, lo ignoro, mas regresar no quiero
Nuevamente a ese mundo de estafa.
Alcanzaré a cobijarme en algún rincón lejano
El rostro hundido en el cuello gris de la solapa.
El silencio
El cigarrillo acabó de consumirse,
Postrado en la mesa me venció el sueño,
En las ventanas no agita el viento la cortina
Y guarda silencio el corredor.
Dormir con la frente en el tablero,
Presenciar sueños floridos…
¡Qué asco!... ¡Despertar y hallar de nuevo
En el rincón los vómitos dejados por la vida!
Espíritu
Es de noche y la estancia se hundió en la oscuridad,
Una única lucecilla tembló antes de extinguirse.
Ya no siento deseos de nada,
Se desplomó todo lo que para mí era sagrado.
Mas conservo como añoranza y recuerdo temprano
El dolor ante sus tumbas por los seres amados,
Y así en las ruinas de mi alma de ayer
Todavía arden y alientan las brasas…
La gran obsequiosidad
No hay pena más grande que ver
Al hombre leal en la miseria y en el llanto.
Ver cómo suplica humillado, el corazón destrozado,
Pidiéndole ayuda y esperanza a un gilipollas…
El juego de los verbos
No te calles cuando no tengas ganas de callarte,
No insultes cuando no tengas ganas de insultar,
No te rías cuando no tengas ganas de reírte,
No llores cuando no tengas ganas de llorar.
¡Basta de llorar como una monjita
Cuando no tengas que llorar!
¡Basta de insultar como un lobo
Cuando no tengas ganas de insultar!
Esperanza de poeta
Morirán todos los santos,
Se pudrirán todos los profetas,
Se perderán todos los oráculos.
Quedarán sólo los poetas.
Eso esperan los pobres…
Ahora tengo que aprender
Ha llegado el momento de aprender otra cosa,
Aprendí a mamar y a dar los primeros pasos,
Aprendí a hacerme joven y maduro,
Aprendí a envejecer, a ponerme y quitarme la dentadura.
Ahora tengo que aprender a mantener bien el bastón
Y apoyarme en él para salir por la mañana,
Después me espera una lección de algo más difícil:
Aprender también a morir…
(Junio de 1992)
Poemas traducidos por Mira Meksi y Francisco J. Uriz, incluidos en la antología Poesía albanesa de hoy, publicada por la Diputación Provincial de Zaragoza en 1992.
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