Juan Rejano Porras
Poeta, periodista y escritor, nacido el 20 de octubre de 1903 en Puente Genil (Córdoba), España y muere en México el 4 de julio de 1976.
Desde pequeño sobresalió por tener una bella voz, por ese motivo va a recibir educación musical que le permitirá llegar a ser un excelente violinista, pero también recibirá enseñanza sobre literatura llegando a ser en esa etapa de su vida sus dos principales distracciones.
Sus inquietudes literarias, se despiertan a la edad de 14 años, teniendo que como influencia literaria a Emilio Prados, de la revista Litoral, que ejercerá sobre él una verdadera inquietud no sólo literaria, sino también política y moral. Se puede decir que fue todo un autodidacta en su desarrollo literario.
Terminados los estudios primarios en 1917 se traslada a Málaga para preparar el ingreso a Correos, consiguiendo un plaza como oficial en Puente Genil. Posteriormente ganará por oposición el ingreso en los Ferrocarriles Andaluces siendo destinado a Málaga.
De regreso a su ciudad natal (ya como oficial de Correos) empieza a publicar versos en revistas y periódicos, consiguiendo en 1921 su primer premio en San Fernando (Cádiz) por “La Pandereta Andaluza” y empieza a publicar trabajos bajo el seudónimo de “El diablo cojuelo”.
Tras participar como soldado en la Guerra de Marruecos se asentó en Málaga en 1927, donde prosigue su carrera literaria y periodística, llegando a ser también presidente y bibliotecario de la “Sección Literaria de la Sociedad Económica de Amigos del País”.
En el periodo, entre 1927 y 1930 , hace traducciones de novelas francesas , trabajando en “Amanecer” en la sección “Villanos en el aire”. Tiene como contertulios a Manuel Altolaguirre, José María Hinojosa , Emilio Prados, León Felipe, Salvador Rueda, los hermanos Blasco, primos de Picasso y Pedro Garfias. Colabora en revistas como: Litoral, Postguerra, El Estudiante, La Gaceta Literaria o Nueva España de la cual es fundador, igualmente es secretario de la editorial Editorial Cénit.
Durante 1934 se hace masón por un tiempo, siendo además redactor jefe del “El Popular”, desde octubre del mismo año es secretario de Prensa del Gobierno Civil. Le coge el comienzo de la Guerra Civil en Málaga que no abandonará hasta la llegada de las tropas franquistas en 1937.
Tras la caída de la capital malagueña, pasa a Valencia, ingresando en el Partido Comunista, destacando por su actividad como redactor en “Frente Rojo”, primero en Valencia y luego en Barcelona. En 1939 sale con las tropas republicanas en retirada por Port-Bou a Francia, ingresando en campo de concentración de Argelés-Sur-Mer donde estuvo con intelectuales y artistas como: Ramón Sender, Max Aub, Manuel Andújar, Herrera Petera, Antonio Rodríguez Luna, Manuel Ángeles Ortiz, etc. Embarca el 3 de junio de 1939 desde el puerto francés de La Havre rumbo a México en el barco “Sinaica” con otros 8.000 españoles.
En esos inicios tan difíciles, empezará colaborando en la revista Taller, y más tarde en 1940 edita la revista Romance. En ella participan Prados, Gaya, Gil-Albert, Rejano, el pintor Miguel Prieto que se encarga de la parte gráfica y el diseño, e igualmente colabora el exiliado vinculado con Córdoba [[José Manuel Gallegos Rocafull]. A estos, se añadirán Adolfo Sánchez en septiembre de 1940.
Exiliado en México en 1941 se nacionaliza mexicano, aunque sin perder la nacionalidad española, e inicia la gestación de su primer libro de poesía mexicano, también participa en España y la Paz donde está presente el exiliado cordobés y pintor Antonio Rodríguez Luna. Igualmente está Vázquez y José Herrera Petere. Estuvo en ella hasta el número 16, en esta época inicial del exilio es jefe de redacción de Ars.
