Juan Gregorio Regino nació en México, Nación Mazateca, en 1960. Su poesía está arraigada de la tradición oral presente en la cultura mazateca de la que forma parte, donde ha hurgado la memoria para encontrar nuevos caminos a la literatura. Su poesía se ha difundido en diversos países como: España, Francia, Italia, Serbia, Cuba, Argentina y Estados Unidos. En 1996 obtuvo el Premio Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas, otorgado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha publicado dos libros de poesía: Tatsjejin nga kjaboya (No es eterna la muerte) y Ngata’ara Stsehe (Que Siga lloviendo). Una parte de su producción poética ha sido traducida al inglés, francés, italiano, serbio y catalán. Prestigiados intelectuales se han ocupado de su obra como: Eliot Weinberger, Jerome Rothenberg, Miguel León – Portilla, Carlos Montemayor, Earl Shorris, Philippe Ollé – Laprune, Elvira Dolores Maison, Donald Frischmann y Ramón Torrents.
La literatura mazateca es básicamente oral, está presente en los actos sociales y ceremoniales más simbólicos de la vida comunitaria, ha permitido que se perpetúen valores, creencias y saberes, así como una visión del mundo y una forma particular de crear cultura. La literatura mazateca tiene sus propios patrones estéticos, una manera particular de narrar y versificar, así como diversos géneros literarios: éhen chijnie, que es de tipo ceremonial empleado para interceder entre lo profano y lo sagrado; én xcha es el género que explica el origen del mundo, los hombres, los animales y las cosas; én kján es la palabra para entretenimiento donde abundan las comparaciones y el buen humor y én kjuabotixoma en el que se agrupan las normas y enseñanzas que se transmiten a las nuevas generaciones y que se expresan públicamente.
La literatura mazateca se renueva constantemente, los én chijnie, én xcha, én kján y én kjuabotixoma se construyen y reconstruyen con mucha rapidez, enriqueciéndose y adaptándose a los nuevos tiempos.
Poemas de Juan Gregorio Regino
(Nación Mazateca, México, 1960)
I
Cuatrocientos zontles de distancia.
Cuatrocientas leguas al infinito,
luz, oscuridad, imágenes.
Hasta ahí llega la voz del sabio,
el cantor sobador de dolores.
Entre las imágenes divinas.
Entre las imágenes terrenales,
se escucha su voz suave,
su cantar divino, su plegaria piadosa.
Él cruza la senda de la vida,
llega hasta el ndoba isien
Allá platica,
allá discute,
allá aboga
con los dioses que rigen el destino del mundo.
La brisa lo arrulla,
el rayo dormido lo acecha,
retumba su voz piadosa
en el centro del universo.
II
Señor de los cerros, dice
señor de las cuevas, dice.
Duendes del arroyo, dice
padre de la tempestad, dice.
III
Así es como está tendido el día,
así es como está tendida la imagen,
siete leguas de distancia,
siete zontles al infinito.
Hasta aquí se escucha mi voz
hasta aquí se tiende mi espíritu,
casa de seres principales.
Soy yo quien hace su presencia,
el sabio, el guía, el adivinador.
Porque yo tengo el permiso,
porque yo tengo la licencia
de entrar al lugar sagrado
donde yacen los libros sabios.
Benditos sean ustedes
por vivir en la casa limpia.
Gracias por la luz que alumbra,
gracias por la noche que llega.
Hasta aquí llegan mis pasos,
hasta aquí llega mi presencia,
en esta casa que da sombra,
en esta casa que refresca.
LLÁMAME
Llámame, cuando sientas que el susurro
de la noche fría y solitaria te desnuda
o cuando el silencio bese tu boca
llenándola de inquietud, llámame.
Yo sé desvestir la soledad
de mil formas bellas, llenar la noche
trémula de apasionadas caricias.
Acostarme con los sueños infieles
callados a la luz del día.
Llámame, bastará un instante de mi vida
para eternizar la dicha de saber que existes.
MI MUJER
Mi mujer tiene una fuerza extraña,
desde pequeña, creció con ella,
la trae en sus huesos y en sus venas.
Su rostro no pierde color
toma mayor fuerza con el sol.
Su corazón no se acongoja,
tiene vida de noche y de día.
Entre el fuego y el frío,
la llama de su ternura,
disipa mi tristeza,
cubre mi humanidad.
Mi mujer tiene una fuerza extraña,
en su sangre y en su piel se esconde,
como estatua la vuelve firme
y es como un roble en mi corazón.
QUE SIGA LLOVIENDO
Que no te dejo en paz,
que cada vez que te menciono interrumpo tu
viaje.
Que estás cansada de mí,
decepcionada, enfadada .
No me lo tomes a mal,
sólo quiero borrar tu silencio,
derramar tinta, sentimientos,
recuerdos.
Sólo deja que broten
y que siga lloviendo.
Habrá un espacio también para la noche,
entonces entre las sábanas
tendrán eco mis palabras.
DIAS Y NOCHES
Cuatro días y cuatro noches
has estado clavada en mi mente.
Allí has hecho tu casa,
enmedio de las imágenes
que cuelgan en las paredes.
Has borrado las ausencias,
los rostros y los demonios
que se ocultan en mi piel.
Hurgas mi inconsciente a cada instante
como si mi alma fuera tuya.
Desde que vine a vivir aquí
nadie me había arrebatado el tiempo:
mueves mi mundo, robas mi silencio
LAS MUJERES DE DON JUAN
Don Juan tiene tres mujeres,
tres buenas mujeres.
Una es la mayor y es la mujer principal.
Ella inicia el día,
rompe la noche y
aleja el sueño.
Ella es el tiempo.
Ella es la guía.
Ella es la embajadora fiel
de los amores de don Juan.
La segunda es la mediana,
su pecho es un inagotable
manantial de amor.
Amamanta al hijo de las otras
con el mismo que el hijo suyo.
Ella es la mujer tortilla.
Ella es la mujer pozol.
Ella es la mujer metate.
La tercera es la más joven,
la que habla y canta
como una niña.
Ella es la mujer de los brillosos listones.
Ella es la mujer de los huipiles de gala.
Ella es la mujer de las soguillas de piedra.
Ella es la mujer electa
para velar el cuerpo de don Juan.
AMAR EN MAZATECO
Me dejo querer en mazateco;
levanto la falda del cerro,
sus senos se endulzan en mi boca.
Abro sus venas, me baña de placer,
la penetro, estoy adentro,
gozo, de pasión grito.
Me quiere, es un amor extraño
dificil de entender en castellano
¿QUÉ HARÁS TÚ?
¿Qué harás tú cuando yo me vaya?
Cuando yo me vaya y no aparezca más
ante la sombra del sol y de la luna.
Cuando el mundo se apague
y vengan los terremotos y relámpagos.
¿Qué harás tú?
¿A quién abrazarás?
Si después de todo, en otro cielo o infierno.
¿Tendrás las fuerzas para dormir con mi recuerdo
y que mis palabras te abracen y te toquen?
Yo no sé en ese mundo, ¿qué harás tú?
PIENSO EN TI
Hace frío, gruesas gotas de rocío
resbalan por las mejillas
frescas de las flores.
El fuego del fogón te alumbra
y te guía. Te dan su calor
las brazas que se encienden
al amanecer.
La leña seca se diluye
en nuestro espacio.
Tus manos diligentes apuran al comal
para que al abrir la puerta al día
no quede un solo rastro de tus huellas.
Yo voy silbando entre gaviotas.
Deshaciendo los nudos de la noche.
Dirigiendo el bongo hacia
la profundidad del río,
y allá, indefenso y sólo,
a merced de la luna,
pienso en ti.
HAN MUERTO TODOS
Estoy solo;
en la sombra los descarnados pululan.
Ya no hay vida en la mirada.
El barro conjura llagas.
Todas las veredas llegan
al único camino que existe.
El misterio
sólo en la obscuridad es transparente.
Nadie responde.
El silencio también
es una forma de gritar
y yo me voy gritando;
estoy solo, en la casa de plumas de quetzal
descansan todos.
Estoy solo;
en la sombra los descarnados pululan.
Ya no hay vida en la mirada.
El barro conjura llagas.
Todas las veredas llegan
al único camino que existe.
El misterio
sólo en la obscuridad es transparente.
Nadie responde.
El silencio también
es una forma de gritar
y yo me voy gritando;
estoy solo, en la casa de plumas de quetzal
descansan todos.
CONOZCO LA LENGUA DEL MUNDO
El mundo ya gira conmigo,
ya me va abriendo sus puertas.
Puedo escuchar a quienes hablan,
a quienes ríen, a quienes lloran.
Voy descubriendo el misterio del mundo.
El mundo ya gira conmigo,
me enseña y me habla.
Porque yo conozco la lengua del mundo.
Porque yo conozco la lengua del cerro,
del trueno, del árbol y del día.
Porque yo conozco la lengua del sol.
Porque yo conozco la lengua de la piedra,
de la tierra, de la flor y de la noche.
Porque yo conozco la lengua de la estrella.
Porque yo conozco la lengua de la luna,
de la nube, del mar y de la muerte.
Que vengan ahora las flores.
Que vengan ahora los pájaros.
Que vengan ahora los gallos.
Que canten conmigo.
Que llegue ahora el copal.
Que llegue ahora el tabaco.
Que llegue ahora el cacao,
que me escuchen.
Ellos serán mis guardias.
Ellos serán las llaves
que me abrirán las puertas.
Ellos me vigilarán
en lo nítido, en lo visible,
en lo oscuro y las sombras.
Ellos serán mis guardias.
VEINTE DÍAS
Guardemos nuestro amor por veinte días.
Veinte días de paz para iniciar la limpia.
Guadermos nuestro sexo en el petate
para aliviarnos, y así detener nuestra vida
para viajar al futuro.
Guardemos nuestra inquietud de madrugada,
en las noches hagamos oraciones que la alejen,
y que nada entre o salga de esta casa,
ni siquiera el suspiro del humo
o la brisa que cachetea el viento
Matemos nuestra carne con incienso,
detengamos la pasión que nos consume,
porque la carne es una hoguera que quema.
Condenemos así la carne frágil y
que nuestra alma vuele y llegue
adonde no hay límites ni abismos.
Allá donde sólo nosotros conocemos la puerta,
como si fuera nuestra casa.
Allá donde únicamente caben
los que son parte del mundo;
los que cuidan y llenan de luz el universo.
Los que pueden sostener una vela durante
veinte días,
mientras menstrúa la luna.
NUESTRA INFANCIA
Nuestra infancia es sólo un recuerdo
demasiado vago.
Qué lejos quedó aquella tierra
que nos vio crecer.
Salieron los primeros suspiros
sin darnos tiempo de madurar.
Despertamos apenas
y ya somos hombres,
y ya somos padres
sin darnos tiempo de mirar el futuro.
No volveremos a jugar
aunque salte nuestra mente buscando juguetes;
ya somos padres
y el tiempo no nos da tregua
para pensar;
tropezamos y nos desmayamos,
no hay tiempo para curarnos;
no existen nuestros sueños en ningún cielo,
no existe nuestra edad
en ningún calendario.
Apenas ayer salieron nuestros primeros suspiros
y ya somos padres.
No hay tiempo de madurar, no lo hay.
(REVISTA DE POESÍA PROMETEO)
FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA DE MEDELLÍN
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