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viernes, 2 de agosto de 2013

BÁRBARA OAXACA [10.327]


Bárbara Oaxaca 
México, D.F., 1972. Estudió canto en la Escuela Nacional de Música. Ha tomado cursos de creación y apreciación poética con Saúl Ibargoyen y Oscar Wong. Fue incluida en las antologías Más vale sollozar afilando la navaja, de Ediciones Cuiria Fridaura, en Musa de  musas. Poesìa de mujeres desde la Ciudad de México, ediciones Literal y en Los mejores poemas mexicanos 2006, por Elsa Cross. Poemas suyos han aparecido en las revistas literarias Cuiria, Alterarte y Pluma del Ganso. Ha sido publicada en los diarios La Prensa y El Financiero. Ha participado en diversos encuentros de poesía, entre los que destaca el Encuentro Nacional de Poesía Independiente, organizado en el Faro de Oriente en 2008, y el XIII Encuentro Internacional de Poetas organizado en Zamora, Michoacán en junio de 2009. En 2011 apareció su poemario Cascar Áspero Canto, bajo la editorial Versodestierro.




Joven obrero

Un niño apenas
con la tersura del agua
un niño de carne transparente
niño-cuenca en el albor de su epidermis
tierra de limo
todo horizonte habita en su mirada
y en su pectoral habitan girasoles
y su vientre es la canción de una campiña
vírgulas floridas salen de su boca
y las manos
manos de raíz de ocote
savia de ahuehuete
manos-resina
manos-brasa
arde con ellas
la cimbra el tablero el torno.
Un niño apenas con su carcaj de cuero
y el destornillador
y la pinza
y el cuchillo
floreciendo.







Baño de mujeres

En el baño de mujeres
se dan cita las diosas que dan vida
y las que se rehúsan
las subversivas de la tradición
las habitantes día y noche de los templos
las diosas que habitan otras diosas
aquellas que aceptaron
la metáfora de una flor como su imagen
las navegantes de su ruta lunar
en la mar enrojecida
las que guardan en su bolso de mano
el vértice del cosmos
entre rizadores y peinetas
y juntas inundan de ritual
ese baño de mujeres
completan esa mitad con la otra en el espejo
y entero el universo así (por un instante)
entornan la mirada hacia el futuro
trazan con bilé su ruta colectiva
desechan o cultivan el instinto de hacer nido
depositan el miedo en el retrete
o lo hacen dios y hombre y se fecundan con él. 
Humo de cigarrillo 
es el incienso femenino.







Lilith insurrecta

Es lo mejor.
¿Quién soy yo, dulcísimo
para pervertir la sustancia de las cosas?
¿Quién en sus cabales 
trastocaría el pulso planetario
la molécula
el ordenado espasmo del ventrículo
las voces del taller?
Abrir puertas
desafiar a lo que nombra
nombrarlo
marchar contra natura.
¿Habría de ser yo
simple mortal
hija común de los elementos?
No soy
ni mi oscuro dios agazapado.

Así está bien.
¿Para qué importunar al demonio
que me ha sido concedido?
¿Para qué subvertir
el rumbo de los vientos
las caudas pluviales
la correcta sucesión del cielo y de la tierra?
¿Qué suerte de Lilith insurrecta
escupiría palabras sucias a mi oído?

¿Qué es eso de llamar a rebelión
al cauteloso sustrato?
La recóndita materia 
la negritud así nomás que ostentas
llamar a conjuro la locura
la caligrafía de tus pasos
su trayectoria de aire verde
el azahar de tu advenimiento
tu osadía
fluvial.






CANTO A LA FSM 

Este es el árbol, el árbol 
del pueblo… 
…hunde la mano en las usinas 
donde su fruto palpitante 
propaga su luz cada día. 
Pablo Neruda 

 Y en el principio se dijo: 
 hágase el canto de la Clase 
 escríbase con guantes de operario 
 el largo testimonio de la historia, 
 cernid las arenas 
 en busca de sangre milenaria, 
 afinad los clarines: 
 ¡la rabia te amamanta! 

 En el primer día 
 mano y herramienta fueron: 
 lascas de sílex, 
 apenas vaticinios. 
 Una roca en la mano 
 predice los albores artesanos, 
 el pacto está sellado: 

Estás presente. 

 Es tuya la epidermis planetaria, 
 su lenguaje arterial de piélagos y ríos 
 cabellera de boscajes 
 piel de praderas 
 y abrevas en la vasija fresca de la tierra: 
 en el estrato del granito 
 del carbón o del basalto 
 y del hierro 
 y del cobre 
 y de ambos tu poema: 

 el bronce. 

 En la memoria más antigua 
 -lenta procesión de siglos- 
 nombras la bóveda celeste. 
 Tiempo y signo precipitan las eras, 
 en instantes estelares todo ha sucedido: 
 mano y martillo 
 brazo y arado 
 o cincel 
 o bieldo 
 o atarraya 
 abundancia de granos en tablillas de arcilla 
 silos 
 cosechas 
 ¡lino fino para el amo!
para ti, cadenas. 
 ¡gloria para el señor feudal! 
 En la villa, hambre y miseria. 

 Como mujeres preñadas, 
 los poblados engordan de artesanos pobres. 
 Un feto sórdido incuba en el gremio y en la guilda: 
 El burgo ha parido a la hija bastarda de la historia: 
 ¡La fábrica! 
 ¡El útero triste de la Clase! 
 Naciste uncido al yugo de tu máquina 
 a la ley del capataz 
 al capricho del mercado. 

 Pero la palabra es lo divino de lo humano, 
 entonces te nombraste: 

 ¡Qué nombre el tuyo, obrero! 
 Es el nombre de los muchos nombres 
 qué redonda metáfora de furia 
 qué canción de pájaros de lumbre 
 qué iracunda bocanada precisa el que te nombre: 
 el obrero es el poeta del trabajo 
 bardo del metal 
 dinasta de la varilla y el concreto, 
 ¡el hombre nuevo germina en la palabra PROLETARIO! 
 Gestación telúrica 
 sudor calcinante de obreros algodoneros. 
 De París a Chicago 
 un grito seminal nace y retumba: 
 ¡Huelga! 
 Al son de atabales izas hoces y martillos 
 y el tirano responde: 
 ¡Mazmorra y muerte a tu osadía! 
 ¡destierro al rebelde! 
 ¡guerra! 
 Hijo y nieto de agraviados: 
 en una pira de lustros se acumulan las ofensas. 

 Entonces hablaron los engranajes: 
 su cansado canto. 

 Hablaron las galeras: 

 su vocación de oscuridad. 
 Habló el acumulado siglo en la memoria de las manos, 
 los dolores antiguos: 
 la cólera. 
 Y he aquí que renace la esperanza 
 en el más turbio rincón de los talleres 
 un haz de luz acaricia la máquina y el torno 
 brisa fresca sopla en las sentinas. 
 Mano con mano vas hilando tu canto, Clase, 
 de voz en voz tu edicto. 
 De África a Oceanía tu incendiaria partitura 
 de Europa a la América abundante 
 se escuchan coplas colmadas de futuro: 

Despierta, muchacho 
 del dulce letargo, 
 que tu estirpe obrera 
 no yazga en el fango, 
 mira que la Historia 
 ya lo ha demostrado 
 que la vida digna 
 la construyen manos 
 pintoras, obreras 
 textiles, del campo, 
 de color moreno, 
 color proletario, 
 que con otras manos 
 se van encontrando 
 y rompen el yugo 
 de lo subterráneo. 
 Joven jornalero, 
 sencillo muchacho 
 ¡despierta del sueño, 
 del dulce letargo! 

 Hay un iterante salmo 
 un bisbiseo explosivo se contiene. 
 En Yalta se escucha rumor de sindicatos 
 cara a cara las comunes rabias 
 todas las iras del obraje 
 todas las manos en consenso: 
 alzados los martillos y las pinzas 
 las azuelas 
 los escoplos 
 los sopletes 
 palas y cuños 
 almádenas y mazos 
 manos suaves de oficina 
 manos con guantes de carnaza 
 diestras manos textileras 
 o audaces pescadoras 
 todas a una voz: 
 antífona de paz y de victoria. 

 Que quede en actas asentado: 
 ¡Mil novecientos cuarenta y cinco: 

 3 de octubre!

¡Flor universal! 
 ¡Plural garganta! 
 Este es el mandato: 
 Izado todo puño izquierdo 
 alzada la bandera roja 
 Atestada toda plaza 
 Colmado cada auditorio en asambleas 
 A cada hermano de Clase, 
 tu mano solidaria 
 al nefando azor, batalla y huelga 
 ¡alta la suprema poesía del trabajo 
 hacia la digna conquista de la vida! 
 ¡A la lucha, proletarios, 
 al combate final! 








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