Giancarlo Pontiggia nació en Seregno, Milán (Italia) en el año 1952.
Ha publicado dos libros de poemas: Con parole remote (Guanda, 1998) y Bosco del tempo (Guanda, 2005), dos ensayos: Contro il Romanticismo. Esercizi di resistenza e dipassione (Medusa, 2002) y Selve letterarie (Moretti & Vitali, 2006). Es autor también del texto teatral Stazioni (Nuova Editrice Magenta, 2010). Ha traducido a escritores franceses (Sade, Céline, Mallarmé, Valéry, Supervielle, Bonnefoy) y de la antigüedad clásica (Píndaro, Salustio, Rutilio Namaciano). Sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, español y griego. Es redactor de la revista Poesia y crítico literario del periódico Avvenire.
Con agradecimiento a mi amigo poeta EMILIO COCO
por su aportación de la biografía y poemas traducidos
de Giancarlo Pontiggia para esta antología.
da Con parole remote
de Con palabras remotas
Canto de evocación
Ven sombra/ sombra ven/ sombra sombra
ven oh ven, oscura
sube por los peldaños, en el tiempo
Venme ven ven/ venme ven ven
con cualquier dolor, con todas las furias
con lo que en la sombra se deshoja
con lo que en la sombra espuma
Sombra ven/ sombra sombra/ ven sombra
en el viento en el viento
en el pesado tormento
ven oh ven entre los números, en el fuego
vuélvete canto ronco
Ven oh ven/ ven oh ven
entre las formas del azar,
ven, golpea
contra las aristas, desciende
olvidadiza sobre lo que fue,
vuélvete nuestro aliento
Sombra quédate/, quédate sombra/ quédate quédate
en la sombría fronda
en la sola cabeza
que gime que gime
entre las ramitas del azar
en el corazón, en la semilla invalida
ven, oh ven/ ven, oh ven
(repetido)
Canto di evocazione
Vieni ombra/ ombra vieni/ ombra ombra
vieni oh vieni, buia
sali tra i gradini, nel tempo
Vienimi vieni vieni/ vienimi vieni vieni
con ogni doglia, con tutte le furie
con ciò che nell’ombra si sfoglia
con quel che nell’ombra spuma
Ombra vieni/ ombra ombra/ vieni ombra
nel vento nel vento
nel greve tormento
vieni oh vieni tra i numeri, nel fuoco
diventa canto roco
Vieni oh vieni/ vieni oh vieni
tra le forme del caso,
vieni, batti
contro gli spigoli, scendi
obliosa su ciò che è stato,
diventa nostro fiato
Ombra resta/ resta ombra/ resta resta
nella cupa fronda
nella sola testa
che geme che geme
tra i rametti del caso
nel cuore, nel seme invaso
vieni, oh vieni/ vieni, oh vieni
(ripetuto)
Auguria
Nombres y nacidos
yo coloco vuestros confines aquí,
a lo largo del transcurso del entero año,
hasta donde con sonidos os habré llamado;
cualquier cosa que entiendo
haber dicho, cualquier nombre y cualquier nacido,
para vosotros estará aquí cualquier confín, a la izquierda
cualquier cosa que entiendo
haber dicho, cualquier nombre y cualquier nacido,
para vosotros estará aquí cualquier confín, a la derecha,
entre estos signos, en esta dirección,
según medida de ojos, corazón y mente
de cualquier modo, entre estos límites,
en la manera que sólo debe ser entendida,
entre los confines del canto
Auguria
Nomi e nati
io pongo i vostri confini qui,
lungo il corso dell’intero anno,
fin dove con suoni vi avrò chiamati;
ogni cosa che intendo
aver detto, ogni nome e ogni nato,
per voi sarà qui ogni confine, a sinistra
ogni cosa che intendo
aver detto, ogni nome e ogni nato,
per voi sarà qui ogni confine, a destra,
tra questi segni, in questa direzione,
secondo misura di occhi, cuore e mente
comunque, entro questi limiti,
nel modo che solo va inteso,
entro i confini del canto
Ramas, florestas, nombres de amor: de nuevo
Ramas, florestas, nombres de amor: de nuevo
os invoco.
Subo a las terrazas, observo
las hogueras de junio llameantes
que se vierten
como cuando, levantando la madera
de los párpados, una mañana se alza
lenta, tras los pájaros del sueño
que elevan sus alas multicolores.
