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domingo, 26 de diciembre de 2010

2826.- PIERRE EMMANUEL


Pierre Emmanuel (Francia). Noël Mathieu, nacido en 1916, escribió con el seudónimo de Pierre Emmanuel una extensa obra poética que hace de él uno de los mayores poetas franceses del siglo veinte. En su juventud formó parte de la resistencia contra el ocupante alemán. La segunda guerra mundial, con su cortejo de horrores, y una temprana conversión religiosa marcaron profundamente su poesía. A esto hay que agregar las grandes influencias literarias que fueron, para Pierre Emmanuel, Gerard Manley Hopkins y Hölderlin. La increíble densidad de expresión del primero y el aliento y la sostenida inspiración del segundo, se hallan a menudo en sus versos.

Poesía mística y cosmogónica, personalísima e inconfundible, que hace pensar en sus mejores momentos en los deslumbrantes momentos de una Hildegard von Bingen.

Pierre Emmanuel, muerto en 1984, conoció en vida todos los honores. Fue elegido miembro de la Academia Francesa; fundó y dirigió el célebre INA (los archivos audiovisuales franceses). Sin embargo, es hoy todavía un poeta casi ignorado. La editorial suiza L'Âge d'Homme ha publicado este año sus obras completas. Es de esperar que esta publicación contribuya a darle a Pierre Emmanuel el lugar que merece en la literatura de Francia.




A Gerard Manley Hopkins

Consuela, oh Muerte, mi corazón sin sombra y solo, sol
profundo, golpeando la carne a plomo. ¡Ah, la cara Sombra
muerta, víctima al fin de esta hambre, ese loco
hastío que mata la Noche y gira y brilla y rueda
allí! El abismo y la resplandeciente rueda, la sangre
silenciosa que se abre y, ¡Cielos!, oigo el sordo
eco de los golpes que socavan el alma…
Oh tiembla, tiembla
cuerpo que la sangre horada y que obras con astucia, sintiendo
sin cesar cómo el ariete te sacude … Ese ruido pesado
que el olvido adormece, pero que recomienza, prolonga
el miedo, se hace pánico y duro, alcanza el firmamento,
haciendo que se hunda el día en la sangre, y la sangre
en la ausencia… Y las torres, las tumbas y los templos
tumbados, los montes derribados, el mundo cansado, contemplan
¡oh, Muerte!, la dorada ceniza de la vastedad, el incienso.

(Del libro Orphiques)

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán






Nacer

Cuanto más considero mi pasado
Tanto más me veo entreabierto
Terror de existir sin cimientos
Oh madre mía tierra dónde estás

Amé tanto amé tan poco
Que todavía hoy ignoro
Qué sentido darle al verbo dar
Oh madre mía tierra dónde estás

Perdonadme he recibido demasiado
Sin que jamás me diese cuenta
Me reconozco culpable de esa falta
Oh madre mía tierra dónde estás

Tú la única que me habrás faltado
Yo que jamás fui tu hijo
Ahora ya viejo te invoco
Oh madre mía tierra dónde estás

Las heces del no-amor sin fondo
A los labios me suben y a los ojos
Es su náusea lo que en todo busco
Oh madre mía tierra dónde estás

Quién me devolverá ese gusto perdido
Sin haberlo poseído nunca
De haber amado lo que amé
Oh madre mía tierra dónde estás

Esta muerte que siento cómo en mí
Me tiende un seno ennegrecido
Y que en el fondo del pozo me acuna
Oh dime madre mía tierra si eres tú


Amar es nacer de mi muerte
Alguien con mi propia voz
Me arrancará con gran esfuerzo
Oh tierra oh madre que me matas

(Del libro Tu)

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán





Escorpión

En el marco al amparo del postigo
Replegado en sí mismo el escorpión
Bajo la Protección sueña sin bordes.
Cuando lo despierto al abrir la ventana
Lo saludo y le hago don del día.
A mí lo ata mi agradecimiento
De tu Amor cuyo administrador yo soy
Y que por él desde el alba me nombra
Ya que me has dado el derecho de elegir
Si su presencia aumenta tu Alabanza
O si para alabarte lo debo hacer morir.

(Del libro Tu)

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán







Hojas de plátano

Secas hojas de plátano
En el camino que vuelve a la infancia
Un hombre ya antiguo
Se asombra de haber vivido tantas vidas
Y de haber cambiado tan poco
Sin embargo sería incapaz
De identificarse
Ninguna de las imágenes que creyó recobrar
Conserva su proporción o su lugar
La inmovilidad de las cosas que duran
Sufren por ello de un desfase sutil
Demasiado leyó para haber nacido simplemente en su fecha
Demasiado viajó para haber nacido simplemente en su lugar
Es que acaso nació es que acaso pertenece a esta tierra
Por pulmón artificial tiene el futuro
En esta tarde otoñal en que se tiñen de rojo los jardines
De cada lado de la alameda ya obscura
Solamente se acuerda de sí mismo
Por el ruido de sus pasos
Y por la estrella que vela allá en lo alto
Sobre el umbral sobre el abismo

(Del libro Tu)

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán






Ser o ventana *

II

La casa está poblada de espejos que no cesan de reproducirse
bajo mis ojos
o acaso son mis ojos
que no cesan de reproducirse
de espejo en espejo
una gran pantalla es el cielo
fuera
magnifica les imágenes
las vuelve invisibles
maravillosamente
Sí la invisibilidad
ella es es la mayor maravilla
toda ojos
distancia
infinita abolida
Es mi rostro hecho cristal
mi rostro luz
Bruñido hasta la perfecta inexistencia
Nada purísima
cuyas innumerables facetas concentran
la ciega ubicuidad en que vivo
sin apartar los ojos de la pantalla vacía


IV


Que del azogue del espejo del fondo negro del espacio
me llegue
en oleadas de viento
por falsa transparencia
por grados de una espera de tornasoladas cortinas
destellante a flor de agua
hastiada en la ventana
en que el hueso frontal se une con el vidrio
me llegue
para el boca a boca
mi propio rostro y los ojos en los ojos
en otro rostro
el otro en el mío
helo aquí tras el velo de tul
que como el agua corre sobre él
estoy tumbado
mis labios mis ojos
el agua que rutila
son para mí un beso
de dos bocas a orillas del río
rozan la corriente
el sol que fluye
que no se acaba nunca
que son sólo un aliento
de un solo rostro sí quizás de uno solo
porque el mío lo destruye el agua que fluye
yo mismo no soy más
los párpados que el agua que refresca
los labios del otro


VI

Y si nuestros dos vahos no fuesen más que uno
como el único punto de oro
en tus ojos
sería entonces y los míos
el deshielo de los vidrios
es el deshielo
nuestro aliento crea el espacio a medida
que respiramos
y no sólo el horizonte del espacio
sino el cenit y el fondo
y no sólo la inmensidad de lo visible
sino lo invisible que está en su centro
entre dos parpadeos tuyos
yo podría alojar varios mundos
con cada inspiración aumento
en tu seno la sabiduría
y cuanto más inspiro
me quedan más eternidades
donde dilatarme
y tú loto cada vez que yo espiro
dilatándote extiendes el océano
de nuestras almas la más vasta es la tuya
que en mí se abisma


(Del libro Le grand œuvre)



Nota de los traductores:

* Ser o ventana (el título en francés, Être ou fenêtre, incluye un juego de palabras sobre el verbo être, ser) es un poema compuesto por doce partes que cierra el libro Le grand oeuvre. Hemos elegido tres de esas partes para la traducción.

Traducción de Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán

















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