BUSCAR POETAS (A LA IZQUIERDA):
[1] POR ORDEN ALFABÉTICO NOMBRE
[2] ARCHIVOS 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª 6ª 7ª 8ª 9ª 10ª 11ª 12ª 13ª 14ª 15ª 16ª 17ª 18ª 19ª 20ª y 21ª BLOQUES
[3] POR PAÍSES (POETAS DE 178 PAÍSES)

SUGERENCIA: Buscar poetas antologados fácilmente:
Escribir en Google: "Nombre del poeta" + Fernando Sabido
Si está antologado, aparecerá en las primeras referencias de Google
________________________________

viernes, 26 de marzo de 2010

343.- SEAMUS HEANEY



Seamus Heaney /ˈʃeɪməs ˈhiːni/ (Condado de Derry, Irlanda del Norte, 13 de abril de 1939 - Dublín, 30 de agosto de 2013). Poeta, escritor y académico irlandés. 

En 1957 marchó a Belfast para estudiar literatura en la Queen’s University, donde impartió clases entre 1966 y 1972 antes de dedicarse por entero a la literatura. Heaney, católico irlandés, se vio muy afectado por la violencia entre católicos y protestantes en el Úlster, y decidió trasladarse a Dublín en 1972. En el Carysfort College de esta misma ciudad impartió clases entre 1975 y 1980. Obtuvo una cátedra en la Universidad Harvard, Massachusetts, en 1984, y entre 1989 y 1994 fue catedrático de Poesía en la Universidad de Oxford, Inglaterra.


La poesía de Heaney, desde sus comienzos en Muerte de un naturalista (1966), está anclada en los contextos físicos y rurales de su infancia. A medida que se desarrolla su obra, esos escenarios se convierten en el foco de una búsqueda arqueológica de los mitos e historias que han contribuido a configurar la violenta situación política de Irlanda del Norte, que sólo ha tratado abiertamente en Norte (1975). La obra de Heaney muestra una gran flexibilidad rítmica, pero es sobre todo la intensidad de su lenguaje, que contrasta con el silencio de las gentes que describe, lo que la ha hecho famosa. Otros libros suyos son: Puerta a las tinieblas (1969), Huyendo del invierno (1972), Trabajo de campo (1979), Isola stazione (1984), La linterna del espino (1987) —que contiene un soneto -secuencia de elegías a la muerte de su madre—, Viendo cosas (1991), elegías a su padre, El nivel espiritual (1996, premio Whitbread), Luz eléctrica (2001). Seamus publicó en 2000 una traducción al inglés moderno del poema épico anglosajón Beowulf que se convirtió en un auténtico best seller en el Reino Unido y en Estados Unidos y por la que recibió nuevamente el premio Whitbread.

También ha escrito diversos ensayos de crítica literaria: Preocupaciones (1980) y Gobierno de la lengua (1988). 

Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1995.

En el año 2005, dio su apoyo público a la oficialidad de la lengua asturiana.

Obras

1993: The Poetry of Seamus Heaney ed. by Elmer Andrews
1993: Seamus Heaney: The Making of the Poet by Michael Parker
1995: Critical essays on Seamus Heaney ed. by Robert F. Garratt
1998: The Poetry of Seamus Heaney: A Critical Study by Neil Corcoran,
2000: Seamus Heaney by Helen VendlerHarvard University Press
2003: Seamus Heaney and the Place of Writing by Eugene O'Brien, University Press of Florida
2004: Seamus Heaney Searches for Answers by Eugene O'Brien, Pluto Press: London
2007: Seamus Heaney and the Emblems of Hope by Karen Marguerite Moloney, ISBN
2007: Seamus Heaney: Creating Irelands of the Mind by Eugene O'Brien, Liffey Press, Dublin
2009: The Cambridge Companion to Seamus Heaney edited by Bernard O'Donoghue
2010: Poetry and Peace: Michael Longley, Seamus Heaney, and Northern Ireland by Richard Rankin Russell 
2010: Defending Poetry: Art and Ethics in Joseph Brodsky, Seamus Heaney, and Geoffrey Hill by David-Antoine Williams
2010: “Working Nation(s): Seamus Heaney’s ‘Digging’ and the Work Ethic in Post-Colonial and Minority Writing”, by Ivan Cañadas
2011: "Seamus Heaney and Beowulf," by M.J. Toswell, in: Cahier Calin: Makers of the Middle Ages. Essays in Honor of William Calin, ed. Richard Utz and Elizabeth Emery (Kalamazoo, MI: Studies in Medievalism, 2011), pp.&nbsp.
2012: In Gratitude for all the Gifts: Seamus Heaney and Eastern Europe, by Magdalena Kay. University of Toronto Press
2012: Raccontarsi in versi. La poesia autobiografica in Inghilterra e in Spagna (1950-1980), Menotti Lerro, Carocci.4
2012: Sepelio en Tebas. Una versión de Antígona de Sófocles. Vaso Roto Ediciones. http://www.vasoroto.com/?lg=mx&id=24&lid=67







Acta de unión

I
Esta noche, un primer movimiento, un pulso,
como si la lluvia se acumulase en el pantano
hasta romper y desbordarse: una presa que estalla,
un tajo abriendo la cama de helechos.
Tu espalda es una firme línea de costa del este
y brazos y piernas se prolongan
más allá de tus colinas graduales. Acaricio
la palpitante provincia donde creció nuestro pasado.
Soy el reino elevado por encima de tus hombros
al que no halagarías ni puedes ignorar.
La conquista es mentira. Envejezco
tolerando tu orilla semi-independiente
dentro de cuyos límites ahora mi legado
culmina inexorable.

II
Imperialmente soy varón todavía,
dejando para ti todo el dolor,
el proceso de rendición en la colonia,
el ariete, la barrera que explota desde dentro.
El acta germinó en una obstinada quinta columna
cuya postura crece de forma unilateral.
Su corazón bajo tu corazón es un tambor de guerra
que llama a filas a la fuerza. Sus parasitarios
e ignorantes puños pequeños
ya golpearon tus fronteras y sé que apuntan hacia mí
por encima del agua. No veo ningún tratado
que ponga a salvo por completo
tu cuerpo hollado y estirado, el gran dolor
que, como campo abierto, te deja en carne viva, una vez más.

De "Norte" 1975
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens







Casa de verano

I
¿Era el viento de los vertederos
o algo en el calor

que nos seguía los pasos, con el verano agriándose,
y un nido pestilente incubando en algún lugar?

¿De quién era la culpa?, me preguntaba, inquisidor
del aire poseído.

Para de pronto descubrir,
al levantar la estera

que había larvas, moviéndose-
e hirviendo, hirviendo, hirviendo.

II
Mientras arreglo la puerta, con mis brazos
repletos de cereza silvestre y rododendro,
a través de la entrada escucho su perdido
gimotear, que, carraspeando, tintinea
mi nombre, una y otra vez.

Oh amor, he aquí la culpa.

Las flores sueltas entre nosotros
se reúnen, componen
una especie de altar del mes de mayo.

Estos capullos francos y caídos
se tiñen pronto del color de un dulce bálsamo.

Asiste. Unge la herida.

III
Oh atendimos nuestras heridas con corrección
bajo la dulzura hogareña

y yacemos como si la superficie fría de una hoja
nos hubiese dejado sin aliento.

Postulo más y más
curas gruesas, como ahora

cuando te doblas en la ducha
el agua vive cayendo por la pila bautismal de tus pechos.

IV
Con un definitivo
impulso nada musical
largos granos empiezan
a abrirse y se separan

hacia adelante
y de nuevo agotamos
el blanco, pateado
camino al corazón.

V
Mis hijos lloran la calurosa noche extranjera.
Caminamos por el suelo, mi boca podrida se desahoga
contigo y yacemos rígidos hasta que el alba
acude a la almohada, y al maíz, y la viña

que sostiene su plena carga hacia la luz.
Las rocas de ayer cantaban cuando las golpeábamos
estalactitas en las viejas cuevas, goteando oscuridad -
nuestras llamadas de amor pequeñas como un diapasón.

