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martes, 12 de abril de 2011

3896.- ALFONSO FAJARDO



ALFONSO FAJARDO
Nació en Nueva San Salvador el 20 de marzo de 1975. Es miembro fundador de TALEGA. Licenciado en ciencias Jurídicas por la Universidad Francisco Gavidia y actualmente cursa una maestría en derecho mercantil en la Universidad José Simeón Cañas. Ha recibido los siguientes reconocimientos: Primer Lugar en los Juegos Florales de Cojutepeque (1994 y 2000), Santa Tecla (1995), Zacatecoluca (1995), Usulután (1997), Santa Ana (1999), Quetzaltenango, Guatemala (2002) y Mención de honor en el Certamen “Rogelio Sinán”, Panamá, (2005). Ha publicado los siguientes libros: Novísima Antología, La danza de los días y Los fusibles Fosforescentes.



NEÓN PRIMITIVO

Comienza el ruido neón del día de los locos
y ya el tiempo y la luna
son filos de una misma navaja que sonriente
parte la nieve del autoexilio cuando ni el amor o la poesía
alientan este viejo cuervo enterrado vivo en el mármol del pecho

Comienza mi memoria y tus ojos
son dos gusanos anaranjados que rezan al pie
de un promontorio de piedras como huesos como sueños
mientras nazco de nuevo de la mano del pan del infierno del estío

Sólo la escalera imaginaria de las calles cuenta
a la hora que el pasado vese en lo primitivo de la azul bruma
y yo y mi otro yo suben
a los estadios del silencio donde la paz reina como el vientre de una prostituta
o la conciencia de un país abandonado en el lobby de los pederastas

¡Ah cómo extraño el tiempo de cuando el tiempo aún era tiempo,
y no una palabra gasta por la repetición de su nada!

¡La Inmolación! ¡¡La Inmolación!! ¡¡¡La Inmolación!!!

He aquí la música de la neblina y sus ventanas infinitas
Apenas comienza el día negro el fuego de los locos
y ya mis neuronas como globos de gas
penetran en el secreto donde mórbidos ángeles fuman el tabaco de los dioses








LULÚ

He aquí la vocación de la bruma.
No sé quién sos, pero te conozco.
Miro tu rostro y en esa ceguera presiento un abismo.
Camino en círculos y de regreso.
Vegetaciones de vellos púbicos, crisálidas
de carne temblorosa, útero de fuego
donde los amantes encienden sus antorchas.
De memoria tus duras nalgas, el olor a cedro
de tus fluidos, tus senos que Fellini despreciaría
y yo los vuelvo vino, la otra orilla
de tu forma de pensar que nos permite cruzar puentes,
la vulgaridad toda de ser feliz y exacto en el tiempo que nos ha abortado.
Amo tus gemidos más que las liturgias,
mido mi grandeza a través de tus ojos,
prefiero tu ombligo a cualquier bandera,
sueño que sueño, como el Bretón de mis locuras,
en el universo de una cama donde sólo giran
nuestros cuerpos celestes. Ahora te conozco y sé tu nombre,
sé que bailás tu propia música y no tenés número de seguro social,
que tu boca es pequeña y hambriento tu deseo.
Sé tu nombre y no lo pronuncio:
me basta tu imagen bajo el día impecable.
Ha pasado toda una vida, mi vida. Ha entrado
la muerte a mi lecho, mi muerte.
He mentido, no sé tu nombre pero lo sé:
sé que tu nombre es lluvia porque yo te nombro lluvia,
y nada más fuera de este bosque, de este altar,
de este cuadrilátero, es real y suficiente.

Sólo tus palabras de niebla
son ciertos, esos pasos que se acercan a mi costado y,
desconocidos de años de nosotros mismos,
nos vamos matando
el uno al otro.






Ensayo sobre la locura

¡Ah los pasos del hombre del vomito sobre nervios afelpados!
¡Ah hermanos de sangre de serpiente de fuego negro!

Las campanas del llamado de la bestia gritan adentro
y apenas la noche levanta sus faldas y muestra
los jardines colgantes del abismo de los pútridos vientres
de la bella luz artificial que como sexo atrae
los pechos de mármol desteñido de los desesperados

Comienza el sonido de los ángeles pecando
en las habitaciones donde la noche se encierra a fornicar
sus hijos azules cuando rezan en altares de luces de infinito
Comienza la música de la niebla y ya el pájaro negro
enjaulado en el pecho pide su comida de llamas su agua
de astros mientras los amigos del fuego cortan sus tizones
los reparten entre la cofradía alada y alimentan
al cuervo fosforescente que sangra palabras que caen
en la mesa donde se sacrifica el alma que explota en colmillos

