Teresa Colom (Seo de Urgel, 1973) es una escritora andorrana. Después de licenciarse en ciencias económicas y empresariales en Barcelona, dirigió su carrera profesional hacia el campo de las finanzas. Además, dedicó una parte de su tiempo libre a escribir poesía. En 2004 dejó el trabajo en la entidad bancaria donde había estado trabajando para dedicarse a escribir. Obra: Com mesos de juny, Edicions del Diari d'Andorra, Andorra la Vella, 2001; La temperatura d'uns llavis, Edicions del Diari d'Andorra, Andorra la Vella, 2002; Elegies del final conegut, Abadía Editors, Maçaners, 2005; On tot és vidre, Pagès Editors, Lleida, 2009. Premios literarios: Premio del Concurso de Poesía de la Biblioteca Pública del Govern d'Andorra, 2000; Premio Grandalla de Poesía del Cercle de les Arts i de les Lletres d'Andorra, 2000.
Las casas no son paredes y una puerta,
las casas son una puerta con llave y opacas paredes
– y ventanas también, pero tan solo ventanas –
porque si las casas fuesen de vidrio acabaríamos en un rincón,
implorando paredes, aplastados por el vértigo de una casa
encarada hacia la inmensidad de las estrellas.
Nos dirigimos al cielo y al horizonte
pero necesitamos cerrar la ventana y poner en un jarrón las flores.
Y mirarlas; concretas, nuestras,
sin que su mundo nos devuelva la pregunta.
· On tot és vidre (Pagès, 2009) [‘Donde todo es vidrio’].
Cuando del silencio de las cosas emana todo aquello
que llegaremos a saber
las miradas que de día miran al suelo se nos van a las estrellas.
Abrimos la trampilla a nuestras ballenas para verlas saltar,
conocedores de que su peso será el áncora de retorno hacia las aguas
profundas.
Y volveremos a hundir los errores por los que no hay consuelo,
los deseos vacíos de esperanza,
las preguntas sin respuesta;
pero antes puede que veamos en las estrellas
la espuma de un mar
y después, en los árboles, la espuma de un mar,
para acabar viendo en el silencio de las cosas
la espuma de un mar.
· On tot és vidre (Pagès, 2009) [‘Donde todo es vidrio’].
En la quietud del ártico comienzan a crujir
moléculas de agua.
Belugas abren la costra que las separa del aire
hasta que el forzoso invierno las cierra.
Tienen el tiempo contado para encontrar la brecha
donde el afamado oso blanco espera.
Las belugas lo perciben. Atrapadas,
emergen, una vez y otra, se reparten el sufrimiento.
El oso tiene más posibilidades si se centra en una
y cuando, medio descarnada, la saca del agua
a ella le queda todo claro.
La mente es el depredador que nos acecha
y es la primavera que deshace el hielo,
un oso famélico como la fragilidad de nuestro ánimo
en un mundo que no perdona a los heridos.
Sentimos sus uñas.
Nos agujerean en días cualquiera sin acabar con nosotros.
Somos belugas a las que nunca sacan del agua
pero algunas pierden la esperanza
y nada nos queda claro.
· On tot és vidre (Pagès, 2009) [‘Donde todo es vidrio’].
Me aparto un hilo de araña de la cara.
Lo he hecho tantas veces, como si yo no fuese
la araña muerta.
Morir tantas veces en el tiempo y no hacer caso.
Cuántas estrellas lanzamos al cielo
que, todavía calientes, vuelven a caernos encima.
Tantas que ni nos agachamos a recogerlas,
que ni nos apercibimos que vivimos
lanzando al cielo
las estrellas que conforman nuestro suelo.
Y entre los pilares corre aire.
No decimos decepción, decimos soledad.
· On tot és vidre (Pagès, 2009) [‘Donde todo es vidrio’].
Hacia falta un cuerpo, como la urna para las cenizas
para que no se dispersasen,
para que no se fundiesen con las cenizas de los mares, de los árboles,
de los otros.
Porque cuando la mano fuese a tocar, la mano estuviese
y fuese de alguien.
Porque los vivos no fuesen los muertos
y los muertos hubiesen existido.
Porque no se pudiera optar por no ser nada.
Porque en la oscuridad la mirada fuese hacia fuera
y afuera hubiese tierra y estrellas.
Hacía falta un cuerpo
pero para contener no sé qué.
· On tot és vidre (Pagès, 2009) [‘Donde todo es vidrio’].
Ayer ya tenía los ojos abiertos
y hoy tengo muchas historias que comienzan y acaban.
Cada una engarzada en la que llega
y todas en mí.
Ahora son inalterables como la expresión de una muñeca.
Muñecas que continúan de pie
en los estantes de una habitación
que dejó de ser mía hace tiempo.
Las hay de épocas oscuras
y de las épocas oscuras muchas ríen
y me extraño
pero recuerdo aquellas carcajadas.
¿Era feliz?
Reía como los colores insólitos tomados por una flor
forzada a sobrevivir.
· On tot és vidre (Pagès, 2009) [‘Donde todo es vidrio’].
Un león parece un león.
Una araña parece una araña.
Pero detrás de los ojos de un hombre te puede estar mirando
cualquiera.
Me han dicho palabras
que se enredaron al cuello
y han serpenteado en mis cabellos.
A menudo he parecido más feliz
de lo que era.
Las sonrisas atraen el veneno de las serpientes.
· On tot és vidre (Pagès, 2009) [‘Donde todo es vidrio’].
En un cuadro de Gustav Klimt
Desnúdame.
Dibuja mis formas de mujer.
Envuélveme,
escóndeme con ropas de colores,
con generosos dorados.
Haz de mi el mejor paisaje.
Déjame hacerte creer que duermo
para que puedas despertarme.
A mí, que soy de verdad,
rodéame de sueños,
vísteme con mis cabellos,
con brillos de pasión estética y descarada.
Barnízame de deseo,
siente mi piel mirándome.
Mírame,
que me dejo;
como en un cuadro de Gustav Klimt.
· La temperatura d'uns llavis (Ed. del Diari d'Andorra, 2002) [‘La temperatura de unos labios’].
Elegía I
Los matices entre nuestras existencias son tan parecidos
que todos preguntamos lo mismo en voz alta
y después, silencio.
No se escucha nada en estos silencios callados,
y preocupados por repetir la pregunta
nos olvidamos de la respuesta
creyendo que carecen de perfume las flores que buscan mariposas.
No hay flores equivocadas.
Que la pregunta sea importante
está relacionado con la dimensión de la necesidad
no con la de la respuesta,
y la respuesta responderá a la necesidad, no a la pregunta.
De todo el cielo yo sólo veo una parte,
cuento el tiempo como noches y días, los distingo por un cambio de tono,
y el cielo que hay detrás ni siquiera es azul.
¿De qué le serviría a la flor que la luz que muestra sus colores
no contrajera las pupilas?
No hay flores equivocadas porque su conciencia
no les permite respuestas mayores a su vida;
y no preguntan,
pero las flores no se acaban.
Si por la verdad que hay detrás dejase de ver las caras,
sabría de almas, pero no tendría amigos.
La verdad, sin preguntarse nada, serían unos ojos inútiles,
una esperanza que, curiosa por el sentido de la espera,
me habría hecho perder el tiempo,
sería salivar ante el amarillo sin haber pasado nunca por la fruta.
Ser, antes de llegar, allá donde me dirijo
me quitaría el sabor a vida
y me dejaría sin la parte cierta de la verdad.
Verdad, si no eres de verdad,
qué me importa que no seas sucedáneo,
si mis calles son escuelas de tu intención
verlas tan sólo como decorados
me alejaría de ti una vida más.
¿Dónde podría agarrarme cuando la imaginación no pudiese responder
a las necesidades de mi condición humana?
Vería a la misma distancia escaparates y perros
y me hundiría si sintiese que peso más que el cartón.
¡En qué me convertiría yo más que en el drama de una locura
dentro de un cuerpo en un espacio sin tierra ni techo!
No te puedo saber porque no te he de saber.
Se buscarán respuestas intocables para que se te acerquen;
es una conclusión humana y, en cambio,
todo lo que es humano nos parece poco.
Sería estraño, Verdad,
que no necesitásemos mecanismos de defensa propios,
que se hubiesen tenido en cuenta los miedos de todos
menos los nuestros,
sería extraño un pez muerto fuera del agua con las branquias nuevas;
para un pez sería extraño.
Desde el cielo, su propia perspectiva es la de un pez seco,
un pez con branquias, sin agua;
un hombre con esperanza que cree ver contestadas las preguntas
que todavía teme.
· Elegies del final conegut (Abadia editors, 2005)
[‘Elegías del final conocido’].
No sé si el vidrio se agrieta por la parte
más frágil de la roca
ni si en la ruptura siente la libertad del mar.
Vidrio que no volverá a ser arena.
Si me golpeas, yo me parto por donde tú pasaste.
Tu nombre me lleva hasta La Costa Esqueleto,
la playa donde descansan mis naufragios.
· On tot és vidre (Pagès, 2009) [‘Donde todo es vidrio’].
Traducciones de Concha García
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