De "Invernando" 1972
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens







Conduciendo de noche

Los olores cotidianos eran nuevos
en el viaje nocturno a través de Francia:
lluvia y heno y bosques en el aire
creaban cálidas corrientes de aire en el coche abierto.

Los postes blanqueaban sin cesar.
Montreuil, Abbeville, Beauvais
se prometían, prometían, llegaban y se iban,
garantizando cada lugar el cumplimiento de su nombre.

Una tardía trilladora gruñía por el sendero
sangrando semillas a través de su luz.
Un incendio forestal se extinguía.
Uno a uno cerraban los pequeños cafés.

Pensé en ti de forma continua
unas mil millas al sur donde Italia
apoya su lomo en Francia en la esfera oscurecida.
Tu cotidianeidad se renovó allí.

De "Puerta a la oscuridad" 1969
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens







Día de boda

Tengo miedo.
El sonido se ha parado en el día
y las imágenes se repiten
sin cesar. ¿Por qué esas lágrimas,

el pesar salvaje en su rostro
fuera del taxi? Crece
el jugo del lamento
en nuestros invitados que saludan.

Tras la gran tarta estás cantando
como una novia abandonada
que persiste, demente,
y que atraviesa el ritual.

Cuando fui a los lavabos
había un corazón con una flecha
y palabras de amor. Deja que duerma
recostado en tu pecho, camino al aeropuerto.

De "Invernando" 1972
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens







El metro

Ahí estábamos corriendo por los túneles abovedados,
tú deprisa delante, con tu abrigo de estreno
y yo, yo entonces como un dios velocísimo ganándote
terreno antes de que te convirtieras en un junco

o alguna nueva flor blanca salpicada de rojo
mientras el abrigo batía salvajemente y botón tras botón
saltaban y caían, dejando un rastro
entre el metro y el Albert Hall.

De luna de miel, luneando, ya tarde para el Baile de Promoción,
nuestros ecos mueren en ese corredor y ahora
vengo como lo hizo Hansel sobre las piedras iluminadas por la luna
recorriendo el sendero de nuevo, recogiendo botones

para acabar en una estación con corrientes de aire y luz de lámparas
cuando los trenes ya se han ido, las vías húmedas
desnudas y tensas como yo, todo atención
por si tus pasos me siguen, pero antes muerto que mirar atrás.

De "Station Island" 1984
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens







El recado

«¡Va, vete ya! Hijo, corre como el diablo
y dile a tu madre que intente
encontrarme una burbuja para el nivel del espíritu
y un nuevo nudo para esta corbata».

Pero aún así estaba contento, lo sé, cuando planté cara,
responsabilizándolo a él
con una sonrisa que superaba su sonrisa y su encargo de bufón,
esperando el siguiente movimiento en el huego.

De "El nivel del espíritu" 1995
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens







La dificultad de Inglaterra

Me movía como un agente doble entre los conceptos.
La palabra «enemigo» tenía la eficacia dental de un cortacésped. Era un ruido mecánico y distante más allá
de esa opaca seguridad, esa ignorancia autónoma.
«Cuando los alemanes bombardearon Belfast eran las partes orangistas más amargas las que peor fueron golpeadas».
Me encontraba subido a los hombros de alguien, llevado a través del patio iluminado por estrellas para ver cómo el cielo
ardía sobre Anahorish. Los mayores bajaban sus voces y se reacomodaban en la cocina como si estuvieran cansados
después de una excursión.
Pasado el apagón, Alemania convocaba en cocinas iluminadas por lámparas a través de bayetas desgastadas,
baterías secas, baterías húmedas, cables capilares, válvulas condenadas que chirriaban y burbujeaban mientras
el sintonizador absolvía a Stuttgart y Leipzig.
«Es un artista, este Haw Haw. Puede tranquilamente dejarlo dentro».
Me hospedaba con los «enemigos del Ulster» , los pinches extramuros. Un adepto al estraperlo, cruzaba las líneas
con palabras de paso cuidadosamente enunciadas, hacía funcionar cada discurso en los controles y no informaba a nadie.