Hierve la sangre bulle el sobresalto llamea el asombro
y el loco
con sus ojos en vértigo ancestral pide clemencia
a no sé qué dios entretenido en juegos terribles

El loco filosofo de las piedras reúne en su memoria
toda la dulzura del abandone del autoexilio del sueño
El loco
pasea el cuervo de su corazón como a un perro sarnoso
que sólo pide a una dueña donde cicatrizar sus monólogos

Las calles encienden sus genitales y ya el delirio
penetra sus grutas de agua bautismal sus grutas de humo de chaman
mientras una jauría de perros azules a dentelladas se hartan
al cansado pájaro negro que ya solo pide la muerte

Esta historia es un río de espejos reverberantes
y su nacimiento cual tragedia
tiene su origen en la sed incandescente del hombre
¡La gran sed del infierno y sus trampas!
¡La gran sed del absoluto y sus espirales!

He aquí que la palabra convoca otros dioses
y en lo furtivo de sus iglesias
Baco orina sangre en medio del publico babeante
que mórbido espera las vísceras oscuras de los deseosos
La sed de la luz de tierra de poros de agua de luz
La sed incólume de sol es la raíz de la locura
La sed insatisfecha de caminar al margen de la música
de anochecer
bajo el temblor del ciprés en pleno cementerio de palabras

La locura es el invento del pecho cuando los inviernos
Es la medicina
exacta que en exceso alivia al hediondo cáncer de la soledad
de los desesperados que sufren del hambre del fuego del mundo

La locura es el mar que se abre para dar paso
a los eternamente perseguidos
por el dolor

Es la puerta entreabierta de salida del gran ojo del laberinto

La noche
-hija de la rabia rata negra de la ciudad vomito
de luciérnagas partera de monstruos prostituta del vino sanguijuela
de la luz arma del dolor pederasta de los sueños gangrena del pálpito-
arrastra sus horas como cuerpo aletargados sobre las mesas
donde orina el olvido
y la madrugada con su sereno bautiza los crímenes las cabezas de los locos
y ya el cielo se torna azul y ya la sangre se vuelve sombra
y los locos caminas de regreso al infierno de las cuevas de sus días
mientras en chorro de plumas negras se empozan en sus pechos
y ellos se ahogan aun sin sacarle los ojos a nadie
y esconden sus heridas mas abiertas bajo abrigos amarillos
hasta el próximo paraíso







Trashumante

Al poeta tempestivo
La palabra locura se me ha quedado en el tintero
y yo la tomo la mastico la escupo en el espejo
solo para recordar las heridas del agua brumosa
y las almohadas del alma verde
de la gran noche del dolor y el suplicio
El poema esta enterrado agazapado en mi frente
hombre común
no quiere brotar su espiga su guijarro de vísceras su helado mármol
no quiere deslizar tras mis ventanas de infinito
arrastrarse en la sangre como quien huye del tiro de gracia
y concretizarse en el diario negro de mis cicatrices


Hubo un tiempo celeste en que tirábamos piedras a los fantasmas
revivíamos cadáveres exquisitos sembrábamos versos grises
en vientres de renta tragábamos a la madrugada en las mesas
del asombro traficábamos palabras a la luz de las velas
bajábamos a cuevas de sapos subíamos multifamiliares
matábamos adjetivos nos resignábamos al mango
y a la rockola orinábamos los jardines de los grandes poetas
y bebíamos ron en la tumba de los verdaderos

Pero ¿adónde quedo lánguido ese tiempo fuegos artificiales?

La poesía siempre fue ese vientre de abismo de pólvora de vértigo
esa excusa
para almorzar bestias aladas y dormir con los abiertos
bajo un puente de rostros multicolores de rostros felizmente
atados a la cola del caballo de los dioses del vomito del hambre

La rabia como brote natural de agua arde
en la única virginidad eterna en la siempre fiel pagina
y de la vegetación esperanza de tu húmico pecho nacen
las palabras del fuego ancestral que les robabas a los semidioses
indio trashumante
hijo de chango nieto del jaguar fantasma de ciudad
vástago de Quetzalcoatl aborto de Xolotl compadre
de Anastasio Aquino Principito de otro sol Quijote
de quinto piso maldito por vocación habitante
de las nieblas ángel mórbido hombre común
culto clásico loco húmico trashumante de pies firmes
que te autonombraste el eterno segundón de tu generación
el penúltimo de los poetas bohemios de El Salvador que etiqueta
que te autoinfringiste y honoraste con las cicatrices y máculas del oficio

