Poetas saharauies: Limam Boicha, Ali Salem Iselmu, Ebnu y Bahia Mahmud Awah
LIMAM BOICHA
Liman Boicha. REPÚBLICA ÁRABE SAHARAUI DEMOCRÁTICA (Sáhara Occidental), 1972. Licenciado en Filología Hispánica.
A los diez años fue a estudiar a Cuba, donde estuvo trece años, hasta acabar sus estudios de Periodismo
A su vuelta a los campos de refugiados saharauis estuvo trabajando durante cuatro años en la Radio Nacional Saharaui.
Desde 1999 vive en España y ha participado en las antologías de poesía saharaui contemporánea “Añoranza” (Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de las Islas Baleares, 2002), “Bubisher”. (Editorial Puentepalo. Las Palmas de Gran Canaria, 2003), “Aaiun, gritando lo que se siente” (Universidad Autónoma de Madrid, 2006), “Um Draiga” (Diputación de Zaragoza y Um Draiga, 2007) y “31” (Editorial Sombrerete y Sandblast, 2007).
La editorial Puentepalo de Las Palmas publicó en 2003 su poemario “Los versos de la madera”
En julio de 2005 participó en el Congreso de la "Generación de la Amistad saharaui", de la que es miembro fundador.
La palabra dulce
El viento de la Hamada mece
las palabras rotas
- y dulces-
de este amor que ya no liba
en tus senos de flores.
- "No me robes besos
en la concurrida África" -
La carne es una tierra libre
y llena de abundancia.
Ya no volveré a pronunciar
para ti
la palabra dulce,
esa que al decirla,
un pájaro azul o verde
levanta el vuelo
desde el nido de esta lengua
hasta el séptimo cielo de tu boca.
Este diluvio nuestro
Parece que las ratas no avisaron
de que venía el diluvio.
Parece que nadie las vio recoger su equipaje,
irse hacia las altas colinas.
¿La sabiduría de nuestros ancianos
no pudo descifrar las señales?
Y nadie preparó la barca,
ni desempolvó las velas de su baúl.
Y llegó el diluvio...
y desmoronó la mitad
de nuestro pellejo de barro.
Y nos dejó pasmados
con otra herida de guerra.
Yo bebí los versos de la madera
En mi infancia yo bebí
los versos de la madera.
Un almurabit me enseñó
a fundirlos en el alma.
En su mano colocó
una lisa madera,
castaño de rostro bello.
Con tinta de carbón
empapaba su fina pluma.
Escribía versos
en la memoria de la madera.
Después de las lecciones
vertía agua en la poesía.
Un caudal de versos descendía.
"Tómatelo todo-dijo-
para que fecunde tu mente".
En mi infancia yo bebí
los versos de la madera.
Un almurabit me enseñó
a fundirlos en el alma.
La quinta estación
Mi ciudad está sin localizar
en la geografía del desamparo,
aúlla bajo los escombros
de castigados valles,
sus ecos estallan
contra las murallas del silencio
contra la impunidad de los televisores.
Mi ciudad tiene castillos de adobe
y vestigios de palacios
y vasijas de Cluster Bombs
y semáforos de proyectiles
y carpas con las manos alzadas
rogando justicia al más allá.
Mi ciudad, mi casta ciudad,
en su sueño fue violada,
sus aves emigraron
confundidas de estación.
En su constante penar
algunas palomas se quedaron
durmiendo la eterna siesta.
En el calendario llovió
abundancia del hambre,
el frío, desesperanza, calor.
Mi ciudad se carcome
impregnada de miedo,
huérfana de legitimidad.
En sus estériles avenidas
deambulan militares y rebaño
de mercaderes, usureros y ojeadores
aparatos de escucha y sospecha.
Mi ciudad cuenta en su pellejo
más de veinte cicatrices,
cuenta nostalgias guardadas
en las gavetas de la memoria
esperando el divino soplo
que las desempolve.
Mi ciudad será localizada,
cuando reine
su implacable fragancia
y los cartógrafos
se acuerdan de la otra
propiedad del zumo de limón.
La hoja verde
Hay un silencio
que quiebra la palabra.
Y la palabra quiebra
el silencio transparente
en la inmensidad del Sahara.
en las mañanas despiertas
entre las estrofas de un poema
se filtra
el amargo vaso de la vida.
Desde el fondo de una tetera
suavemente galopa,
respira el sonido
al ritmo de un tabal de agua.
Cuando las hojas se abren
lo artificial se rompe
y se ahogan los vasos
en el jugoso manantial
engendrando dulce amor.
Cuando brota la espuma
el alma dialoga.
Los vasos con su dialecto
aportan el sensual suspiro
entre dos distintas manos
para derretirse en mensaje explosivo.
La muerte de un vaso
es un instinto de la vida.
La luz verde se entrega
al ritmo del misterio encantador,
al dulce sueño de las noches dormidas,
a las deseadas citas
en la callada esquina.
La hoja
es por fin libre y ardiente
cuando rompe la sed
en tus labios de esmeralda.
Dos manos
Sobre las finas dunas
se dibujan dos manos.
Cuánta leyenda se arruga
en la línea de la vida.
Cuántas espinas duermen
como el niño en la cuna.
Cuántas manos aplauden
con la ausencia de otras páginas gitanas.