Posteriormente llega a ser jefe de redacción del celebre suplemento cultural, Ultramar, y de diario El Nacional , donde promovió a un grupo de jóvenes que serían una de las generaciones más brillantes de escritores y periodistas culturales en México, entre ellos Xorge del Campo, Juan Cervera Sanchís, José Luis Colín, Alfredo Cardona Peña, Jesús Luis Benítez, Otto-Raúl González, Roberto López Moreno, Leticia Ocharán, René Avilés Fabila y muchos otros.
Juan Rejano estableció ya en el exilio una relación en el recuerdo con Miguel Hernández, sobre todo lleno de admiración como lo testimonian las publicaciones que de él hizo principalmente en sus números, artículos de prensa, poema y homenajes. En las publicaciones exaltó al malogrado poeta alicantino equiparándolo a Lorca y Machado.
Poeta comprometido y solidario, testimonial y militante, contemplativo e intimista, subjetivo y soñador. Controvertido fue su destino lírico como poeta: entre dos aguas, entre dos tierras, entre dos cielos expectantes, detrás del mundo. Destacando en la mayoría de sus obras como tema central la nostalgia o el destierro. Fue un poeta siempre atento a la luminosa Córdoba, que además le presta su gracioso acento. Su obra está llena de contrastes en la que siempre trasluce su amor y su orgullo por su origen cordobés, máxime cuando recordamos que se trata de una persona de orígenes sobrios completado con un pletórico estoicismo senequista.
Tiene en su haber, el ser uno de los propagadores que con mayor ímpetu difundió la cultura española por las universidades mexicanas y centros culturales mediante conferencias, donde exponía con dignidad y gran respeto todo aquello que representaba su patria añorada.
Juan Rejano vio la muerte del general Franco, y cuando estaba preparando su regreso a España murió.
Su Obra
“Pandereta andaluza”, 1921
“El Modernísmo en la literatura y en el arte”, ensayo,1928.
“Memoria en llamas”, 1939
“Fidelidad del Sueño”, 1943
“El poeta y su pueblo”, 1944
“El Genil y los Olivos”, 1944
“El poeta y su pueblo. Un símbolo Andaluz: Federico García Lorca”,1944
Un símbolo andaluz: Federico García Lorca, 1945
“La esfinge Mestiza. Crónica menor de México”, 1945
“Víspera heroica. Canto a las guerrillas de España”, 1947
“El Oscuro límite”, 1948
“Noche adentro”, 1949
“Oda Española”, 1949
“Constelación menor”, 1950
“Poemas de la Nueva Polonia”, 1953
“Poemas de Adam Mickewicz”, 1953
“Canciones de la Paz”, 1955
“La respuesta. En memoria de Antonio Machado”,1956
“Diario de China”, 1959
“El Río y la Paloma”, 1960
“Libro de los homenajes”,1961
“Elegía rota para un himno. En la muerte de Julián Grimau”,1963
“El Jazmín y la Llama”, 1966
“Antonio Rodríguez Luna”,1971
“Alas de Tierra” (selección antológica).1943-1973
“Antología”, (póstuma), 1976
“La tarde” (póstuma), 1976
“Elegías Mexicanas”, (póstuma) 1977
“Poesías”, (póstuma) 1977
Agonía
La noche del olvido
me está esperando, abierta,
quiere acoger mi sombra
como una inmensa tumba.
Su aliento me aproxima
no sé qué enervadora
fragancia y siento el roce
de su aterida forma
cual si el borde de un ala
monstruosa, invisible
pasara desgarrando
la piel de mis sentidos.
No sé cómo evadirme.
No sé si abrir los brazos
y aprisionar en ellos
el mundo fugitivo,
lo que ahora late y crece
corriendo hacia las sombras,
aquello que me brinda
el hálito más tierno
antes de abrirse al polvo.
¿Dejaré que esta presa
deslumbrante se pierda
cual río que agoniza
en las fauces de un túnel?
