BUSCAR POETAS (A LA IZQUIERDA):
[1] POR ORDEN ALFABÉTICO NOMBRE
[2] ARCHIVOS 1ª, 2ª, 3ª, 4ª, 5ª 6ª 7ª 8ª 9ª 10ª 11ª 12ª 13ª 14ª 15ª 16ª 17ª 18ª 19ª 20ª y 21ª BLOQUES
[3] POR PAÍSES (POETAS DE 178 PAÍSES)

SUGERENCIA: Buscar poetas antologados fácilmente:
Escribir en Google: "Nombre del poeta" + Fernando Sabido
Si está antologado, aparecerá en las primeras referencias de Google
________________________________

sábado, 5 de septiembre de 2009

184.- DOLORS ALBEROLA


Dolors Alberola nació en Sueca (Valencia), el 14 de enero de 1952. Pasa toda su infancia junto al Mediterráneo, que ha influido en su vida y en su poesía. Cursa en la capital estudios de Medicina, que abandona para obtener el título de Procurador de los Tribunales, siendo la primera mujer de aquella comunidad que ejerció dicha profesión. Desde finales de los setenta reside en Andalucía, donde ha trabajado como periodista. Vive actualmente en Jerez de la Frontera, dedicada de pleno a la literatura.
Entre los numerosos premios con que ha sido reconocida su obra destacan los siguientes: Carmen Conde (1998), Premio Internacional Ciudad de Miranda (2000), Premio Bahía de Algeciras (2002), Premio Villa de Peligros (2002), Premio de Poesía Vila de Martorell (2003), Premio Cálamo de Poesía Erótica (2003), Premio Victoria Kent (2005), Premio José Luis Núñez (2005), Premio de Poesía Ernestina de Champourcin (2005), Premio Ciudad de San Fernando (2005), Premio María Luisa Sierra (2005), Premio Vicente Martín (2007) y Premio de Poesía Pastora Marcela (2007). En dos ocasiones (2000 y 2007) ha sido finalista del Premio Andaluz de la Crítica y en una del Premio de la Crítica Valenciana (2000).
Traducida al gallego, catalán, portugués, francés, italiano, árabe, serbio y ruso, ha colaborado en la prensa literaria, revistas especializadas y numerosas publicaciones colectivas.

BIBLIOGRAFÍA

Obra poética:
- Trizas. Sueca, 1982.
- La quejumbrosa vida de John Stemberg . Puerto de Santa María, El Ermitaño, 1997.
- Cementerio de Nadas . Madrid, Torremozas, 1998.
- El medidor de cosas . Ayuntamiento de Miranda de Ebro, 1999, 1ª ed. y 2000, 2ª ed.
- Historias de snack bar . Jerez de la Frontera, EJE, 2000.
- Ire(né) Lanuit . Valladolid, Editorial El gato gris, 2000.
- Conversaciones con Uriel, el pacificador de cosas . Cádiz, Excma. Diputación Provincial, 2001.
- Una nena que porta al cap un ganivet . Córdoba, Aristas de Cobre, 2001.
- El vagabundo de la calle Algarve . Algeciras, Fundación José Luis Cano, 2002.
- Apocalipsis Sur . Granada, Excma. Diputación Provincial, 2003.
- El último tren . Chiclana de la Frontera, Fundación Vipren, 2003.
- Cementerio de arena. Cuadernos de Orpheu, Brasil, 2003.
- El monte trémulo . Barcelona, Seuba, 2004.
- Decomo (en colaboración con Domingo F. Faílde). Gijón, Cálamo-Gesto, 2004.
- Esa mujer de Lot . Valencia, Els Plecs d’Alfons el Magnànim , 2004.
- Juego de Damas . Sevilla, Instituto Andaluz de la Mujer, 2004).
- Ciudad contra la lluvia . Algeciras, A. M. Victoria Kent, 2005.
- Acaso más allá . Sevilla, Excma. Diputación Provincial, 2006.
- El don del unicornio . Vitoria/Gasteiz, Excma. Diputación Foral, 2006.
- El libro negro . Madrid, Huerga & Fierro, 2006.
- Ángel oblicuo . Bornos, Ed. del Excmo. Ayuntamiento, 2006.
- Arte de perros . Jerez, EH, 2006.
- El ojo y el tiempo . Madrid, Vitruvio, 2007.
- De donde son las voces . C. de Criptana, Ayuntamiento de, 2007.
- Una amplia selección de su obra figura en De piedra y sombra. Antología poética (1982-2006). Barcelona, Atenas, 2006.
- Del lugar de las piedras. Editorial Yaganes, Gijón 2009.
- Sobre la oscuridad . Rumor Visual, 2011.

Presencia en antologías:
- La palabra debida. Sevilla, Instituto Andaluz de la Mujer, 2000.
- Mujeres de carne y verso, antología poética femenina en lengua española del siglo XX. Sel. de Manuel Francisco Reina. Madrid, Esfera Literaria, 2001.
- Poetisas españolas, antología general, de Luzmaría Jiménez Faro, tomo IV: de 1976 a 2001. Madrid, Torremozas, 2002.
- Ilimitada voz. Antología de Poetas Españolas (1940-2002), sel. y estudio de José Mª. Balcells. Cádiz, UCA, 2003.
- Reinas de Tairfa. Poesía Femenina Gaditana (1982-2002), sel. y estudio de Manuel Moya. Huelva, Fundación Caja Rural del Sur, 2004.
- El placer de la escritura o nuevo retablo de maese Pedro. Cádiz, UCA, 2005.



I

Ya hemos vuelto de nuevo al invierno de la lluvia.
Tocamos la gran piedra y su alquimia
nos redujo a cenizas.
De nada sirve, pues, la espesa tundra
de pensamientos firmes que tuvimos.
Hemos bajado al cálculo, nosotros,
los que erigimos torres
y fingimos silencios previamente.
Nuestras manos comienzan a diluirse, empero,
no quedó ningún verso capaz de pervivirnos.
Hemos vuelto al silencio,
al oscuro exactísimo que nadie deseamos.
Las gacelas no vierten sus más ligeros pasos
y hace un frío de vidrio que penetra los huesos.
De regreso al lugar donde nos sobra el nombre,
nosotros, los oscuros, no tenemos ya tiempo.
Los hijos, espantados, huyeron tercamente
y sólo somos miedo en las horas nocturnas.
Hemos vuelto a verter, entre la falda
pútrida de la tierra, nuestras viejas pasiones.
Aquí yacen ahora los más deseados pechos,
las narices perfectas de algún actor de moda,
los pinceles secretos que guardara el pintor
más dentro de sus ojos,
la moral predilecta de algún hijo de Dios
cuyo hábito podrido nos muestra los girones
de la ambigua materia.
Aquí se desparraman niños,
vaginas no tocadas convierten en caminos
de larvas su pureza,
se desafora el pánico de no ser más besado,
se diluye la fe
como en un territorio de dioses pequeñísimos
que corroen la carne, impunemente.
Hemos vuelto de nuevo al jardín del invierno
a convertirnos tercos en suicidas rosales.
Si existe el jardinero que cuide nuestros tallos
habrá llegado tarde,
la nieve de la duda ahogó todos los cálices
y en el lugar secreto de la corola muerta
flotan lágrimas frías.





A mi padre muerto

como si hubiese dicho sólo:
Lázaro, sal fuera,
y nos volvimos luego, ya caída la tarde...
José Ángel Valente


Hubiera sido Wagner
cerrara bien los ojos
parecieran las manos
cristal almidonado u oro puro.
Su cuerpo se extendiera desde el marfil al frío
lentamente.
Estallara su boca como una rosa a fuego
lentamente.
Su voz como otra voz en el silencio fúnebre.
Hubiera sido Wagner.
Hubiera sido él
de no ser porque nada llegara a despertarle.
Hubiera sido así
pero asimismo no era sino una ausencia exacta.
Hubiérase parado mirándome y un beso
perfilara en mi sien aún lentamente.
Extendióse una caja
y no logró escapar de aquellas lindes.
Su párpado era voz,
el frío de su piel llameaba la vida.
Era su cara un día de otoños imprevistos.
Yo le llamaba aún:
Padre eh padre Juan
invencible despierta.
Me alargaran la mano
detrás de alguna infancia de cristales punzantes.
Recordé viejas horas,
calendarios de miedo
anidaban sus ojos tal vez más polvorientos.
Me alargaran la mano y esa ausencia
se aferrara a mi sangre.
Padre eh padre Juan
entrañable despierta.

La caja fríamente le cerrara las puertas.





En el principio fue el número

Creárase la soledad,
el doble de ella misma,
e incluso el triple y llegárase al siete de la nota,
al lugar del descanso, al punto geométrico,
al triángulo exacto de la transmigración perenne
-el alma que se escapa entre los brazos quietos
y el triángulo -viejo- con sus catetos rotos-.
Y de nuevo hacia el uno,
hacia la sola agua. Consonancia perfecta
el uno con el dos y cada nota, fija, en esa vibración,
exactamente el doble en las octavas altas.
Creárase la soledad, el infinito nunca de la música,
el punto equidistante entre la nada.
La piel del hombre, un árbol.
En su interior, lo solo y el dos y el tres en su costado
y el cuatro y nuevamente el cinco con sus dedos correctos
y el seis (como de hombre) y el siete del retorno.
El ser, así, girando en desmesura, como un sonido ciego
y un estuche, desnudo en cada muerte.