Decíme océano pacífico
¿aun limpias solemnemente tu oído y afilas como el francotirador a su arma tu palabra?
¿todavía te llevas a la nariz la gris fragancia de grupas en venta?
¿todavía te seguís levantando con el pie izquierdo?
¿siempre escribís con otras lenguas tu larga estación de tempestades?
¿te seguís preocupando por los otros como por tu hígado?
¿siguen siendo los chamanes tus maestros y consejeros?
¿te bautizas aun con orines de Cipitios y Siguanabas?
¿seguís admirando a Francois Villon el poeta ladrón?
Fantasmas terribles dicen
que ahora mas que nunca escondes la lengua sánscrita
de tu desmesura
con el cuchillo sarcástico de tu pudor que has mudado
de opio mientras el perro babeante nos arranca el pecho
que te has convertido ah trashumante de la sed y el suplicio
en lo que más temías criticabas en lo que nunca y siempre
quisiste ser

Pero no te preocupés poeta
sé que los mares del sobresalto tienen que descansar
que el tempestivo el húmico corazón busca su remanso
que para nosotros los locos la vida es solo uno mas de nuestros inventos
y que lo que mas amas es lo que mas olvidas sádico
del primer sol incrédulo creyente
Yo te comprendo:
tenías que cruzar hasta la otra orilla de la mentira
y
como el encadenado que busca el culto de los dichosos
ahora perteneces
al ejército blanco de los otros elegidos cuando el dolor
Yo me quedo aquí
viviendo comiendo mi tiempo excrecable mi pobre blasfema alma
soportando los dolores del estomago del hígado del pecho del abandono
del fósil del mundo de los despojos del hambre de la existencia
yo me quedo aquí lamiendo la lepra de mi suelo socavando
como el perro a su hueso la luz artificial fosforescente del poema

Yo te comprendo
y frente a todos los museos de mascaras grotescas
intuyo:

el mundo ha perdido una ventana y ha ganado un horizonte





La insanidad

Ojos
ventanas de olas de fuego violento donde se adivina el infierno
en cuyas blancas salas de espera transitan los hijos de la nada
Lejos los locos del papel parapetados en sus poses de artista
los locos animales de tabernas de algas
los locos de palabra de aire que piden misericordia lejos
los locos que respiran comen beben orinan fornican lloran
y lo saben

Yo hablo de otros mundos de astros de silencio de río inmutable
yo hablo de geografías de montañas de follajes negros
yo hablo
queridos pistones azules que escuchan entre paréntesis
yo hablo de los verdaderos locos de sangre de gentes de neuronas

Este es el tiempo de los chubascos los espirales de la sinrazón
esta es la eternidad del dolor y en sus jardines paseo
como lo hizo el mendigo rubio de llanas luminosas bajo el madero de los inventos
Este es oleaje del aletazo de la papalota del cielo
Este es el aire del veneno y aquí comienza mis heridas

La noche trae la calma de los venenos circulantes
y un ácido violín vigila el sueño de los ángeles
mientras en la pantalla del televisor bulle la sangre del remanso
Hubo un calendario solar sobre la sombra de mis ojos
pero un zopilote me miraba como luna del mal preparándome
para la neblina de una música en desequilibrio cuando la nata del tiempo

Los ángeles recorren como duendes el bosque gris de la soledad
miran la palabra que los nombra
nombran las cosas del mundo y los ojos que los lloran
lloran por sus alas perdidas
pierden la noción de la luz
iluminan la casa de los sueños
sueñan con ovejas de pies humanos con siete cabezas
de siete ojos de siete lagrimas de sangre de siete sacerdotes
Los ángeles se masturban frente al publico estupefacto
se orinan tranquilamente en los pisos mas finos
se embarran los muslos cuando defecan
hablan el idioma animal de la sinrazón
gritan como los grandes perdidos del potrero
se llevan a la boca las migajas del pan del infierno
se encienden en llamas como el trémulo árbol de los dioses
gesticulan muecas de espanto que el mismo tiempo desdibuja
nadan en un mar de píldoras que apagan el fuego del sobresalto
y como anguilas fosforescentes emanan energía eléctrica
cuando el dedo índice del lobo sin rostro palpa los circuitos de sus neuronas
Los ángeles caídos tocan las cuerdas amargas del arpa del dolor
y la insanidad
que es el umbral de la puerta que conduce al infinito
muerde mis nervios
todos los días de la mentira mientras las procesiones de neurólogos

