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martes, 8 de febrero de 2011

3150.- ARCHIBALD MACLEISH


Archibald MacLeish (Estados Unidos-Glencoe, Illinois, 7 de mayo de 1892 – Boston, 20 de abril de 1982), fue un poeta modernista y escritor estadounidense. Ganó en tres ocasiones el Premio Pulitzer.
Su padre, Andrew MacLeish, era comerciante de ropa. Su madre, Martha Hillard, era profesora universitaria. Creció en una estancia cerca del Lago Míchigan.
Asistió al Hotchkiss School, desde 1907 hasta 1911, luego estudio en la Universidad de Yale, donde obtuvo la licenciatura en Literatura inglesa y fue elegido Phi Beta Kappa y seleccionado para la sociedad Skull and Bones. Luego ingresó a la Escuela de Leyes de la Escuela de Leyes de la Universidad de Harvard.1 En 1916 se casó con Ada Hitchcock.
Sus estudios fueron interrumpidos por la I Guerra Mundial, en la cual sirvió primero como conductor de ambulancia y luego como capitán de artillería. Se graduó en Derecho en 1919. He enseñó Leyes por un semestre para el departamento de gobierno en Harvard y trabajó brevemente como editor en The New Republic. Ejerció luego como abogado durante tres años.
En 1923 MacLeish dejó su firma de abogados y junto con su esposa se trasladó a París, donde se unió a la comunidad de literatos expatriados, que incluía a Gertrude Stein y Ernest Hemingway. Regresóa a Estados Unidos en 1928.
Entre 1930 y 1938 trabajó como escritor y editor de Fortune, tiempo durante el cual llegó a ser políticamente muy activo, especialmente en la causa antifascista.
Fue gran admirador de Franklin D. Roosevelt, quien lo nombró bibliotecario jefe de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos en 1939. Según MacLeish, Roosevelt lo invitó a almorzar y le comunicó que quería que fuera el Bibliotecario del Congreso, cargo que mantuvo durante 5 años. Aunque tuvo la oposición de la Asociación de Bibliotecarios, debido a que su entrenamiento profesional no era como bibliotecario, su labor es recordada por haber dirigido la modernización de la Biblioteca.
Durante la II Guerra Mundial MacLeish también sirvió como director de la Oficina de Hechos y Figuras del Departamento de Guerra y asistente del director de la Oficina de Información de Guerra. Este trabajo lo vinculó fuertemente con la propaganda, para la cual demostró su talento y aportó las habilidades que le dejó su vinculación a la política en los años anteriores.
Laboró varios años como asistente para asuntos culturales del Secretario de Estado y representó a Estados Unidos en la fundación de la Unesco, después de lo cual se retiró del servicio público para retornar a la academia.
A pesar de haber criticado al marxismo, en la posguerra MacLeish estuvo bajo el fuego de los políticos conservadores, como J. Edgar Hoover y Joseph McCarthy, debido a su activismo en las organizaciones antifascistas y a que fue miembro de la Liga de Escritores Americanos y amigo de prominentes escritores de izquierda.
En 1949 MacLeish llegó a ser el Boylston Profesor de Retórica y Oratoria en Harvard, cargo que mantuvo hasta su jubilación en 1962. En 1959 su obra J.B. ganó el Premio Pulitzer de Drama.
Entre 1963 y 1967 fue Conferencista John Woodruff Simpson en Amherst College. En 1969 se conoció con Bob Dylan, quien narra este encuentro en Chronicles, Vol. 1.
Obra literaria
MacLeish admiraba mucho a T. S. Eliot y Ezra Pound y sus obras muestran la influencia de ellos. Las primeras obras de MacLeish siguieron cercanamente al Modernismo y aceptaron la concepción modernista tradicional, de un poeta aislado de la sociedad. Su más conocido poema, "Ars Poetica", tiene un verso: Un poema no debería significar / Sino ser, un tema clásico del modernismo ascético, con el que más tarde rompió, cuando participó activamente en la vida pública y consideró que ello no sólo era apropiado sino inevitable para un poeta.
Premios
1933: Premio Pulitzer de Poesía por Conquistador
1953: Premio Pulitzer de Poesía por Collected Poems 1917–1952
1953: National Book Award por Collected Poems, 1917–1952
1953: Premio Bollingen en Poesía
1959: Premio Pulitzer de Drama por J.B.
1959: Tony Award for Best Play por J.B.
1965: Oscar al mejor documental largo por The Eleanor Roosevelt Story
1977: Presidential Medal of Freedom



Ars Poética

Un Poema debe ser palpable, y mudo
Como una fruta redonda
Sin voz
Como viejos medallones contra el pulgar
Silencioso como la piedra gastada por las mangas
En el alféizar donde ha crecido musgo;
Un poema debe ser sin palabras
Como vuelo de pájaros
Un poema debe estar inmóvil en el tiempo
Mientras la luna asciende
Dejando, como la luna suelta
Ramita tras ramita los árboles enredados por la noche,
Dejando, como la luna tras las hojas de invierno,
Recuerdo por recuerdo la mente;
Un poema debe estar inmóvil en el tiempo
Mientras la luna asciende
Un poema debe ser igual a:
No es cierto
Por el amor
Las hierbas inclinadas y dos luces sobre el mar:
Un poema no debe significar
Sino ser.









Otoño inmortal

Recito este poema con voz grave y monótona
en alabanza del otoño, del lejano y sinuoso otoño,
alabo sus campos sin flores, alabo sus nubes, sus altas
/ ramas silenciosas
donde el viento arranca sonidos, músicas sombrías.

Alabo el otoño, ésta es la estación del hombre,
ahora el extraño sol no se entromete en nuestra tierra
no vigoriza el verde, ni deshiela el suelo escarchado
y el invierno todavía no habrá de agobiar con su silencio
/las ramas del pino.

