BEGOÑA PAZ (A Coruña, 1965)
Narradoras. Escolma. Ed. Xerais, 2000
A ferida. Colección Abismos. Ed. Xerais, 2003
Norocai. Baía Edicións, 2005
A mala vida.
Sí.
Ahí fuera hay hombres
con musgo
entre los dientes.
Y están vivos.
Y niñas como barbies
de cráneos
rasurados.
Casi muertas.
Y coches como píldoras
para todo y
para nada,
y quilos de
sueños
que esparcen
por las aceras
de madrugada
para que los pisemos
de camino al
trabajoescuelacárcel de
todos los días.
Claro que a ti
qué te importa
Si te abriese
(como a una nuez,
por su lugar
exacto)
sólo encontraría
un manojo de palabras
(yo dinero escucha fantástico sé quiero),
una bandada de murciélagos
desorientados
golpeándose sin tregua
contra las paredes
de tu cráneo.
Begoña Paz, del poemario
A mala vida/ La mala vida.
PRINCIPIO DEL FIN
Aquel día él se levantó romántico
y quiso dejarme algo
especial.
Se pintó los labios con mi carmín
y dejó en un papel la silueta de un
beso.
Cuando vi la nota,
le imaginé en calzoncillos,
con los dientes sucios
y mi carmín
fucsia
en los labios.
NIÑOS
A tiene los ojos rasgados y las orejas grandes.
Le gustan los documentales sobre naturaleza.
Dice que este año quiere viajar, pero no a Taiwan,
(alguien le contó que allí explotan a los niños)
De mayor quiere ser biólogo marino.
Vivirá en Vigo, tendrá novia, ganará el premio Nobel,
dejará que le llenemos la nevera los fines de semana.
B está muy delgado, tiene los dientes salientes
(dice que la ortodoncia no le pega con la ropa que lleva)
Cuando era más pequeño quería ser rico y famoso.
Ahora se conformaría con unas zapatillas de ciento ochenta euros
para presumir delante de los amigos. Como no hay dinero
presume de su locura. Soy peligroso, Mis padres me medican.
Cualquier día voy a matarlos a todos.
AMOR 1.1
Si un día
el ángel del amor
llamase a
mi puerta
bajaría las persianas
y me haría un ovillo
en el centro del salón
desnuda,
esperándolo
en lo más oscuro,
en lo más helado,
para que él
me encontrase
allí,
redonda,
entumecida
indefensa,
para que él
me incubase
en el nido
de su amor.
AMOR 1.2 (veinte años despues)
Si un día
el ángel del amor
volviese a llamar a
mi puerta
lo invitaría a
pasar al salón,
le pondría unas aceitunas
y una cerveza
y cuando estuviese bien
cómodo (los pequeños
pies sobre el asiento)
y comenzase a parlotear
sobre lo bien que se
vive en la tierra
me arrojaría sobre
él (vuelo de plumas,
un par de rizos
rubios deshechos
sobre el sofá),
lo metería en el horno
hasta dorarlo
y luego me comería
hasta la úlima pluma
hasta el último
blanquísimo
diente.
GATO
El gato
me mira
desde el sofá.
El gato
es tan frío.
No hay afecto
en el gato.
Sin mover la cabeza
su mirada
me sigue.
He visto
tantas veces
esa mirada.
Sé que
si me levanto
vendrá a por mi.
Mojará
por última vez
los labios en la
cerveza y
vendrá a por mi.
El gato es
tan grande
y yo soy
tan
pe
que
ña.
AMIGAS
... ¿Recuerdas el ridículo
que hiciste, borracha,
en el Tarabelo?
¿Aquella vez que tiraste
al suelo una moto
—a patadas—
porque viste a Fuco con otra,
o cuando subiste con
aquel tipo a su trastero
—en el piso ya dormían
la mujer y los hijos—
con un paquete de cervezas y
una tableta de chocolate
para después?
Pero no te pongas así,
Uxía, seguro que a él
no le importa oírlo.
Te quiere tanto. ¿Verdad
que la quieres? Cómo no
vas a quererla. Siempre fue tan
¿especial?
La amistad, ese tesoro.
A MALA VIDA. BEGOÑA PAZ
BLANCANIEVES ENVEJECE
Nunca imaginé
las canas
en mi
pubis.
Nunca imaginé
las canas
en mi
pubis.
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