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sábado, 10 de julio de 2010

583.- ESTEBAN PEICOVICH






Esteban Peicovich nació en 1930 en Argentina. Autodidacta. Poeta. Periodista. De pesador de chilled y frozen beef en un frigorífico de La Plata (12 años) pasó a redactor, columnista y crítico de cine en el diario Clarín. Como enviado de ese medio al extranjero recibió el Premio Nacional Kraft al mejor periodista de diarios de 1963.

En 1964 fue nombrado secretario de redacción de La Razón. Entre 1974 y 1987 fue corresponsal en el exterior y a su regreso al país, presentador de programas de televisión y radio. Entre ellos Los Palabristas. Desde 1995 Peicovich es columnista del diario La Nación.

Su obra literaria y periodística incluye: Palabra limpia en mí (1960), La vida Continúa (1963), Hola Perón (1965), Historia viva (1966), Introducción al camelo (1970), La poetisa analfabeta (1974), Reportaje al futuro (1974 España), El último Perón (1975 España), Intrusiones al pavo real (1993), La bañera azul (1995, España), Poemas plagiados (2000, España), Gente bastante inquieta (2001, Argentina) y Así nos fue (2002, Argentina).

La bañera azul

El mejor poema escrito esta semana
son los doce tomates hechos crecer
en la buena tierra de la bañera azu
lque se buscó otro oficio en la terraza.
Como yo, están verdes todavía.
Y como yo,esperan cada tarde la lluvia y el sosiego.
Busco entablar conversación, la mínima,
pedirles el secreto de vegetar en gloria
dorados por el sol y amamantados por la noche.
Deseo esa noble genética que los hace nacer
y morir, irrepetibles, en sus pequeños destinos
que cruzan del amarillo al verde humildísimo
hasta apagarse en sucesivo rojo.
Los doce tomates que alumbran mi azotea
han nacido también de las manos de Dios.
Tan sólo reclamo mi derecho a ser tratado
por él, de igual manera, con igual cuidado.
Pido que ajuste el mecanismo de su obra
y ese argumento de la huida: el tiempo.
Nacer en primavera, disolverse en invierno
desconocer la silenciosa edad de la tortuga.
Sólo ser cada año, una vez, ese estallido
de antiguo asombro: la renovación exacta
del jazmín, la locuacidad de la albahaca
y los tomates, amándose de noche,
hasta amanecer repentinamente soles
en la sonrisa de la tierra.
Esteban Peicovich(de “La bañera azul”, 1995)
Europa
Grandes señoras, las gaviotas desayunan,
soberbiasen los bordes morados del mar de Amsterdam.
Cuando el primer Vermeer alumbra el horizonte
ellas untan sus patas en petróleo
y picotean lo que llega del mundo.
Las grandes señoras están ciegas.
Confunden el velero, se posan torpemente
en el mástil de los semáforos de la Wilhemstraat
y allí se quedan, redondas y blancas,
sin saber cómo morir.
En ninguna se ve ese relámpago que hace volar
a sus famélicas hermanas del Mediterráneo.
Ninguna insinúa perderse en el maro aligerarse
más allá del plomo de sus alas.
No hay una sola con forma de mujero de guitarra
como vi brillar y sonar en Ostia y el Pireo.
A ninguna le ha quedado en la estría del ojo
el refusilo último del color de Van Gogh.
Debajo de sus plumas, las gaviotas de Amsterdam
han perdido la estructura del vuelo
el pájaro que eran.
Grandes señoras, las gaviotas de Amsterdam
ya no son ni de la tierra ni del mar.

Esteban Peicovich(de “Instrucciones al pavo real”, 1993)



Agua sucia

A mí de Rimbaud no me asombra su incursión
al infierno para traernos la guía
que llamó “agua sucia”
antes de echarla a la sombra
del póstumo cajón.
Va y viene y cuenta tamaño hedor
y con garfio de filibustero
y enfriados ojos de halcón
se hunde en Abisinia:
rifles, esclavos, drogas, alcoholes,
bellos papeles chamuscados,
brújula bailándole loquísima.
A mí lo que me asombra de Rimbaud
es el tatuaje que se hace en la lengua,
la pierna agusanada que trae del desierto,
el hongo de gangrena subiendo por la otra
y esa cintura rodeada por ocho kilos de oro
ganados sin arriesgar palabra alguna
en los feroces sucesos que tuvieron lugar.

Esteban Peicovich(de “La bañera azul”, 1995)



Adiós al padre

Padre mío que estás en el polvo
hágase la voluntad de mamá: dame tus huesos.
Tu lápida te murió aquel mayo del 62
pero fue hoy tu derrumbe
hoy la fecha de tu racimo roto,
de tu occipital yorikde tu fémur yorik, en mi mano.
Empezó a suceder cuando María bordó la A de Andrés
en la bolsa de pan de tu después,
en la lluvia de talco,en el tren en que viajé hacia vos
en el preamanecer de Plaza Constitución
en la ciudad de Lima que era Buenos Aires:
ciego de pie podrido, enano fumador,la poca luz, el frío.
Padre de átomos que estás en el polvo
hubo que hacer su voluntad: quedaron huesos.
Entró en otro tiempo la costumbre:
vos hacia vos, nosotros hacia acá.
Padre de átomos que estás en el polvo
ese obrero llegó en su bicicleta,
faja negra, toscano, pico, pala, una conversación.
Dijo: “desentierro dos por mañana y es bastante
“Luego se inclinó sobre tu apagado pecho aquel
trayéndote del fondo de lo negro
hundiendo el pico hasta ese lunes del 62.
Padre de átomos que estabas en el polvo
levantamos tus brazos
la última tranquilidad de tus manos,
ese desorden marrón, y uno a uno, tu cuerpo.
La redondez de tu cabeza llegada de Europa
los antiguos lugares de tu voz,
el dónde de tus ojos.
Padre de átomos,
después del sol y el barro, nos fuimos a beber
con tu gran mano posada como pan en la mesa
y tu ceniza alzada y encendida
como una risa de tres.
Voluntad de mamá, padre mío.
Ya no estás en el polvo.

Esteban Peicovich(de “Instrucciones al pavo real”, 1993





Padre nuestro que estás en los cielos;
padre de todos los hombres,
eres padre también de los drogados.
¡Nos hemos convertido en el desecho de la sociedad,
Padre nuestro!
Tú nos tienes en tus manos.
Nosotros somos tus criaturas caídas.
Padre nuestro...
Tu voluntad se hará en el cielo
porque eres el que da de comer a los hambrientos,
de beber a los sedientos
y a aquellos que por su deseo de un mundo mejor
han llegado al vicio, a la droga.
A estos les abrirás los ojos
y les harás ver todo tu amor.
Padre nuestro,
perdónanos la culpa que hemos contraído
cuando nos hemos hecho dependientes de la droga
sabiendo que no podía ser tu voluntad,
sino que se convertiría en nuestra culpa.
Te ruego que perdones
a todos los que nos han facilitado la droga.
Perdónales, aunque sabían lo que hacían.
Perdónanos nuestras culpas.
Ayúdanos a no caer en la tentación
de querer instrumentalizar a los demás
para nuestra comodidad,
para satisfacer nuestra culpa.
Padre de los cielos,
líbranos de la droga;
líbranos de este mal que trae consigo tantas consecuencias.
Líbranos de nosotros mismos.


("Padrenuestro" de un drogadicto, hecho llegar al cardenal Jubany, arzobispo de Barcelona, quien lo glosó el 11 de agosto de 1982)


La entrevista

Esenio, treinta y tres años
soltero, nacido en Nazareth
adorado en Belén
bautizado en el Jordánhuido a Egipto
tentado en Jericó
distribuidor de panes
y de peces
amigo de ladrones
miel del traidor
cómplice de Lázaro
azar de Barrabás
terror del Sanedrín
dilema de Pilatos.
Y de aquí en más, esas horas
de las que no hay memoria clara.
Y nada más hay, ni yo siquiera,
pues trasvasado fui a otros seres


Diagnóstico

Cuando no escribo
las palabras se agolpan
en la yema de los dedos
pulsan, respiran agitadas
gritan allí en su ahogo
y yo en hipócrita gesto me hago
el sordo not to hear
digo es la humedad
los huesos, el gobierno
no escucho el timbre,
no estoy para nadie.
Y acudo al dermatólogo
con otras palabras,
mercenarias:picor, alergia, eczema.
La nonata poesía del verdugo
hace estragos.



Europa

Grandes señoras, las gaviotas desayunan soberbias
en los bordes morados del mar de Amsterdam.
Cuando el primer Vermeer alumbra el horizonte
ellas untan sus patas en petróleo
y picotean lo que llega del mundo.
Las grandes señoras están ciegas.
Confunden el velero, se posan torpemente
en el mastil de los semáforos de la Wilhelmstraat
y allí se quedan, redondas y blancas,
sin saber cómo morir.
En ninguna se ve ese relámpago que hace volar
a sus famélicas hermanas del Mediterráneo.
Ninguna insinúa perderse en el maro aligerarse
más allá del plomo de sus alas.
No hay una sola con forma de mujer italiana
o de guitarra griega.
A ninguna le ha quedado en la estría del ojo
el refusilo último del color de Van Gogh.
Debajo de sus plumas, las gaviotas de Amsterdam
han perdido la estructura del vuelo
el pájaro que eran.
Grandes señoras, las gaviotas de Amsterdam
ya no son ni de la tierra ni del mar.




Detalle del fantasma

Cuelga enfilada la ropa de estos años.
Instantes quietos de muchos yo
sucedidos en su interior.
Camisa que presenció penurias.
Camisa que delicadamente enfermiza
despreció las lisuras, perdió botones
y resistió solísima en la percha del rincón.
La ropa hace su duelo,
se acompaña a si misma.
Linos, lanas, primavera, otoño.
Un yo detrás del yo que lo sucede
tal como fueron usadas en los días
que cuelgan en su olvido.
Hay un nosotros mío en estos yo
que los vaciados trapos recuperan con respeto
en su espantapájara postal. Y un fino detalle nazareno
entrometido en el conjunto:los zapatos faltantes.
Última delicadeza del fantasma:
esos colores vivosde las corbatas con las que no se ahorcó.

Teoría

Hacer un poema de amor no es hacer el amor
sino tan sólo navegar encima,
al lado, detrás del tiburón.
Hacer un poema de amor no es hacer el amor
sino tan sólo dibujar una futura cara en el espejo.
Puede hacerse mil veces y una vez
y no estar seguro ni del amor ni del poema
y el tiburón detrás,
el tiburón ya en ti
y el espejo en la espera.



Noticia en la playa

Convertido en chajá
Joseph Brodsky se me apareció esa mañana
rasgando el cielo como quien abre un telón
a tumbos suaves por la arena, dejándose caer
mientras la gente se decía qué es esto
o de dónde salió esto,Dios,
un pájaro tan lindo y tan feo a la vez
mitad ganso, mitad pavo real
tan dignísimo en geografía tan a destiempo
para el destino de un ave interior.
También yo vi al chajá doblándose en la arena
borracho como el albatros de Baudelaire
pero aquí no se trataba de asuntos literarios
esto le estaba pasando delante de mi cara
a Joseph Brodskycon su destino.
(¿qué hacía ese chajá caído junto al mar,qué hacía?)
Cuanta imaginación salió de si
o hubieron de poner algunos dioses
para que así le fueraa su inmediata posteridad.
Deambular otra vez.
¿Hasta cuándo? La incómoda viday ahora, otra vez,
cambiar de faz, de luz, de sino
transfigurarse empollado en la noticia del periódico
y en segundos escapar de la necrológica
salir del huevo negro de papel,
letras de escombro, huellas de sentido,
Nueva York, Reuter, anoche el poeta ruso…
Doy fe que así fue como sucedieron las cosas
esa mañana
y que era Brodsky.
Los curiosos corrían de aquí hacia allá
grita de niños y genteque decía saber de pájaros,
que los del mar buscan mar,
que los de tierra se vuelven locos
al perderse. Una mañana espléndida, recuerdo bien.
Estaba puesta la bandera de peligro.
Aunque ella siempre está: significa costumbre.
Faltaría poco para el mediodía
Volví la página I
y vi como la medalla de su cara
rasgaba el papel con esos ojos bien por delante.
Ojos por los cuales tanta nieve voló.
Había muerto la noche anterior.
Seguramente voló toda la noche.
No llamen más al 212-9290481
de New York.
Responderá su voz grabada.
No hay nada más que hablar.
Creo que estas alteraciones de la mañana suceden
por deudas pendientes de la noche
Hebras que insisten bajo el sol
como un chajá en volar contra el mar.
Ciertas noticias caen con tal fuerza del cielo
que pierden su gravedad.
En casos así el anuncio del morir de alguien
puede tomar la formaque uno tenga dentro.
Pero toda explicación es tiempo perdido.
Finalmente Joseph Brodsky se despegó de la arena
reanimó su metáfora
y encaró franco vuelo hacia la pampa,
hacia el sur. El acontecimiento duró unos segundos.
Lo suficiente para constatar el milagro.


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