Publicó Lejía (Último Reino, 1988); No es el aura de Kant (Último Reino, 1992); El pasto azul (Último Reino, 1996); Estancia La Adivinación (Último Reino, 1998), Música desconocida para viajes (Deldragón, 2002), la antología Estrellas en el vidrio (selección de Jorge Boccanera, Colihue, 2003) y La sombra de todo (Bajo la luna, 2007).
Integró el consejo de redacción de la revista Último Reino y fundó la Editorial Universitaria de la Patagonia.
Publicó crónicas en Patagonie. Une tempete d´imaginaire (Autrement, 1997). Editó la obra de Juan Carlos Bustriazo Ortiz, Herejía bermeja (En Danza, 2008), Desorbitados. Poetas novísimos del sur de Argentina (Fondo Nacional de Artes, 2009) y Excéntricos. De Bustriazo Ortiz a Zelarayán (en prensa). Una selección de su obra, traducida por Ben Bollig, ha sido publicada en Gran Bretaña y EE.UU. Ha realizado lecturas y dictado conferencias en Ecuador, España, Gran Bretaña y México. Es autor de una serie de antologías que incluye Sur del mundo. Narradores de la Patagonia (El Patagónico, 1992); Patagónicos. Narradores del país austral (IMFC-Desde la gente, 1997) y Los mejores relatos de la Patagonia, de Verne a Bayer (Ameghino, 1998). Recibió el Primer Premio Nacional de Poesía del Fondo Nacional de las Artes (2006) y el Primer Premio “Raúl González Tuñón” del Fondo Nacional de las Artes y el Centro Cultural de la Cooperación “Floreal Gorini” (2005).
Durante varios años coordinó talleres de creación poética en distintas ciudades, con el patrocinio de la Fundación Antorchas. Es profesor de la Universidad Nacional de la Patagonia. Dirige Espacio Hudson, Centro de Artes & Cultura, y el periódico El Extremo Sur.
LOS DESEOS IRREPRIMIBLES
Cuando la mano ya inició
el movimiento
uno tiene la conciencia fugaz
del mal que está por cometer.
La ropa caerá,
el vino será derramado,
el corazón sangrará para siempre.
Pero uno no puede detener el movimiento.
GUERREROS EN LOS POSTIGOS
Haría falta una ventana,
una gran ventana.
Por ella podrían verse
las lluvias equinocciales, los simunes
de treinta días,
los desfiles guerreros que han perdido
su guerra.
Tras esos vidrios deberían estar
los viajes imaginarios de diez generaciones
por aire, mar y tierra.
¿Existe esa ventana opaca
frente a un sillón de mimbre
con el reflejo de mi cara
en la noche?
Como una procesión, soldados irreconocibles
se esconden tras los postigos
por miedo a una guerra que aún no comenzó.
EL SONIDO DE LA ETERNIDAD
Al mendigo le obsesiona el sonido del mar.
No hay barco que navegue sobre él
y decida llevarlo,
pero es mejor así:
los barcos son símbolos de eternidad
sólo vistos desde la playa.
Esta playa, además,
es fría y helada,
y entre las piedras cubiertas de mugre
el mendigo escribe poemas
sobre la eternidad.
ANTIGUO AMOR
Nadie que encierre la pasión
Entre los huesos
Caerá por una bala perdida.
Deberán matarnos
Con perdigones o
-más modernos-
con una munición explosiva,
dirigida al corazón
del corazón,
a la pasión que en la vida
nos sostiene.
VUELAN LAS PALABRAS
En esta calle existe un páramo oscuro
Donde no existes.
Sin embargo llegan cartas a tu nombre,
Te cobran deudas que pagas en silencio
Para no contradecir al destino.
No sucede todos los días,
Pero hay veces en que todo vuela
bajo tus manos;
ni las palabras más simples
pueden atraparse.
UNA APUESTA SOLA
Todo mi dinero
en una apuesta.
Con el tiempo, tu ropa será llevada
por la espuma.
Con el tiempo, el frío del mar alcanzará para abrigarte.
La llave que cuelga de tu cintura,
¡es para entrar?
De “No es el aura de Kant” (1992):
Repentino
Alguien acomoda un cajón, alguien se desnuda,
y de las dos imágenes se agota la sangre.
Y el poema, entre las dos, y la nostalgia.
Los sofistas
La sinfónica nada:
ensayos leves sobre la idea del placer.
Datos del texto en las estrías de la arena,
la "mano de dios" apoyada
sobre este futuro.
Poetas, alienados, dictadores,
antiguos amigos con sus botellas,
jamás dejan de reír su pena
en ocasión de la penumbra.
Los sofistas sabían
que la verdad era una cuestión de poder,
no de filosofía.
Los versitos,
esos frascos sin tinta
donde ponemos lo mejor de la memoria.
¿Paredes de iluminación, torres amargas,
palabras solamente?
Pero a quién encomendar nuestra historia,
salvo a estas pequeñas nubes
de espuma.
Os quedaréis ciegos
de tanto cerrar los ojos.
esos frascos sin tinta
donde ponemos lo mejor de la memoria.
¿Paredes de iluminación, torres amargas,
palabras solamente?
Pero a quién encomendar nuestra historia,
salvo a estas pequeñas nubes
de espuma.
Os quedaréis ciegos
de tanto cerrar los ojos.
Flores aplastadas por los caballos
1. El país espeso
Este es un país espeso,
orinado por la lluvia.
Sobre caballos de metal
o auténticas bestias, los pobres
ni cuentan los días.
La tierra de los cañadones ásperos
los acostumbra a callar
con labios cosidos por la intemperie.
Es el viento quien lleva y trae
las almas al purgatorio
pero eso no importa
porque los hombres aquí van derecho al infierno.
Tierra en los oídos, tierra en la boca,
flores contra el piso
aplastadas por los caballos
que sus dueños tripulan
para correr a las ovejas
con la muerte como perro ladero.
2. Contra el olvido
Odio a los dioses
que cacarean su nobleza.
En qué pensar por las mañanas:
el fuego es para no morir
pensando
y fuera cae la lluvia entre los ojos.
O no es la lluvia,
y el peón se apoya contra el olvido.
Nadie cuenta con él.
Nadie espera otra cosa.
3. No es el aura de Kant
El resultado es el silencio.
Ocultos en los ranchos,
emparejados con la hacienda,
los peones carcomen la filosofía.
No es el aura de Kant
ni el primer motor de Tomás de Aquino:
es una bola de lento fuego
que se revuelca en el alma.
El sueño es un largo cuchillo en el vientre
de los blancos dioses
y un incendio de alpataco
que todo lo destruya.
La luna amontonada en los galpones
y el regreso de un interminable viaje
a caballo por las estrellas.
Los perros huelen el alma de los peones
y encuentran seres desconocidos.
De “El pasto azul” (1996):
Control remoto
No hay poemas posibles.
Hay que salir del poema
a respirar.
¿Acaso alguien
espera por ventura un poema?
Nadie que piense
nadie que entienda
como se entiende en cada siglo que muere
aguardará un poema nunca.
El que escribe sueña solamente;
su mente solitaria descabeza
palabras oscuras
mientras la TV repite
bellas series de la infancia
y películas coloreadas del ’40.
El que escribe sueña
y mira en la pantalla una guerra lejana.
¿Acaso alguien espera
por ventura
otra cosa
que el sillón oscuro
y el control remoto?
Artista del aire
Uno busca la fortuna,
zarandea el cuerpo
como artista del aire,
cebado para la carne.
La fortuna esquiva mueve
por el cielo su bulto inasible.
Pero un hambriento
no dejará
de tirar dentelladas.
