Águeda Franco nació en Buenos Aires en 1957, donde vivió hasta los 17 años. Desde 1975 reside en General Pico, La Pampa, iniciando en esa época su actividad literaria.
Es socia fundadora de la Asociación Pampeana de Escritores. Integra el Grupo de Escritores Piquenses, que mensualmente realiza recitales de literatura y música y edita artesanalmente la revista Pal' Abrazo. Desde hace cinco años coordina un taller literario en la Casita de los Escritores.
Su obra permanece inédita en su mayor parte.
Publicó Laberintos Antiguos (Fondo Editorial Pampeano, año 2000).
"No le digas" (Edición 2010 del Fondo Editorial Pampeano)
Participó en las antologías : Escri viendo en La Pampa, Atavíos, 23 voces para un canto.
A Maité
Era viernes y géminis
y otoño en conjunción con la hojarasca.
Tu arribo se produjo
con urgencia de liebre cruzando la llanura,
de pequeño animal que se cobija
en el regazo con olor a monte.
Yo grabé tu perfil de líneas puras
en un hierro forjado por enigmas.
Vino en la madrugada
tu impaciencia rebelde,
se te instaló en los ojos
abisales y oscuros con que abordas el mundo.
De nube las señales
indicaban el sur cambiando las veletas.
Yo estrenaba puntillas
para vestir tu almohada de hada de las llanuras.
Era viernes y otoño
y géminis vibraba en hojas de oro y cobre.
Ternura atolondrada,
muchacha rauda y frágil:
Te esperan los caminos.
Breves palabras
I
Pasaba sin dolor.
Los ojos en eclipse.
La boca tormentosa.
Un pajarito gris temblaba en el alambre.
Nadie pudo saber
cuál de los dos
tenía el corazón más frágil.
II
Pancita de hambre
Nariz sucia de mocos
Y un silbido de viento
en los pulmones.
Miré otra vez:
amarillas ojeras
piel mustia de limosna.
Era el futuro
lo que yo miraba.
III
Dicen que en la alta noche
el árbol de los sueños se agiganta
y su frondosa trama
crece como una luna grávida.
Pero dicen también
que en épocas de plomo,
cuando el aire es de tierra
y cuando brota angustia en vez de hierba
y el agua corre sucia, opaca,
cuando se instalan eras cenicientas
que asfixian las palabras,
del árbol de los sueños, desgajado,
cuelgan las pesadillas más amargas.
IV
Correr.
Y es un bosque,
un monte de dimensiones espinadas.
Y perseguir tu boca entre la bruma
besos de niebla
sabor de labios imposibles.
Sabor de aire, nada.
El regreso
la cabeza en el pecho derrotado
la piel marchita desgarrada.
Cómo sangran los pies.
Y las ausencias.
La puerta está cerrada.
Del otro lado
un ángel llora en el desasosiego.
Me habitan bocas
Me habitan bocas
de señales equívocas o parcas
bocas de trampa inútil de celajes
bocas de negras vestiduras
un andamiaje azul de besos agotados
la catadura gris de las bocas viejísimas
sedimentos oscuros de prehistóricos besos
improntas en la piedra
bocas sin territorios
de eternas geografías seductoras
bocas de labios frescos
como trinos de hielo
Me habitan bocas
para comer besos
bocas sensuales líneas
pulpa roja y secretos
bocas como accidentes
de caricias de labios
Bocas sobrias fronteras
para breves mordiscos
Me habitan bocas
para aliviar el frío de la espera.
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