De "Estaciones" 1975
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens







Las estaciones del oeste

En mi primera noche en la Gaeltacht la anciana me habló en inglés: «Estarás bien».
Me senté al borde de un lecho iluminado por el crepúsculo, escuchando a través de la pared un irlandés fluido,
con la nostalgia de un discurso que tuve que extirpar.
Había venido al oeste para inhalar el tiempo absoluto. Los visionarios me soplaban en la cara un olor a cocina de caridad, mezclaban el polvo de las tumbas de cosechadores con la saliva de ayuno de nuestro credo y ungieron mis labios.
Ephete, urgían. Me sonrojaba pero sólo controlaba unas pocas palabras.
Tampoco descendió ningún don de lenguas en mis días en aquella habitación superior cuando todos a mi alrededor
parecían profetizar. Pero aún así recordaría las estaciones del oeste, arena blanca, rocas duras, luz ascendiendo
como su definición sobre Rannafast y Errigal, Annaghry y Kincasslagh: nombres portátiles como piedras de altar,
elementos sin levadura.

De "Estaciones" 1975
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens







Muerte de un naturalista

Durante todo el año el dique de lino supuraba
en el corazón del pueblo; verde y de cabeza pesada
el lino se pudría allí, aplastado por enormes terruños.
A diario chorreaba bajo un sol de justicia.
Burbujas gorgojeaban con delicadeza, moscardones
tejían una fuerte gasa de sonido en tomo al olor.
Había también libélulas, mariposas con lunares,
pero lo mejor de todo era esa baba caliente y espesa
de huevos de rana que, a la sombra de las orillas,
crecía como agua coagulada. Aquí, cada primavera
yo llenaría los tarros de mermelada con gelatinosas
motas para poner en fila en el alféizar de la casa,
y en el colegio, sobre estantes, y esperaría y miraría
hasta que los puntos engordasen estallando en ágiles
renacuajos nadadores. La Señora Walls nos contaría cómo
a la rana padre se le llamaba rana toro
y cómo croaba y cómo la mamá rana
depositaba centenares de pequeños huevos y eso eran
babas de rana. También se podía predecir el tiempo por las ranas
pues eran amarillas al sol y marrones
bajo la lluvia.
Entonces, un caluroso día cuando los campos apestaban
a boñiga de vaca sobre la hierba, las airadas ranas
invadieron el dique de lino; yo atravesaba los marjales
agachado y al son de un áspero croar que no había oído
antes. El aire se espesó con un coro de bajos.
Justo al pie del dique ranas de gordas barrigas sé mantenían alertas
sobre terruños; sus nucas sueltas latían como velas. Algunas saltaban:
el slap y plop eran amenazas obscenas. Algunas se sentaron
dispuestas como granadas de barro, con sus calvas cabezas pedorreando.
Me sentí enfermo, di la vuelta y corrí. Los grandes reyes babosos
se reunían allí para vengarse y supe
que si metía mi mano las babas la agarrarían.

De "Muerte de un naturalista" 1966
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens







Sibila

Mi lengua se movía, una relajante bisagra ondulante.
Le dije a ella, «¿qué será de nosotros?»
Y como agua olvidada en un pozo puede agitarse
tras una explosión bajo la mañana

o una fractura recorre un tejado,
empezó a hablar.
«Pienso que nuestra forma misma deberá cambiar.
Perros en un asedio. Recaídas de saurios. Hormigas.

A menos que el perdón encuentre voz y nervio,
a menos que los árboles sangrantes y con casco
puedan ser verdes y dar brotes como el puño de un niño
y el pútrido magma incube

ninfas brillantes... Mi gente piensa en el dinero
pero habla del tiempo. Los pozos petróleo calman su futuro
como simples temas de adquisición. El silencio
se vuelve bajío con el sonar de ecos que lanzan las traineras.

La tierra a la que aplicábamos nuestro oído durante tanto tiempo
está despellejada o muy callosa, y sus entrañas
tentadas por un augurio impío.

Nuestra isla está llena de ruidos nada confortantes.

