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domingo, 21 de noviembre de 2010

2222.- ARTURO VOLANTINES


Arturo Volantines. Nació en el pueblo legendario de Copiapó, (Atacama, Chile), en 1955. Residió un par de años en Antofagasta, donde dirigió el “Grupo Salar” y fue editor de libros y revistas. Llegó el ´80 a la ciudad de La Serena, donde funda las revistas literarias, “Lapislázuli” y “La servilleta de la poesía” y co-funda la SECH. regional y otras instituciones de la cultura. Tiene publicado:- “Poetas jóvenes del Norte”; Antofagasta, Ediciones Sol y Sal, (1980); “Pachamama”; Santiago, Editorial Cambio, (1987) ;“Antología de la poesía del valle de Elqui, tomo I”; Antofagasta, Ediciones Universitarias Universidad Católica del Norte, (2002); “Lo que la tierra echa a volar en pájaros”; Primera edición, Antofagasta, Ediciones Universitarias Universidad Católica del Norte, (2003); en Segunda edición, por la misma Ediciones, (2004) y “Poesía contemporánea de Los Andes, Región de Coquimbo y Provincia de San Juan, (2005). Ganador de una docena de premios en concursos literarios nacionales; entre ellos: 1º Lugar, Concurso Nacional de Poesía, Juegos Florales de Vicuña, organizado por la Municipalidad de Vicuña, entre 700 obras; 1° Lugar Concurso Nacional de Poesía inédita CODELCO, en forma unánime, entre 1.514 obras. Fue reconocido con el Premio “Papiro” en la ciudad de La Serena, con el Premio “Federico Varela” en la ciudad de Chañaral, con el “Premio Juan Godoy” de la ciudad de Andacollo y con la Medalla Ciudad de La Serena, al cumplir ésta 460 años. Ha sido considerado en varias antologías de la poesía chilena del Norte; y, en la nacionales: “Poesía chilena, generación N.N., (1973-1991)” de A. España; “Periplo por los poetas de Chile” de R. Henríquez; “Antología de poesía chilena, periodo 80-2000” de S. Rodríguez y “Bar, Antología poética chilena” de Ricardo Herrera y Cristian Cruz. También fue incluido en la antología “Poesía de altura”, Antología latinoamericana de poesía, La Paz, Bolivia, (2004). En el 2005 realizó un nuevo viaje por varios países de Europa, donde realizó varios recitales, especialmente en Berlín y París. Fue invitado nuevamente Europa, a la Universidad de Praga, entre otras. Ha sido invitado a realizar lecturas en Chile, desde Arica a Punta Arenas; y Encuentros Internacionales en Santiago, como el Festival Mundial de Poesía de Chile-Poesía y como el Encuentro Internacional de Escritores Chile tiene la Palabra de la SECH. Ha leído sus textos en diversas ciudades de América Latina; y. últimamente en el Museo de Arte Moderno de Mendoza, al cumplir éste 40 años; en la inauguración del Museo de la Poesía, San Luis, Argentina; en la Universidad San Agustín de Arequipa, Perú; en la Casa Mariátegui, Lima, Perú, etc. Algunos de sus textos han sido traducidos a otros idiomas, y recientemente al francés (Rodrigo Durand) y al inglés (Margaret Saine) e incluido en la California Quarterly, de la California State Poetry Society.
Es Presidente del Comité Consultivo de la Región de Coquimbo del Consejo Nacional de la Cultura y de las Artes de Chile. Es Presidente de la Sociedad de Acciones Literarias(SAL de Chile).





Pachamama

"... este canto me parece heredado de los indígenas, porque lo he oído en una fiesta de los indios de Copiapó en celebración de la Candelaria, y como canto religioso debe ser antiguo, y los indios chilenos no lo han de haber adoptado de los españoles argentinos. La vidalita es el metro popular en que se cantan los asuntos del día, las canciones guerreras; el gaucho compone el verso que canta y lo populariza por la asociación que su canto exige...".
Domingo Faustino Sarmiento


sema(1)

Ella es fea. Nunca ha entrado a una peluquería.
Le basta una cinta para sujetar el pelo.
Le basta para que sonría una mirada.
Llega cansada del potrero. Usa alpargatas.
Me invita a un mediodía de legumbres.
La dejo con un beso acodada en la ventana:
a lo lejos levanta su mano áspera y pura.
Me voy recordando lo ancho de su lenguaje,
cuando habla de la generosidad de la tierra.
Reprocha algo de ternura para su hijo muerto.





I

“... este canto me parece heredado de los indígenas, porque lo he oído en una fiesta de los indios de Copiapó en celebración de la Candelaria, y como canto religioso debe ser antiguo, y los indios chilenos no lo han de haber adoptado de los españoles argentinos. La vidalita es el metro popular en que se cantan los asuntos del día, las canciones guerreras; el gaucho compone el verso que canta y lo populariza por la asociación que su canto exige...”.

Domingo Faustino Sarmiento

V

Tican tamsi cielo stansi santificado chema izcu charcer chema alu acs koytans levardice. Señor volunta tansiac koytansy cielo sacuna ctanta acsa viñayapun acsacanálo anjapia acperdona as deuma chancosinys acperdona acsetunas andejacháculo colcoma en tentación aca líbrame Señor hualchas unic, amén.

Padre Nuestro,
Lengua Cunza;
Sacerdote Anónimo.



Lo que la tierra
echa a volar en pájaros
14/Para Luis Aguilera.-

Mi taita
reúne a su tropa.
Y cuenta las monedas
para conseguir la alfalfa.
Los hijos, en torno a la mesa,
le contamos, en silencio,
las lágrimas del cielo
c
a
y
e
n
do
sobre
los platos.




Lo que la tierra
echa a volar en pájaros
15.-

Me refugio en tu monte,
como niño huérfano frente a los astros,
o aquel de La Edad de la Ira de Guayasamín.
Y cuando el sol relincha arriba de los cogollos,
aleteo como el Cristo de Elqui en sábanas de tu pubis
y leo boleros que dejan los tordos en hojas del bosque.
Me dice la Mistral: “la cordillera no necesita sombrero”.
Me envuelvo en tus faldeos: enhebro mi osamenta en ti;
no así el Reichstag sino un satélite en la casa de Asterión,
sino una lavandera inclinada en el overol tiznado de la nube.
Y cuando Copiapó resuella mansamente me baño en tu ombligo,
así el alba al día o la fruta al árbol o la boca a tus olas oscuras.
Desde el acordeón del viento inflamo carbones de tus pezones
y me sitúo como cordero magallánico en nylon de las pampas.
Siéntate, le dije, Llano triste: tus nietos están sepultando
a la revolución cartesiana: “Adiós a la bandera roja”.
Del cielo me veo: soy una sola cordillera contigo,
con tus tesoros donde cantan nuestros dientes,
como el sábado de campanas en la catedral
de la Candelaria. Y vuelvo a tu set fílmico
así un trompo ronroneando en álbum sepia,
así Andrómeda adueñada del flash nocturno.
Y cuando el chonchón se duerma en tu piel;
trasquilado por la araña de Doña Bárbara,
me vuelvo greda en tu regazo: me hago
vasija en tu vientre; pulpa y palomo.
Me crecen raíces y salgo al aire
desde tu cuerpo: de esa luz
alimentamos al mundo.




Lo que la tierra
echa a volar en pájaros
17/ Benito Tapia.-

Buscamos tus vértebras/banalmente
en el huerto de los “héroes y tumbas”,
porque no fueron magnolias lo que voló
...............................................ese septiembre,
sino sangre/huesos y carne/sangre/desgarros
.......................................................y duelo/sangre.

De ti, de ti, de ti, de ti, de ti, de ti sólo
nos quedó un ramo de días en el pecho.

¿Cuántos ángeles tiene tu pena?
¿Cuántos buitres tiene nuestro olvido?
¿Cuántas lenguas tiene vuestra memoria?

También se nos vio en ti:
pepino, aguatero del Limarí
cúprico-algarrobo del El Salvador:
charco-sanguíneo donde llueve la Viuda,
cuesco de chañar en el charco alojado del desierto,
de Atacama charco adentro del cerebro de las viejas
leyendas.

No hallaron tus huesitos,
para desaparecerte nuevamente,
para acunarte en el cadáver de la mar,
como alma gobernada por una estrella.

¡Encuéntranos, tú, hermano;
cuando en el hueso de la memoria
madurando se abra el viento!

Pero, tú, ya cántaro
en la lengua del pájaro,
como la leche cocida hostea
en los patios al Chonchón;
soplas, ay, sí,
soplplas ay, sí,
soplplplas ay, sí,
desde que te trajeron a la eternidad ese 11:
del chucho en los dientes y del tableteo en las fosas.

Muévenos, más que cañas en el estero;
¡muévenos! para que en todas tus muertes
-viejas y recientes-, nuevamente se levante la vida.




Lo que la tierra
echa a volar en pájaros
20.-

Amo tu rostro: la loba en tus pómulos
andinos, el cántaro en tu abismal lóbulo,
la cuculí que zarpa de tu boca y tu cielo
cantando en mí, porque soy ciego sin tus ojos.
Al besar en tu rostro es el almácigo de la tierra
lo que se ensancha y bailotea por mis pulmones:
salpica con polen de Alicanto y con pan caldeado
que sacan las madres del hambre limpio del hogar.
Al tomar tu río azabache éste se vuelve dulce arcilla,
alelí de greda, paloma diaguita, madreselva nocturna
rodeando al desierto como pozo bañado por el agua.
Al catear el suave volar de tu rastro como el mar
desnuda con su reflujo el roquerío en una copa,
vengo a descubrir: Anäís Nin adentro de tu isla.
Y esta luz alborotada que me fluye como alpaca
voladora estremeciéndose en el albor de la sierra,
solo se alambica y sosiega a la sombra de Dvorák.
Si me voy: hundiéndome en ti y haciéndome dios
como Borges enceguecido en la manada de páginas
descubro lo que me convoca de los aires del Dorado:
sólo te saboreo, sólo te neurotizo, solamente lobezneo
tu cosecha como rezo deslizándose de vecinos muertos.
Y distraído en el fresco atardecer de la posmodernidad,
-cuando los jotes duermen en el mecer de las victrolas,
y cuando el humo augura en el otoño de los software-,
laceo tu presencia: de ti me alimento, al amontonar
mis labios en sandía abierta en el mesón del patio.
Soy cactus o Robinson Crusoe girando por el cielo:
llevando en tu rastro el sabor ubérrimo de la tierra,
como la música que los pájaros ponen en los árboles.



Lo que la tierra
echa a volar en pájaros
4.-

Los montes de Copiapó
son los rebaños pastando
entre el cielo y la memoria.

Las casas hincadas
en la oración matutina
son interrumpidas por “la máquina
de follar” saliendo de la taberna: encendida
y trasnochada en ojos de los asnos.
Las nubes flotan y resuenan dolorosas
en el alambre de púas tendido en los patios.

Todavía viene el tren de Caldera
con su traje de jote ceremonioso:
cortando el sembradío y la siesta,
y arriba como animal cansado
a la memoria. De esa Estación, sale
un niño que espera a su madre:

tierna pasa, desciende
con las manos gastadas,
como arado de madera:
organiza la mesa, lava el rostro
a los pepinos dormidos sobre el hambre.


Amanece mugiendo en Copiapó:
los montes vuelven a rebuznar
entre la leche vinagre de las nubes
y las flautas de los promeseros más viejos.




Lo que la tierra
echa a volar en pájaros
42/Arte poética.-

Cómo quieres,
cómo quieres,
cómo quieres que en ti vuelva,
si cuando desnudaste la cama
sólo encontré tu cadáver.



Lo que la tierra
echa a volar en pájaros
49/ Terra Australis Incógnita.-

Atravesando
el “mar tenebroso”,
el Señor Almirante,
Cristóforo Colombo,
se posó en mi amada
y nos “I’elargisseur du monde”.

Nuestro Dios:
se volvió apenas el sol.

En ese pueblo
de indios austros,
nos enteramos del novus horizonte,
así el helicóptero
en “Los zarpazos del Puma”.

Este jote
siempre regresa
donde fue dichoso.




Lo que la tierra
echa a volar en pájaros
6.-

Oí.
Oí-oí.
Oí-oí-oí.
¡Oigo!
Ése amarillea
pastando, mugiendo, enlunado girando
con la piel aguada de las nubes.

Oigo
a ésas: girasolas viudas
amamantando totorales
en la tierra: en caverna del sol.

Oigo
girasoles mustios y devotos,
ensillados en medio de los arenales,
en naranjados como bala devorando al viento;
obreros de las minas, quietos en el desgarro
de la muerte cuando el comandante Popolgallo
pasa en su zaino constitucionalista,
cuando el comandante Popolgallo
pasa como ciclón por un pequeño y amado pueblo,
cuando el comandante Popolgallo pasa tantos años
después por la esfera astronómica de un niño.

Oigo. Oigo. Oigo.
Me llama en cabalgada la tierra,
como la casa del cielo a los pájaros carpinteros.



Lo que la tierra
echa a volar en pájaros
9.-

Todo Copiapó en la mazorca:
sol en el vientre, sol cúprico
en la 1 con hambre y lontananza,
sol en la mesa con mis hermanos
esperando a los augurios del jote, sol
en la 2 sin más remedio que el espanto.
Por allí apareció la nube,
como la isla en el cielo.
Y en ella me fui a una niebla
que me dio potreros de zorzales.
Volteado me quedé debajo de la 3,
adentro de su vasija funeraria de greda,
y ya no llovió sol sino agua de cardos.
Y volví a ser cactáceo copiapoa
sobre la piedra del mundo.





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