Tadeusz Rózewicz (Radomsko, 1921) Escritor polaco. Cultivador en sus inicios literarios de la metáfora poética, sus dramáticas experiencias vividas durante la II Guerra Mundial lo condujeron hacia un estilo sobrio y severo, pasando a expresar a través de su renovada poesía (Angustia, 1947; Formas, 1958) y de su teatro (El informe, 1959; Los espaguetis y la espada, 1967; El matrimonio blanco, 1975; En el foso, 1979); su íntima desesperación, nacida de la falta de valores humanos es propia de nuestra civilización actual. Es también autor de varios relatos (La muerte en los viejos decorados, 1970) y ensayos (El teatro de la inconsecuencia, 1970).
Otros libros de poesía suyos : La llanura (1954), El poema abierto (1956), Conversación con el príncipe (1960), La voz de un anónimo (1961), La rosa verde (1961), El rostro tercero (1968), Regio (1969) y Una pobre alma (1976), Diario dramático (1979), En la superficie del poema y en su interior (1983), Deslumbramientos (1987), Palabra tras palabra (1994), Siempre un fragmento (1998).
Dicen de mi que estoy vivo
Todos los recuerdos imágenes sentimientos informaciones
ideas experiencias que se acumularon en mí
no tienen relación entre sí no conforman
mi totalidad
sólo en ocasiones llegan a mí a la orilla
de mi memoria tocan la piel
tocan ligeramente con uñas desafiladas
No voy a mentir
no soy una totalidad quedé roto y desnudo
quién se agachará quién se interesará por estos fragmentos
yo mismo estoy tan ocupado
quién puede recordar mi forma interior
en este alboroto en este enfebrecido movimiento
en el pasillo donde mil puertas se abren y se cierran
quién recreará una forma
que no se reflejó ni en la blanca tiza
ni en el negro carboncillo
yo mismo repentinamente preguntado
no puedo recordar
dicen de mí que estoy vivo
EN LA SUPERFICIE DEL POEMA Y EN SU INTERIOR
Una blanca colina de sal
sobre un plato de cristal
las huellas de los dedos
los huecos las sombras
las chispas de los cristales
Blanca sal
en un plato
los huecos de los dedos
las sombras
el destello (de la luz)
sal
en un plato
las huellas de los dedos
las luces las sombras
el destello (de los granos)
en un cenicero
(ceniciento) se apagaron los fríos
terroncillos de ceniza
una colilla
blanquiamarilla aplastada
retorcida (arrugada)
la huella de unos labios
en un cenicero
terroncillos de ceniza gris
pagados (sin luz)
una colilla
blanquiamarilla
apagada con un dedo
la huella de una boca
en un cenicero
terroncillos tibios
de ceniza
una colilla blanca
apagada con un dedo
un rastro de carmín
Un tarro de mermelada
una masa rosada
con oscura humedad
en su interior
bordes transparentes
tras los bordes
oscuros granos
húmeda dulce
masa en un tarro verde
manchitas de luz
granos claros y oscuros
En un plato
de porcelana blanco
junto a un poroso limón
un huevo
dos tomates recubiertos
de piel tersa roja
en un plato blanco
un liso (pálido) huevo
un limón de interior transparente
dos tomates rojos
Una taza de té ya vacía
en la taza una cucharilla
los brillos de níquel
en el fondo de la taza
los negros posos del té
Una taza
de latón una cucharilla
húmedas marrones
hojas de té
una funda de gafas
azul
una agenda de bolsillo
con los números blancos
1970
Una mosca encima de una caja
(de cerillas) se limpia
las alas transparentes
un termo chino
gris plateado unos extraños signos
letras
pequeña naturaleza muerta
que disminuye calla
cura
duerme
la mosca golpea
pausadamente en el cristal
una gota horada una piedra
en un plato de latón
setas
marrones cálidos sombreros
rugosas raíces
cubiertas de tierra
pequeña naturaleza
muerta iluminada hasta la mitad
la otra parte en la sombra
la mosca golpea en la ventana
tras la que está
la gran madre naturaleza
con un grupo de árboles
y un camino
y un cartero
que se acerca
hacia mí (a mi casa)
EPÍLOGO DEL POEMA
Despacio cuidadosamente
hay que quitar las palabras
