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viernes, 13 de agosto de 2010

744.- ZOÉ VALDÉS

Zoé Valdés. La Habana, 1959. Escritora cubana. A mediados de los ochenta se fue a Francia (París), pero a los pocos años regresó a su país. En 1995 se fue de forma definitiva a vivir a la capital francesa. Empezó a los 17 años a escribir poesía, luego siguió con las novelas (lo cual considera un reto). De igual forma continúa creando en ambos géneros con igual talento y éxito. También se ha dedicado a ser guionista cinematográfica.

Impactante voz cubana
Se trata de una de las nuevas voces literarias de Latinoamérica que logra ofrecer diversidad con su pluma. Su obra se centra en una visión crítica y nostálgica de la vida en tierra cubana. Nació el 2 de mayo de 1959 en La Habana. Se crió junto a su madre, ya que su padre abandonó la familia cuando Zoé era una niña.

Estudió durante dos años filología en la Universidad de La Habana, luego se trasladó a París, donde estudió en la Alianza Francesa. En aquella ciudad trabajó, entre 1984 y 1988, como documentalista en la delegación de Cuba en la UNESCO y en la Oficina Cultural de la Embajada Cubana. En este último año regresó a La Habana.

Luego de estar un tiempo desocupada, comenzó a desempeñarse, entre 1990 y 1995, como guionista cinematográfica y subdirectora de la revista de cine Cubano en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).

Se exilió a comienzos de 1995 a París (donde vive en la actualidad), junto a su esposo Ricardo Vega -cineasta-, con quien ha tenido a su hija Attys Luna. Fue censurada en su país (sus libros pueden encontrare en el mercado negro), y en 1997 obtuvo la nacionalización española.

Empezó a escribir de forma seria a los 17 años. Sus comienzos en la literatura fueron en el género de la poesía, donde dice sentirse más cómoda. A mediados de los años 80 publicó los poemarios: “Respuestas para vivir” (1986) -galardonado en México con el Premio Roque Dalton y Jaime Suárez Quemain-, “Todo para una sombra” (1986) -que consiguió un accésit al Premio Carlos Ortiz- y “Vagón para fumadores” (1986).

En 1993 publicó su primera novela “Sangre azul”, y dos años después la segunda, “La nada cotidiana”, con la cual logró popularidad internacional. Le siguieron: “La hija del embajador” (1995) -ganadora del Premio Novela Breve Juan March Cencillo-, “Cólera de ángeles” (1996), “Te di la vida entera” (1996) -finalista del Premio Planeta-, “Café nostalgia” (1997) y “Querido primer novio” (1999).

En 1998 publicó “Traficantes de belleza”, un volumen de 14 cuentos. También, editó otros libros de poesía: “Los poemas de La Habana” (1997) y “Cuerdas para el lince” (1999).

Sus trabajos más recientes son: “Los aretes de la luna” (1999, su incursión en la literatura infantil), “El pie de mi padre” (2000), “Milagro en Miami” (2001), “Lobas de mar” (2003) -novela con la cual obtuvo el premio Fernando Lara-, “La eternidad del instante” (2004) -novela que consiguió el Premio Torrevieja- y “Bailar con la vida” (2006).

Entre otros galardones que ha recibido se encuentran: Primer Premio Coral al mejor guión cinematográfico (1990) y Premio LiberaturPreis otorgado a “La nada cotidiana” (1997). En 1999 recibió la Orden de Chévalier de las Artes y las Letras que otorga Francia, y en 2001 le fue concedida las Tres Llaves de la Ciudad de Miami.



CONFESIÓN MUY ÍNTIMA A LA LANGOSTA


A Isis Wirth, años más tarde

Siempre habrá un plato exquisito que nos separe
y tu lengua abrirá un océano
intuyo la mentira en el horizonte
y esa estrella ecuánime que me delata como mujer asaeteada
no nos equivoquemos
habrá un helado una bebida un vicio
que nos detenga en una época de lujo
Tú llevas la arrogancia del hombre maltratado
yo la brusquedad del guante como exceso en tu brazo tibio
Yo sé que cuando suene el teléfono echaré la cabeza hacia atrás
y contemplaré el reloj alojado en la sonrisa
Siempre habrá una espera complaciente
un marisco asado y fois gras para robarnos los labios
una discoteca donde tomarme la mano fue el manifiesto de la oca
Ahora en las repisas he sustituido el agua por el vino
y tengo mil maneras de impulsar los manifiestos
como ésta de despedirme aludiendo a tu nariz judía
para evitar la confesión natural del “je t’aime”
Siempre habrá un árbol junto a la ventana
una prehistórica manera de eludir el compromiso
rechazando la langosta como cebo en el anzuelo
Estamos bien en lo cierto
tú no eres un hombre que aspira a un escaño en el Parlamento
yo nunca seré me niego por millones de chansones
saxofón y golondrinas
a ser una mujer desnuda frente a la prensa extranjera.