La insanidad
es un río caudaloso de fuego de tormenta de luces parpadeantes
es la blancura
en la mente de vidrio de los eternamente inocentes
es la ceguera
de los caballos de la sangre del sobresalto cuando cruzan
el pastizal erosionado de los sentidos
es el pecado original guardado con recelo en las casas iluminadas
del suplicio
es el desvelo de la esperanza velando cuerpos muertos en vida

es el infierno
permanente donde cohabitan los enemigos íntimos de la cruz
es el ángel pervertido
que muestra su miembro a las muchachas y pide cigarros
para quemar al tiempo
es una mar convulsionado que escupe náufragos sobre la frágil
isla del pecho
es instinto animal que respira como bebe defeca orina y llora
sin saberlo

La insanidad es la luna blanca que brilla como el mal
en la geografía erosionada de la mente
y en la blancura sin mácula
de los ojos del loco
La insanidad es el fusible apagado la luz intermitente
dentro del pecho
y en el epicentro de la frente
La insanidad tiene movimientos lentos de vidas lentas
mueve sus brazos lentos
y lentamente pide la vida que algún dios le roba lentamente
La insanidad es la reina del dolor
y como el maldito cordero que espera la piedra de lo desconocido
los ángeles caídos los locos
miran a la vida desde el margen con la ternura del agua del manantial en sus ojos
y yo entre miradas presiento que secretamente y sin saberlo piden a la muerte
su puerta luminosa su descanso
mientras en sus oxidadas venas corre el veneno de dios
y ellos aletargados viven entre comillas hasta la próxima descarga eléctrica
hasta el próximo infierno





La mujer de mi vida

Me ha convencido, me lo ha demostrado
su fría manera de presentarse, su forma
de hacerse sentir me ha convencido,
me ha vencido.
Entierro esta forma payasa de vida,
esta piel de escamas que saco a pasear por los días
y la multinacional costumbre de perderme en sus laberintos.
Voy en un bus que sabe de mis ceros,
la muchacha risueña que va a mi lado lo intuye,
nerviosa trata de reconfortarme, pero yo,
en la medida de lo posible, la evito como flor salvaje que rascara mis cicatrices.
Ella es la costumbre, la mujer de mi vida,
la que me espera en casa, la única voluntaria
de serme fiel en la podredumbre de mis pasos.
Uno espera el alba, los pájaros del sueño;
y he allí el error, la ingenuidad: sólo el mal
se obtiene, el excremento se patea, a cántaros
baña su agua negra que es abundante y el hígado atiborra.

Pero ella insiste, por más que intento
la separación ella me persigue como sombra a su dueño,
a veces logro evadirla con la ayuda de otro cuerpo,
de otros labios; pero en la noche, cuando arribo a mi oscura habitación,
ella está allí esperándome
en la cama, esperando
ser penetrada.
¿Qué puedo hacer sino amar su vehemencia,
lamer sus pechos,
quererla?
El bus semi lleno bufa cavilaciones y mi destino está cercano.
La muchacha risueña que va a mi lado me ha convencido,
me ha vencido, y yo la abrazo con toda la alegría
de una calle sin salida. Anuncio mi parada
y el bus se detiene en medio de la ciudad, en medio de la nada.
Yo me bajo y tras de mí viene ella, ella
que es la costumbre, la mujer de mi vida,
mi gran compañera, la soledad.





La mansedumbre de los locos

La noche con ojos paranoicos vigila la mansedumbre de los locos
sus astas donde flamean hígados
la risa trasegada de sus enterrados en la arena
sus trincheras de vidrio y todo el diccionario
de sus demonios que a dentelladas quieren salir de sus pechos
En sus venas
con lentitud de años caminan a tropezones miles de polillas
y pirañas felices
que marionetas de algún dios arrogante comen sus verdes hojas
Pero la vida
a la hora que el sol brota de las mesas repletas de mar
es un paraíso
encontrado tras oscuros panes de invierno cuando la sed
buscada vese interrumpida por las apologías del cáncer de la mierda
Y la noche
- que es la anfitriona de los hijos malcriados de la rebeldía-
fuma sus almas
y las escupe al día para que en pena corran a sus oficinas y empresas
Las calles se llenan de animales espantapájaros y sombras
que entre rancias paredes y quimeras inútiles
encienden sus espigas sin marca escupen el tabaco que engaña al hambre
y vomita sus jugos gástricos mientras la luz de la razón se ahoga en sus cerebros

La noche es una virgen que a diario es penetrada
por la sed lujuriosa de los desesperados
que en su vientre luminoso eyaculan el negro vómito de sus gritos
cuando de sus pies nacen
el musgo y los hongos que venenosos crecen las bellas raíces de la locura

La noche
con ojos de estrellas de dioses de vísceras podridas de cáncer de/mente
envuelto con su tibia sabana
la mansedumbre de los locos cuando desde sus trincheras de vidrio y humo
se defienden y disparan su risa
contra la gran maquinaria de la soledad


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