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domingo, 22 de mayo de 2011

4058.- MARIANA BERNÁRDEZ


Mariana Bernárdez,(1964, México). Escritora mexicana nacida en México DF. Estudió la carrera de Ciencias de la Comunicación Social en la Universidad Anáhuac, realizando posteriormente la maestría en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana. Ha colaborado en diversos suplementos y revistas, Semanario de Novedades, Macrópolis, Siempre, Blanco Móvil, Literal, Hojas de sal, La Jornada Semanal, Periódico de Poesía, Pasto Verde, Casa del Tiempo, entre otros. Su obra se compone de libros de poemas, Tiempo detenido (1987), Rictus (1990), Nostalgia de vuelo (1991), Luz derramada (1993), El agua del exilio (1994), Liturgia de águilas (2000), Sombras del fuego (2000), Alba de danza (2000) y Alguna vez el Ciervo (2010); y ensayos, María Zambrano: acercamiento a una poética de la aurora (2004), La espesura del silencio (2005) y Bailando en el pretil (2007). Todo está en la línea: conversaciones con Raúl Renán y 15 poemas inéditos (2008); y Ramón Xirau: hacia el sentido de la presencia (2010). www.marianabernardez.com.






Apuntes para un cuadro de danza

Llévame a lomo de sol
a hundirme en las aguas
a respirar follaje y luna
que quiero morir en las arenas
y mis pies ya no bailan.


Þ

El chillido/relámpago
suspenso del cuerpo
forma un círculo
abrazando nubes

El pico se enfila hacia el mar

El aliento es soplo
que baila hasta extenuar su piel
Los pies
alas
que se acunan
en playa borrada.


Þ

Tirada en el aire
probaba la fuerza
de su imagen
un brazo cargado
en jacarandas
el otro
apuntando hacia el monte.


Þ

El movimiento de la danza
la pausa del cuerpo:
hondo/nada.


Þ

Mis ojos y los suyos
penumbra:
vientre del fuego.


Þ

El cuerpo en lumbre
asciende
La silueta fija
El aire arremolina
la sombra del vuelo.



De: Alba de danza









Tu voz

Tu voz
Vibración de espacio sellado
no me ata a la luz de la noche
Nada dice del viaje
por los siete cielos
ni sobre los círculos del mar
Distante como erupción de diáspora
batalla para unir las puntas de la hora

Los pies no se han desprendido
pero los ojos hace mucho pisaron
las arenas de Odiseo
y en el vuelo las sirenas fueron cómplices
Edipo oráculo
y Delphos sólo rastro de «lirio»

Tensas la cuerda
para elevarte en canto
y en un fragmento de aire
te echas a cuesta los montes
Desgastadas tus sandalias
me preguntas si el amor
fue algún día nuestro

Entonces recuerdo los ojos de Helena
y el oro de una manzana
convertido en moneda de cobre
con la cual compraste la muralla de Troya.

De: Sombras del fuego







En la mesa de tres patas, de Sombras del fuego

En la mesa de tres patas
enfilaban los "tintos"
La muerte giraba
con ojos de lechuza
y yo bailaba al compás de palmas
que rasgaban el espacio

Esa vida no era la nuestra

Sumergidos en papeles
o en números contables
se nos iban los meses
vagones cruzando las calles
de una ciudad en llamas

Cerraba los ojos
porque la vida corría más rápida
que el líquido que envenenaba tu sangre

Eras tantos que nunca conocí

Al llegar la noche
la navaja ácida
atravesaba la vigilia
y el horror del pulso
el crujido de las paredes
me envejecían hasta el sopor de las sábanas

En el torrente
hablar con ese polvo
que se hacina en la boca
y paraliza el silbo
Sólo el latido en relámpago
tratando de salirse del tiempo

Qué larga diástole
Qué lento suspiro

Dentro del compás
punta / tacón "braceo en alto"
el cuerpo se arquea
para perderse en el trasvase
de la tierra al aire

Tu mirada detiene mis pies
la madera de los crótalos me astilla

Tu mirada aún me bebe
ajenjo que nubla tu sueño.










Liturgia de águilas (fragmento)

Sueño de noche casa de jacarandas
verde zapote y almizcle de guayaba
sueño amate cayendo hacia el río
y gritos a lo lejos de campanas marcando día de resurrección

Calle de polvo y piedra
círculo donde la luz estalla espejo
agua y sol dorando los limoneros
luego el kiosko donde abuelo jugaba dominó
abuelo que nunca conocí y mi madre de luto blanco
mosquitero para no escuchar el zumbido
y afuera trueno en lluvias de verano

Dolor de oler intensamente la tierra
desprendimiento de imágenes que tejen la somnolencia
fogatas crepitando las hojas de plátano
y Tetela coronando la cima del volcán

Días de sosiego con libro en la mano
las nubes derraman naranjas
Quietud y vértigo
sobresalto de perder los colores
Los sentidos se alertan
por el derroche de frutas y verduras en día de mercado
Intensidad de otros tiempos
la hormiga acarrea un grano de azúcar
y las paredes escriben dentro de sí todas las palabras proferidas
¿podrán escuchar otros las líneas
descifrar las huellas sobre la hierba?

Sueño polvo donde cada instante se hace profundo
tan hondo que no cabe la muerte
tan ancho
que no hay atrás ni adelante
y acude a mí el domingo aquél
cuando el olor de incienso invadió mi cuerpo
liturgia donde el Cristo sangrante
custodiaba cada cuarto
¿qué es el infierno?
y Pablo anarquista sonreía "la ausencia de Dios".

Jacarandas hay tres
sus raíces levantan los cimientos de la casa
viejas
grandes como la inmensidad de la pequeñez
Mis ojos detienen los lilas en el pasto
recorren su corteza hasta no alcanzar la última rama
Está aquí en el néctar
Rodeo su tronco en abrazo
y lo veo en el agua, en el mar…

Mis brazos
siguen sin poder rodear los troncos
bailan al discurrir de mi incredulidad
hasta que llega el ramalazo seco de la muerte
que lacera dentro lo más dentro
tanta oquedad ante esa furia que no se entiende
y que reduce los brazos
a un insignificante grano.








El aire simple no divide los cuerpos
no hay espacio de dos sino un único ciclo
donde el crepúsculo se trasmina
entre cortes de hilo
y tardes que alguna vez
fueron bienaventuranza

¿quién habría de rasgar tanto resuello
sino las palabras en navaja acertada?
¿y luego no era inevitable
desbocarse en viento
y huirse hacia donde fuera?

Allá

y no sabía dónde quedaba allá
aun de imaginar monte y nube
nada era tan distante
para arrancarse
desde dentro
y abrevar luces
a pesar de tanto y tan poco

¿dónde queda lejos sino
en el afuera de tu cuerpo
cuando polvo eres
más que en mí?

Qué poco es sernos
cuando sólo somos cuerpo
que se va desconociendo
de tanto romper el vuelo de los dedos
y así te miro
y nos miramos
siendo los mismos desde antes
tal vez ahora
un poco más herida
un poco más latido.











El árbol seco
mora a seis pasos de la puerta
todavía blanca

aún si miras desde el patio
puedes vernos diciéndonos adiós
fría mañana de domingo
cuando detrás dejaste vestido y velo

mañana donde supe que para mí

no habría quien cerrara puertas
y asegurara la posibilidad de habitar un regreso

y fui quitando recuerdos
vaciando cuartos y apilando muebles
revisé papeles
quemé fotografías
quise aligerar el peso de lo vivido
alegre en la inocencia que da la esperanza
salir rayo en silbo hacia lo inusitado

y ya ves ni la velocidad mora donde debe
ni la vida vence quieta
testimonio es la risa queda
de tu cuerpo pariendo
o el recuento de suturas en la piel de mi amado
o por qué negarlo el mío tan lleno de alforzas

Quién pudiera amar con el corazón limpio...

pero estamos aquí

escucho el chirriar de las puertas
que se niegan
a pesar de las llaves
a ser abiertas
y suena el mundo en su inacabable moverse

¿y la vida?
y la vida estalla
en una hermosura inconmensurable
que rebasa cualquier entendimiento.










Renacer en la sinuosidad de los labios

que abren su profundidad a lo insondable
anverso de tu pupila diluyéndose

Perder sin saberlo
la posibilidad de estar allá
donde lejos queda más lejos

pero estamos aquí
sujetos a un cuerpo
que no nos requiere
como quisiéramos
o quizá sea al contrario

poco es lo cierto
a pesar del horizonte
a pesar de tanto

y te acaricio de noche mientras escucho
el ajetreo de los coches
los juegos de algún niño

y te huelo en lo primigenio del tacto
y te reconozco.



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