Pitágoras
Metaponte, h. 500 a.C.






Cosi fan tutte

Le dijeron, la música,
la música que es dios y un pequeño peldaño
la eleva hacia la gloria.
Ella que se hace ubicua en oscuras catedrales
y entre un arco ojival tiene puesto su grito.
La música es el vals y el trueno es esa música
donde vive la lluvia sus mojadas cavernas.
Le dijeron, la música,
tejiendo entre sus dedos un diapasón sagrado.

Wolfgang Amadeus Mozart
Viena-1791




El beso de la muerte

Hemos hecho el amor y a fuerza de cadenas
no hemos vencido nada.
La fiera, resurrecta, se imprime en los tejidos,
elaborada ya en el beso primigenio.
Hemos hecho el amor contra las piedras vanas
pero no profanamos el templo de la muerte.
Nuestros cuerpos sedientos murieron en oasis
y ahora Egipto o la esfinge han borrado las huellas.
Un desierto de nadas hemos alzado juntos.
Los genes, en la lucha,
no supieron romper el mecanismo.
Nos matará París y un día Londres
será un lugar inútil.
Se alzará Notre Dame como un templo vacío
y el Big Ben tocará sus horas funerales.

Hemos hecho el amor y nos mató la vida,
la guerra más sangrienta nos la trajo la sangre.

Edward Lawrie Tatum
Nueva-York, 1975







Transmutación

Volvería a ser piedra.
El pensamiento aquel que circundara al mundo
completamente ebrio. La luz.
La panacea agreste del viento en el tejido.
El hombre que calmara, que abrevara la fe,
el cuenco de la mano, funesto, ya vencido.
La sempiterna lucha del hombre por el hombre.
Y ahora regresar,
volver tal vez de nuevo a la tierra de origen,
comenzar desde cero la divina parodia.
Fluir constantemente hasta el vértice exacto,
el fuego, tan vital, lamiéndonos la voz
y, entre el silencio,
hormigas trabajando agriamente ese cuerpo
hasta dejar disolviéndose el ser
entre otro ser que gire, sempiterno.





Marina

Quema la luz intensa esta mañana.
He salido del mar. Tengo la cara llena de algas
trasparentes y atraviesa mis pechos
un enjambre de olas y un espejo ha dispuesto el cielo
a mis espaldas. Llevo sal en la boca.
Venid a conquistarme ese arrecife, repleto de corales,
que me inunda. He salido del fondo de este plancton
y mis ojos son peces en la noche.
Desfiguro mis brazos como lenguas y penetro la tierra
y, profundo, este semen, entre arenas me oculta la verdad.
En qué país habito y el nombre de este mar,
dónde está escrito el nombre de este mar que me atraviesa,
como garganta seca, las agallas.




También caja de música

A veces me pregunto
qué se hizo de todo cuando nada.
De la puerta del mar en donde el mundo acaso.
De la exquisita voz de Leonor.
De la vida que fuera trazada con compás.
De la guerra del Cáucaso.
De esa niña que, torpe, me lamiera la espalda.
Del oro de la música en hilos como notas.
Del Abel que no hallo o igual de su asesino.
Qué se hizo, quizás, del dios de los aztecas.
De las calles que un día pisara en Buenos Aires.
Del signo que ya nunca se impregnará en mi frente.
De esa triste balada que emitieron mis labios.
Del agua en la vigilia o también de la sed.
Qué se hizo de mí o si yo mismo
sigo pensando esto entre la ausencia.

Jorge Luis Borges
Ginebra, 1986






Hierro

Y ahora que ya lo sabes,
que has visto este talón de virgen que, descalzo,
te ofrezco en desmesura
y has clavado en mi piel todos los versos
y me has dado la fuerza y me has quitado
de nuevo ese poder.
Y ahora que tú ya sabes,
tan adentro de mí, que existe el fuego
pequeño y asustado de la luz
y que soy débil,
pues mirando este mar me siento nada
y me diluyo abstracta entre la tierra
como un muerto sencillo,
como una alondra muerta que volara,
por debajo de mí, hacia tu mano abierta.
Ahora que ya me puedes
asesinar de un soplo y solamente
me matarás un poco, pues no soy
más que, grisácea y pura, una ceniza.

Ahora, has de saber que la poesía
es la sola razón que me sostuvo.



No hay comentarios: