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martes, 22 de febrero de 2011
3278.- BERTA PIÑÁN
Berta Piñán. (Asturies, 1963) es quizá la más prestigiosa de las poetas que utilizan la lengua asturiana. Autora de cuatro poemarios: Al abellu les besties (1986), Vida Privada (1991), Temporada de Pesca (1998) y Un mes (2002), en el año 2005 la editorial Trea editó una antología con sus mejores poemas traducidos al castellano titulada Noches de incendio (1985-2002), de donde le sacamos estes poema, quizá el más conocido de todos los suyos desde que lo citó el príncipe Felipe de Borbón en el discurso de entrega de los premios que llevan su nombre.
UNA CASA
Levantar una casa que sea como
un árbol, como Dafne crecer entre
sus ramas, sentir las estaciones, las hojas
nuevas después de la invernada, las frutas primeras
del verano. Una casa que sea como un árbol,
que aguante la tormenta, que aclare
la pedrisca, que espante lejos el viento gélido
del tiempo.
Levantar una casa que sea como
un río, navegable y ligera, mudable,
pasajera, beber entre sus fuentes, detenerme
en los pozos, correr con los arroyos. Una casa que sea
como un río, que arrastre la derrota,
que arranque el dolor de las saqueras y lo lleve
por la corriente, aguas abajo.
Levantar una casa que sea como
un mundo, cruzar las geografías de pasillos,
montañas de escaleras, las ventanas abiertas,
los puentes, los caminos. Sentarme ante la puerta
a ver andar la vida, una amiga, un país,
una lengua, saludar un instante
cuando pasen.
Levantar una casa que ponga nuestro
nombre, las señas que un día equivocamos,
una palabra, un rostro, la memoria de aquello
que quisimos,
y así, levantar una casa, sólo
por si vuelves.
(versión de la autora)
NOCHE DE INCENDIO
Son noches de insomnes las noches
de incendio.
Más cercana la muerte y
la vida, más violenta en esta espera
nocturna que enciende deseos y descubre
promesas,
certezas que pasan
ardiendo.
Prende el fuego en el aire como un aire de fiesta
o de guerra, de cosas que un instante
suceden y no son nada al instante.
En unas horas dejamos atrás aquello que fuimos
y va quedando en el aire
como un aire de urgencia,
de gestos recién aprendidos
y muy pronto olvidados.
Nadie duerme nunca
en las noches de incendio.
Como un amante impaciente,
la llama que crece en la noche
consume la noche
y nos recuerda lo que fuimos
quedando: sólo humo.
Y ceniza.
(Traducción de Berta Piñán)
Este poema "Nueche de quema" ("Noche de incendio" en castellano), pertenece al libro - antología de Berta Piñán "Noches de incendio. (1985-2002)" publicado por la editorial Trea, Gijón, 2005.
Idiomas
Cuando volvieron de Alemania
compró un piso nuevo y muebles
de primera. Quería que todo
fuera como antes pero
mejor, con dinero y más tiempo
de gastarlo. Pero nada era
ya lo mismo. Cuando ella decía
huerta, los hijos repetían
Gemüsegarten, cuando ella decía
río, montaña, ellos pronunciaban Flüss,
Gebirge, cuando ella decía casa,
ellos miraban, desconfiados,
hacia otro sitio.
Sidra
A primeros de septiembre recogíamos
manzanas y en octubre ya nos poníamos
con la sidra. Mis tíos mayaban
a golpes secos, sudando encima de
la duerna, la gente má joven
cargaba con sacos y botellas.
Mi abuelo apretaba el llagar sólo
lo justo, les decía.
Y aquel zumo goteaba
por las tablas como un petróleo
frío, dulce, denso. Era un mundo
solo de hombres, un mundo
cortado a su medida.
Toda la violencia estaba allí agazapada,
toda la violencia, como una alimaña,
se resistía a mostrar entonces sus
pezuñas.
A LA MANERA DE SZYMBORSKA
Llegados a este punto,
quizá trodo tendría que ser más sencillo,
la palabra “luna” no debería nombrar más
que a la luna
y los ríos deberían seguir hasta su destino
sin inmutarse
por las metáforas.
Quizá la palabra “soledad” no debería
significar otra cosa que la ausencia
de acontecimientos
y la palabra “silencio” podría dejarse
solamente
para hacer callar los ruidos.
Quizá todo debería ser más
simple con la lengua, si vueltas
ni requiebros, quedarnos sólo
con dos o tres cuestiones
para seguir adelante:
un par de “porqués”, algún “no sé”.
Y después cerrar la puerta
que en este caso,
sólo debería significar
cerrarla.
La mancadura (El daño)
Trea, Gijón, 2010
Edición bilingüe
LLÁMAME
Llámame, aunque ya sea tarde
y haga frío,
aunque los brotes del jardín se hayan secado
y el río haya crecido en tu ausencia
como crecen las horas
en la cama de un enfermo
Pequeña Esha
En Katmandú, a estas horas,
las sombras inundan poco a poco,
las calles y las plazas,
los puestos del mercado,
y hay como una pereza azul de pájaros
rondando por el cielo.
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