¿Tendré yo que entregarme,
desnudo como un niño,
a esa corriente impávida
que no deja su orilla?
¡Ay, si esta inalterable
soledad que me ciñe
pudiera ahondar su seno,
ser como negra sima
sin fin donde mi cuerpo
no se saciara nunca!
Entonces, qué relámpago
perpetuo en la memoria,
qué cárcel venturosa
de seres consagrados
para lo eterno mío.
Nada hallaría su término.
Cada imagen sería
como una rosa en sueños
sin crepúsculos fijos.
Cada instante tendría
todo el fluir del tiempo,
tal si un espejo innúmero
multiplicase el mundo.
Pero, mientras se agita
la rebelde arboleda
donde estoy delirando,
la noche del olvido
me espera, me reclama
y yo busco asideros,
desesperado náufrago,
en el torrente humano
que pasa y no me advierte.
Canción Segunda
Van cuatro jinetes
por la lejanía.
Largas capas negras,
negras sombras íntimas.
(Si yo me alejara,
¿tú me olvidarías?)
Se oscurece el campo
bajo la llovizna.
Altas sierras negras,
negras las encinas.
(Si estuviera ausente,
¿tú me olvidarías?)
Tañe la campana
de una vieja ermita.
Campanadas negras,
negra despedida.
(Si yo me muriera,
¿tú me olvidarías?)
… Los cuatro jinetes
por el campo oscuro
bajo la llovizna.
Compensación
Niebla fija, arboleda
de fundidos ramajes,
vegetal nebulosa
que en su vientre guardara
la jubilada imagen
de todo el universo.
Así tu forma vana,
tu firme incertidumbre,
medusa de mil sierpes
flotando en las orillas
donde la nada empieza.
Nos robas, nos ocultas,
te llevas lo soñado,
la sangre y su ceniza
quemada entre delirios,
el esfuerzo, el milagro.
Te llevas y devoras
los soles que se apagan
detrás de cada frente
y luego les das vida
de nuevo en tu regazo,
secreta vida inútil
que a nadie pertenece,
tal si se derramara
sobre un mundo de arena
la estremecida savia
de cada ser creado.
Como una ciudad triste,
como una derribada
ciudad que perdurase
en lo más hondo y yerto
de un mar siempre enlutado,
tu negra fortaleza
se esparce, presentida
en cada sien, por valles
de soledad perpetua.
Por ti dejan de oírse
los himnos matinales
que a plenitud convocan,
y ciegan tus pupilas
los encendidos mármoles
donde el deseo rige;
se arrastran los inviernos,
la espiga se calcina
y los racimos trémulos
en que el amor palpita
se secan como ubres
que la aridez maldice.
Pero por ti podemos
también unir las horas
que bajan al abismo
y suben a lo inmenso.
Por ti, de cada llanto
brota una rosa niña
y del laurel deshecho
un fulgor de esperanzas.
Por ti puede esta llama
que en las entrañas llevo,
crecer o fatigarse,
morir por un momento
para nacer más alta,
sin agotar el ritmo
en que vacila y cree.
?Ven, acércate, llega…
No, no, huye …
Te amo
y te odio, lo mismo
que tú alientas y escondes
el pensamiento mío,
sus ceñidas creaciones
que al fin sólo son tuyas.
Amarga posesión
Tener amor, tenerlo por entero,
es ya perder amor, verlo alejarse,
porque amar y sentirse amado es darse
al instante -al engaño- pasajero.
(Amó y no tuvo amor, y el verdadero,
el que en vano esperó, más que apagarse,
le fue creciendo dentro hasta encontrarse
al amor en el pecho prisionero.)
No es ser dueño, al amor no se domina:
cuando cubre la nube la colina,
su sed la altura no mitiga, esconde.
Por un túnel de negras rosas vamos
al amor, pero sólo lo encontramos
al soñar –al vivir– sin saber dónde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario