Edmundo Aray (1936). Venezuela. Cuentista, poeta, investigador, director, editor, cineasta y ensayista. Perteneció al grupo literario Vasudeba (1956-1957), al grupo y revista Sardio (1958-1962). También es fundador de El Techo de la Ballena (1963-1968) y creador de la revista Rocinante (1969-1978). Colaborador en páginas literarias y culturales de diversos periódicos. Utilizó el seudónimo de Atilio Rey en sus escritos de prensa.
Su obra ha sido traducida al inglés, alemán, árabe, japonés e italiano. Es fundador en 1974 del Comité de Cineastas de América Latina, Miembro Fundador de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano y de sus Consejos Superior y Directivo. Fue Director General de la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños, Cuba, entre los años 2000 y 2002. También dirige la filial de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, Capítulo Mérida, y ha sido promotor de diversas publicaciones relacionadas con el nuevo cine latinoamericano.
Como cineasta, con Simón Bolívar, ese soy yo, recibió los premios Mejor Película y Mejor Guión del Concejo del Municipio Libertador en 1994. Obtuvo el Premio Nacional de Cinematografía (CONAC), el Premio Nacional de Cine Monseñor Pellín (1991 y 1994) y Personaje del Año en Cine.
Libros publicados: Alias el Rey del Joropo (1997), Bolívar, de San Jacinto a Santa Marta; Antología Poética (La vida a la muerte unida: 1958-1999), Manuela Sáez, ésa soy yo (2000), Simón Rodríguez, ése soy yo (2000); José Martí, ése soy yo (2002), Sucre, ése soy yo (guión literario ó novela cinematográfica); Libro de Héroes (2004), Tierra Negra, Tierra Roja; José Martí. Versos Epistolares (Inédito); Adiós, Colombia (Inédito); Bolívar, el martirio de la gloria (Inédito).
Participó como jurado del Premio Casa de las Américas y en diversos festivales de cine, nacionales y regionales. Actualmente, es vicepresidente de la Casa de Nuestra América José Martí.
CINCO POEMAS DEL LIBRO INÉDITO
20 POEMAS MADE IN USA
Y UNA CANCIÓN ESPERANZADA
NOS DESPOJARON ¡AY!
I
Cultivábamos la tierra en común.
De todas y de todos los trofeos
De la caza y de los ríos.
Ni leyes ni ordenanzas.
Ni togas ni regentes, ni
De maldiciones abrumado
El cielo.
II
Del trabajo de todos
Vivíamos
Porque de todos era el sol
Y el viento y las tribulaciones.
Pólvora y arcabuces
Desbarataron nuestras vidas.
Nos despojaron ¡Ay!
Del caballo turquí del dios sol.
III
Así que me mataste
Y me torturaste
Y quemaste mis poblados
Y mis campos de trigo.
Y odiaste a las bellas
Muchachas porque
A toda hora del día
Y de la noche eran dulces
Como las flores.
Como estrellas de la noche
Sus resplandecientes ojos,
Como la aurora.
IV
Del trabajo y del amor
Vivíamos. De cuanto
Ordenaba el corazón.
De las dulzuras de la carne,
De la cambiante luna,
De los ardientes pájaros
Del sol.
SUPE DE LA ESPERA, AMY LOWEL
Supe de la espera, Amy Lowell,
De los padecimientos del desamor.
Habías encendido
Las calles de la ciudad
Con tus ardores.
Habías asegurado las ventanas
Para cerrarle el paso
A los fríos de la noche.
En tus hombros el cobertor
De zaraza. La pluma azul
En tu mano de temblorosa
Impaciencia. Palpitante
El corazón solitario.
Apenas si escuchabas al joven
Vecino de la dulce flauta.
Apenas si cubrías tu alma
Con los versos acariciados
En la angosta mesa
Que recogía tus desvelos.
La vieja casa ya no es tu casa.
El techo del empinado edificio
que mira hacia el cielo
Pronto cesará su abandono.
Otro edificio de altura mayor,
Y luego otro borrará los afanes.
El río fluye, Amy, la vida,
La ciudad atormentada.
El corazón de ayer
Ya no es el mismo.
Tampoco yo
UN INSTANTE DE VERANO
PARA EDNA SAINT VINCENT MILLAY
Temí por ti.
Te supuse estropeada y vencida,
Sin defensa ante el acoso,
Devorada por las alimañas
Del cuerpo y las prosternaciones
Del alma.
Volví a la ciudad una y otra vez,
Y una y otra vez salí de ella
Con la desolación partida en dos.
- Ana, toma tu desayuno.
Dan, toma tu medicina.
Yo protesto,
Simplemente protesto
Por la metástasis
Y mí desmadrada vida.
Un día como cualquier otro
Te verás en el espejo
Y nos reconocerás en ti.
Es mía, Edna, tu señal:
- Hay que seguir la vida.
No recuerdo por qué exactamente.
MISS STEIN
I
Mi peinado es mi peinado.
No es del César.
Yo soy el César en la escritura,
Nunca Shakespeare, mucho menos Joyce.
II
¿Te incomoda, mis vestimentas
De lujoso encanto?
¿Te incomoda Alice, mi fiel amante?
Alice es número uno como ama de casa,
Tejedora, jardinera, secretaria, editora.
Hasta veterinaria de perros. Pero, sobre
Todo, muy buena autora.
Entiende que no es Alice ni Gertrude.
- ¡Cómo saboreo mi nombre! -
Somos Alice, mi amada, y yo.
Somos una, la misma.
III
Amar es amar. Cualquier amor es amor.
Ser es amor. No ser es amor.
No amar es amor. Amar es amor.
Amo a mi amor Alice, con vestido
Y sombrero. La amo desnuda,
Y desnudo su pelo suelto.
De la Z a la A es mi amor.
Somos un país de maravillas.
Ella conoce todos los rincones
De mi cuerpo. Conozco todos los
Rincones de su cuerpo. Yo la hurgo,
Ella me hurga. Ella y yo hurgamos
La pasión, la pasión, la pasión.
Por el amor somos bellas, bellas,
Insoportablemente bellas para el común.
IV
Cuento cosas frecuentemente.
Frecuentemente las digo.
Frecuentemente con un sentimiento
Muy profundo, frecuentemente con
Mucho menos sentimiento, frecuentemente
Sin sentimiento, frecuentemente no con olvido
Pero ahora he olvidado. Pero, sin embargo,
Puedo decirlo otra vez, aun cuando no sea nada.
V
Cultivo el amor de Alice.
Hortelana soy de la amistad,
Jardinera del dinero.
VI
Digo que la política -¿cuál política?-
Es una araña verde que se nos acerca
A la puesta del sol.
Araña de la noche esperanza,
Araña de la mañana tristeza.
VII
No va a ser fácil encontrar a una mujer
Como Gertrude Stein. Miss Stein,
Como suelen nombrarme críticos y amigos.
No porque sea una rosa la rosa es una rosa.
NO ME DAS NOTA, EZRA
No me das nota, Ezra.
Mis amigos poetas saben por qué.
Mis enemigos, que son pocos,
También lo saben.
Aún así, los venideros días
Y las flores umbrosas
Nos acordarán de ti.
Quisiera dar por cierto
Que la vida no tiene nada mejor
Que la hora de despertar
Junto a una mujer bien amada.
Aún están frescos los pálidos
Pétalos húmedos del lirio del valle
Pues ella duerme a mi lado en la alborada.
Cómo me tienta decir
Como tú a New York:
Sopla de ti un alma
Y vivirás para siempre.
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