Alejandrina Devéscovi nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina;
casada, dos hijos. Egresada de la Escuela Nacional de Bellas Artes
"Prilidiano Pueyrredón". Ejerció durante varios años la docencia en las
asignaturas Dibujo y Pintura. Realizó ocho exposiciones individuales,
participando además en numerosas muestras colectivas. Viajó para su
perfeccionamiento por diversos países de América y Europa, visitando
también Marruecos y Turquía.
Desde 1970 está dedicada totalmente a la Poesía.
Libros publicados
Desdoblamiento (1972)
Dueño de todo lo gris (1974)
Madre del movimiento (1977)
Sangre convocada (1979) (Mención de Honor del Fondo Nacional de las
Artes)
Desesperar es esperar sin ángel (1983) (Faja de Honor de la Sociedad
Argentina de Escritores)
Pascual y Margarita (1989)
Cuerpo glorificado (2002)
Antologías
"Antología de la Poesía Argentina". Selección de Raúl Gustavo Aguirre.
Fausto Editores.
"Jardín Animal". Selección de Inés Malinow. Edición de la Sociedad
Protectora de Animales.
"La Mejor Poesía de Buenos Aires". Selección de Osvaldo Rossler.
Editorial Abril.
"Malvinas Corazón de América". Albino Asociados.
"101 poetas". Selección de Daniel Giribaldi. Edición Poesía Abierta.
"Poesía de la Mujer Argentina". Selección de María del Carmen Suárez.
Editorial Emma Fiorentino.
"Poesía sobre la Poesía". Selección de Federico Peltzer. Ediciones
Botella al Mar.
"Antología de la Poesía Femenina Argentina". Selección de Zulema Mirkin.
Edición del Instituto Literario y Cultural Hispánico.
"Poesía Argentina de Fin de Siglo". Selección de Lidia Vinciguerra.
Editorial Vincigue ürra.
Reconocimiento
Acaso un sueño es mejor
que la indiferencia.
Un pájaro más bello
que la ciudad de tierra.
El ayuno tan nutritivo
como la mesa espléndida.
Nada gobierna más a un corazón
que la ausencia de lo perdido.
Perder,
es iniciar de nuevo el trabajo,
remover las cenizas
y volver a encender el fuego.
Puede ser también la agonía.
Reconocer lo posible
es volver a empezar
deteniendo los giros de la tierra.
Poema al oro
El oro cubre
la ciudad de los antiguos.
Oro en la escama de la serpiente
y en el pico del ave,
oro en la torre y en los ojos del vigía.
Tiernamente buscamos
al hombre en su trabajo,
sus costumbres de vida y de sueños;
más tiernamente aún
aparece un dios
que sin oro sobre la cabeza
habla con el pájaro de la mañana.
En esa amistad,
canto del alba y de la sangre,
descubrimos
las visiones de una raza;
lo que liga y prende,
aquello que hace el amor con la piedra
y es cuerda tirada a la memoria.
Un alto mar religa.
El hombre, el oro y la voz del pájaro
son un solo y misterioso corazón.
Preparación
Cuando se hace de la temprana muerte
un acto heroico,
y nombramos a nuestros hijos
sintiendo que ya no nos pertenecen;
cuando comprendemos que hemos visto
mudar la vida
y nuestras piernas no caminaron en
redondo
pisándonos la cola;
cuando podemos renunciar
y salir a la calle con un clavel en
el ojal
entonces,
estamos preparados
para recibir la visita del ángel
y lo demás.
Las magnolias de la morgue
Puertas y ventanas
forman una ciudad,
y una ciudad tiene
manos y pies,
con ellos se enredan y desenredan
sus habitantes.
Dos mujeres caminan
tramando con sus pasos
la vida y la muerte,
(rojo al abrir el tejido,
luz en las agujas).
Ellas avanzan
por la ciudad de tierra
hacia la casa
que recoge en su antesala
la calle adormecida.
Cumplen con el reconocimiento.
Afuera iluminando la pared,
las magnolias de la morgue
se saludan.
Blancas y perfectas
conocen la extraña misión
de su presencia.
Mañana en algún lugar
enterrarán a un hombre.
Un agujero en el centro del pecho.
Transparencia
trabajada como colmillo de elefante.
Torneada al saber de sus amores,
al pico de su ingenua sabiduría,
al caer de sus lágrimas.
El agujero crece
y la filigrana de sus bordes
se desintegra.
Ceniza sobre la carne.
Polvo sobre el pecho.
Cuerpo Glorificado, Buenos Aires: Botella al Mar, 2002
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