Javier Vicedo Alós nace en Castellón (España) en 1985, aunque desde hace dos años reside en Madrid. Es autor de los libros Ventanas a ninguna parte (Ed. Pre-textos, 2010), La última distancia (Ed. Puerta del Mar, 2010) y del cuaderno de poemas El azul silencio del hombre (Ed. Aula de Poesía, 2008). Con sus obras ha obtenido el IV Premio de poesía Bancaja de Creación (2007) y el II Premio de poesía Joven de RNE (2010). Durante el 2008 fue residente de la 6ª promoción de la Fundación Antonio Gala. En la actualidad estudia Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid.
HOMENAJE VERTICAL
A Roberto Juarroz
I
Echamos fuego al agua
y apagamos la transparencia.
Así quema el hombre la claridad del mundo
y la prende de silencio.
El temblor humano del fuego,
el estrépito de una voz abriéndose,
enmudece cualquier palabra.
Al fuego le basta con arder.
II
No hay palabra más cierta que otra.
Se aprende a callar con los años,
aunque parezca que hablemos.
Se nace sin palabras
y con todas las palabras rotas nos vamos.
Y sin embargo,
aunque vivir sea enmudecer,
existe un placer original en el silencio
que justifica todos los silencios.
CIRCULAR
La calle está trazada con pasos circulares,
llena de hombres que andan rodeando su historia.
Es un miedo a vivir, a cruzar desvividas calles
y tener que buscar nuevas palabras,
nuevas geometrías a sus pasos.
Es asfixiar el aire para aferrarse al hombre
cuando es tan sencillo ser hombre
y agradecer la gran suerte de su tristeza.
Este golpe de oxígeno que vuelve,
tras completar su vuelta definida,
lo recuerdan y no parece golpe
pues recordando entienden de algún modo.
No quieren sobresaltos, sino órbitas exactas,
sentimientos atados a una inercia.
Con un sol que comprenden y les alumbra
van celebrando sus dominios,
la redondez de sus ojos y boca,
la forma monetaria de unos senos.
La calle está ahogada por sus pasiones circulares,
y nadie duda ya si son pasiones.
RUINAS
Me estudio en el espejo: el cabello en retirada, la nariz cada vez más tosca y retorcida, la espalda curvándose como preguntando. Cada vez más feo y decrépito, más pobre en imagen; más dichoso. Según se arruina mi cuerpo, cuanto más insignificante es mi apariencia, más crecido siento el goce de existir. Para confundirme con la realidad que pasa he de desnudarme por completo, ser la nada visible y el todo emocionado. El tiempo da sabiduría porque nos despoja de la forma. Me estudio en el espejo y admiro esta sabiduría del sentir, del repudiar cualquier molde. No se trata de vivir a ciegas, negando la realidad; se trata de vivir con otros ojos, los que ven más allá del espejo.
Publicado por las afinidades electivas - España.
Ventanas a ninguna parte
(Ed. Pre-textos, 2010)
Echamos fuego al agua
y apagamos la transparencia.
Así quema el hombre la claridad del mundo
y la prende de silencio.
El temblor humano del fuego,
el estrépito de una voz abriéndose,
enmudece cualquier palabra.
Al fuego le basta con arder.
Deseando mundo
A Santiago Paulós
Doy un paso hacia el mundo.
Dar un paso es tender los labios,
sacrificar nuestra vocación de tristeza,
abrir la dura cáscara de la noche.
Doy un paso hacia el mundo
agotado de tanta suerte inmóvil
-un pájaro es sus alas, un hombre su deseo-.
Palpitan como venas los caminos.
Y sé el humo de tantos gestos,
la luz vencida en la espesura de los árboles.
Es arriesgado el ritmo de la carne,
este salto hacia el mundo
y su respiración de cuerpos enlazados.
Pero ahí es el hombre: en ese riesgo a serlo.
Gramática.
Y si la tierra fuera
toda ella una copa de silencio
¿Sabría alguien con qué palabra
quebrar su vidrio?
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