Jorge Pimentel Vásquez (Lima, 11 de diciembre de 1944), poeta peruano, fundador del movimiento Hora Zero junto a Juan Ramírez Ruiz en 1970, y líder del movimiento a lo largo de todas sus etapas.
Nació en Lima el 11 de diciembre de 1944. Es el mayor de dos hijos del matrimonio de Enrique Pimentel Otero y Victoria Vásquez Cubas. Vivió su infancia en el distrito de Jesús María (Lima). Estudió en el colegio italiano Antonio Raimondi, y luego en la Universidad Nacional Federico Villarreal. En 1972 contrajo matrimonio con la bibliotecóloga Pilar Prieto Celi, con quien tiene dos hijos, Sebastián (cineasta, filósofo y crítico de cine) y Jerónimo (periodista y poeta). Ha publicado seis libros de poesía. También se ha dedicado al periodismo; ha sido editor y cronista en diversos medios de prensa escrita (Visión Peruana, Página Libre, La República, La Crónica, Cambio) dirigidos por periodistas como César Hildebrandt y Guillermo Thorndike.
Jorge Pimentel y Hora Zero
Portada de Kenakort y Valium 10, 1970.
En 1965 ingresa a la Universidad Nacional Federico Villarreal de Lima, para seguir estudios de letras y literatura. En enero de 1970 escribe, con Juan Ramírez Ruiz —a quien conoció en la misma universidad— el manifiesto Palabras Urgentes. Junto con poemas de Pimentel, Ramírez Ruiz, Mario Luna, Julio Polar, Jorge Nájar, y José Carlos Rodríguez, Palabras Urgentes figuraba en el primer número de la revista Hora Zero, publicación que marca el nacimiento del movimiento.
Como en toda vanguardia, en Palabras Urgentes Pimentel y Ramírez Ruiz se opusieron a los poderes dominantes de la poesía peruana, y cuestionaron al canon poético nacional —con la excepción de César Vallejo— para propugnar una nueva poesía, una más cercana a la vida diaria, a las clases marginadas, y a la realidad del Perú.
Pimentel publicó su primer libro, Kenacort y Valium 10, en diciembre de 1970, y Hora Zero creció acompañado de una gran repercusión de la prensa. El movimiento ganó muchos adeptos y filiales en provincias (Pucallpa, Iquitos, Chiclayo, Chimbote, Huancayo, Callao), alentando el surgimiento de poetas en todo el Perú en un gesto de rompimiento con el estrecho y conservador círculo literario de la capital (Lima).
Junto al crecimiento de los militantes horazerianos y los recitales por diferentes regiones del país, aparecieron los enfrentamientos. Los poetas horazerianos se enfrentaron a los apristas y a partidos políticos de extrema izquierda, quienes -celosos de la acogida e independencia del movimiento- saboteaban violentamente sus recitales en las universidades nacionales.
Pimentel también es conocido por retar a un duelo poético a Antonio Cisneros —representante de la poesía culta de la generación del sesenta— ya que este se había manifestado despectivamente sobre Hora Zero. El duelo literario se hizo efectivo en un recital que contó con la presencia de Chabuca Granda y José Miguel Oviedo, entre otros intelectuales y artistas de la época. Pimentel terminó su participación con una sorpresa: acordó con un amigo para que este dispare con una pistola de fogueo y actuó como si le hubieran herido mortalmente, en un acto teatralizado fiel a la expresión de impacto, dramática y vitalista que caracterizará su trayectoria y la del grupo horazeriano en la década del setenta y la primera mitad del ochenta.
Luego del duelo con Cisneros, en octubre de 1972 viaja a España, donde vive por cerca de dos años. Allí publica, en 1973, Ave Soul, con una carta-epílogo del poeta español Félix Grande. Ave Soul fue un libro consagratorio que incluye Balada para un Caballo, poema que convirtió a su autor en un clásico de la literatura peruana.
En el texto titulado Pimentel en el Recuerdo, publicado en la revista Caretas, el célebre escritor chileno Roberto Bolaño ha dejado testimonio de su admiración por Pimentel, Hora Zero y Ave Soul: " [...] Como si Pimentel hubiera descubierto una forma de escribir poesía que surgía directamente del Romancero, pero en donde era apreciable también una lectura a fondo de la vanguardia y de los grandes poetas de nuestra lengua, empezando por Darío y Martí, Huidobro, Neruda, Borges, Martín Adán [...] y sobre todo Vallejo. Pero también era discernible, por debajo de esas voces, otra voz [...] capaz de encarnar infinidad de voces, incluso voces antagónicas, y que era la voz de Walt Whitman, es decir la voz que marca la poesía de nuestro continente. Bajo el influjo de esas lecturas que son una cultura aparecía Ave Soul, libro de pocas páginas, pero inmaculado, arriesgado, con una expresión de madurez nada habitual en la poesía de aquellos años y tampoco en la de estos, que fue recibido no con tambores ni reseñas ni premios, y que cumplió sobradamente con el primer requisito parriano de una obra maestra: pasar inadvertida."
Hora Zero, segunda etapa
Jorge Pimentel a mediados de los setenta en la Tragoteca del bar de los poetas de Hora Zero, Hotel La Casona, Jr. Moquegua, Lima.
Pimentel regresa a Lima en 1974, después de una estancia de dos años en España, con el propósito de seguir liderando Hora Zero. Durante este tiempo, Ramírez Ruiz había preferido apartarse, y para 1973 el movimiento se había disuelto. Sin embargo, otra figura clave para la historia de Hora Zero, Tulio Mora, regresa de Europa en 1976 (Mora estuvo a punto de unirse en 1971, en el Primer Congreso de Hora Zero, pero por problemas durantes las discusiones no se incorporó). A su vuelta a Lima, Mora afianza su amistad con Pimentel y al año siguiente (1977) ambos deciden relanzar Hora Zero. El mismo año, Mora publica su primer poemario, Mitología. Otro aporte decisivo para este relanzamiento fue el manifiesto Contragolpe al Viento, que Enrique Verástegui ayuda a escribir -porque es un maestrazo de estimulación temprana- desde Menorca, (España).
En 1978, Mora viaja a México y estrecha lazos con los infrarrealistas (Infrarrealismo), agrupación que el mexicano Mario Santiago Papasquiaro y el chileno Roberto Bolaño fundaron bajo una declarada admiración por Hora Zero y sus poetas. En París, por su parte, Verástegui y José Carlos Rodríguez llegan a publicar, junto con poetas belgas, griegos, argelinos, mexicanos, los franceses Tristán Cabral y André Laude, el manifiesto Message D'Ailleurs (1978), lo que da medida del influjo intenacional de Hora Zero (el alcalde de París Jacques Chirac llegó a reaccionar llamándolos "revolucionarios de café").
Durante la segunda mitad de los setenta y la primera de los ochenta, Pimentel y Hora Zero continuaron sus quehaceres con sus llamados "actos contundentes": marchas, pronunciamientos, recitales masivos en pueblos jóvenes, playas de estacionamiento, universidades y provincias del país, eventos que solían realizarse en el marco de fiestas populares.
En 1983 Pimentel publica Palomino (libro), poemario que tiene como telón de fondo un bar abandonado en un pueblo ferroviario (San Fernando Bajo, Chosica, Perú), escrito con un tono intimista, concentrado y desgarrado. El libro incluía como colofón el texto Confesión Aparte, de corte ensayístico, y estuvo acompañado de un portafolio de fotografías del mítico Carlos "Chino" Domínguez.
Últimos poemarios
Luego de nueve años, en 1992, con un ensayo introductorio del poeta Pablo Guevara, sale a la luz Tromba de agosto, un libro rabioso, más dramático y experimental que los anteriores, que reflejó los años de mayor violencia interna en Perú (años ochenta), y que, a pesar de todo, recibió críticas elogiosas y un culto cada vez más extendido. Dice Roberto Bolaño: "En Tromba de Agosto Pimentel parte de Vallejo (en Ave Soul el punto de partida era la cultura) y llega a una zona oscura en donde intuimos se agitan bultos que son seres humanos. Esos seres humanos en Ave Soul hablaban, explicaban sus historias de folletín, a veces incluso danzaban. En Tromba de Agosto simplemente están allí, como figuras de un mural gigantesco, y lo único que nos comunican es el horror."
Primera muchacha (1997) es un largo poema en prosa escrito sin signos de puntuación, un poema de amor que sintetizaba —de acuerdo a Tulio Mora, quien se encarga de prologarlo— la propuesta del poema integral horazeriano (como auténtica vanguardia, Hora Zero propugnó una estética, la de la "poesía integral", esgrimida por Ramírez Ruiz). Sobre Primera Muchacha el crítico Ricardo Gonzáles Vigil señaló que "El vitalismo, el tono sublevante, el ritmo envolvente y el aliento vanguardista, característicos de la obra poética de Pimentel, alcanzan un clímax artístico de altísimo nivel, de lo mejor que se haya publicado en la poesía peruana en lo que va de este decenio" (diario El Comercio).
Finalmente, luego de diez años publica En el Hocico de la Niebla (2007), libro de poemas breves que retoman, de otra manera, el ritmo pausado, ansioso y desgarrado de Palomino, aunque con otro tema y un lenguaje más hermético. La digna supervivencia del poeta en una realidad ominosa, su búsqueda de creencia, de amor, de contacto con la vida y la tierra, siguen siendo las constantes que persisten en su poesía, solo que ahora se añade el tema de la memoria y el tiempo. En el Hocico de la Niebla concitó, quizás en mayor medida que en otras oportunidades, comentarios elogiosos y una generosa cobertura de la prensa escrita.
Junto con César Vallejo y Carlos Germán Belli, Pimentel es uno de los tres poetas peruanos seleccionados en la Antología de la Poesía Hispanoamericana realizada por José María Gómez Luque (Ed.Alba, Madrid, 1998). Poemas suyos también aparecen en múltiples antologías nacionales y extranjeras, como las de Alberto Escobar, Gonzáles Vigil, la titulada Muchachos Desnudos bajo el Arcoiris de Fuego, de Roberto Bolaño (Ed. Extemporáneos, México D. F., 1979) o La Mitad del Cuerpo Sonríe, Antología de la Poesía Peruana Contemporánea, de Víctor Manuel Mendiola (México D.F., 2005)
Obras
Kenacort y Valium 10 (Lima, Ediciones del Movimiento Hora Zero, 1970)
Ave Soul (Carta Epílogo de Félix Grande. Madrid, Colección El Rinoceronte, 1973. Segunda edición: Prólogo de Roberto Bolaño. Lima, Doble Príncipe, 2008))
Palomino (libro) (Lima, Carta Socialista Editores, 1983)
Tromba de agosto (Prólogo de Pablo Guevara. Lima, Lluvia Editores, 1992)
Primera muchacha (Prólogo de Tulio Mora. Lima, Ediciones Art Lautrec, 1997)
Tromba de agosto (versión abreviada) (Lima, Fondo Editorial Cultura Peruana, 2006)
En el hocico de la niebla (Prólogo de Sebastián Pimentel. Lima, Ediciones El Nocedal, 2007)
Muerte Natural
Me estoy muriendo mordí el anzuelo, caí en las trampas
estúpidamente, y ahora me contradigo con facilidad,
me extravío, me pierdo, y con la luz de un lamparín
cruzo puentes rústicos donde nadie me espersa,
donde no hay lugar preciso para mi cara que ya dejó
de ser columpio o lecho de fresas.
Me estoy muriendo, mordí el anzuelo, caí en las trampas
al tratar de entender lo que pasaba
al tratar de medir el alcance del engaño, la crueldad servida,
masivamente, matanzas que desbordaron los océanos
en montañas de cuerdos ofrendado como un sacrificio, como un rito
del que nunca participé, cuando nuestra inquietud
era otra o consistía en entender, si esas sombras dispuestas
al alba, eran para ser besadas, o simplemente para
observar su evolución en la forma cimbreante y espectacular
del relámpago.
Y todas fueron trampas a la larga mortales para nosotros,
sobre todo al tratar de explciarnos las siglas
que se multiplicaban como abanicos, como colas de pavo real.
BALADA PARA UN CABALLO
Por estas calles camino yo y todos los que humanamente
caminan.
Por esencia me siento un completo animal, un caballo
salvaje
que trota por la ciudad alocadamente sudoroso que va
pensando
muy triste en ti muy dulce en ti, mis cascos dan contra
el cemento de las calles.
Troto y todo el mundo trata de cercarme, me lanzan
piedras y me lanzan sogas
por el cuello, sogas por las patas me tienden toda clase
de trampas en un laberinto
endemoniado donde los hombres arman expediciones
para darme caza
armados con perros policías y con linternas y cuando
esto sucede
mis venas se hinchan y parto a la carrera a una velocidad
jamás igualada
por los hombres; vuelo en el viento y vuelo en el polvo.
Visiones maravillosas
aparecen ente mis ojos. Y vuelo y vuelo. Mis extremidades
delanteras
ejercen presión sobre las traseras y paralelamente a un
mismo ritmo
antes de asentarse en el polvo retumban en la tierra.
Relincho. Y mi cuerpo
va tomando una hermosísima elasticidad, me crecen
pelos en el pecho
y es un pasto rumoroso el que se ondea y es una música
y es un torbellino
de presiones que avanzan y retroceden en mi vuelo.
Atrás van quedando
millares de kilómetros y sigo libre. Libre en estos
bosques dormidos
que despierto con el sonido de mis cascos. Piso la mala
yerba
y riego mis orines calientes, hirviendo en una como especie
de arenilla.
Descanso a mis anchas, bebo el agua de los rios, muerdo
yerba tallos, rumio.
Mis mandíbulas se ejercitan. Muevo mi larga cola espantando
a los mosquitos.
Los guardacaballos vigilan desde la copa de los árboles.
Caen las hojas secas.
Los días se suceden y suelo dar suaves galopes hacia la
vida.
En invierno los senderos se hacen tortuosos; el fango
todo lo invade.
Para el frío utilizo cabañas abandonadas, cuevas en los
cerros que me resguarden
de las tormentas. Yo observo la lluvia desde mi cueva.