De "Trabajo de campo" 1979
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens







Un sueño de celos

Caminando contigo y otra dama
por un parque boscoso, la susurrante hierba
corría sus dedos a través de nuestro silencio sospechoso
y los árboles se abrían hacia un sombreado
claro e inesperado donde nos sentamos.
Creo que el candor de la luz nos desalentó.
Hablamos sobre deseo y ser celoso,
nuestra conversación una simple bata suelta
o un mantel de pic-nic blanco desplegado
como un libro de modales en el desierto.
«Muéstrame,» dije a nuestra compañera, «lo que
tanto he deseado, tu estrella malva del pecho.»
Y ella consintió. Oh ni estos versos
ni mi prudencia, amor, pueden curar la herida de tus ojos.

De "Trabajo de campo" 1979
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens







Una llamada

«Espera,» dijo ella, «saldré simplemente e iré a por él.
El tiempo aquí es tan bueno, que aprovecha
para escardar Un poco.»
De modo que lo vi
apoyado sobre las manos y rodillas al lado del rastrillo,
tocando, inspeccionando, separando un
tallo del otro, estirando con suavidad
cada cosa no estrechada, frágil y sin hojas,
complacido de sentir cómo se abría cada raíz de malas hierbas,
pero también arrepentido...
Luego me encontré escuchando
al amplio y grave tic de los relojes de la entrada
donde el teléfono estaba desatendido en una calma
de espejo y péndulos iluminados por el sol...

y me encontré entonces pensando: si fuera hoy,
así es como la Muerte convocaría a Cualquiera.

A continuación él habló y casi le dije que le amaba.

De "El nivel del espíritu" 1995
Versión de Vicente Forés y Jenaro Talens









Digging

Between my finger and my thumb
The squat pen rests; as snug as a gun.
Under my window, a clean rasping sound
When the spade sinks into gravelly ground:
My father, digging. I look down
Till his straining rump among the flowerbeds
Bends low, comes up twenty years away
Stooping in rhythm through potato drills
Where he was digging.
The coarse boot nestled on the lug, the shaft
Against the inside knee was levered firmly.
He rooted out tall tops, buried the bright edge deep
To scatter new potatoes that we picked,
Loving their cool hardness in our hands.
By God, the old man could handle a spade,
Just like his old man.
My grandfather could cut more turf in a day
Than any other man on Toner's bog.
Once I carried him milk in a bottle
Corked sloppily with paper. He straightened up
To drink it, then fell to right away
Nicking and slicing neatly, heaving sods
Over his shoulder, going down and down
For the good turf. Digging.
The cold smell of potato mould, the squelch and slap
Of soggy peat, the curt cuts of an edge
Through living roots awaken in my head.
But I've no spade to follow men like them.
Between my finger and my thumb
The squat pen rests.
I'll dig with it.

"Digging" is from Seamus Heaney's "Poems: 1966-1996" (Farrar Straus Giroux, 1998)





Small Fantasia for W. B.

Where does spirit live? Inside or outside
Things remembered, made things, things unmade?
What came first, the seabird’s cry or the soul
Imagined in the dawn cold when it cried?
Where does it roost at last? On dungy sticks
In a jackdaw’s nest up in some old stone tower
Or a marble bust commanding the parterre?
How habitable is perfected form?
And how inhabited the windy light?
What was learned from the midwife and the hangman?
What’s the use of a held note or held line
That cannot be assailed for reassurance?







PUNISHMENT

I can feel the tug
of the halter at the nape
of her neck, the wind
on her naked front.

It blows her nipples 
to amber beads,
it shakes the frail rigging
of her ribs.

I can see her drowned
body in the bog,
the weighing stone,
the floating rods and boughs.

Under which at first
she was a barked sapling
that is dug up
oak-bone, brain-firkin:

her shaved head
like a stubble of black corn,
her blindfold a soiled bandage,
her noose a ring

to store 
the memories of love.
Little adulteress,
before they punished you

you were flaxen-haired,
undernourished, and your
tar-black face was beautiful.
My poor scapegoat,

I almost love you
but would have cast, I know,
the stones of silence.
I am the artful voyeur

of your brain's exposed
and darkening combs,
your muscles' webbing
and all your numbered bones:

I who have stood dumb
when your betraying sisters,
cauled in tar,
wept by the railings,

who would connive
in civilised outrage
yet understand the exact
and tribal, intimate revenge.






