Inés Manzano
Inés Manzano nació en Buenos Aires, Argentina. Es poeta y maestra bibliotecaria. Organiza el ciclo “INTERIORES -poetas del país-", cuyo objetivo es difundir las diversas poéticas que se dan en todas las provincias de la Argentina. Paralelamente, se realizan encuentros especiales de “INTERIORES -poetas de América-", con los poetas del resto de Latinoamérica que están de paso por Buenos Aires. El empeño, el amor y la paciencia que Inés pone en estas actividades, son admirables.
Reside en Capital Federal pero conoce como pocos la poesía argentina más recóndita y necesaria. Su mirada es aguda, abarcadora. Su tarea se realiza desde la periferia e ilumina amplios senderos. Tiende puentes, conecta gente, ofrece espacios. Tiene dos hijas, Ana y Eva. Y coordina, junto a Lidia Rocha, el taller literario gratuito “El tren de la palabra”, de lectura y escritura de poesía.
Dice Gerardo Burton: “Los de Inés Manzano son poemas compuestos desde el desamparo, la exclusión, la marginación. Son la mirada del Otro, que observa desde una situación de indefensión estructural y estructurada, desde una palabra escamoteada y desde imágenes distorsionadas por exageración (hiperbolización) o por casi omisión (diminutivos). Las preguntas, los interrogantes suponen un monólogo que instala justamente esas preguntas en la interpelación ética (¿la justicia, la equidad, la solidaridad?). ¿Dónde está ese universo que se suponía común, que era “lo dado”? En realidad, es lo robado, lo saqueado: tanto el universo de la infancia como el de la familia, como el del amor.”
Estos poemas pertenecen a
si es puñal que me mate (Papeles de Boulevard 2011)
Serie de la escuela
Sin tenerla
El ilford satinado no escapa a su congoja
Bruscamente
se ha salido de foco
Ya no sigue aferrado a la maestra
ni a la forma instintiva
en que ella
le cubre la cabeza con las manos
Diciembre
y su pecho es un ahogo de tristeza
Mi padre es ese nene
Huérfano de mi madre
se ha salido de foco
Bruscamente
se arranca el delantal
y se arranca
el aire que respira
Brian
Quisiera devorarme
este pan de los libros
y olvidarme el delantal
arrugado en un pupitre
ya que no tengo
el pan de tu ternura
ni arrugas en la frente
que me indiquen
lo que debo olvidar
Laila
Por favor no me mires
mientras yo me destrozo
la cabeza
o sí
mirame
llevame de la mano
a la terraza
para que yo me tire
aquí están mis hermanas con
las muñecas rotas y las muñecas
rotas
miralas
miralas
ah y no me retes
si me olvido
el cuaderno
en la mochila
todo está en mi memoria
no te aflijas
Alejandro
Mi piel puede quebrarse como la tiza blanca
la merienda se astilla sin llegar a los huesos
la espalda no me alcanza
cuando cargo conmigo y las carpetas
los médicos afirman
que yo no tengo nada
y mi mamá
que ella sabe
lo que más me conviene
pero yo sé
yo que en 3º me canso de leer
yo sé
mi ma má no me a ma
Manual
Debe haber un error
los cardenales no son pájaros
y el cinturón
no sostiene la ropa
sostiene la mano que castiga
Debe haber un error
Escuelita de La higuera
Padrecito
miranos
no tenemos manera
de trepar a los árboles
de arrancar
leche dulce a la higuera
los palotes
apalean la carne
no nos salen las cuentas
sin los dedos
no podemos
atajar la pelota ni las penas
sostener el manubrio las palabras
hasta el puente
de Martín Pescador
se nos cae de la infancia
borramos la desdicha
con los codos
¿Cómo hacemos la ronda?
Cómo haremos
con tus manos ahogadas en el río de tinta derramada
Tus muñones golpean gravemente los sueños
Ay Padrecito al menos
no dejes de mirarnos
no nos dejes
En el asombro
No era aún la estación de la sangre
Nosotros
no debimos saberlo
en el asombro del recreo
pero ellas tomadas de la mano
dibujaban
dolorosos rubíes por sus piernas
un camino de joyas
desprendido
del fruto lastimado
No debimos saberlo en el recreo
Todavía no es la estación de la sangre
y ya estamos perdidas en un bosque
Mamá cómo decirte
que este animal que nos descorazona
es el mismo que enreda
tu corazón a un yugo
cada noche
y que en nosotras un día y otro
día y otro día
horada un desfiladero que nos duele
para ocultar su filo
Aunque no sea la estación de la sangre
él la hace restallar
en las paredes de los muslos
Mamá cómo decirte
tu amor nos amordaza
La trampa está en sus besos
que bajan de la frente
desde el ombligo bajan
y enhebran una hilera
de cristalitos rojos
ahogados en veneno
detrás de su saliva
Mamá un padre
cazador
nos acorrala
y somos
animalitos ciegos
sangrando en el recreo
El padre
Ni esta agua en que navego
como el mar
tus ojos
Ni el aire en que voy a sostenerme
como un árbol
tus ojos
Ni en que reposo el lecho
pacífico
tus ojos
Ni el agua el aire el lecho
Tus ojos como el mar
como un árbol pacífico
Tus ojos
van a ser
lo primero que vi
La victoria de la víspera
Este contorno
que la distancia desmenuza
ni aún remotamente se parece
al perfil de la victoria
perseguida en los sueños
pero guarda
un parentesco secreto
con el rostro descarado
de una muchacha en La Matanza
en Samotracia
con los dedos en V
Bien que somos porfiados
Amanece
y la distancia nos pisa los talones
Ignora
que al contrario de Aquiles
en ellos reside nuestra gracia
-alas robadas a los dioses-
Indefensos y frágiles sabemos
que el único suceso que nos torna invencibles
es tenernos a mano
Nos bebemos el mar
y la distancia
se muda en filigrana
traspasada de barcos
Va cayendo en mi boca mientras digo
que yo me la devoro
como una jabalina vence
la copa de los árboles
De este modo burlada
no puede con nosotros
Bien que somos porfiados
poderosos
Se deshace en el agua
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