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martes, 24 de agosto de 2010

895.- AÍDA ACOSTA ALFONSO


En la ciudad de las cigüeñas nació Aída Acosta Alfonso y emprendió el vuelo a tierras salmantinas, a la textura de granito y a los altos árboles…
Sus versos están repartidos en: Antología de Poesía, La luminosa voz de la poesía (Salamanca, 2004); Antología Paisajes del Infierno Colección Gárgola de Poesía (Salamanca, 2001); Revista Álamo; Revista Literaria “Atril” de Salamanca; Revista Literaria “Papeles del Martes” de Salamanca; Revista “Papeles del Novelty”; Revista Plátano Verde de Venezuela; y colaboraciones en el Libro de Carnaval de Ciudad Rodrigo. Participó en el I Festival de las Artes de Castilla y León. Y fue coordinadora del proyecto “Poetas al tren” (2004).
Suele caminar, y tropezar de vez en cuando, discute con la soledad y colecciona mariposas de luz. Y le gusta mucho, cenar un verso muy largo…





Me inscribo en este otoño
con sabor a sequedad
y tierra nueva,
me envuelvo enredadera
de nubes disecadas
para la despedida
de la luz
y su vértice impreciso.
Que sea este suicidio
un lecho de amarillo.
Huelen las tardes
a girasoles negros
y se advierten en mis manos
las granadas abiertas del olvido.
Este suicidio
de recoger tu sombra,
hojas secas para el libro
de tu ausencia
y reconocerte carcomido de vacíos.
Este suicidio
el amor que me sobra,
este amarillo.

Del libro Sílabas de Luz



***


Hoy la tristeza es capicúa
se encierra en una torre consumista
llena de garabatos,
su tiempo de deshoras
es la llamada
del silencio,
es la mujer que llora
abriendo su vientre
de pájaros negros,
es el andén
y los pasos que fueron,
es la sonrisa obligada
y los árboles viejos,
el empeño por vivir al desvivirse,
iniciar cada día
una pirámide inversa
que se llena de mar
que se ahoga.
Esta tristeza
lleva piernas largas
y abre senderos
en las manos del olvido.
No quiero hoy
que llegues a casa
con un rastrojo lánguido
de lo que fue ayer
de la tibieza que no hubo
de los besos que olvidamos darnos.
Hay demasiada tristeza, hoy,
demasiada arquitectura
de lo que nunca será.

Del libro Sudor de un paisaje



***




Es la tristeza que se advierte
en el horizonte amarillo.
Deshago un dolor inexacto
como arena entre las manos.
Hablo de la muerte
de la superación de las nubes
del paisaje que perdemos cada día
de la inconsciencia del amor.
Hablo de la muerte
de la presunción de ceniza
del olvido.
Hablo del recuerdo,
de las raíces y la memoria,
del color de la tierra
y la soledad conjugada
de los árboles.
Hablo de la muerte
de la caída vertical
de la extrañeza
de la lágrima de luz
que desprendemos.
Sólo hablo
de la muerte.

Del libro Sudor de un paisaje




***



“¿En qué lugar, en dónde, a qué
deshoras me dirás que te amo?
Esto es urgente porque la eternidad
se nos acaba…” Jaime Sabines


Las nubes se avecinan
como un claro presagio
de soledad.
Abro con los dedos
una ventana de aire
y renacen las gaviotas
con tu nombre azul.
Tu silencio me rompe.
No tengo más noche
que tu ausencia
no me envíes
más besos de hielo.
Muero a estas horas
por el golpe de huracán
del abandono
donde olvidas el peso
de mis alas
cuando tienen la tristeza
clavada como piedra.
He contado tus lunas
en la distancia
y han resbalado por mi piel
como espadas de agua
no alcanzo el límite
para detener este abismo
este abismo en el que
me precipito
justo en el momento
en el que te quiero.