Son para vosotras estos versos, sombras
de la primera vida, para vosotros, mensajeros
de los nombres más secretos.
Quedaos, migajas de lo antiguo,
entre las ramas olvidadizas.
Pienso en el ayer, en un tiempo
extrañamente igual
y mientras tanto
...
Rami, selve, nomi d’amore: di nuovo
Rami, selve, nomi d’amore: di nuovo
vi invoco.
Salgo sulle terrazze, osservo
i roghi di giugno fiammanti
che si versano
come quando, sollevando il legno
delle palpebre, un mattino si alza
lento, dietro gli uccelli del sonno
che levano le loro ali variopinte.
Sono per voi questi versi, ombre
della prima vita, per voi, messaggeri
dei nomi più segreti.
Restate, briciole dell’antico,
tra i rami immemori.
Penso a ieri, a un tempo
stranamente uguale
e intanto
...
Rami, selve, nomi d’amore: di nuovo
vi invoco.
Salgo sulle terrazze, osservo
i roghi di giugno fiammanti
che si versano
come quando, sollevando il legno
delle palpebre, un mattino si alza
lento, dietro gli uccelli del sonno
che levano le loro ali variopinte.
Sono per voi questi versi, ombre
della prima vita, per voi, messaggeri
dei nomi più segreti.
Restate, briciole dell’antico,
tra i rami immemori.
Penso a ieri, a un tempo
stranamente uguale
e intanto
...
Invoco el silencio fiel, callo
Invoco el silencio fiel, callo
cualquier nombre, y el vuestro, pensamientos,
sonido poderoso y secreto; coloco
en un altar remoto
una palabra que no aparece; traduzco
un cielo derrotado
en rosas de versos, en fuegos
solitarios.
Caminante que pasas,
amigo del polvo y del viento,
honra a tus lares.
aquí arde un grano de incienso.
Invoco il silenzio fedele, taccio
Invoco il silenzio fedele, taccio
ogni nome, e il vostro, pensieri,
suono potente e segreto; depongo
su un’ara remota
una parola che non compare; traduco
un cielo sconfitto
in rose di versi, in fuochi
solitari.
Viandante che passi,
amico della polvere e del vento,
onora i tuoi lari,
qui brucia un grano d’incenso.
Ad gallicinium
Pienso en vuestros jardines
relucientes y lejanos, hijas de la noche, Hespérides,
guardianes de los frutos de oro,
y en las olas
que baten pensativas contra las rojas
orillas de África, granos que se dispersan
entre sombras de oscuros satélites
en la tibieza de esta tarde. Mas para nosotros
ahora se anuncia un pensamiento
más fuerte, escondido en un sueño
blando de párpados, mientras
el planeta dirige sus últimos rumbos
hacia el alba, y yo
me quedo con vosotros, solo, nombres y estelas
centelleantes, pobres polvos
del tiempo que se despide
en la fiebre de una aurora ya caliente
y os deja,
suspendidos como llameantes barcas
en la bonanza del mundo, sobre
barandillas de luz y de nubes,
a un palmo de la nada, en un
vértigo de oscuro mal
en la urna de un sueño claustral.
Ad gallicinium
Penso ai vostri giardini
lucenti e lontani, figlie della notte, Esperidi,
custodi dei frutti d’oro,
e alle onde
che battono pensose sulle rosse
sponde d’Africa, grani sciamanti
fra ombre di scuri satelliti
nel tepore di questa sera. Ma per noi
ora si annuncia un pensiero
più forte, celato in un sonno
molle di palpebre, mentre
il pianeta volge le sue ultime rotte
verso l’alba, e io
resto con voi, solo, nomi e scie
razzanti, povere polveri
del tempo che si accomiata
nella febbre di un’aurora già calda
e vi lascia
sospesi come fiammanti cimbe
nella bonaccia del mondo, sopra
ringhiere di luce e di nubi,
a una spanna dal nulla, in una
vertigine di scuro male,
nell’urna di un sonno claustrale.