desnudar la imagen del cuadro
las formas del color
las imágenes de los sentimientos
hasta el meollo
hasta el lenguaje del sufrimiento
hasta la muerte
Hay poemas
internos
y poemas externos
hay poemas acabados perceptibles
echados
a la superficie
por la sabiduría por la rutina
rayos de cristal
claros
como la luz
pero hay otros
fluidos soñolientos
oscuros
(Traducción Fernando Presa González)
SOBRE MOTIVOS MEXICANOS
He visto un juguete mexicano
un muñequito macabro
un plateado
esqueleto
tiritando
en un hilo invisible
Un esqueleto ágil
vibrante sonriente
como el payasito
de mi niñez
he visto la máscara de la muerte
entre las flores coloreadas
como un ramillete de boda
en el seno de la novia
he visto la muerte
de papel de seda y de paja
montones de calaveras
de azúcar y de chocolate
todo alrededor alegre
bailando ligero
como en la mascarada
entre fuegos artificiales
y estallidos de petardos
pasea
la muerte verdadera
y de los cuerpos brota
la sangre
silenciosa
caliente
Testigo
Tú sabes que estoy
pero no entres de repente
a mi cuarto
Podrías ver
cómo guardo silencio
encima de una hoja blanca
Cómo es posible escribir
sobre el amor
escuchando los gritos
de los asesinados y deshonrados
cómo es posible escribir
sobre la muerte
mirando las caritas de los niños
No entres de repente
a mi cuarto
Verás a un mudo
y atado
testigo del amor
al que vence la muerte
Los telones en mis piezas
Los telones
en mis piezas
no se levantan
ni bajan
ni cubren
ni descubren
se oxidan
se pudren rechinan
desgarran
este primero es de hierro
el segundo de trapo
el tercero de papel
se caen
pedazo a pedazo
sobre las cabezas
del público
de los actores
los telones
en mis piezas
cuelgan
en la escena
entre el público
en el guardarropa
todavía al terminar
el espectáculo
se pegan a los pies
susurran
chillan
Lágrima
Uno tras otro caen los días
y la memoria escapa
Los años pasaron
como pasa un suspiro
Aunque de ellos manó
sangre y pavor
Y sólo a veces
vuelven las sombras
Caen por un río de lágrimas
en el pecho y los ojos
Y lavan las vulgares
culpas humanas
Y de nuevo correremos
ante campos de luz
Es de día el Día ante nosotros
vuela como un estrepitoso pájaro
El día se tragó las tinieblas
y brilla como una estrella
Quién es poeta
poeta es aquel que escribe versos
y aquel que no los escribe
poeta es aquel que rompe las cadenas
y aquel que se las pone
poeta es aquel que cree
y aquel que creer no puede
poeta es aquel que ha mentido
y aquel a quien han mentido
poeta es aquel que tiene boca
y aquel que se traga la verdad
aquel que ha caído
y aquel que se levanta
poeta es aquel que se va
y aquel que irse no puede
Vi a unos locos
Vi a unos locos
caminaban por la superficie del mar
creían hasta el final
y se ahogaron
aún hoy voltean
a mi insegura barca
rechazo estas manos
sepulcrales
yo cruelmente
vivo
las rechazo año tras año
La espina
no creo
no creo desde que abro los ojos
hasta cerrarlos
no creo desde una orilla
hasta la otra
de mi vida
no creo
con la misma profundidad
con que mi madre
creía
no creo
al comer pan
al beber agua
al amar un cuerpo
no creo
en sus templos
en sus curas en sus signos
no creo
al pasar por la calle de una ciudad
por el campo
bajo la lluvia en el aire
dentro del resplandor
de la anunciación
leo sus parábolas
rectas como la espiga del trigo
y evoco a un dios
que no sabía reír
pienso
en un dios
pequeño y sangrante
que yace
en los blancos lienzos de la infancia
pienso
en una espina que desgarra
nuestros ojos nuestras bocas
ahora
y en la hora de la muerte
En la mitad de la vida
Después del fin del mundo
después de mi propia muerte
me encontré en la mitad de la vida
construyéndome
construyendo la vida
los seres los animales los paisajes
esto es una mesa —decía—
esto es una mesa
sobre la mesa pan y cuchillo
cuchillo para cortar pan
pan —alimento del hombre
al hombre hay que amarlo
—aprendía día y noche—
¿a quién debes amar?