***




"Sílabas de Luz" (Rojo)


I


Vamos a deshojar esta niebla
a abrirle cosquillas con los dedos
tú por un lado, yo por el otro
a ver si nos encontramos desdibujados
casi ciegos
y nos seguimos conociendo
con estos dedos torpes, pero ciertos.


Vamos a abrir esta niebla
y a besarnos.


Hace un tiempo blanco y distante
hace tiempo que te quiero
vamos a desdoblar el horizonte
vamos a rozarnos en silencio
vamos a decirle a las nubes
que se vayan
que nos dejen solos,
solos, con nuestros besos.

Del libro "Sílabas de Luz"





"Tú y yo hemos logrado este paisaje"

Tú y yo hemos logrado un paisaje
tenemos el triunfo de la tierra en nuestras manos
una llanura infinita en las mantas
una montaña de recuerdos y besos en la almohada
tenemos un acantilado al borde de la cama
por el que a veces rodamos o abrimos las alas
tenemos una lluvia
unas olas que se abren en la espalda
conocemos nuestra piel, nuestro abrigo de caricias
nos desordenamos como nubes.
Tenemos un paisaje que amarnos
un paisaje para amarnos
para sudar como el reloj cada hora,
cada segundo
y abrirnos los silencios y mirarnos.
Tú y yo hemos logrado este paisaje.

Del libro "Sudor de un paisaje"




***



A mi hermano Luis en su memoria...


“Alguien quiso venderme
un traje de ángel.
Insistió tanto
que me lo probé
y vi
con sorpresa
que el talle
era exacto.” Mariano Medina.





Aquel día
salió de casa,
llevaba
debajo de su ropa
el traje de ángel, como siempre.


Despedía olor a luz
olor a lluvia y musgo,
sus manos estaban llenas de sol,
salió silencioso, como siempre.


Al día siguiente
le crecieron las alas
a su traje de ángel.

Del libro "Sudor de un paisaje"




***


No sé si es el sopor del domingo
o la irrespirable ventana
que contiene el miedo insoportable
cohabito con el sol granulado
en esta tarde de pájaros rebeldes
y trasciende el muro
como una pesadilla de fiebre.
Voy a sembrar esta sombra
de girasoles
que ya estoy harta de subirme
a los tejados y no apartar las nubes.
Voy a llenar la habitación
de jirafas y de plumas.
Voy a construir un rincón de paraguas
y a recetarme chocolate en los sueños.
Cuando me recupere de esta enfermedad
asomaré el temblor
por la puerta de la duda
y si estás
bien
y sino también.


..................................Navasfrías, 18-03-2007
De Amor sin levadura





Playa del Silencio


El mar es un susto repentino,
la senda bajo la arboleda
susurra un canto húmedo de huellas lentas.
El silencio se rompe de caminantes
y se esconde a los pies del agua esmeralda.
Los testigos, amarres de la rocosa tierra
permanecen como estatuas en la playa
y yo dibujo en el contorno
de tus labios
un beso de silencio
para el recuerdo de los días amarillos.

.................................................13-09-2009, Castañeras (Asturias)



***



Las estrellas se han apretado como una luna
tiembla una mujer
como hoja amarilla de verano.
El silencio es una voz minúscula
y la hipocresía como una escalera
sube y baja
a ritmo de luciérnaga en celo.
La sospecha panza arriba
maulla como una gata negra.
Una mujer llora.
Otra mujer revienta fósforos
entre las manos del reencuentro.
A veces los secretos se disparan
como una nube.
Un hombre titubea y sonríe.
Una mujer llora,
la otra también.
La noche se desliza como un caracol
y responde a las dudas con piedras de sal.
Cada uno ocupa un vértice
nada tiene sentido
la brújula pierde sus puntos
los dias son arañas.
Una mujer continua llorando.

.........................San Martín de Trevejo, 24-08-09





***


Me duele tu huída
el silencio que me lanzas.
Quizá cuando regreses
vengas contento
o amargo de alcohol
como otras veces
y todo sea rompernos
a mordiscos
y todo sea un correr de gatos
como hojas por el balcón.



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