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domingo, 4 de julio de 2010
566.- RAYMOND QUENEAU
Raymond Queneau (El Havre, 21 de febrero de 1903 – 25 de octubre de 1976) fue un poeta y novelista francés.
Graduado en 1919 en latín y griego, se trasladó a estudiar en la Sorbona de París donde estudió tanto matemáticas como letras. Se graduó en filosofía y psicología. Ahí se sintió atraído por el movimiento surrealista.
Después de un viaje a Grecia en 1932, empezó a reflexionar sobre las divergencias existentes entre las lenguas habladas y las lenguas escritas, divergencia evidente en el griego pero también en el francés. Estas reflexiones las plasmó en diversos artículos sobre el "neofrancés" y las utilizó en sus novelas. Escribió su primera novela Le Chiendent, publicada en 1933.
Vivió de su trabajo como periodista, realizando pequeños trabajos, y luego, a partir de 1938, de su colaboración con la editorial Gallimard en la que fue traductor, lector, miembro del comité de lectura, etc.
En 1947 se publicaron sus Exercices de Style. Fue también el inicio de las primeras publicaciones que realizó bajo el pseudónimo de Sally Mara, imitando al Vernon Sullivan de su amigo Boris Vian y que le valió diversos problemas con la censura.
Tras la liberación, frecuentó también los medios de Saint-Germain-des-Prés. Su poema Si tu t'imagines, musicado por Joseph Kosma por iniciativa de Jean-Paul Sartre, fue un gran éxito de Juliette Gréco. Otros de sus poemas fueron interpretados por el cuarteto vocal Les Frères Jacques. Escribió libretos para comedias musicales y los diálogos de diversas películas como Monsieur Ripois realizada por René Clément.
En 1950, entró en el Colegio de Patafísica y en 1951 en la Academia Goncourt.
En 1959 publicó Zazie dans le Métro, novela que reveló a Queneau al gran público. Años más tarde, Louis Malle realizó una película basada en esta novela.
Amante de las ciencias (en 1948 entró en la Sociedad Matemática de Francia), Raymond Queneau siempre intentó aplicar normas aritméticas en la construcción de sus obras. Con motivo de un coloquio, fundó en 1960, junto a François Le Lionnais, un grupo de investigación literaria y científica que se convirtió en el Oulipo.
Poesía:
Chêne et chien (1937)
Les Ziaux (1943)
L'Instant fatal (1946)
Petite cosmogonie portative (1950)
Cent Mille Milliards de Poèmes (1961)
Le Chien à la mandoline (1965)
Courir les rues (1967)
Battre la campagne (1968)
Fendre les flots (1969)
Morale élémentaire (1975)
CISNE
Cuando Uno hizo el amor con Cero
Las esferas abrazaron a los boceles elípticos
Y los números primos se juntaron
Extendiendo sus manos a los frescos sicomoros
Y las fracciones continuas heridas de muerte
En el torrente de las decimales mudas se acostaron
Cuando B hizo el amor con A
Los parágrafos se abrazaron
Las comas se juntaron
Extendiendo sus cuellos por encima de los puentes de hierro
Y el alfabeto herido de muerte
Se desvaneció en los brazos de una interrogación muda
LAS TERMÓPILAS
Al ejército que sucumbió en las penumbras últimas
damos las últimas penumbras de la muerte
el aire es más fresco en el norte de las canteras
más rápido en las canteras del norte
pobres y fatigados son los árboles de la llanura
en la llanura los árboles se volverán pálidos
los astros se arrojarán a las patas de las arañas
en las patas de la araña habrá monstruos que devorarán ese instante
muchos no llegarán a vivir más allá de un suspiro
el destino se insertará en el esmalte de los dientes
la catástrofe pasa bajo los arcos del fuego
arcos que abrasan el cuerpo del herido que gime
El instante fatal (Visor Libros, Madrid, 2009,
trad. de Adolfo García Ortega).
ENCINA Y PERRO
NOVELA EN VERSO
(Fragmentos)
YO nací en El Havre un veintiuno de febrero
En mil novecientos tres
Mi madre era mercera y mi padre mercero:
Se pusieron muy contentos.
Inexplicablemente conocí la injusticia
Y una mañana me llevaron
A casa de una mujer ansiosa y bestial, una nodriza,
Que me tendió su seno.
