Amelia Rosselli nació en 1930 en París donde Carlo, su padre, un reconocido intelectual antifascista, había buscado refugio. En 1937, Carlo y su hermano Nello fueron asesinados por el servicio secreto de Mussolini. La niña poeta vivió desde entonces en una especie de huida permanente. Primero se instaló con su madre, británica, en Inglaterra, y más tarde en Estados Unidos, donde comenzó a tomar clases de dibujo, de literatura y, sobre todo, de música, arte en el que se destacó como teórica, compositora y ejecutante. Aunque nunca dejó de escribir en francés e inglés. Publicó ensayos en las revistas "Il Verri", "Diapason" y "Civiltà delle macchine". Entretanto escribió poesías —entre las que se cuentan La libélula, escrito en 1958, pero que ella misma publicará recién en 1983. En 1963 Pier Paolo Pasolini presentó algunas poesías suyas en la revista "Il Menabò". Al año siguiente apareció, editado por Garzanti, su primer libro de poesías: Variaciones bélicas, al que seguirán Serie hospitalaria (Il Saggiatore, 1969), Documento 1966-1973 (Garzanti, 1976), Apuntes dispersos y perdidos 1966-1977 (Aelia Laelia, 1983), Diario obtuso 1954-1968 (Ibn, 1990) y Sleep. Poesías en inglés (Garzanti, 1992). En el curso de los años 60 se acercó a los ambientes neovanguardistas. En 1979 curó el "Epistolario familiar" de su padre, en 1980 realizó para la editorial Guanda una antología de sus propios Primeros escritos 1952-1963, en 1981 publicó el poema Impromptu (Edizioni San Marco dei Giustiniani) y en 1987, para Garzanti, una Antología poética. La poética de Amelia Rosselli obliga a repensar uno de los mitos fundacionales de la lírica moderna: el que afirma, de Vico en adelante, su carácter de lengua materna del género humano. En la poesía de Rosselli la lengua materna es la articulación de diferencias. Se trata de una escritura que se inicia en el vacío que separa al judeo-romano de los Rosselli del francés natal y del inglés materno y de aprendizaje. Recluida en un magma lingüístico en el que nunca está del todo, la voz poética de Rosselli es la repetición obsesiva, mántrica, de escrituras heterogéneas; es una “gramática de los pobres” que reescribe –balbuceando, tartamudeando– restos textuales de una tradición literaria plurilingüe que va de los metafísicos ingleses a Rimbaud, de Ezra Pound a Montale y a Dino Campana. Amelia Rosselli se suicidó en Roma en 1996.
Poema I
"Si la culpa es de los hombres entonces que venga Dios
a llamarme afuera de la muralla de su recinto grosero
verdoso como el alfabeto que no encuentro. Si la pared
es una triste historia de conjunciones fracasadas,
persiga yo entonces a las liebres en ayunas de mi tiranía,
sepa ayunar hasta que advenga la gran gloria.
¡Si el infierno es algo voraz yo temo estar entonces
entre aquellos que llevan las llamas en la boca y no
se alimentan de aire! Pero el viento veloz que sopla
más allá de los confines sabe coronar mis sueños también
con albas felices."
Poema II
"¡Todo el mundo es viudo si es verdad que sigues caminando
todo el mundo es viudo si es cierto! ¡Todo el mundo
es cierto si es cierto que sigues caminando todavía, todo el
mundo es viudo si no te mueres! Todo el mundo
es mío si es verdad que no estás vivo sino sólo
una linterna para mis ojos oblicuos. Ciega quedé
desde tu nacimiento y la importancia del nuevo día
es sólo noche por tu lejanía. ¡Ciega soy
pues tú sigues caminando! Ciega soy pues tú caminas
y el mundo es viudo y el mundo es ciego si tú caminas
todavía aferrado a mis ojos divinos."
Poema III
Yo he cambiado de residencia, ya no soy la flor
tímida colgada donde estaban los sauces y no quiero tus ternezas
que cruel combato porque yo ya no tengo ternura.
Si quieres rozar mi tumba con tus delicadas manos
pon una pesada piedra de hierro sobre la blanca lápida que me
cubre, y escribirás
el verso que cierra
eI intenso parangón
Si no existiera esta crueldad mía y de otros si no
existieran esas alargadas piernas, esos dorsos desnudos y gráciles
bajo la hierba. No lograrás tu objetivo, antes de
pasar por mis canales estrechos y duros.
.......................
Las flores crecen como dones y después
se dilatan
una vigilancia aguda las silencia
no cansarse jamás de los dones
El mundo es un diente arrancado
no me pregunten por qué
hoy tengo tantos años
la lluvia es estéril.
Buscando las semillas destruidas
eras la unión marchita que buscaba
robar el corazón de otro para después
usarlo.
La esperanza es un daño quizá definitivo
las monedas resuenan crudas en el
mármol
de la mano.
Convencía al monstruo de que se
escondiera
en los cuartos limpios de un albergue
imaginario
había en el bosque pequeñas víboras
embalsamadas.
Me disfracé de cura de la poesía
pero para la vida estaba muerta
las vísceras que se pierden
en el barullo
mueres barrido por la ciencia
El mundo es sutil y plano:
Deambulan allí pocos elefantes, obtusos.
Propongo un encuentro...
Propongo un encuentro con el cráneo,
un desafío al cráneo
mantengo quieta y constante
cerrada en la fe imposible
el amor propio
de las bestias.
Cada día de su inexplicable existencia
palabras mudas en fila.
(Traducción de Horacio Armani,
en su Antología de la Poesía
Italiana Contemporánea, para
Litoral- Ed.Unesco, no bilingüe)
I tuoi occhi ...
Tus ojos de azulejos, tu cuerpo lujoso
tu piel cobarde hacen de mí el más fuerte
de los esclavos de amor. Impertinente fue mi
vida hasta chocar con tu lujuria, techo
conyugal con todos los papeles en orden. El desorden
de mi pasión atrajo tu pecho de brasa
mis arrasadoras palabras de rezo conmovieron
tus ojos llenos de lágrimas, comida preferida
de los dioses burlones. Una canción envolvió
mi mirada en tu red; tu la rompiste, envolviéndola
en tu corazón de hombre con todos los papeles en
un desorden típico de tu corazón desamorado.
Amar oraciones fui repitiendo hasta encontrarte
en tu trono de viandas y desesperanzas. Dos
acciones te me acercaron: tu palabra
ignorante y tu corazón de piedra, sepultado ya
en mis largos brazos triunfantes de amor
y de lujuria reina de la noche y las estrellas.
(Versión de Luciana Zollo)
Si tocas una flauta...
Si tocas una flauta demasiado sutilmente entre los bosques
privilegiados de tu cueva enmohecida, yo no
te puedo acompañar en el encierro de tus costumbres. Si
abres una puerta que encierra un instante y no encuentras
a la bella durmiente, yo no puedo descoser este vestido mío
de tristes fantasías. El monóculo de tus inventos es
pálida cosa comparada con el vestido que yo te ofrezco y he
descosido para tu osadía. Vuelve a encontrar el secreto que hizo
florecer el arbusto cerca de la puerta que se abría con
rápida facilidad, yo me quedo en la oscuridad y te miro lavarte
las manos si no te desmayas en el umbral de todas las alegrías.
(Versión de Luciana Zollo)
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