Un rayo débil de luz
Se piensa en escribir.
O solamente se escribe, sin pensar.
¿Porque se sabe?
¿Porque alguien
espera algo
de lo que vamos a decir?
¿O el poeta escupe de impaciencia?
¿porque me amás?
¿porque los pobres del mundo
tienen la cuenta cerrada
del espíritu?
¿Por qué
un rayo
de luz,
débil,
puede describir una habitación oscura?
Tratado de la luz
Hay días en que tus ojos están perdidos para la vida,
para cualquier visión que encierre una esperanza.
Sales a la ventana y miras sin ver el infinito
ocaso que preanuncia una mañana.
Es de mañana y ya ves el ocaso, tus ojos están perdidos,
es mejor que los cierres.
Que los cierres o encuentres una razón poderosa
para recoger la luz que traspasa los párpados.
Tenés escondidas pasiones en las pupilas
que antes se abrían descuidando el ocaso.
Todas son noches: las mañanas son noches y las tardes.
Pero la luz no ha encenderse jamás, sólo hay controles
para la oscuridad.
Pero la luz no ha de apagarse jamás, porque la llevás
sin tregua en el fondo de los ojos.
Los bellos sueños
Aquel insecto vuela
sobre los íntimos sueños.
Intento disuadirlo, cambiar
sus planes,
coloco terrones de azúcar
sobre otras heridas,
le muestro golpes ficticios
en mi humanidad.
El animal vuela obcecado
sobre los mismos sueños,
los más bellos,
los menos protegidos.
Estrellas en el vidrio
Cada mancha en el vidrio
fue una mariposa.
La velocidad rompe las tinieblas
sin alterar el silencio:
en el vértigo los ruidos de la vida
suenan distintos.
El auto avanza
como guiado por mariposas
que habitan este largo desierto.
Cada mancha en el vidrio
fue una mariposa,
una de nosotros.
De “Estancia La Adivinación” (1998):
Arte, poética
Un poeta –un lobo sin cartel–
no muestra sus cartas, no baraja
de nuevo, no escancia vinos
que no es capaz de beber.
Es un animal procaz
que no ve detrás de las venztanas
sino más allá de las rejas,
un espectro sordo
que no domina su carga
y se entrega a ella.
Un poeta –un punto azul sobre la mesa–
no mira para ver
sino para abrir los ojos.
Fuegos que la noche apaga
Al que canta mientras
se queman sus criaturas,
porque no lo sabe, porque no
siente el olor;
al que barre con la lengua
la alfombra de los dueños,
porque no puede, porque no
sabe si hay una técnica mejor;
al que se estira sin palabras
a pedir lo que no van a darle,
porque no entiende, porque no
quiere saber que no habrá;
al que enciende los fuegos
que la noche apaga,
porque aprecia la luz, porque no
olvida el calor que extravió.
Para esos escribo, que no
se detendrán a leer.
Si tienes oscuridad
Si tienes oscuridad,
en algún lugar debe existir
la luz.
En tu lugar, los perros duermen
como algunas personas,
convencidos de que nada pasa.
Es mejor así:
la muerte llega por acumulación,
no por impacto.
Hay evidencias
de que nada pasará,
de que todo viento será en vano.
La verdadera caída es hacia arriba.
Resentidos, remotos, artistas
Resentidos, remotos, artistas
donde los artistas son pordioseros
alzamos copas en lo oscuro
devorados por el país.
Sin lástima ni perdón,
abrimos nuestros libros
rodeados de asesinos.
Nada ilumina como el fósforo
en mitad de la noche.
Tareas de fin de siglo
Hay quien trabaja para otros
con la cabeza partida
a la altura de las nalgas,
quien lo hace por placer, insaciable
con el cuerpo de la locura.
Hay quien mata para otros,
inclusive a sí mismo,
y no alcanza a tener remordimientos.
De Música desconocida para viajes (2002):
Las miradas falsas
Si vamos a vivir hasta reconocernos, ¿sabremos
la manera de decir quién es quién, cuál es el modo
que cada uno tuvo para descubrir lo que ocultaba?
Hay una manera de mirar que impide toda
concentración, otra que seduce, otra que me
impulsa a huir y a quedarme quieto. Todas las
miradas son falsas. Lo que pienso me induce
a ser relativo, lo que escribo pide algo que sea
definitivo, lo que sueño tiene el sabor de lo que
no existe. Cansado ya de muertos y de muerte,
anhelo canciones y bares en los que todo desenlace
pueda ser suspendido. Anhelo esas recepciones
de los hoteles desconocidos para entrar o quedarme
afuera. Cada puerta que abras estará abierta
a lo mismo. Adentro está lo desconocido, pero
eso no se descubre al abrirlas.
(Ingeniero Jacobacci).
Brilla lo que no existe
Nos guían en la ruta como espejos, estrellas que
han existido; pero apenas son reflejos, astillas,
vidrios, trozos de metales, ventanas esparcidas
que el ojo no divisa. Son estrellas, entonces,
aún guardan el brillo de lo que han sido antes
de la destrucción. Pedazos de chapa que fueron
techo para cobijar a quienes han muerto o huido,
hierro retorcido que era una torre para medir,
aspas de molinos que se destruyeron antes de
que el agua apareciera. Fragmentos de botellas,
de las que bebían con avidez en el desierto,
vehículos descalabrados sobre caminos que
taparon los arbustos. Brillan a nuestro costado,
al frente y atrás de nuestra ruta, como si en
el reflejo de cada objeto ya desahuciado viviera
el ánima que siempre ha de precedernos. El ánima
de lo que existe o no, es lo mismo.
(Puerto Santa Cruz).
De La sombra de todo (2007):
El artista subjetivo
1. Un diamante
La subjetividad llamada del artista
son sus heces. A nadie ensucian
ni iluminan. Hay un diamante que
buscar. Eso no es personal.
2. Todo miedo
todo miedo te domestica el dolor.
la pérdida de control, la manera sentida
de perderlo todo de vista.
horizonte. esta placidez de pájaro
apenas mojado.
Todo lo que sé:
cada uno sostiene
su rostro.
Todo lo que te lleves
del pueblo abandonado
es tuyo,
le dará alma o cuerpo
al rostro que se queda
la anunciación que porta
ese rostro que pretendes
llevar
ya no es tuyo.
(Puerto Santa Cruz).
De La sombra de todo (2007):
El artista subjetivo
1. Un diamante
La subjetividad llamada del artista
son sus heces. A nadie ensucian
ni iluminan. Hay un diamante que
buscar. Eso no es personal.
2. Todo miedo
todo miedo te domestica el dolor.
la pérdida de control, la manera sentida
de perderlo todo de vista.
horizonte. esta placidez de pájaro
apenas mojado.
Todo lo que sé:
cada uno sostiene
su rostro.
Todo lo que te lleves
del pueblo abandonado
es tuyo,
le dará alma o cuerpo
al rostro que se queda
la anunciación que porta
ese rostro que pretendes
llevar
ya no es tuyo.
Un ring para dios
Queremos un ring para dios pero dios se recuesta
contra las cuerdas permanece quieto sin responder
al árbitro nadie podría pegarle sin ser considerado
maricón pero entonces no hay box ni riña teológica
que lo saque de allí el ring es enorme a los ojos
de los incrédulos se tiran golpes sobre dios la lona
alberga a una multitud de caídos no hay triunfo
sino presas del KO de dios la mirada de él está
húmeda el protector inguinal es de cuero virgen
esa mirada de él dramatiza que no habrá golpes
pero se posa sobre los caídos como al descuido
generaciones de caídos no creemos en dios sino
en sus golpes de KO su mirada húmeda su protector
de cuero virgen.
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