Cae la lluvia
y todo lo moja. Con este tiempo suelo galopar poco
cuidándome
de algún desgarramiento. Muchas veces me siento solo
y llego hasta
los helechos de los ríos para pensar muy dulce en ti
muy triste en ti
y voy galopando bordeando el río añorando alguna
yegua que llegó
a correr en pareja conmigo. A veces los niños que vagan
sueltos por las campiñas
mientras sus padres realizan tareas de recolección o
labranza me montan a pelo
y solemos recorrer ciertas distancias, ganando los años,
aumentándolos.
De ellos sí recibo algún trozo de azúcar. En el verano el
sol se pone rojo
y se hace presente con su alegría y los habitantes de
los bosques y campos
suelen saludarme con el sombrero o con la mano. Yo les
contesto con un relincho
parándome en dos patas. Y con la luz solar que todo lo
invade suelo dar galopes
hacia la vida. Allí
donde mi presencia es esperada me hago realidad. Allí
donde ni un sueño se revela me hago realidad. Me hago
realidad
esos ojos que están cansados de ver las mismas cosas.
Y es en verano
cuando la vida se enciende y mis cascos recogen la hermosura
de la tarde
y asciendo a las cumbres donde diviso extensiones de mar
de cielo de tierra.
Mi figura domina la naturaleza.
Cruza por el cielo un escuadrón de tórtolas.
Cae la noche.
Mi sombra se recobra.
Las ramas crujen.
Y por un instante pensé muy triste en ti muy dulce en ti.
Cae la noche en estos bosques. Pareciera que la piedra
se difunde con la noche
se propaga se manifiesta. Y toda la noche he ido creciendo.
Y crecía y crecía.
aún más aún más ¿Hasta dónde crecerás? No tienes miedo.
No, contesté.
Soy libre.
El día, el nuevo día como algo fresco se anuncia solo.
Por esta época del año suelen cruzar manadas de caballos
ahuyentados
y en busca de nuevos campos. Recuerdo que logré darles
alcance
y me contaron que lograron salvarse de una cacería
emprendida contra ellos
para mandarlos a vivir a un potrero y luego de ser sometidos
al cubo de agua
y a la alfalfa son obligados en los hipódromos a correr
distancias de 1,000,
2,500, 5,000 mts. y no eres libre de correr sino que te
dopan
te colocan descargas eléctricas, te manosean, te latigan
con una fusta
despellejándote. Y así durante un buen tiempo mientras
ves acumuladas
alforjas de oro y plata. Hasta que llega el momento de ser
sometido
a la reproducción arrinconándote a una yegua a la vista
y paciencia de todos
sin intimidad en una mañana de tinieblas y poca luz y
luego te separarán
de tu yegua y potranco y pasarás tus años inmisericorde
como padrillo viejo
y cuando manques te dispararán un balazo en la sien.
Ya había galopado un buen trecho con la manada
que huía despavorida
y me dijeron que probablemente para el invierno
pasarían por aquí
para ir más al norte. Y se alejaron a la carrera.
Yo sabía lo que le sucede a un caballo en la ciudad.
Y por ello me mantengo
alejado de ella. Pero a veces me interno y sucede lo que
tiene que suceder.
Pero si yo me rebelo y persisto y amo terriblemente mis
posibilidades
de realizarme en un medio donde la civilización se mata
y permanecen
odios prefiero ser caballo. Mojaré
la tierra con mis orines calientes hirviendo con estas
ganas inmensas de vivir
y me uniré a las manadas para galopar hacia la vida
para mantenernos
unidos y vencer para no estar solos para volvernos
verdes-azules
amarillos-anaranjados-rojos y trotar hacia el nuevo
aire fresco
y el campo sin límites.
Seré libre así y al menos mis guardacaballos cuidarán
de mí
y de mi yegua
y de mi potranco.
Esso Itt Ipc Gulf United Fruit Shell
adentrándonos en interrogaciones que nos llevaron a descubrir
al culpable de cuanto pudiera estar sucediéndonos.
Y fue como perdimos la nariz, los ojos y nos arrancaron las
extremidades, y perdimos las orejas, otros extraviaron
la risa en la mesa de las operaciones. A mi madre también la
persiguieron hasta que dieron con ella y nunca más
alcancé a verla claramente; la enclaustraron en una oficina.
Tengo noticias que a mi padre lo sacrificaron en una Cia.
de aguas gaseosas. Trabajó hasta su muerte, asta que
decidieron sacrificarlo amarrándole un tigre a la espalda
hasta que chille, y luego ardió y sus cenizas arañaron
las paredes de cualquier cantina repleta de aserrín, de discos
de Paul Anka y la Sonora Matancera, como una despedida
como un último brindis; y aquella fue la hora más solitaria del mundo.
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