Laura Casielles (Pola de Siero, Asturias, 1986) es una escritora española dedicada principalmente a la poesía.
Laura Casielles es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, también tiene estudios de filosofía e idiomas. En la actualidad vive en Marruecos, después de concluir una beca de un año para trabajar como periodista en la corresponsalía que la Agencia Efe tiene en Rabat.
Sus poemas han aparecido en revistas como Hesperya, Bar Sobia, Ellas dicen de MLRS o Nayagua, publicación del Centro de Poesía José Hierro. En 2007 fue premio La Voz + Joven de Caja Madrid y La Casa Encendida. Fue ganadora del primer premio en el certamen Arte Joven Latina 2009 en la categoría de poesía con un conjunto titulado Eros y Diablos. En 2010 y con su libro Los idiomas comunes ha obtenido el XIII Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal.
Ha participado en diferentes recitales y eventos poéticos como Versátil.es en Valladolid, Cosmopoética en Córdoba o Poesía en resistencia en Granada. A nivel organizativo es una de las responsables del encuentro nacional de poesía joven La Ciudad en Llamas, que se celebra en Asturias desde 2008.
Obra poética
Los idiomas comunes. Hiperión, 2010.
Soldado que huye. Hesperya, 2008.
Participación en obras colectivas
50 maneras de ser tu amante. Puntos suspensivos, 2010.
El árbol talado que retoña: Homenaje a Marcos Ana. El páramo, 2009.
A pesar de todo. Poesía en Valdediós VII. Círculo cultural de Valdediós, 2009.
La edad del óxido. Antología de jóvenes narradores asturianos. Laria, 2009. [2]
Dos orillas, un mismo mar. Antología de narradores asturianos y cubanos. CICEES, 2006.
PRIMERA CONJUGACIÓN
Encontrar las palabras
elementales. Aprender
cómo decir perdón en el idioma del que irrumpe,
y buenos días, y toma,
y he venido a conocerte, aprender
cómo decir gracias en el idioma
de los que también rasgan
y también
se desgarran,
cómo decir
café, cariño, patria,
shalom, salam aalaikum, aprender
cómo se dice pasa, entra, esta es mi casa
en un país al sur del que apenas
quedan ruinas, aprender
obrigada, spasiba, aprender
qué colores no existen en las lenguas de África.
Y cómo responder que sí en Pekín.
Llegar a las ciudades y descubrir
los entresijos del mercado,
entender,
aprender
cuál es en cada tierra
la etimología de alma, y de qué modo
saludaban al miedo mis bisabuelos.
Encontrar las palabras elementales.
Y luego hablar.
(De Los idiomas comunes)
Acaricio la cabeza del perro del hortelano.
Huele un poco a tristeza entre tomates.
Apuesto conmigo misma:
«si muerde, me quedo».
Y el perro del hortelano ladra, ladra, ladra,
igual que si le fuera la vida en ello.
(De Soldado que huye)
ASCENDENTE LIBRA
Conoceréis el amor y entonces
pensaréis en la muerte;
reconoceréis la belleza y entonces pensaréis
en la maldición del paso del tiempo.
Leeréis un verso y recordaréis
que la fruta se pudre,
que la violencia impera;
veréis una joven hermosa
y pensaréis en huesos y en polvo.
Conoceréis la paz y oiréis el eco del grito;
os llevarán al mar y os asombrará
la certeza del llano
que es devastado por el fuego.
Conoceréis el deseo y entonces
temeréis el fin de la tierra.
Pero, otras veces,
conoceréis la muerte y pensaréis en el amor,
reconoceréis la maldición del paso del tiempo
y os haréis súbditos incorruptibles
de la belleza.
(De Los idiomas comunes)
Y lo más importante:
Me extrañó no encontrarme dragones rojos
–escamados, a saber, por la prisa–
surcando el cielo de las torres Kio
la noche de aquel sábado
en que el año del cerdo comenzaba,
destronaba ratas y caballos del horóscopo.
Luego yo sólo paseaba
calles evidentemente anejas
a Vicente Ferrer,
y no había un solo dragón en los cielos,
ni un chino en las calles.
Y de pronto los oráculos
o las campanas lejanas de Pekín
me revelaron el secreto, y la consistencia
del cartílago envenenó mi poco aliento alerta.
La ausencia
de dragones se alzó
como desilusión suficiente.
Me fui a contar las horas a otra parte.
Supe luego que era la premonición
de un relevo de era.
Faltaban apenas unas horas para el repique
de las doce campanas de Pekín:
mañana será otro año y habrá dragones
quitándose escamas muertas sobre cada torre,
si no yerra la bengala del niño chino
fotografiado en sueños.
DESCENTRALIZACIONES
Mientras una mujer en la Provenza
se abrochaba el corsé,
cinco mujeres preparaban sus cuencos de henna
en un harén no muy lejos de Tánger.
Mientras se escribía sobre el Cid,
se escribía también las Rubaiyyat.
Mientras se libraba una guerra entre Prusia y Austria,
miles de tártaros eran expulsados de Crimea.
A la vez que Carlomagno,
Kaya-Magan.
El día en que Gavrilo Princip
asesinó al príncipe Francisco Fernando
se cumplían dos años
del día en que se autorizó la compra del Canal de Panamá.
Y el año en que murió Winston Churchill,
Mehdi Ben Barka desapareció en París en extrañas circunstancias
y la India independiente hizo oficial uno de sus más de treinta idiomas.
Mientras Bolívar se subía a su caballo,
los ingleses se instalaban en Tasmania.
Los fusilamientos del 2 de mayo
no son lo mismo que el 2 de mayo de 1812,
cuando los colonos desistieron del sitio a Cuautla.
Si son anécdotas, todas son anécdotas.
Si son hechos importantes, todos ellos son hechos importantes.
de su libro Los idiomas comunes (Hiperión, 2010).
LA LEVEDAD DEL PÁJARO
Aprender la levedad del pájaro.
Sacar los pies del nido y encontrar
que fuera el mundo es limpio
y el cielo es amplio
y no nos queda nada
por lo que valga la pena no amar.
Aprender
la levedad del pájaro. Respirar.
Sentir cómo pasa el aire
por todas las esquinas del cuerpo,
lo más parecido a volar
que puede hacer una mujer
como yo,
con el corazón
pegado a tierra.
Desafiar
la gravedad
como el que desafía
una norma, aprender
la levedad del pájaro.
Olvidar que las cosas pesan
y echarlas al aire,
quedarse quieto y ver
cómo
les nacen
alas.
Lo más parecido a volar
que puedo hacer,
yo que tengo
los pies
de plomo.
Aprender
la levedad
del pájaro.
Sacar los pies del nido y encontrar
que fuera el mundo es limpio
y el cielo es amplio
y no nos queda nada
por lo que valga la pena no amar.
Aprender
la levedad del pájaro. Respirar.
Sentir cómo pasa el aire
por todas las esquinas del cuerpo,
lo más parecido a volar
que puede hacer una mujer
como yo,
con el corazón
pegado a tierra.
Desafiar
la gravedad
como el que desafía
una norma, aprender
la levedad del pájaro.
Olvidar que las cosas pesan
y echarlas al aire,
quedarse quieto y ver
cómo
les nacen
alas.
Lo más parecido a volar
que puedo hacer,
yo que tengo
los pies
de plomo.
Aprender
la levedad
del pájaro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario