Ruriko Mizuno
[Tokio, 1932] hizo estudios de literatura francesa
en la Universidad de Tokio pero vive en Yokohama,
donde hace parte del consejo de redacción
donde hace parte del consejo de redacción
de la revista Hyoutan.
Ha traducido al japonés las Décimas de Violeta Parra.
Ha traducido al japonés las Décimas de Violeta Parra.
Algunos de sus libros son La enciclopedia ilustrada
de los animales (1977), El caballo de Rapunzel (1987),
Hermana menor de los ojos avellanados (1999),
Mondaorejas de ballena (2003) y Noche de la marca
conejo (2003.
EL CABALLO DESBORDANTE
Es un terreno fangoso de primavera.
De la superficie nacen caballos,
con brío, como los melones que se maduran.
Cuando flamean sus crines,
se mueven como cachipollas...
Se meten en mi sueño,
y atraviesan todos los rincones,
dejando una sensación de fuelle vivo...
(Hay un caballo que, borrado en un recodo,
se convierte en una mata amarga de ortiga).
Yo siempre pensaba
que la primavera llegaba así de afanada.
(Al desplazarme en medio del sueño,
dándome vueltas, uno de mis ojos reconoce
una luz de la casa vacía que desconozco,
y el otro una vela encendida que se consume
al otro lado de la cama
tambaleante).
de muchas partes,
se levanta el aroma vegetal hacia la ventana,
y ahí al lado, desamparado,
relincha un pequeño caballo.
(¿Acaso... le di agua?),
me quedé con la duda.
La sensación de pelaje...
parecida a la costra del árbol,
la llegada de los caballos... tan abrupta.
La tierra se crispa como pellejo...
En el sueño de primavera se extienden
pisadas dispersas de los caballos
que no volverán jamás.
El cielo de la nevera
Un bocadillo de invierno en un plato
en cuyo extremo
sin cesar
está nevando.
(El mundo es mítico.)
Una noche así,
en un rincón del cielo,
agoniza un gigante,
con su campo de cultivo manchado de sangre...
Una noche así,
en el revés de las estrellas
el sol del ocaso burbujea susurrante,
mientras la madre difunta da a luz un bebé
sobre la sábana ondulante color rosado.
(El mundo gira varias veces).
Cierro la puerta,
y en la cocina, lejos de la bóveda celeste
lavo las fresas del invierno pleno.
Bajo el encierro del cielo nocturno,
el plato helado
se atrasa
en el sueño.
El universo lechuga
En la penumbra del sueño
se vislumbra el cielo color yerba.
Los objetos interplanetarios
(Sin embargo, ya en ese instante,
revolotea una polilla en la bóveda celeste,
intentando poner nebulosas de huevos
sobre una hoja medio enrollada con ternura…)
¿Desde cuándo sería?
Una oruga azul
mastica con chasquidos rítmicos
el interior de la lechuga,
llenando el intestino verde claro
de la penumbra cósmica
sin cesar.
EL CABALLO DESBORDANTE
Es un terreno fangoso de primavera.
De la superficie nacen caballos,
con brío, como los melones que se maduran.
Cuando flamean sus crines,
se mueven como cachipollas...
Se meten en mi sueño,
y atraviesan todos los rincones,
dejando una sensación de fuelle vivo...
(Hay un caballo que, borrado en un recodo,
se convierte en una mata amarga de ortiga).
Yo siempre pensaba
que la primavera llegaba así de afanada.
(Al desplazarme en medio del sueño,
dándome vueltas, uno de mis ojos reconoce
una luz de la casa vacía que desconozco,
y el otro una vela encendida que se consume
al otro lado de la cama
tambaleante).
de muchas partes,
se levanta el aroma vegetal hacia la ventana,
y ahí al lado, desamparado,
relincha un pequeño caballo.
(¿Acaso... le di agua?),
me quedé con la duda.
La sensación de pelaje...
parecida a la costra del árbol,
la llegada de los caballos... tan abrupta.
La tierra se crispa como pellejo...
En el sueño de primavera se extienden
pisadas dispersas de los caballos
que no volverán jamás.
El cielo de la nevera
Un bocadillo de invierno en un plato
en cuyo extremo
sin cesar
está nevando.
(El mundo es mítico.)
Una noche así,
en un rincón del cielo,
agoniza un gigante,
con su campo de cultivo manchado de sangre...
Una noche así,
en el revés de las estrellas
el sol del ocaso burbujea susurrante,
mientras la madre difunta da a luz un bebé
sobre la sábana ondulante color rosado.
(El mundo gira varias veces).
Cierro la puerta,
y en la cocina, lejos de la bóveda celeste
lavo las fresas del invierno pleno.
Bajo el encierro del cielo nocturno,
el plato helado
se atrasa
en el sueño.
El universo lechuga
En la penumbra del sueño
se vislumbra el cielo color yerba.
Los objetos interplanetarios
con color verde claro
forman torbellinos vehementes,
y luego se inclinan como soñando
para coagularse en estrellas parpadeantes
que llenan el cielo.
Ese es el universo lechuga
forman torbellinos vehementes,
y luego se inclinan como soñando
para coagularse en estrellas parpadeantes
que llenan el cielo.
Ese es el universo lechuga
en estado primordial…
En esas estrellas
todavía no se han instalado las mesas
En esas estrellas
todavía no se han instalado las mesas
de los humanos,
ni se han sembrado las semillas del apetito…
Las lechugas, que todavía no toman
ni se han sembrado las semillas del apetito…
Las lechugas, que todavía no toman
formas vegetales,
se arraigan con elementos químicos
en el terreno de las plantas oscuras
como permeándolas
se arraigan con elementos químicos
en el terreno de las plantas oscuras
como permeándolas
(Sin embargo, ya en ese instante,
revolotea una polilla en la bóveda celeste,
intentando poner nebulosas de huevos
sobre una hoja medio enrollada con ternura…)
¿Desde cuándo sería?
Una oruga azul
mastica con chasquidos rítmicos
el interior de la lechuga,
llenando el intestino verde claro
de la penumbra cósmica
sin cesar.
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