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viernes, 28 de junio de 2013

OSMAN ALZAWIHIRI [10.152]


Osman Alzawihiri
(Puno, PERÚ 1982). Publicó los plaquetes de poesía: Chuspa del café, al alimón con Isaías Sanca (2009). 
Ha publicado Arrecife (Grupo Editorial "Hijos de la LLuvia" & LagOculto Editores, 2009) y Sudario 2981, (Grupo Editorial Hijos de la lluvia, 2011). 

Es un activista cultural en Azángaro, una pequeña ciudad del altiplano puneño. 

Tiene en su haber el Premio Nacional Horacio en el género de poesía 2011, con su libro Herbajes.

Es Director del boletín literario Hado tártaro.





De su libro Herbajes:



[3]

Hay habitaciones en las que yo esperaba creer hace un rato, y ahora mismo es una selva más real, que lo real de estas palabras: desaparecen habitaciones, fotos y cuadros, que fueron regalos de este milagro en las paredes —Muy cerca de estas flores, tenía las trenzas del árbol.


[4]

Voy tras eclipses del tiempo, para cederme en la edad de los ríos. Me mira desde esa lejura. Divisado en un cristal de vasos para rebar ese vacío encontrado por da Vinci. Quien está en esas imágenes inexactas de un instinto, de ese otro que no piensa. Y se afana en los secretos de un hombre, se pone a buscar imágenes desconocidas, pero, existen membrillos de un tiempo a este tiempo o para una edad. Ver para creer, creer en lo que no se ve. Es el poema de la vida nova Hallado en un olvido ignoto.


[5]

Se sueltan tus velos de turba, gotea una cascada en las montañas de Japón. Un monje escribe una carta a una carta, con una espada que las heredó su padre, cuando lee un Hayku. Una paloma es el viento al rededor, una columna es un tálamo donde el amor es el concepto. Y la muerte un don perfecto. Inventado para la naturaleza que ya no hay; porque la muerte nos espera en un lugar que no hemos ido.


[9]

Esta habitación con ventanas de hilo hacia las montañas, me mira como una foto en los pies de una rendija, con los irreales recuerdos al olvido. En láminas. Ondulan pomos de cernícalo.


[11]

Ya no quiero tener ojos viendo la realidad de los miedos. Sino enceguecerme de ese miedo, que me vierte la muerte, en una puerta anónima; porque, hay me retienen para no volver más a una imagen de la hierba.




DE SU LIBRO: Arrecife 
(Grupo Editorial "Hijos de la LLuvia" & LagOculto Editores, 2009)



p

I

El niño de ojos silentes
esta varado muy cerca de la hostia,
de la sed calámbrica a hospital,
de su agua incontenida de los huesos
yanta adormecido en los féretros
de su pan de cada día
desrecibida
pero, inhala almas de un desayuno.

Tiene labios resecados
a sangre, a la agonía
a la muerte cercana del harén.

w

II

¿Quién ríe del mundo?
¿Quién solloza en el mundo?
Cocallai, comes el potaje de tu muerte.
El hombre sin su familia
el hombre sin sus hermanos
el hombre a los dados de su pan
con el sayo sórdido
polvaredado,
en ciénagas
en la actividad sin falta
por el recuerdo
alegórico del anatema.

z

No
quiero
esta brevedad
contigua i
amenazante,
desvivonte
momentáneo,
exquisito
en el contenido
pergeño
i veraz; de
lenguajes, i
verbos asimétricos
en frente del semblante
auscultivo
de los niños desarrapados
inevitable
frondoso.
Triste encanto
de la lluvia días de la muerte sin las flores
de la brisa que me descuida en mis sueños
de la siesta edénica al desnudo
de la hermandad
humana de muy pocos
en los que hay siempre.
En que sollozan del manantial esperando a los míos
con alveos de hojarasca
en otra siesta del camino
que me abre sus manos
como las madrugadas del día.
El tiempo desgrana el viñedo,
pero hai días
inacabables en su ir
en su origen
de más aquí.
Oh, peregrino
te llevas mi alma.
¿Quiénes son?
atilas de media noche arrebatado.






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