Subhro Bandopadhyay (seudónimo de Subhransu Banerjee) nació en 1978, en Calcuta, India. Estudió biología, luego el español. Es diplomado por Instituto Cervantes. Fue finalista de Sanskriti Awards for literature (el premio de nivel nacional para los jóvenes escritores de India). Recibió la I Beca Internacional Antonio Machado para creación poética (2008). Ha publicado 4 libros de poemas, una novela y una biografía de Pablo Neruda en bengalí. En 2010 se ha presentado la versión española de su último libro de poemas * (Chitabagh shahor) La ciudad leopardo que recibió la beca machadiana en España. Es el fundador director de la revista de poesía Podyocharcha y dirige la revista Kaurab con otros 4 directores. Actualmente reside en Nueva Delhi donde trabaja como profesor colaborador del Instituto Cervantes.
(* Versión del autor y de Violeta Madina)
(* Versión del autor y de Violeta Madina)
Agradezco a mi amigo Subhro Bandopadhyay
la selección y traducción de sus poemas para
esta antología
Estás dormido en las letras
A mi padre
Recuerdo los atardeceres nacidos del agua, está el caballo gris en la calle negrísima, muchas cintas doradas han envuelto su cuerpo
Yo decía desde lejos que te fueras, que no te quedaras más con el dolor, y él se quedaba tenaz, débil, terco
Qué intento tan emocionado el de mandar las cintas, dentro del pecho oscuro, al vientre somnoliento
Delante está el valle quieto de color verde oscuro con niebla, unas miradas atrás, hacia nosotros, ¡ay! arden las cintas doradas en el medio, son las 5 de la tarde, noviembre
El infierno de las letras
Traspasa el agua a la tierra. Queda inseparable el golpe, la fuerza de los movimientos y en medio de todo esto si se quiere gritar se ve la herida brillante como un río en la garganta. Escapan todas las palabras. Me agarro con una piedra a este viento parecido al vapor. Justo antes de morirme siento que hay letras todavía en mis palmas y mi muerte ya está decidida con ellas, en estas piedras sin agujeros…
El diálogo de los creyentes
Se nota que el diálogo entre Dios y el hombre flaco, con un pañuelo melancólico en su bolsillo, transcurre en las manchas negras debajo de los ojos. Al salir de la iglesia amarilla él ve que un gato nublado y lento le asecha desde la parte más abandonada
El tiempo para un creyente siempre está a sus pies. Nosotros, la gente de los cantos negros, no sentimos el entorno del verano fresco. Las ardillas. Los abuelos palpan la luz solar de color aluminio. Los nietos están con ellos por hábito.
Desde la mano desordenada, de ese hombre flaco, caen las calles de su adolescencia, ahí queda también el perfume del nacimiento. Cae también: el valle de los domingos, el parque La Dehesa condensadamente verde, la muchedumbre. La mañana afloja como las páginas de un libro sagrado que se ha descubierto al excavar
Las letras no pueden contener toda la emoción del ser humano, si pensamos en la abstracción de los sonidos quedamos mudos, entonces ¿a dónde van estas imágenes de pequeños vuelos? Estos suspiros, estas lágrimas ¿pueden hacer orificios a lo menos sobre las paredes o sobre los frescos coloridos del lenguaje? A lo que los artistas de la restauración dirían: signos de sal…
La ciudad Leopardo
1.
Nuestras tardes eran llenas de valles
Estaba andando con los poemas de cristal dentro de la lluvia
No sé cuando caí en la vida de un escultor muy antiguo
Al llegar de un país lejano él descubre que la mujer ha dado luz a un niño muerto
La vagina metálica sangra
Él me susurra:
Cuando los hombres salvajes no estaban acostumbrados a una mujer o a un hombre,
descubrieron el horno
y el gris ha entrado en la comida
Después de esto hay hojas de cuchillos dentro de la lírica
Después vinieron el cambio del hogar, el ataque, la defensa, la tierra, el vástago,
la semilla
El huir de los pueblos y pueblos hasta la llegada a la tierra nueva
¿Qué pensó el humano cuando vio el mar por primera vez?
¿Cuándo no había ningún atlas?
En la oscuridad del acordeonista rumano
toda la plaza se volvió armonía
En el verano brillan las rodillas de las mujeres
Y cortando pequeños trozos de estas imágenes,
con tomar soles en el vientre,
la ciudad entera ya es una nave astronáutica
¿A dónde va el leopardo lento con lo cazado colgado en la boca?
3.
A las 12 personas que han encontrado muertas cuando llegaban de África a Europa en una barca, en la costa de las Islas Canarias.
La parte antigua de una ciudad es el cerebro de un anciano
Los países, las nacionalidades, los callejones se entrecruzan
Está ardiendo Delhi islámica al lado de Nadir Shah
La Iglesia de Santo Domingo,
– todavía no han llegado los barcos españoles al caribe –
viene la chica guatemalteca del mercado, de la guerra civil
Entonces me miro
Han crecido cipreses sobre las líneas áridas del pensamiento
La enfermera brillante, el verano, está al lado del niño débil
dejo abierta las últimas puertas de la poesía
Yo, nosotros, el miedo, unos cayucos rotos
unas inmigraciones vivas en ellas, el cadáver,
las letras ya son candentes
cae la lluvia de ceniza sobre el vientre del silencio
la noche en llamas al lado del pino, el vino y el jardín
¿A dónde van todo esto en nuestro atlas con espinas?
10.
A Leonor Izquierdo
En estas tardes las canciones se vuelven ligeras
Las nubes vienen de la lejanía de las bromas leves
La campana de cientos de años está dentro de las prosodias
quitando el sueño desde los huecos de la iglesia
La persiana tiembla en el aire nebuloso, después vendrá la tormenta
Una adolescente mira su rostro bajo poca luz
Hay frutas amarillas en las lámparas domesticadas
Los espejos redondos, en realidad,
son pozos cautivados desde el bosque
Mueve el agua: si cae la hoja se va a romper el cristal por escalofríos
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