En el otoño compartimos los días con los negros cuervos,
el extendido mundo del año susurrante se ha marchado
hay más espacio para vivir el una vez secreto amanecer
y la tarde llega con la luz del día y la oscuridad camina
/indefensa.

Entre el bravo y turbulento arder de las hojas
y el invierno que cubre con su pesada nieve
/nuestros corazones
estamos solos y no hallarás a las aves nocturnas.
La luna las estrellas giran alrededor de nuestra casa.

Ésta es la estación humana en el aire estéril,
las palabras pueden transportar el aliento y el sonido se arrastra
/ y continúa resonando,
oímos los gritos de un hombre muerto
desde un otoño que se ha ido hace mucho tiempo.

Te llamo y mi súplica se extiende mucho más allá de este aire amargo.

(versión Esteban Moore)









El fin del mundo

Inesperadamente, mientras Vasserot
el prestidigitador sin brazos encendía
un fósforo entre los dedos del pie,
y Ralph el león, al redoble de los tambores,
ocupaba sus colmillos en el cuello de madame Sossman
y Teeny estaba a punto de toser
al ritmo de un vals meciendo a Jocko del pulgar:
inesperadamente, el techo de la carpa se voló.
Y allí, allí en lo alto, allí, colgado
sobre miles de rostros blancos, sobre miles de ojos
deslumbrados, allí en la oscuridad sin estrellas,
suspendido, revoloteando, allí, cruzando
con vastas alas el cielo anulado,
allí en la negrura repentina, el paño mortuorio
de nada, nada, nada en absoluto.

(versión Esteban Moore)







Psique con la linterna

El amor, que es el misterio más difícil,
busca de cada joven una respuesta
y más de los más ardientes y más hermosos —

El amor es un pájaro en un puño:
atraparlo lo esconde, mirarlo es dejarlo ir.
Girará desatado si levantas demasiado un dedo.
Se quedará si lo cubres —se quedará, mas ignoto e invisible.
Guárdalo para siempre con el puño cerrado
o déjalo volar
cantando en fervor de sol y en la canción desvanecido.
No hay respuesta otra para este misterio.







VIAJE A LA LUNA
por Archibald MacLeish

PRESENCIA entre nosotros,
errante en nuestros cielos,
reflejo de plata en nuestras hojas y
plata en nuestras aguas,

Oh

Evasión de plata en nuestros más lejanos pensamientos –
“la luna visitante” . . . “vislumbres de la luna”

¡Y te hemos tocado!

Desde el primer instante,
Antes del primer instante, antes de
que el primer hombre saboreara el tiempo, nos acordamos de ti.
Eras un asombro para nosotros, inalcanzable,
un anhelo inasequible a nuestros anhelos,
una luz más allá de nuestras luces, nuestras vidas – tal vez
un propósito para nosotros . . .

Ahora
nuestras manos te han tocado en tu profundidad de noche.

Viajamos tres días y tres noches,
Gobernados por las estrellas más lejanas, nos alzamos a lo exterior,
Cruzamos la marea invisible de resaca en la que el polvo flotante
cae en un sentido u otro en el vacío intermedio
que precedió a otro descenso, encontramos
al frío, el rostro de la muerte – vacío inconmensurable. . .

Después, en la tarde del cuarto día, descendimos
lo hicimos rápido, pusimos el pie en el amanecer de tus playas,
tamizamos tu fría arena entre los dedos.

Detenidos aquí en el anochecer, el frío, el silencio . . .

y aquí, como en el comienzo del tiempo, alzamos las cabezas.
Sobre nosotros, más bella que la luna, una
luna, un asombro para nosotros, inalcanzable
un anhelo inasequible a nuestros anhelos,
una luz más allá de nuestras luces, nuestras vidas – tal vez
un propósito para nosotros . . .

Oh, ¡un propósito!
Sobre nosotros en estas silenciosas playas la brillante
Tierra,
presencia entre nosotros.

[NY Times, 21 de julio 1969]








RETRATO AL ÓLEO DEL ARTISTA COMO ARTISTA

EL rechoncho M. Plíf está lavándose las manos de América.
El rechoncho Mr. Plíf pintado en ocre con semejante pelo.
América en azul-verde-gris, color arena.
América es continente muchas tierras.
El rechoncho Mr. Plíf está lavándose las manos de América.
Retratado en Pau en el propio lugar y le brillan los ojos.
Él se ve a sí mismo como exilado de todo esto,
como emigré de su tiempo a la historia.

(Siendo la historia una casa vacía sin dueños,
un hombre práctico puede meterse por las secretas lápidas.)
Los muertos son excelentes anfitriones;
no ponen objeciones.

Y ya dentro,
bien puede condenar el postigo para el próximo,
y vivir una vida de clásico en un aire viciado consigo
mismo para el Pasado y su rostro en el espejo de
la Posteridad.
El Cinquecento no se parece para nada a Nome,
o Natchez, o Wounded Knee,
o el Shenandoach.
Tu vulgaridad, Tennessee; tu violencia, Texas;
las rocas en vuestros campos, Ohio, Connecticut;
tu barro, Missouri, tu barro; vosotros echasteis,
le ensombrecisteis su vida, purpúreos montes Apalaches;
ya es demasiadamente demasiado tu fluir, Mississipi.
Él prefiere una más nítida corriente con terraza
para pase antes y cipreses mencionados en Horacio
o Henry James.

Él prefiere un país donde todas las cosas lleven
el nombre de una condesa o verdadero rey,
o un palacio de verdad, o alguna cosa en prosa
y las cotizaciones en italiano. 223


Hay mejor sombra para un artista bajo una higuera
que bajo toda la maldita hilera (piensa) de los Big Horns

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