yo contestaba: al hombre
esto es una ventana —decía—
esto es una ventana
detrás de la ventana hay un jardín
en el jardín veo un manzano
el manzano florece
pierde flores
se forman frutas
maduran
mi padre arranca una manzana
el hombre que arrancó la manzana
es mi padre
me senté en el umbral
esta anciana que pasa
arrastrando una cabra amarrada
vale más que siete maravillas del mundo
quien piensa y siente
lo contrario
asesina a la humanidad
esto es el hombre
árbol esto es
pan
los humanos comen para vivir
—me estaba repitiendo—
la vida humana es importante
la vida humana tiene peso
el peso de la vida
vale más que todas las cosas
creadas por los seres humanos
el hombre es un tesoro —insistía—
esto es agua —acariciaba
su superficie con las manos
dialogaba con el río
agua —decía—
agua buena
soy yo
el hombre le hablaba al agua
le hablaba a la luna
a las flores de la lluvia
a la tierra bajo sus pies
a los pájaros
y al cielo
no le contestaba el cielo
se quedó callada la tierra
si oyes una voz
brotando
de la tierra de los ríos del cielo
es una voz gemela
del otro
Las formas
Las formas de antaño muy bien ordenadas
y dóciles, siempre dispuestas a soportar
el largo de la materia muerta del poema,
asustadas por el fuego y el hedor de la sangre
rompieron filas y corrieron al azar
y ahora
invaden a su creador
lo desgarran lo arrastran
por largas calles
que ni siquiera recuerdan los desfiles
de todas las orquestas escuelas procesiones
hinchada de sangre
carne que todavía respira
les sirve de alimento
a aquellas formas perfectas
aprietan tan fuerte
su botín
que ni siquiera se salva
el silencio
Cuento sobre las viejas feas
me gustan las viejas
las viejas feas
malignas
ellas: sal de la tierra
no les da asco la basura
humana
son ellas que conocen el revés
de la medalla
del amor
de la fe
las viejas
vienen y van
mientras los dictadores
se hacen los graciosos
mostrando sus manos en sangre
las viejas feas se levantan
junto con el sol
compran carne frutas pan
lavan hacen la cocina
se quedan en las calles con brazos cruzados
y se callan
las viejas
son inmortales
Hamlet se agita dentro de su red
Fausto hace un juego vil y ridículo
Raskolnikov bate con su hacha
las viejas son
irrebatibles
sonríen levemente
muere el dios
las viejas se levantan sin hacerle caso
cada día
compran pan vino pescado
se muere la civilización
las viejas se levantan junto con el sol
abren las ventanas
tiran la basura
se muere el hombre
las viejas
lavan al difunto
entierran a sus muertos
siembran flores
sobre sus tumbas
me gustan las viejas
las viejas feas
malignas
creen en la vida eterna
ellas: sal de la tierra
corteza del árbol
mirando con sus ojos de humildes bestias
cobardía y heroísmo
grandeza y mezquindad
a todo le dan una dimensión
conforme a las exigencias del día
de su día cotidiano
sus hijos descubren América
perecen en las Termópilas
crucificados se desangran
conquistan el Cosmos
las viejas salen a las calles
junto con el sol compran leche
pan carne todavía falta pimienta
para el guiso
las viejas abren las ventanas
sólo los tontos se ríen
de las viejas
de las viejas feas
malignas
porque ellas son mujeres
hermosas
las buenas viejas hermosas
como huevos
secretos sin misterio
bolas rodando incansablemente
las viejas son
momias
como de gatos sagrados
pequeñas
todas arrugadas
y cada día más secas
manantiales frutas
o gordas
budas ensimismadas
cuando mueren
se les escapa
una pobre lágrima juntándose
con una sonrisa feliz
de jovenzuela
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