Cuántas manos se estampan para
despistar a los cardenales de la profecía.
Cuántos senos se acarician antes de
escuchar el primer grito de la misericordia.
Cuántos corazones esperan la vuelta para
beber en los pezones de la auténtica frontera.
Cuántos dedos separan
la verdad de la mentira.
Ramos de tempestad
El niño ofrece
con sus ojos,
con el triste brillo
de su rostro,
lo único que tiene.
El niño no tiene nada,
y en medio de la nada
hay un árbol de duna,
el Dios del viento estornuda
y el niño ofrece
a su amigo
de otra cultura
un ramo de tempestad,
lo único que tiene
en esta dura vida.
Los caminos del sur
No olvides decir
los nombres de Dios
si vas por los caminos del Sur.
En las llanuras de Tiris
el polvo está de fiesta
después de las bendiciones.
Un brindis rompe la nostálgica canción
desde el Valle de la Tristeza
hasta el Corazón de los Escorpiones.
Cuando la luna se abriga
la anciana noche se asila
en la silueta de una hoguera.
Una nave de ardiente ceniza
embriagada de ansiedad
toma tierra en la bahía.
Entre los pasajeros
está ella desnuda,
con su pelo negro, liso,
que al muslo le llega.
Anda esposada de vendas y henna
entre las piedras sin edad
y las regiones sin lagos.
Entre besos y tempestades,
entre abrazos y promesas,
hay olor a contrabando.
No olvides decir
los nombres de Dios
si vas por los caminos del Sur.
Missing (más de 24 años en Umdraiga)
A Abidin Buzaid y otros
Pronunció con sus hijos
los versos de una última oración.
Y un amanecer de escarlata
trajo enjambres
de oscuras abejas atroces
cargadas de atolondradas astillas.
Y en Umdraiga
llegó el aviso,
para escampar la amenaza,
para ladrar
a los invisibles perros
que defecan estrépitos patíbulos
sobre nómadas
que no buscan
precisamente
el rastro de la lluvia.
¿Quién sigue las huellas
de sus mitigados pasos ?
¿Quién talará la interrogante
que aloja la anhelada novedad?.
De la esperanza noticia
que nunca muere
a las veinte y cuatro horas
Caravana
Donde se encomienda al Altísimo
la dicción de la ruta,
y se derriten ilegibles principios
sobre el crepúsculo,
y se penetra el vientre de la patria,
y se come en la unión
del estrecho territorio del cuenco,
y se camina,
y se desviste el camello de la sal,
y se duerme con el denso color
de la hipótesis del peligro,
y se murmura el hambre de la jaima,
y se vislumbra
...
y se llega.
Un beso
Un beso,
solamente un beso,
separa
la boca de Africa
de los labios de Europa.
subir
Poligamia
No quiero hacer
arrugadas aclaraciones,
ni leer un prospecto sagrado;
tampoco quiero
hurgar en la historia de la herida.
Pero cuando veo
algunos rostros hisurtos,
más bien pienso
en otra cosa,
y digo:
esta vez hablaré claro,
rotundo.
Yo soy un hombre
que practica la poligamia,
y cuento con una ventaja:
mi religión me lo permite.
Tengo tres…
tres amantes…
y a las tres las quiero por igual.
Eso es todo,
y lo confieso en alta voz,
al amigo y al desconocido,
al vecino,
con su expresión devota,
y a Ella, mi querida aurora.
Tengo tres…
tres amantes:
Sahara, Cuba y Canarias;
y a las tres
las quiero por igual.
Hay una gota
Hay una gota de rabia
quemándonos las gargantas
La sangre corre a borbotones
salpicando los rostros y los pies descalzos,
los nidos y las escrituras.
por una palabra, sencilla y profunda,
la bandera en el aire,
la sangre corre a borbotones.
Hay un grito de rabia
que anuncia la tormenta,
y el miedo estalla
entre las manos de los verdugos.
El fuego se ha extendido
desbordando los cuerpos,
los atados versos dóciles,
y el culto a los retratos estúpidos.
Y aunque se han secado las fuentes
de la húmeda paciencia,
aún nos queda
una gota de rabia
quemándonos las gargantas.
Aminetu
En Ti araron un surco
y desgajaron tus ramas,
tus tallos,
tus pétalos.
Te negaron
sorbos de agua,
rayos de luz,
y hasta un trozo de Melhfa.
Pero en Ti existe
una exuberante vegetación de memoria,
una brisa del océano,
y esa próxima
y anhelada lluvia nuestra.
Galb
A mis amigos Isabel y Gonzalo
Me pregunta un viajero
qué significa un galb.
Digo yo, por ejemplo,
que Miyek es un lunar
en el vientre de esta tierra.
que Ziza, por ejemplo,
es pecho en lengua bereber,
y que el ala de una duna
puede tocar el mar del cielo.
Digo yo, por ejemplo,
que en los altos picos
de prismáticos amaneceres
- frotando su piel-
hay mucha vida dormida.
Que en la piedra pasajera
hay platillos estacionados,
islas que emergen
desde el océano de la nada.
Un galb puede ser, por ejemplo,
el nombre de una muchacha esculpida
entre las pestañas de una cueva.
Como Tiris es el ombligo del Sahara,
galb es un corazón,
corazón de piedra.
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