De esta otra leche con dificultad creo
Que me diera un gran banquete
Apretando con mis labios una especie de pera,
Órgano femenino.
Y cuando llegué a esa edad respetable
De los veinticinco o veintiséis meses,
De nuevo con mis padres, me senté a su mesa
Heredero, hijo y rey
De un dominio excesivo,
Donde unos ángeles caídos ceñidos por corsés
Y unos dolientes diablos
Arrojaban a la basura pájaros disecados,
Donde flores de metal, de papel o de tela
Crecían en los cajones
En ramilletes ya preparados para adornar sombreros,
Espectáculo horrible.
Mi padre despachaba toesas de sedería,
Toneladas de botones,
Kilos de cordoncillos y de cintas
Que se hallaban colocados en anaqueles.
Algunas muchachas le ayudaban en su sosa tarea
Cortando retales
Y subiéndose en la escalera sin ninguna vergüenza
Enseñaban las enaguas.
Mi pobre madre tenía un alma musical
Y tocaba el piano:
Mientras, se vendían sombreretes y encajes
Entre el ruido de sus partituras.
Juana, Enriqueta, Evodia invadían el sótano
Buscando el petrolín,
Una especie de arena aceitosa con que se lavaba
El suelo de la tienda.
Yo ayudaba a barrer aquella materia infecta,
Cuando bajaban las persianas,
Y a caballo sobre un banco gritaba: “Hasta siempre”
(Comprended: eternidad).
Así crecía yo entre aquellas señoritas,
Oliendo su sudor
Que, fruto del trabajo, perlaba en sus axilas:
Yo nunca tuve hermana.
Hijo único, ejemplo del declinar de Francia,
Chupaba caramelos
Mientras mis padres con sus prósperas finanzas
Acumulaban bonos
De Panamá, del tres por ciento, del empréstito ruso
Y del Crédito Territorial,
Preparando graves consecuencias para la URSS
Y alguna bancarrota.
Mi primo, de más edad que yo, birlaba de la caja
Con mi ayuda
Y entre el personal escogía sus amantes,
Cosa que yo supe un día
Cuando, ya púber, me enseñaron la moral
Y las buenas costumbres;
Yo siempre respeté esta ley familiar
Y conocí los prostíbulos.
Pero debo volver un poco atrás:
Sigo siendo niño,
Dibujo con cuidado largos trenes
Y barcos danzando en medio de grandes olas
Y vuelos de gaviotas alrededor del faro
Y castillos cuadrados provistos de sus veletas,
Y soldados y fortines
(Testigos indiscutibles de mi militarismo
-La revancha se aproxima
Y sólo tengo cinco años),
Unos monigotes que un prisma
Bajo mis dedos deshilachaba
Y que yo reconozco, pero que los demás creen que son
Delgadas arañas.
En la escuela aprendimos palotes, cifras y letras
Hurgándose la nariz.
LA coronación del difunto rey Jorge V
Fue un acontecimiento: mi padre asistió.
De Londres trajo soldados de a caballo de las Indias
(De plomo) y un cigarro largo como un brazo.
Bastantes calamidades, poco después de esta fiesta,
Erizaron el cabello de la mayor parte de la gente:
Robaron la Gioconda, un cuadro maestro,
El Titanic chocó con un iceberg gigante.
Unos dibujos mostraron a ilustres millonarios
Ahogándose en el Atlántico con toda dignidad.
Después se vieron bandidos armados de revólveres
Conduciendo por París automóviles robados.
Así es como se adquiere la afición a los desastres
Y a los titulares sensacionales de los periódicos.
Viendo la desgracia dibujada por los astros,
Se saborea la de los demás como la suya propia.
Yo cambiaba el sentido de los males inevitables,
Pues yo amaba mi dolor, pequeño contratiempo.
De todos los golpes de la suerte supe hacer una fábula.
Lo menos se convierte en lo más: inversión consoladora.
Los niños tullidos se convertían en saltimbanquis.
En Roma se apreciaba el gorjeo de los eunucos.
-Mi padre fue a buscar al banco su dinero
porque un servio había matado allá lejos al archiduque.
El 129 partió para la gran mentira.
En la estación vi embarcarse a mi primo.
A medianoche, para volver, tomamos un coche
Y en el oscuro vehículo yo gritaba: ¡a Berlín!
El soldado belga tenía por fusil una tostada
Y en los puertos normandos reaparecía el inglés.
Los rusos acudían a Berlín en berlina.
Se apreciaba muy poco el eclipse de sol.
El soldado regresó con una herida.
Un gendarme enfundaba de nuevo las banderas
(Delicada alusión al desastre).
Mi familia se marchó en barco a Trouville.
Un geólogo me regaló una anmonita.
El tren conducía grupos de refugiados.
Los prusianos avanzaban prodigiosamente de prisa.
En Rennes apenas se consideraba uno seguro.
Pero el milagro esperado vino a liberar Francia,
Aunque mis queridos padres fuesen muy poco cristianos,
A continuación de esto, volvimos a tener confianza:
Y, de común acuerdo, tomamos de nuevo el tren.
COMO después de dos años escaseara la clientela
Y la tienda marchaba por sí sola sin el dueño,
Mi padre me llevaba con él al Gaumont
A ver multiplicarse las vueltas de manivela.
Íbamos al Pathé, al Kursaal, donde la multitud gritaba,
La multitud de marinos y vagabundos del muelle,
Íbamos al Select donde a veces me dormía
Cuando solemnemente susurraba un violoncelo.
Y mientras los ingleses fracasaban en los Dardanelos,
Mientras los franceses resistían en Verdun,
Mientras los cosacos aplastados por los Hunos
Se alejaban temblando de miedo sobre sus monturas,
Por primera vez vi las ilustres botas
De Charlot vagabundo, boxeador o noctámbulo,
Marino, policía, maquinista o ladrón,
Que aplastaba en la pantalla al asfalto de las callejuelas.
(Cuando nos hubimos reído de sus cómicas escenas de mímica,
De la tarta de crema y del bastón encorvado,
Entonces descubrimos el alma de revolucionario
Y aplaudimos a aquel espíritu rebelde).
Mientras unos cow-boys en sus jamelgos
Guardaban, no sin humor, vacas y terneros,
Mientras unos bandidos trabajaban cerebralmente
Robando según los métodos más nuevos,
Mientras unas putas infieles y hermosas
Llevaban a la desesperación a los muchachos elegantes,
Mientras mil desgracias sorprendentes
Les sucedían a millares de rubias doncellas,
Mientras en el rostro ciego de la pantalla
Las olas del océano húmedo se desplegaban,
Mientras por barriles la sangre humana corría
Sin teñir la lona blanca de esta vela,
Yo intentaba volver a ver la imagen palpitante de un niño
Cuya suerte se mantenía en los días antiguos
Pero no conseguía nunca remontar el curso
De un tiempo que dividió la humillante prohibición.
EL HOMBRE DEL TRANVÍA
ESTE hombre que anda por la noche a lo largo del muelle
A lo largo del sena entre Asnières y Corbevoie
Este hombre cuya sombra a cada instante huye
Sigue su camino derecho y su curvada vía
A este hombre le duelen los pies – la miseria
Y el cansancio encorva su espalda
Este hombre baila en cada uno de sus pasos
Largos como noches de invierno
Desde hace una hora el tranvía está detenido
Este hombre mide los kilómetros
Por el espesor de sus suelas
Camina de noche por esta calle
Su amante una muchacha poco respetable le espera
Tirada en el arroyo y de crueldad nutrida
Y su tiempo se mide en su cuarto insaciable
Que aloja ahora al hombre del tranvía
Por la mañana con los ojos muy tristes debe huir
Y volver a tomar el camino hacia el depósito sonoro
Y mientras la muchacha duerme aún en el catre
Él suspira qué dulce es sentirse amado.
UN POEMA ES MUY POCA COSA
UN poema es muy poca cosa
Apenas algo más que un ciclón en las Antilla
Que un tifón en el Mar de la China
Un temblor de tierra en Formosa
Una inundación del Yang Tse Kiang
Que ahoga a cien mil chinos de golpe
Zas
No eso no da siquiera tema para un poema
Es muy poca cosa
Nos divertimos mucho en nuestro pequeño pueblo
Vamos a edificar una nueva escuela
Vamos a elegir nuevo alcalde y cambiar los días de mercado
Estamos en el centro del mundo ahora estamos cerca del río
…………océano que corroe el horizonte
Un poema es muy poca cosa.
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