Pedro Gandía (Cuenca, 1953). Artista Interdisciplinar. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Valencia, cursó a su vez estudios en el Conservatorio Superior de Música y en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos. Sus estancias en París, entre 1974 y 1976, marcaron su educación literaria. En las últimas décadas del siglo XX, realizó su obra pictórica y escultórica en hierro para centrarse luego en la fotografía y en el videoarte. Compagina la creación artística con la literaria. Ha colaborado con numerosos artículos, obra y crítica literaria en periódicos como “Diario de Cuenca”, “La Gaceta de Cuenca”, “Diario Málaga-Costa del Sol”, “La Prensa Literaria” (Managua) y revistas especializadas como “Solemne” (Universidad Autónoma de Madrid), “Menú, cuadernos de poesía” (Cuenca), “Ojuebuey” (Valencia), “Cuadernos de Traducción e Interpretación” (Universidad Autónoma de Bellaterra, Barcelona), “Canente” (Málaga), “Turia” (Teruel), “Gorc” (Valencia), “Debats” (Valencia) y “Arquitrave” (Cartagena de Indias, Colombia) entre otras.
- POESÍA
- Sábana Blanca - Sábana Negra (1973).
- Cacería (1983).
- Tríptico del Tiempo, la Belleza y la Muerte (1983).
- Columnata (1990).
- Amuatar (1992).
- Bajo una luz antigua (1993).
- Hel i xs (1998) en catalán con interpolaciones en italiano y portugués.
- El perfume de la pantera (1999).
-NARRATIVA
- Burdel (2000).
LA MUERTE DE NARCISO
EL NACIMIENTO DE UNA ESTATUA
Sol-
edad
de alaS
SordaS /
y hojaS
SecaS
Sin cauce /
flota cual corcho Sórdida /
Sola
Sobre la
Suave /
SilencioSa
Serpiente /
PePlo
de Pluma
Plúmbea /
Plaga
de Plata
Pliega / herida
árida
ida /
ensOrtijandO a EcO / que llOra ahOgadO niñO
(Del libro Cacería, 1983).
SALMACIS
Desarraigada y frágil, de soledad transida,
se abandona a sus sueños sobre el cristal del lago.
Las suaves curvas dulces de su calmo desnudo
incitan a las aguas a un martirio tiránico
de estigmas y de espadas, de rosas y de rayos.
En sus iris verdísimos, luchan infatigables
peces, nubes y pájaros, quietos en el deseo
de un presente que vive sólo por su mirada.
Como un venado que abre rosas de sangre al aire,
su irreparable espectro simula en el futuro
una absurda carrera en pos de otro principio.
Esclava del azar, se consagra al vacío.
Y el agua le sonríe, idéntica a sí misma.
Tras la revelación, la inanidad del ser.
(Del libro Tríptico del Tiempo, la Belleza y
la Muerte, 1983).
HIEROGAMIA
Ansiando ser esclavo de su pasión, inventa
Un desnudo gemelo y, en exquisito incesto,
Alcanza el goce sumo del éxtasis nupcial.
Etérea se abre y huye la flor en su perpetuo
Cambio. Seres duales de alas blancas y rojas
Unen fuego con agua en un éter alquímico.
¿Es el amor quien unge la secreta contienda?
Arden Eros y Anteros en el ara del tálamo.
Por la idolatría que él mismo se profesa
–Perfecto cuerpo de ébano que enloquece los mundos,
Vórtice de incesantes masturbaciones–, vierte
Su artificio o verdad en versos sin sentido.
Soñándose mil voces, convoca a su demonio.
Antífonas impuras, las Tinieblas lo inician.
(Del libro Amuatar, 1992).
DE LA NATURALEZA DE LOS DIOSES
De noche, lentamente, para deshabitarte,
te hundes en no importa qué lumpen de extrarradio
–el pensar es idéntico a los entes por quienes
se expresa–, y tomas de ellos
la fuerza necesaria para huir de aquí.
Encarnas, en sus cuerpos, los cuerpos que ideaste
–dentro del ente impera
lo igual–, y ellos te marcan
el canon de belleza.
Seguro que debieron a noches parecidas
su configuración, las antiguas deidades
–pues una misma cosa es el pensar y el ser–,
y Hermes y Apolo fueron en los brazos de Fidias
dos putos de a tres óbolos ilustrando los versos
de Parménides.
(De El Perfume de la Pantera, 1999).
Cinco poemas del libro inédito Acrópolis
En el río Nfis
Una envolvente gloria de rocío esmaltada,
la demorada luna con el sol sobre el río.
Fugaz espejo copia su fulgurante plata.
Ninguno de los dos volveréis a estas aguas.
Apresúrate ahora y bébete su luz
antes de que las ondas su eternidad disuelvan
y nieguen tu verdad.
Sacro y profano
Ni Donatello ni Luca della Robbia
supieron definir su perfección.
Y, en la Città dei Fiori, en vano dulces
arias sagradas, mármoles danzantes,
intentan reflejar sus claras líneas.
También tu vida, tras esa luz pura
que mana de su carne, incendia el mundo
y justifica su extinción.
Azucenas vidriadas,
la materia ideal.
Presente eterno
Prendió fuego a la sombra al desvestirse.
Gocé su cuerpo mágico hasta el alba.
Despojo del olvido, ahora lo escribo.
Y vuelve aquella noche en estos versos,
y, en esta luna, luce su desnudo.
Qasida
Un alazán dantesco, con ojos de turquesa,
galopa por mi alma como seco herbazal.
En una llama de oro me elevo con mi amante,
y somos la ceniza que llueve de la luna.
Cartas por tierra
Arcángel venturoso, entre los brazos,
dura como un relámpago feliz.
Leve el amor eleva su desnudo.
Aire & negro,
el hueco de la estatua.
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