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jueves, 5 de agosto de 2010

701.- MARÍA ÁNGELES MAESO

María Angeles Maeso (Valdanzo, Soria, 1955) Licenciada en Filología Hispánica. Profesora de lengua y literatura. Ha ejercido la crítica literaria para diversos medios, formado parte de las tertulias radiofónicas y colaborado con el Instituto Cervantes, con artículos sobre lenguaje.
-NARRATIVA: Perro (2004). Los condes del no y no (2006).
-POESÍA: Sin regreso (Premio Jorge Manrique, 1990). Trazado de la periferia (1996). El bebedor de los arroyos (2000). Vamos, vemos (Premio León Felipe, 2004). Sus poemas forman parte de numerosas antologías y revistas.


EL BEBEDOR DE LOS ARROYOS (2000)

Irse despidiendo en vivo de nosotros mismos, zanjando la
cuestión de un pálpito con kilómetros de por medio y no hacia abajo.
Así unas diez o doce veces y al grito de circulen circulen, no
quiero corros y mucho menos con los niños.
Hacia la mitad, si es noviembre y llueve, si muy mansamente y
para ti sola llueve,
pones un disco de jazz, pones un gato en el sofá, pones en agua la Santa Cena
y Las Completas de Lenin,
te asomas a la válvula mitral y te pones a mirar en el haber
del a-ver-a-ver averquéqueda.
Y eso es todo.

Más de uno se sacó los ojos.

(De El bebedor de los arroyos, Editorial Huerga y Fierro, Madrid, 2000).


VAMOS, VEMOS (2004)

"primavera nuevamente"

La flor señala el crimen
con callado rubor
Blanca Varela

Hora a hora el suelo se está abriendo.
Lo saben la piel del alma y la de un zapato.
Lo saben en las afueras de Madrid y en Barcelona
y aquí, cada labrador lo sabe.

Vamos, vemos que obstinadas hierbas
y nervios diminutos,
entre un corazón de roca, abren su senda
Hora a hora, un insignificante tallo
se atreve cada marzo
a mirar de abajo arriba,
atraviesa el granito o el asfalto,
sortea la metralla, el peso del tractor
y el de las terribles miradas...

Simplemente asoma,
y en el aire deja su denuncia y su convocatoria.

Vamos, vemos que sucede a cada hora.

Sólo es el imperio quien desprecia cuanto ignora.

(De Vamos, vemos, Editorial Celya, Salamanca, 2004).




1.-De Trazado de la periferia (E.Vitruvio, 1996)

Pero la noche es una rueda orante
que chirría en la jaula de un ratón
anaranjado.

Es un remirar de serpiente hartada
por las arenas venideras, mientras
los niños, abrazados a los osos,
duermen.

A veces, huele a gas, creedme.
Y todo es clamor bajo la luna.



Como Gotas De Sangre Los Frutos De Las Moreras

Con qué cara llorar en el teatro
César Vallejo

Como gotas de sangre los frutos de las moreras
pesan
y las doblan hacia el cristal.

Es fruta en sazón oyendo pájaros
que a su vez oye disparos.

¿Es al muestrario de tus decepciones
donde cae un mirlo, blanco o negro,
cada dos o tres minutos?
Esos cortejos de bailarines
al tanto por ciento de un abismo.

¿En uno de cada cuántos brotes
atosiga un presagio de tijeras?
Esas yemas, ignoradas por la escarcha,
nominadas por el pulso eléctrico de los cintos.

Será porque ya ha llegado
el tiempo del orfelinato,
por lo que yo no puedo recordar
sin pértiga de salto a los espejos.

Será por tamaño olvido de almacén
entregado a los cuatro vientos,
por lo que una y otra vez insisto
si tanta destrucción no ha de alcanzarnos.

También me pregunto, cholo cesar,
si a estas alturas, tan repleta el alma
y los cultivos
de minas desperdigadas,
el asombro será lícito.




Nada, Ni Siquiera La Vergüenza

Nada, ni siquiera la vergüenza,
cambia una verdad
ya terminada.

Es la limpísima llanura en mate
de los puzzles acabados
veinte veces.

Por eso, nada.
Ni un pelo de punta ante las fotos
reveladas con retraso.

Nada, aunque oiga sobre ellas pasos
de gatos y de otros animales
que no salieron.

Ya es mía, y para siempre
esa boca con sonrisa
y con dos o tres ratones quietos.

Si al menos hubieras sido una
de todas las que fuiste hambrienta.



No Es Nadie

No es nadie. La plaza está vacía. Los otros, ¿quiénes, viejo, son los
otros?

No es nadie. Es el error metiendo ruido, lima que te lima al otro lado
de la puerta.

Tienes que agarrarte a él, tú que no quieres sólo la verdad,
toda la verdad, la verdad entera.

No es nadie. Es una mañana, cualquier mañana henchida y satisfecha
creyendo que sólo con ser luz a sí misma se basta.

Miente.




No Es Su Nobleza La Del Cisne

Suaves vendas de marfil y verde hoja
las cortinas.
Ellas también.
Al igual que los jarrones y los libros
cuyo lomo incita a la caricia,
al igual que el abanico abierto en la pared.
También los muebles
y la máscara de paja.

Y hasta los peces del acuario
te saben mirar así,
como si fueran bustos de varones patrios,
estáticos caballos
montados por jinetes de baraja.



Sé De Una Mariposa Que, Hora Tras Hora, Se Endurece

Sé de una mariposa que, hora tras hora, se endurece
para fijar sus pies
sobre una flor de alambre.
La he visto
arrastrar sobres con radiografía
perseguida por remedios contra la calvicie.

Ya sabréis de alguno de esos sobres,
cuarenta kilos por uno noventa de estatura,
de la mano de su madre.

Yo le oí a ella decirle anoche:
?¿Y qué tal si nos vamos, tú y yo solos,
a las estrellas del campo
y terminamos con un chute a lo bestia?

Ah, la ilusión del fin, cuarzo
en el joyero ahumándose cuando el sobre respondió:
?Ay no mamá que la muerte duele tanto.

Y ahí siguen en lo suyo, ras-ras, fémur contra fémur,
mordiéndome las uñas yo por no terminar aquí,
con el polvo de la tiza acribillada,
en jaula de harina negra.




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