The Harvest Bow

As you plaited the harvest bow
You implicated the mellowed silence in you
In wheat that does not rust
But brightens as it tightens twist by twist
Into a knowable corona,
A throwaway love-knot of straw.

Hands that aged round ashplants and cane sticks
And lapped the spurs on a lifetime of game cocks
Harked to their gift and worked with fine intent
Until your fingers moved somnambulant:
I tell and finger it like braille,
Gleaning the unsaid off the palpable,

And if I spy into its golden loops
I see us walk between the railway slopes
Into an evening of long grass and midges,
Blue smoke straight up, old beds and ploughs in hedges,
An auction notice on an outhouse wall--
You with a harvest bow in your lapel,

Me with the fishing rod, already homesick
For the big lift of these evenings, as your stick
Whacking the tips off weeds and bushes
Beats out of time, and beats, but flushes
Nothing: that original townland
Still tongue-tied in the straw tied by your hand.

The end of art is peace
Could be the motto of this frail device
That I have pinned up on our deal dresser--
Like a drawn snare
Slipped lately by the spirit of the corn
Yet burnished by its passage, and still warm.






Casualty

I

He would drink by himself
And raise a weathered thumb
Towards the high shelf,
Calling another rum
And blackcurrant, without
Having to raise his voice,
Or order a quick stout
By a lifting of the eyes
And a discreet dumb-show
Of pulling off the top;
At closing time would go
In waders and peaked cap
Into the showery dark,
A dole-kept breadwinner
But a natural for work.
I loved his whole manner,
Sure-footed but too sly,
His deadpan sidling tact,
His fisherman's quick eye
And turned observant back.

Incomprehensible
To him, my other life.
Sometimes on the high stool,
Too busy with his knife
At a tobacco plug
And not meeting my eye,
In the pause after a slug
He mentioned poetry.
We would be on our own
And, always politic
And shy of condescension,
I would manage by some trick
To switch the talk to eels
Or lore of the horse and cart
Or the Provisionals.

But my tentative art
His turned back watches too:
He was blown to bits
Out drinking in a curfew
Others obeyed, three nights
After they shot dead
The thirteen men in Derry.
PARAS THIRTEEN, the walls said,
BOGSIDE NIL. That Wednesday
Everyone held
His breath and trembled.



II

It was a day of cold
Raw silence, wind-blown
Surplice and soutane:
Rained-on, flower-laden
Coffin after coffin
Seemed to float from the door
Of the packed cathedral
Like blossoms on slow water.
The common funeral
Unrolled its swaddling band,
Lapping, tightening
Till we were braced and bound
Like brothers in a ring.

But he would not be held
At home by his own crowd
Whatever threats were phoned,
Whatever black flags waved.
I see him as he turned
In that bombed offending place,
Remorse fused with terror
In his still knowable face,
His cornered outfaced stare
Blinding in the flash.

He had gone miles away
For he drank like a fish
Nightly, naturally
Swimming towards the lure
Of warm lit-up places,
The blurred mesh and murmur
Drifting among glasses
In the gregarious smoke.
How culpable was he
That last night when he broke
Our tribe's complicity?
'Now, you're supposed to be
An educated man,'
I hear him say. 'Puzzle me
The right answer to that one.'
   


III

I missed his funeral,
Those quiet walkers
And sideways talkers
Shoaling out of his lane
To the respectable
Purring of the hearse...
They move in equal pace
With the habitual
Slow consolation
Of a dawdling engine,
The line lifted, hand
Over fist, cold sunshine
On the water, the land
Banked under fog: that morning
I was taken in his boat,
The screw purling, turning
Indolent fathoms white,
I tasted freedom with him.
To get out early, haul
Steadily off the bottom,
Dispraise the catch, and smile
As you find a rhythm
Working you, slow mile by mile,
Into your proper haunt
Somewhere, well out, beyond...

Dawn-sniffing revenant,
Plodder through midnight rain,
Question me again.







No hay comentarios: