Araceli Sagüillo
Nació en Palencia y residente en Valladolid, donde se ha destacado como coordinadora de los Viernes del Sarmiento, en la sede del BVVA, ahora es cuando su poesía ocupa el lugar que, sin duda, se merece. Al menos así lo siento y así lo dejo por escrito.
Libros: El ático vacío (2009) y Treciembre existe (2011). La muerte de su querido poeta y esposo entrañable (el maestro Andrés Quintanilla Buey) ha nutrido su espíritu y ha vivifica su expresión lírica hasta un sitial inusitado, si nos atenemos a las cosechas de antaño (La charca de los lirios (1994), Mujer (1996), Tiempo de silencio (1999), Las voces (2003) y el poema dramático En la alameda (2004)..
LOS PECES
Reconozco uno a uno los peces
sin mojar los pies en el río.
Juntos venceremos la prisa de llegar cuanto antes.
Tengo miedo de llegar al fondo
sin hacer balance.
De ver correr los días
desde este gigantesco reloj de arena.
Siento dolores oscuros en mi espalda
y mis manos heladas
se aparcan en mí como un oasis eterno,
como el abismo de una noche a solas.
Vivo sin recuperar aquello que busqué.
Y se hace tarde, y la esperanza es muda.
Intensamente llueve sobre mí
y las gotas se vuelven olas en este mar picado.
Bandadas de insectos me dan escolta.
Y qué lejos la viña de uvas de oro.
Herencia del presente, respira el campo, lleno de maleza.
Apenas en mi labio una sonrisa.
Reconozco uno a uno los peces
sin mojar los pies en el río.
Juntos venceremos la prisa de llegar cuanto antes.
Tengo miedo de llegar al fondo
sin hacer balance.
De ver correr los días
desde este gigantesco reloj de arena.
Siento dolores oscuros en mi espalda
y mis manos heladas
se aparcan en mí como un oasis eterno,
como el abismo de una noche a solas.
Vivo sin recuperar aquello que busqué.
Y se hace tarde, y la esperanza es muda.
Intensamente llueve sobre mí
y las gotas se vuelven olas en este mar picado.
Bandadas de insectos me dan escolta.
Y qué lejos la viña de uvas de oro.
Herencia del presente, respira el campo, lleno de maleza.
Apenas en mi labio una sonrisa.
Y SIGUE LA ESCONDIDA SENDA
Sigue la escondida senda…
Fray Luis de León
Mientras el mundo se agudiza en mí,
el sándalo de los días
busca lo escrupulosamente cierto.
Atrapada en la máquina oxidada y fría
seguirán multiplicándose esos ratos estériles
donde el ritmo del día y de la noche, guarda
dolores humanamente tristes.
“La senda sigue la escondida”
y los deseos se vuelven más secundarios,
apenas las palabras salen de la boca,
y a los ojos, le salen espejismos.
…Y llega un vacío entero de recuerdos
aferrado a brujerías y a quimeras locas
hasta encontrar “la senda”, hasta ceñirse
a la encrucijada, desbordadoramente
triste y sola.
…Y seguirán las pavesas
dando vueltas por el aire,
a la espera que el fuego se avive,
que el tiempo ya pasado se ilumine
y la brisa en el aire, guarde lo perdido.
PRELUDIO
NADIE TE CURÓ LAS HERIDAS QUE TANTO DUELEN,
tampoco te abrazaron nunca
unos brazos,
ni en los tuyos se posaron jamás
otros labios.
Por cierto, el teléfono no responde
a tu llamada.
Y a pesar de todo das las gracias.
Empiezas a desaparecer
y te empeñas en estar como entonces.
Caminas derecho,
como si la montaña te gritara:
¡Camina!…
Y lo haces a solas,
bebiéndote la fatiga y el alcohol,
acumulando pesadillas,
(una manera de vestir la amargura).
Eres uno más, respirando
tu ración de aire,
debajo de este día tan vencido.
PARTE PRIMERA
NADA SE ANUNCIA de aquello que existió,
nada es más trágico
que un silencio sin nadie.
Los pasos todavía recientes
caminan por senderos de lenta calma,
donde la hermosura de la nieve
pausadamente se deshace.
La casa respira ausencia
y el olmo crece por error a lo bajo.
Melancólicos pensamientos vigilan
el punto de luz que los salva.
No dejo de ver milagros,
apretando mi propio escalofrío
acerco las manos a mi ciudad
que siente como yo la vida y la muerte.
Nada se anuncia de aquello que existió,
nada es más trágico
que un silencio sin nadie.
LLEGAR donde la poesía descansa,
rozar el murmullo de su voz,
recuperar la calma abrazada a ti,
y sentir el hogar nevado, con los pies descalzos.
Desorientada por tanta blancura
emplearé los cinco sentidos y diré palabras:
Amor, lágrimas, miedo…
palabras todas en peligro de muerte.
Ahora sé por qué las cosas se hacen añicos.
Y por qué en el huerto revientan los cerezos.
…Y tengo pánico de ahogarme
en este río desbordado,
donde árboles sin ramas
dibujan la cruz de la tristeza.
ESTE JUEGO DE VOCES apostando
por los errores del mundo
son estatuas que habitan
detrás de cada puerta…
Esa puerta que se cierra agita al aire…
esa puerta llora tu ausencia.
Esta tierra guarda la pena
al no encontrarte.
Los pinos, la gravilla, los pájaros…
presencian lo increíble,
ni vuelan ni cantan, mueven las alas
y se hinchan asustados.
Se aprietan tanto
que hasta los pinos se duelen,
el sol se enfría, y el aire se queda sin aire.
LA VIDA ha dejado de ser vida,
se revientan las penas del amor
y ese dolor levanta ampollas en la piel.
Hay un jadeo de pájaros
a través de la ventana, y tú
debajo de la lluvia te llenas de fiebre
a la intemperie.
Benditas horas
recorriendo el insomnio,
benditos los labios
que fueron la clave de todo.
Ahora escuchan sólo mis palabras
y llamo a la tierra, tierra,
y a las flores, flores.
Dejaré para después,
todas las respuestas juntas.
PARTE SEGUNDA
Tienes razón, nunca tuvo
menos calor una tarde,
menos brillo una mañana,
menos rumores un parque.
A. Q. B.
LA CORDURA
Comienzas ha cerrar la única puerta que condena nieblas oscuras, abatida ya la noche vestida de nada, ajena a todo. Y tú exhalando el último suspiro… ves nevar el jardín, los copos vuelan, como aquello que se aleja… Y piensas en la patria que conoces, donde siguen caducando las ternuras. Y al toque de queda lloras, por vivir medio siglo fusilado…
Y decides esconder los días no se sabe dónde, y te abrazas a la mirada que la lucha interna habita, y regresas de nuevo a tu memoria, adelantándote en el misterioso mar donde te ahogas…Llenándote de recuerdos, te pierdes en la lluvia de Abril y su hermosura.
hermosura.
Me parece mentira
haber vivido tanto tiempo
con el miedo en la sangre,
en la mente, en el corazón.
A. Q. B.
CUANDO EL MIEDO
El miedo se descubre cuando una puerta se abre sola, cuando un grito devora el silencio y nadie sabe de donde viene. Cuando el corazón golpea desmesuradamente ante los ojos cerrados de los amantes. Cuando meditamos, ay, cuando meditamos…
Cuando las manos se aprietan a la ley más severa, y algo te rodea y te empuja hacia esa puerta que se abre sola.
El día de la tormenta, el viento te desvistió en la calle llena de transeúntes. Miedo de volver a caer, miedo de amanecer sin haber despertado, sin recuperar lo que siempre fue tuyo. De perder la saliva y sentir la voz de la avaricia, una tarde de tormenta de soledad y de angustia. Miedo de perder más sonrisas. Miedo de que nadie vuelva a cantar. Miedo de preguntar ¿dónde estoy, dónde?
Hoy que te sueño tan lejos
que no nos separa nadie.
¡Mira! ¡Mira como corre
mi verso para encontrarte!
A. Q. B.
LA POESÍA
La imaginación sueña con metáforas nuevas, capaces de recuperar la memoria perdida. El mágico brote de la palabra se hace escarcha, y duelo, y corazón de nieve, y río, y corriente nunca más detenida. La imaginación guarda el llanto que los poemas de la pena esconde… ¡La poesía! La poesía es la isla de la ternura, la frágil flor, dueña del último poema. La poesía se lleva dentro de las palabras, se esconde entre lágrimas, esas lágrimas que todos lloramos.
Aquel que conoce la suave caricia de la poesía, ha descubierto la principal razón de la existencia.
También treciembre existe. Y tiene días, noches,
y campos silenciosos, y silenciosa lluvia.
Y sus silencios tristes, sus silencios alegres,
porque todo es silencio en este mes perdido
en el lugar sin gracia de las cosas inmóviles.
A. Q. B.
SIN TRECIEMBRE
Sucedió la última noche del año 2007, cuando los lirios se mueren de frío, porque es invierno y el tiempo vuelve a dar malos pronósticos. En diciembre los días se van dorando como las hojas de alguna flor ardida. Escuchas a solas cada minuto, cada segundo, y en ese constante tic tac te sientes equilibrista del mundo.
Ya no existe treciembre, lo inventaste una noche a la luz de la luna cuando del destino las lágrimas se alejan. Treciembre se ha perdido entre las nieves robadas del desierto, y se aferra a los días distantes, sí, a los meses imposibles, a las constantes palabras olvidadas.
Comparto tu nostalgia y me refugio en la mansión de los recogidos sueños, con la fecha apoyada en la almohada. Todo fue presentido. ¡Ahora sé que treciembre existe!
COLOFÓN
NO FUISTE DE ALARDES NI DE BESOS.
Palabras bien contadas y mirada clarísima.
Y tus manos meciendo
estrellas inventadas.
Único. Tú.
En la charca,
remanso de caminos,
llagas sin cerrar,
promesas infectadas,
mano izquierda contagiando a la derecha.
Injustamente traicionado.
En esta historia de avaros
el principal tesoro está por descubrir.
Nosotros, como la pared,
insensibles.
Siguiendo órdenes
y haciendo vida,
que no historia.
Tu sed fue cansancio,
mirada en tierra,
brazos caídos.
Manos limpias.
Esperemos,
conciencia del tiempo,
llevando la hora en tu cintura.
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