EFI CUBERO
Efi Cubero. Nacida en Granja de Torrehermosa, Badajoz. Ha realizado estudios de Historia del Arte y de Lengua y Literatura en Barcelona. Es desde hace años corresponsal de Revistart (Revista de las Artes) y autora de los libros: Fragmentos de exilio, Altano, Borrando Márgenes, La mirada en el limo, Estados sucesivos (México, 2008); Condición del extraño (La Isla de Siltolá, 2013); Punto de apoyo (Luna de Poniente, 2014) y también, junto al pintor Paco Mora Peral, del Libro de Artista Ultramar y Desajustes en el número 2 de la Colección de Poesía 3X3 dirigida por Antonio Gómez. Ha colaborado en libros de ensayo como en cinco de los tomos de ARQUITECTURA Y HUMANIDADES, México, 2015, o en José María Valverde, Imatges i Paraulas (Universidad de Barcelona); La narración corta en Extremadura. Siglos XIX y XX. Badajoz, Departamento de Publicaciones, col. “Narrativa”, PDB, 2000 (tres tomos); Meditations, libro publicado en inglés, editado en Birmingham en la primavera de 2006; Ficciones. La narración corta en Extremadura a finales de siglo; Paisatges Extranyats “Paisajes extrañados” Edición del Departamento de Publicaciones de la Universidad de Barcelona; Escarcha y fuego. La vigencia de Miguel Hernández en Extremadura; Peut ce vent, serie de poemas para la exposición multidisciplinar “Lo nunca visto” (traducidos al francés por Alain R. Vadillo) en DVD Ediciones, en etc. Y en revistas como Mitologías, Alga, Cuaderno Ático; Norbania; Letralia; Estación Poesía; Isla de Siltolá; El Ático de los Gatos, Papel Salmón, entre otras publicaciones culturales y libros de España y América. También ha participado en Congresos Nacionales e Internacionales. Parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés y portugués.
SELECCIÓN DE POEMAS DE EFI CUBERO
TEXTO
Texto de la existencia
de larga duración inacabada
que arropas y no aíslas.
El alma se ocupaba de buscarte
una eternidad simple como un juego
y todo era infinito.
Comprométeme a fondo,
que sienta tu saber en mi ignorancia;
que la lámpara ignore que es de noche,
y la ventana acerque la tarta de la luna
para que se alimente la escritura.
(Y vamos a escaparnos del embozo
tú y yo multiplicando las estrellas).
BATALLAS
Cuando uno es niño y libra cien batallas
ni sabe ni imagina que ese juego incruento
no ha tenido en la historia de los hombres
nada que sea apacible.
Cuando uno es niño escribe con los ojos.
Frente a los goterones que empapan las encinas
recoge con las manos su ensimismada luz,
calibra como ahora las sílabas de lluvia
y las deja que caigan lentamente
formando los regueros sobre el tiempo
como en la tierra blanda de los brotes
sobre la paz de algunos nombres idos.
LO QUE ENCIENDE
Cuando la tarde cae algo te cura.
Más nítida la sombra, y más sereno el sol
condescendiente, a la estría de la nube
le otorga siempre el doble desenlace
de un esplendor de tonos fugitivos.
Es la imagen de un sueño
de antemano prescrito
efímero en los ojos una vez reflejado.
Lo que fragua y nos hiere, es la visión
que está fuera del tiempo,
y fuera de sí misma.
Lo que enciende es la ausencia.
Pero cala.
FUENTE
Estábamos al sol del pensamiento en una tarde clara.
Frente a la mar hablamos de todo en confidencia.
Sólo genero historia, me dijiste, no es esencia, es historia.
Tu drama existencial me conmovía y yo me limitaba a comprender,
sustentar ese duelo, acompañarte – quizá – en el sentimiento.
Desde aquel soliloquio disfrazado de diálogo
la semilla parecía que afloraba, tal vez manifestarse;
la estela precursora del principio empujaba tu mundo
como la espuma ambigua de un trazado de arena.
Sentí esta travesía como propia mientras tú
recostabas palabras en mi hombro.
De pronto aquel silencio repentino que rompiste en voz baja.
El dolor contenido en el deseo:
-Mientras manaba no estuve en la fuente. – Confesaste-
El vacío de tener que comprar la vida embotellada.
TIEMPO
…Y alimentar el tiempo,
con esa conjunción de transparencia
que se convierte poco a poco en desnudez.
Hasta que todo sea profundidad.
HUELLA
(Para Basilio Sánchez)
¿Dónde pasó el pasado
cuando acaso soñé lo que me dije
La eternidad fue un trozo de cielo
en las encinas.
Una huella en el agua de los días.
Lo que queda en los ojos después
de los asombros.
Lo que al pasar la página
puede desvanecerse.
Un sobresalto ante lo prefijado:
la comunicación del otro extremo
que prende el fuego sobre la materia.
Tan sólo queda lo incomunicable.
Esta forma de ser de la palabra,
que tan bien conocemos,
cuando regresa al tiempo del silencio.
RAMA
Aérea como la rama,
a veces soy la rama y soy espacio,
y cuando me agazapo en los retornos
que irradian esa luz sin movimiento,
soy esa misma tierra o el sustrato.
La mezcla tan antigua
de otros latidos que me precedieron.
DIÁLOGO
(A Jesús Moreno Sanz)
Esta sensación de no ser casi nada de casi no existir.
La mirada golpea alguna puerta, y de pronto,
de par en par los ojos se han abierto
y entablamos un diálogo sin palabras audibles.
Es la comunicación más inmediata,
la que no necesita de saludos de trámite
ni excusas de antemano
ni siquiera el adorno del adjetivo justo.
Se ha llenado de verbos el vacío y es metáfora el tiempo,
como un campo de trigo la mirada se agita
en la extensión granada de lo que se comprende.
Hay un discurso claro y sostenido
con la complicidad de los silencios.
Y ahora tú me preguntas qué hago yo por París...
Y simplemente digo: deambular.
Ver gente que eterniza lo efímero y eterno;
determinado encuadre, la focalización de monumentos
mirados en la luz entre la sombra dulce de los castaños
sintiendo la extrañeza de los que un día buscaron
otra forma de ver. Sentir el rastro tránsfugo de esa luz
en el olvido de las manos desnudas del deseo,
entre los bulevares de las correspondencias
o en las turbias ojeras de la noche distante.
El errático busca reflejarse en los otros,
en los que ya no están y en los que ahora,
desde su soportable soledad
guardan la lumbre de los postergados.
Nada más hay que lo que el viento mueve
sobre los párpados del desasosiego.
Los secretos que alberga la ceniza
bajo las piedras del Père Lachaise,
esta visión de la inquietud que vaga por el mismo escenario
asciende la escalera de Montmatre fingiendo ser destino,
o se deja vencer sobre la silla
del café abarrotado en la rue Saint Germain,
por rescatar del fondo de la copa del Flore
ese telón de fondo que susurra entre espejos
que quizá no fue todo como nos lo contaron.
Brindo por los extraños, saboreo
la frutal transparencia de la vida.
Mientras mojo los labios, un vestigio de trampa
fija en los veladores repletos de turistas,
lo irreal de lo cierto.
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