Natalia Litvinova
Nació en Gómel, ciudad de Bielorrusia, el 10 de septiembre de 1986.
Reside en Buenos Aires desde los 10 años. Publicó notas y ensayos en diversos medios y traduce a los poetas rusos Anna Ajmátova, Marina Tsvetáieva, Yulia Drúnina, entre otros. Dirige los blogs:www.ciclopaenlabocadeunmudo.blogspot.com ywww.animalesenbruto.blogspot.com
En 2010 publicó Esteparia (Ediciones del Dock)
UNA MUERTE CLARA
Nunca vi una muerte
tan transparente
como la que amanecía
al lado de mi ventana
trenzada con las ramas
de los abedules blancos.
Nunca vi una muerte
tan desamparada
robándole el cobijo
a los niños gitanos
ante la caída del cuchillo
de nieve.
Nunca vi una muerte
que sin pronunciar nombre alguno
abrazaba cualquier cuerpo
con suavidad minuciosa.
Nunca más volví a ver
una muerte tan clara
como aquel septiembre
del año invisible
cuando la patria se extinguía
como un animal preciado
y solo yo lo supe.
GÓMEL
mi abuelo lo único que hacía era afeitarse y temblar
frente al televisor.
mi padre todas las mañanas se perdía en el campo,
transformado en un punto tridimensional de la nieve.
regresaba con una sonrisa mística en su rostro
y nadie sabía por qué.
en verano también esa misma sonrisa y frutillas
en sus manos, en primavera frambuesas.
la sonrisa de mi padre traía frutos maravillosos.
mi abuelo temblaba cada día más, su cabeza recaía
como mandolina y se erguía como un piano.
un día mi padre regresó con manzanas
mi abuelo dio con la clave del silencio.
en verano también esa misma sonrisa y frutillas
en sus manos, en primavera frambuesas.
la sonrisa de mi padre traía frutos maravillosos.
mi abuelo temblaba cada día más, su cabeza recaía
como mandolina y se erguía como un piano.
un día mi padre regresó con manzanas
mi abuelo dio con la clave del silencio.
DESAPARECIDOS
Buscando con los labios
espacios secos entre la lluvia
encontró ese rostro desaparecido.
Y lo puso en su antiguo sitio
y descubrió que también
era el errado.
AULLAR COMO QUIÉN
Me fue dado el don de penetrar sin permiso todo lo que está lejos,
pero no volver.
Ese abedul no es.
Soy yo estremeciendo mi alma debajo de su piel nívea.
Volver. ¿Hacia la guarida de lobos?
Volver en ruso no es lo mismo que en castellano.
Y volver en los dos idiomas – doblemente imposible.
DÍAS COMO NINGUNO
Las pestañas de mi madre roen el cielo.
Detrás de su espalda, la implosión del jardín,
la hierba embebida de sol, a punto de caer el pino.
Mi padre se pone su gorro de cuero,
torna los ojos ante lo que ciega,
abre la puerta, entra en la nieve
y todos los días no regresa blanco.
Desde entonces no hago poemas,
tan solo invierto nombres,
voy arando campos
para desentrenar
a los soldados de mi guerra.
PROFETA
El lenguaje
es piedra
que la mano no supo arrojar.
En cualquier mundo
los ojos del santo,
del poeta
y los míos,
son dos luceros arrodillados
que describen
la eternidad que avanza
con una navaja.
Lâcheté
No llorar,
no interrumpir
el desierto de los ojos,
averiguar la vida,
no descansar en la muerte,
romper el conocimiento
con inocencia y con la mano,
borrar la memoria de la frente,
no aullar con los lobos,
no aullar sin ellos,
no indicarle a las flechas
la hora del corazón caliente.
no hay idioma que contenga
cada palabra
es piel de la nieve
una niña con una rama
escribe sobre ella
la nieve se derrite
la niña también
mano
acariciá a tu hija
que pide una docena de guerras
como rosas tachadas
para recomponer su cuerpo
POEMAS SIN NOMBRE
1
Esa era la hora o el tiempo del tiempo, cuando el sol apenas muerto quebraba sus rayos contra las hojas de la parra y ese verde claro en los ojos como salvación.
Viva, muerta, inseparable de las manos del sol que subían por mis piernas. Mis padres no estaban, no habían nacido, el lento movimiento de la naturaleza se encargó de eso.
2
Un cielo desmedido. Lo densidad de los parques. Las formas de amor se deforman. Los azulejos rotos de la iglesia. La imposibilidad de tocar un pájaro. Vivir con la mano estirada. Rasputin no murió. Desnudarse entre los girasoles. El anillo ciega el dedo. Te amo tanto. La infancia no es más que abrazar un árbol, una costilla rota por no ver en la oscuridad. La gitana no me mintió.
3
Siempre queda impune. Estoy rota de amor, repite, estoy rota. Lastima un corazón, corta las arterias, ablanda. El amor es una mancha de nacimiento, repite, y no le tiene miedo a la muerte.
POEMAS QUE ME HA FACILITADO
PARA LA ANTOLOGÍA LA POETA NATALIA LITVINOVA
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