Al lector
Caminante, que llevas tu paso
casualmente cerca de esta
orilla apartada,
entre higueras, melocotoneros, sombras
olorosas del gran verano
piensa que aquí se yerguen,
en los confines de un campo sitiado,
cielos más intensos y profundos
del tiempo que se ensaña con
horrendos oh ya no presagios, sino
con hondas, con heridas, rencores
y lentos afloramientos
de miasmas y ojos
infelices, lesionados, entre umbrales invadidos
que nadie ya honra
porque el tiempo no es sino la mitad
brutal, espantosa de los pensamientos
que se desfloran en este mes
de agosto que adelanta las negras
capitales del mundo afectado
donde tú también, ya más allá
de la verja mortal de mis versos,
apareces entre el fin de un siglo oscuro
y otro todavía desconocido, demasiado, para nosotros
vivientes y no vivientes
en la madera amenazadora de los cuartos
cuando apremian aún las fuerzas
y la vida que lama, llama
y dice: ¡quédate, no huyas,
mira!
Al lettore
Viandante, che trai il tuo passo
per caso presso questo
margo appartato,
tra i fichi, i peschi, le ombre
odorose della grande estate
pensa che qui sovrastano,
ai confini di un campo assediato,
cieli più intensi e profondi
del tempo che infierisce con
orrendi oh non più presagi, ma
con fionde, con ferite, clangori
e lenti affioramenti
di miasmi e di occhi
infelici, lesi, tra soglie invase
che nessuno più onora
perché il tempo non è che la metà
brutale, paurosa dei pensieri
che sfiorano in questo mese
di agosto che avanza le nere
capitali del mondo colpito
dove anche tu, già ormai oltre
il cancello mortale dei miei versi,
appari tra la fine di un secolo scuro
e un altro ancora ignoto, troppo, per noi
viventi e non viventi
nel legno minaccioso delle stanze
quando ancora premono le forze
della vita che chiama, chiama
e dice: resta, non fuggire,
guarda!
Pienso
Soy sólo un modesto
oyente del mundo,
presto oídos al viento
de las cosas que insisten
que vuelven con la simple
pregunta: ¿quién eres? ¿de dónde
vienes? Remonto
una corriente que otros
han recorrido ya, miro
las orillas, el cielo, los ojos
de los nadadores, que se pierden
ganan, avanzan
con altas braceadas; pienso
en vuestros dioses, ligeros
y crujientes, que viven
en cuartos oh ya demasiado
remotos, y en sus
casas, que dibujo en versos
sombríos y carentes de sonido
entre un verano y un otoño
del milenio que ya termina
en el planeta que dicen Tierra
entre las rutas del día y de la noche
y sus números relucientes
entre los bosques del cielo
y su gran oscuridad.
Penso
Sono solo un modesto
ascoltatore del mondo,
porgo orecchi al vento
delle cose che battono
che ritornano con la semplice
domanda: chi sei? da dove
vieni? Risalgo
una corrente che altri
già hanno percorso, guardo
le rive, il cielo, gli occhi
dei nuotatori, che si perdono
vincono sopravanzano
con alte bracciate; penso
ai vostri numi, leggeri
e fruscianti, che abitano
in stanze oh troppo remote
ormai, e alle loro
case, che dipingo in versi
ombrosi e privi di suono
tra un’estate e un autunno
del millennio che già finisce
sul pianeta che dicono Terra
tra le vie del giorno e della notte
e i loro numeri lucenti
tra i boschi del cielo
e il loro grande nero.
da Bosco del tempo
de Bosque del tiempo
Noviembre, con las lluvias, era un cielo
Noviembre, con las lluvias, era un cielo
gris, oscuro, que chorreaba. Encima
de mí una luz se estancaba, álgida, blanda:
un fuego iracundo, extraño. Chocaban, contra los cristales,
las alas oscuras, ansiosas
de una bandada en camino: entre las habitaciones
cerradas, sin nombre, anidaban
mis pensamientos, como,
entre las duelas, un vino
dulcísimo, inaudito.
Novembre, con le piogge, era un cielo
Novembre, con le piogge, era un cielo
grigio, cupo, che fiottava. Sopra
di me una luce stagnava, algida, molle:
un fuoco iroso, strano. Sbattevano, ai vetri,
le ali scure, ansiose
di uno stormo in cammino: tra le stanze
chiuse, senza nome, covavano
i miei pensieri, come,
tra le doghe, un vino
dolcissimo, inaudito.
Cantos de Bóreas
1
Llegabas, Bóreas,
tras las semillas, las espigas, las sombras, – y los vientos
luctuosos de noviembre. Llegabas.
En tu reino de luz
astral. En el cristal
duro, oscuro, de un invierno
mineral.
2
Por caminos, vago, de espeso hielo,
por hojas
cortantes, a lo largo
de tus, invierno, puntiagudas verjas,
tanto me ata, el corazón, a tu soberano
impero.
3
Al ataque de tu hielo
no hay centinela que aguante
Acampamos en bordes
agudos, en crestas
de lengua. El tiempo es un páramo brillante
que nos asemeja.
4
tan raros los pensamientos, tan astilladas
vuestras losas, que cualquier mirada
se petrifica. Se hiela cualquier pista,
cuando el día retrocede.
5
Salimos, en la noche, en una alborada
llameante, inmaterializada: ni sonidos,
ni sombras, tan solo
los firmes lapilli del cielo.
Se vuelve vidrio cualquier pupila en tanto
hielo.
6
La tierra es un enorme pack,
donde se coloca,
sideral, inmóvil,
tu mellado barco:
a un ancla que chirría,
a un crujido de banquisa,
se encalla, inaudito, cualquier sonido.
7
Nada mella
el espejo de tu hielo, ni siquiera
el largo vértigo de los sueños, cuando
se encaraman en las vigas de los pensamientos
y resplandecen, altos
e inalcanzables: la urdimbre, secreta,
de tus hilos.
8
Contra la sien, en el sueño,
entre las oscuras
paredes de la mente, en los boquetes
infinitesimales de un párpado,
cuando el tiempo no corre, pacificado,
tu resplandor se introduce igualmente:
un chorro imperceptible, ¿un congelado
mensajero?
Canti di Boréa
1
Giungevi, Boréa,
dopo i semi, le spighe, le ombre, – e i venti
luttuosi di novembre. Giungevi.
Nel tuo regno di luce
astrale. Nel cristallo
duro, buio, di un inverno
minerale.
2
Per vie, vago, di spesso ghiaccio,
per lame
taglienti, lungo
i tuoi, inverno, aguzzi cancelli,
tanto mi lega, il cuore, al tuo sovrano
impero.
3
All’assalto del tuo gelo
non c’è sentinella che tenga.
Ci accampiamo su orli
puntuti, su creste
di lingua. Il tempo è una landa lucida
che ci somiglia.
4
Così rari i pensieri, così scheggiate
le vostre lastre, che ogni sguardo
impietra. Gela ogni pista,
quando il giorno arretra.
5
Usciamo, nella notte, in un albore
fiammeo, immateriato: né suoni,
né ombre, soltanto
i fissi lapilli del cielo.
S’invetra ogni pupilla a tanto
gelo.
6
La terra è un immane pack,
sul quale si adagia,
sidereo, immoto,
il tuo scheggiato naviglio:
a un’ancora che stride,
a un cric di banchiglia
s’incaglia, inaudito, ogni suono.
7
Niente intacca
lo specchio del tuo gelo, neanche
la lunga vertigine dei sonni, quando
s’inerpicano sulle travi dei pensieri
e risplendono, alti
e irraggiungibili: l’ordito, segreto,
dei tuoi fili.
8
Contro la tempia, nel sonno,
tra le buie
pareti della mente, nei pertugi
infinitesimi di una palpebra,
quando il tempo non scorre, pacificato,
il tuo chiarore s’intrude lo stesso:
un fiotto
impercettibile, un raggelato
messo?
Imagina
Imagina una celda, una
celda húmeda, oscura, donde
el tiempo (el tiempo) ya
no teje sus
polvorientas telas, donde,
en el oscuro
gotear de las horas (vacíos
aljibes de la inerte
vida), una
bisagra de repente
cede, y un hilo
de luz chorrea, fuerte, como
de espada, desde el tragaluz
(inmenso, altísimo)
del mundo. Así, a veces,
por orden
del Azar, ¡también para ti
es vida!
Immagina
Immagina una cella, una
cella umida, buia, dove
il tempo (il tempo!) più
non tessa le sue
polverose tele, dove,
nel buio
colare delle ore (vuote
cisterne della torpente
vita), un
cardine all’improvviso
ceda, e un filo
di luce fiotti, forte, come
di spada, dal lucernario
(immenso, altissimo)
del mondo. Così, talvolta,
per ordine
del Caso, anche per te
è vita!
Musas
1
En Delfos, me dicen, no lejos
del templo de Ge, hay aún
la sombra de un antiguo sacellum. Allí,
come se lee, el agua
de las Musas se extraía
con cubos
negros como carbón.
2
Oh dulces, oh pensativas, oh salvadas
de oda oscura cura, de vosotros
es el largo sonido, y el sueño
que no miente, y la dorada
pluma, cuando, en las desembocaduras
de un tiempo errante, fabuloso,
erais, entre las orillas,
un aturdiente fuego.
3
¿Te enteras? Entonces
todo el mundo era divino. Era
de junio, era de noche, y un muchacho
las oía. Oía
su canto, el desmemoriante, que subía
desde el pantano morado: soplaban,
en su corazón, los dulces nombres
que no se olvidan; vertían,
sobre su lengua, un suave
humor.
4
«Pastor, – le decían – di
las palabras de oro,
que desde mi tierra
surgen, desde un tiempo que no muere.
Di, anda, repite, pastor, haz
que se calle Céfiro y Bóreas, hiende
el disonante vacío».
5
Así una oscura
miel bajaba a la boca
del muchacho, en la noche de junio
olorosa, en un fuego de bermeja
rosa. ¿Los oyes tú también
los pimpollos que no duermen,
en la tarde olorosa?
Muse
1
A Delfi, mi dicono, non lontano
dal tempio di Ge, è ancora
l’ombra di un antico sacello. Là,
come si legge, l’acqua
delle Muse si tirava su
con secchi
neri come pece.
2
O dolci, o pensose, o salve
da ogni buia cura, di voi
è il lungo suono, e il sonno
che non mente, e l’aurea
piuma, quando, alle foci
di un tempo errante, favoloso,
eravate, tra le rive,
uno stordente fuoco.
3
Ci pensi? Allora
tutto il mondo era divino. Era
giugno, era notte, e un ragazzo
le udiva. Udiva
il loro canto, lo smemorante, che saliva
su dalla palude viola: soffiavano,
nel suo cuore, i dolci nomi
che non si scordano; versavano,
sulla sua lingua, un soave
umore.
4
«Bel pastore – gli dicevano – di’
le parole d’oro,
che dalla nera terra
sorgono, da un tempo che non muore.
Di’, su, ripeti, bel pastore, fa’
tacere Zefiro e Borea, fendi
il dissonante vuoto».
5
Così uno scuro
miele scendeva sulla bocca
del ragazzo, nella notte di giugno
odorosa, in un fuoco di vermiglia
rosa. Li senti anche tu
i bocci che non dormono,
nella sera odorosa?
No puedes exigir un hado especial
Créeme,
ni el tiempo, cruel, alto
y solitario, ni el vórtice delos átomos
que resplandecen
en formas oscuras, inauditas,
ni un cielo
de azules fijos y fulgurantes
tendrán piedad
de nuestros pensamientos. Queda
sólo lo que debe,
y ya es mucho, en el fondo, si no fuera
que también los pimpollos de las rosas presienten,
marchitándose, el peso
de un último abrazo.
Non puoi esigere un fato speciale
Credimi,
né il tempo, crudele, alto
e solitario, né il vortice degli atomi
che splendono
in forme buie, inaudite,
né un cielo
di azzurri fissi e folgoranti
avranno pietà
dei nostri pensieri. Resta
solo ciò che deve,
ed è già tanto, in fondo, non fosse
che anche i bocci delle rose presentono,
sfiorendo, il peso
di un ultimo abbraccio.
Por el mar de los mirtos corríamos un día
Por el mar de los mirtos corríamos un día;
incierta era la hora, y el tiempo de la mañana;
desde el puente del barco mirábamos
juntos las islas dichosas: Kiznos, Serifos
Sifnos, Milos: nombres
de miel sobre el quieto cobre
del día. Exultaba
el verano, el cielo
era un líquido sendero: al bajar
del transbordador, también las sandalias
eran oro, el café
un fuego negro.
Sul mar dei mirti un giorno correvamo
Sul mar dei mirti un giorno correvamo;
vaga era l’ora, e il tempo del mattino;
dal ponte della nave guardavamo
insieme le isole beate: Citno, Serifo,
Sifno, Milo: nomi
di miele sul quieto rame
del giorno. Tripudiava
l’estate, il cielo
era un liquido sentiero: scesi
dal traghetto, anche i sandali
erano oro, il caffè
un fuoco nero.
Como una chusma, durante mucho tiempo
Como una chusma, durante mucho tiempo
golpeada por las olas –oscuras, abismales –
de un mar perenne-
mente enojado, cuando
de repente se recorta – balanceante, hipnótica –
la hoz de una bahía , y todo
resplandece, ondea, está
como suspendido en un recodo
de tiempo quieto,
feliz
– así nos despertamos, después
de una larga travesía, y divisamos
tus orillas, Melos, de luz
y viento.
Come una ciurma, a lungo
Come una ciurma, a lungo
sbattuta dai marosi – scuri, abissali –
di un mare perenne-
mente corrucciato, quando
all’improvviso si staglia – cullante, ipnotica –
la falce di una baia, e tutto
riluce, ondeggia, è
come sospeso in un’ansa
di tempo quieto,
felice
– così ci svegliamo, dopo
una lunga traversata, e scorgiamo
le tue prode, Melos, di luce
e di vento.
Arde en vosotros, olas, como un fuego
Arde en vosotros, olas, como un fuego
severo,
un aliento de ámbar mineral. Todo
está en vuestro azul sentido, en este
tiempo fijo
de luz y sal.
Brucia in voi, onde, come un fuoco
Brucia in voi, onde, come un fuoco
severo,
un fiato d’ambra, minerale. Tutto
è nel vostro azzurro senso, in questo
tempo fisso
di luce e di sale.
Fluía la vida como una miel
Fluía la vida como una miel
demasiado dulce, demasiado fuerte. Subían
a los grandes cielos, vastos como el tiempo, sagrados
como un icono, gritos
de una vida trastornante, suspendida. Deslumbrados
los ojos se asombraban. El corazón no. En un día
más seguro, secreto, pensaba, en la yema
cerrada, en su entorpecido sueño, en el fruto
que se pudre, aturdido, entre la fronda.
Scorreva la vita come un miele
Scorreva la vita come un miele
troppo dolce, troppo forte. Salivano
ai grandi cieli, vasti come il tempo, sacri
come un’icona, gridi
di una vita frastornante, sospesa. Abbacinàti
gli occhi stupivano. Il cuore no. A un giorno
più scuro, segreto, pensavo, alla gemma
chiusa in un suo torpido sonno, al frutto
che marcisce, stordito, tra le fronde.
Tibias sombras
Tibias sombras
escondidas en las habitaciones
madera dulce del mundo
en una tarde de junio,
entre olas polvorientas, soñolientas
que se levantan altas
en un azul lento y ventoso
en un azul
que destella extremo
arduo
entre fuegos necesarios, remotos
espejos ustorios
de un destino al acecho
entre vosotros y yo
en una tarde del sesenta y uno
en una orilla del noventa y dos
en el polvo férreo de un corazón
en un humilde sonido
en un salvado dolor
Orígenes
Canto lo que fue antes
y lo que vino. Todo
estaba suspendido en una
quietud larga, en el fuerte
vacío. El cielo
desmesurado, flotante quilla, estaba
mudo. No había
hombres, ni bestias, ni piedras;
ni fronda, ni hierbas, ni alas en las
arduas terrazas
del cielo. Sólo
el sol existía,
y no tenía nombre. La tierra
no existía; sólo existía
el mar, y su verde
piedra. No había nada
reunido, nada
que resonara en el cielo. Nada
se movía, ni acá ni allá; nada
nadaba en el mar de piedra. Sólo
quietud, y un célibe
ojo de piedra. Nada, os digo,
existía. Sólo, existía, el estruendo
del mar, allá, en aquella oscuridad
antigua, como una antigua
piedra.
Son dos las puertas del sueño
Son dos las puertas del sueño:
una es de cuerno, la otra de marfil.
Por esta última pasan imágenes
vanas, sonidos de delirio, sombras
no verdaderas; mas por la otra, cuando
raya el alba, y los ojos ceden
ante el hierro del sueño, es la vida
que ves, la limpia vida, trazada
en signos sencillos, en nombres
que hablan: a ella te diriges
como a hojas de una luz
quieta, humilde, que todos, iguales,
nos calienta.
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