HISTORIA DEL HOY

Sin gran habilidad sin pensarlo pusimos el mantel sobre la arena
Accidental yo exclamé de triunfo y tu punta me iluminó por dentro
Como toda muñeca de porcelana puedo rajarme mañana
terminárseme la cuerda y conectar la soga de la ahorcada
No todo fue de pronto al rato ya yo tenía ganas de cantar
Me asustó la caricia esperaba un latigazo
Tú nunca dejarás de criticar mis disparates cultos
Estoy convencida de que los amores del uno para el otro
son sólo orgasmos de celuloide
y no soy de las que colocan la vida encima de la coqueta
yo prefiero soplar en tu pene un pétalo de rosa
mientras tú conduces el auto hacia lo efímero
Es raro hasta ayer yo me creía extraordinaria
y hoy supe que soy gravemente bella
Ya sé no lo repitas tu concepción de hermosura es otro
es la base conceptual de nuestro extinguidor de sueños
¿Qué podrá ocurrir si en pleno esplendor nos separamos?
Ya vuelvo con las maniáticas consideraciones femeninas
de provocar la caída en lo más alto del vuelo
No quiero prometer que te besaré el pecho a la mitad del camino
porque los tiros al blanco estrujan toda infinitud
La pedrada no puede ser ni antes ni tardía
Y que no haya descalabros en tus misteriosos excesos masculinos
Es sólo el día de hoy
¡Y tantos argumentos a favor de nuestro fuego?
Es el tesoro de sonreírnos juntos
Enamorarse y lamentarlo es un lujo del futuro
un mínimo arte de salón
Despidámonos exclusivamente para el regreso
Ves no me acumulo ni me dosifico
por primera vez aspiro a ser linda y exacta
no digamos ya irresistible
pero sólo por hoy no te apresures.

Del poemario Cuerdas para el lince,
Editorial Lumen, 1999.




CASTIDAD, CASTIDAD...

Castidad, castidad, qué de crímenes
se cometen en tu nombre.
-Jaime Gil de biedma.

Yo nunca fuí casta
regodearnos con el sexo es una hipocresía riquísima
no lo niego
pero yo nunca pude ser hipócrita yo voy al grano
directa y sin límites
sólo las sosas se las dan de interesantes
yo soy inteligente
por eso cuando quiero un hombre no lo pido con melindres
le voy p'arriba y lo asalto y me le aferro
pero por eso también he tenido poca suerte
porque ellos se cansan rápido de las puticas ladillosas
Yo nunca fuí casta
en cuanto cumplí la edad de la pubertad
cuidé mi cutis restregándome con los machos
ni un granito me salió por exceso de masturbaciones
yo a decir verdad no andaba creyendo en virginidades
yo me crié en la calle al garete
y mi sexo iba conmigo
Yo nunca fuí casta zorra sí
nadie me enseñó la malicia yo nací con ella
muy temprano empecé a latir y no masacré mi ritmo
Yo nunca fuí casta ¿para qué sirve ser castos?
Si aunque sea con terror temblando de precauciones
amarnos es lo único que nos queda.

-La Habana, 1992




DE REOJO

Te voy a mirar
Así de reojo
Para que comprendas
Que no me asusta
El rumor de tus pupilas
Y que descenderé
Por una vena tuya
Montada en una soga
Y me dolerán
Los lagrimales
De tanto
Retorcerte la brisa.




Breve beso de la espera

Su nombre ya no me es más familiar
El camino ya no es aquel
El de la ausencia
La muerte perdió su sutilidad
de virgen serena
Me arrancó de un piñazo
el vendaje de los ojos
Mis pestañas abiertas
al recuerdo del exquisito
Esclava de un agujero de eternidad



***


Escribí en papel de cartucho tu nombre y tus apellidos
lo enrollé y lo amarré con pelos de mi pubis
luego lo molí y lo mezclé con mieles y sudores
no olvidé el buche de café que dejaste en la taza
debí haber agregado un poco de tu semen
de esas gotas que aparecen al otro día
en mis nalgas o en mis encías.
Unté de toda esa crema a mis pezones y a mi clítoris
hice un pase de magia y recé toda la vida.
Pero tú no has vuelto
y menos
tú en mí no te has derramado.





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