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miércoles, 13 de marzo de 2013

INÊS LOURENÇO [9497]



Inês Lourenço
(Oporto, 07 de noviembre de 1942) es una poeta portuguesa graduada en Lengua y Literatura Modernas (Estudios Portugueses) de la Facultad de Letras de la Universidad de Oporto.

Ha publicado los siguientes libros de poesía:

Cicatriz 100%, Editora das Mulheres, Lisboa, 1980
Retinografias, Editora das Mulheres, Lisboa, 1986
Os Solistas, Limiar, Porto, 1994
Teoria da Imunidade, Felício & Cabral, Porto, 1996
Um Quarto com Cidades ao Fundo (poesia reunida, 1980-2000, com vinte inéditos) Quasi Edições, V.N. Famalicão, 2000
A Enganosa Respiração da Manhã, Edições Asa, Porto, 2002
Logros Consentidos, Ed.& etc, Lisboa, 2005
A Disfunção Lírica, Ed. & etc, Lisboa, 2007
Coisas que nunca, Ed. & etc, Lisboa, 2010
Câmara Escura, Ed. Língua Morta, Lisboa, 2012 (antologia seleccionada por Manuel de Freitas)
Ephemeras, Ed. Companhia das Ilhas, colecção azul cobalto (micro-histórias), Lajes do Pico, 2012.






MAMOGRAFÍA DE MÁRMOL

Me gustan las palabras
de los informes médicos, esos nombres llenos
de secreta sabiduría y de lugares míticos
como la región sacro-lumbar o el talón de Aquiles.

En una mamografía,
la incidencia craneocaudal sería
un buen título para una tesis teológica.

Algunos poetas hablan de ello. Pneumotórax
de Manuel Bandeira o Electrocardiograma
de Nemesio, por no mencionar las rojas hemoptisis
de Pessanha o las planchadoras tísicas
de Cesário.

Pero ninguno habló (o habla)
de la mamografía. Versos dignos
sólo son los del pezón rosado desde los tiempos
de Safo o de Penélope. De la diosa
Afrodita sólo nos quedan óleos y
mamografías de mármol.

[Versión al castellano: Jesús Jiménez Domínguez]








Inês Lourenço, Coisas que nunca, &etc, Lisboa, 2010

En la tercera y última sección de Coisas que nunca reúne Inês Lourenço (1942) «Alguns Epitáfios», entre los cuales uno, «Para uma mulher (da vida)», bien puede leerse como poética:



Só a imagem de uma flor, que um velho
cliente me trazia, ficou
na lembrança. De nenhum rosto
guardei memória.


Sólo la imagen de una flor, que un antiguo
cliente me traía, quedó
en el recuerdo. De ningún rostro
guardé memoria.


Poética en un doble sentido; temático, primero, porque la poesía, igual que la memoria, conserva «sólo» aspectos mínimos y marginales de la vida, pero con valor e intensidad simbólicos; y formal, también, porque esta metáfora emana de significantes y circunstancias concretos, en este caso, la memoria de una «mujer (de la vida)» que emerge desde el epitafio en la mejor tradición del monólogo dramático.
Existe una poesía contemporánea que parece escrita para la lectura íntima, que exige —como la confesión— un deletreo callado, el susurro, acaso el murmullo. Inês Lourenço sitúa su obra en el polo opuesto de esta opción. Sus versos han sido escritos para su lectura en voz alta. Su tono se eleva de la página y resuena en la mente del lector como si alguien se los declamara en su presencia. Pessoa había denominado textos de intervención a algunos de sus ensayos, y estos podrían ser caracterizados, por el tono en el que han sido escritos, como «poemas de intervención».
Esta doble condición, la voz alta y la intervención, sugiere situar su poética en el curso de la denominada poesía social, intensamente practicada durante algunas décadas del siglo XX y relegada en otras, sobre todo las últimas. Resulta interesante subrayar este parentesco, pero no para incluirla en esta tradición, a la que obviamente no pertenece, sino para descubrir los rasgos con los que, a partir de este modelo, la autora lo ha subvertido. Inês Lourenço incorpora elementos coloquiales y rasgos del habla, pero la suya no es una poesía coloquial ni lo pretende; juzga y valora la sociedad del presente, pero lo hace desde el sujeto singular, el yo, nunca desde la pluralidad de un nosotros, e incluye en ese juicio del mundo lo personal al mismo nivel, y mezclado con el retrato de la sociedad; y en fin, le distancia de la concepción de la poesía de carácter político su renuncia a la convocatoria. Poemas como «Encarnação», que empieza «Não me interessa conhecer / a encarnação da voz impressa / numa qualquer página...» (No me interesa conocer / la encarnación de la voz impresa / en una página cualquiera…) o como «Hora marcada», cuyo inicio afirma «À hora marcada / não estarei lá» (A la hora señalada / no estaré allí), hacen explícita la actitud de renuncia a un relieve literario o social que implique un poder de convocatoria ideológica, o de cualquier otro tipo, de la obra. No es una poesía escrita para cambiar el mundo, aunque acaso sí lo sea para cambiar a las personas, pero siempre de una a una.
Aquella voluntad social, que tuvo la poesía de otras décadas, se ha convertido en la voz de Inês Lourenço en voluntad oracular. La voz que en alto recita sus poemas en la mente del lector es la del oráculo que, como «a ciência animal / de lamber as feridas» (la ciencia animal / de lamer las heridas) se convierte, tal como señala con intención de poética el texto inicial del libro, en «a furtiva alegria / a caminho da noite para matar / a sede na corrente» (la furtiva alegría / camino de la noche para matar / la sed en la corriente).  Cuanto acumula la poesía en sus versos calma la sed con sus significados, y su corriente,  al igual que el oráculo, muestra un camino en la noche, es decir, una manera de comprender y de actuar, una moralidad.
Este sentido moral que los versos expanden no emana de un significado que se presente pautado y compartible, militante, como ocurría en la poesía social, sino que surge del relato personal a través del cual la autora lo extrae de sí misma. Inês Lourenço sigue la vía que en España abrió la obra de Jaime Gil de Biedma como superación de la atascada poética social de la generación precedente, uno de cuyos títulos emblemáticos fue precisamente Moralidades. Al igual que Gil de Biedma situó a su personaje poético como emisor de un sentido moral de la vida que se apartaba de los dictámenes éticos de la época, Inês Lourenço utiliza su yo para concebir una manera de comprender y juzgar el presente que se aparte de la forma como es comprendido y vivido en el presente. Utiliza el mismo recurso que se había observado en los versos con los que se ejemplificaba, al principio, su poética. En el epitafio el ejemplo moral nacía del personaje de la prostituta que sólo valoraba lo más alejado —el hombre que regala una flor— de la obviedad prevista—hombres que pagan por el amor—; en Coisas que nunca es el personaje poético creado por Inês Lourenço el que con su actitud, sus declaraciones lírica o su memoria, muestra un modo diferente, moral, de comprender y vivir el presente.
El abanico temático sobre el que la voz oracular de la poeta se pronuncia es extenso y diferente en cada poema. Se podría afirmar que no existen límites temáticos, allí donde la mirada de la poeta se posa —ya sea objeto, acción, costumbre o persona—, el poema entrega una manera de mirar distinta.  Como mero ejemplo se puede evocar el poema «Os livros», un canto devoto a los libros que acaso no resulte baladí en un presente hipertecnológico que busca sustituirlos por otros soportes sin pensar en exceso las posibilidades de superar una historia como la que los libros han atravesado:



Quantos naufrágios e incêndios
os destruíram, para depois
ressurgirem múltiplos,
audazes amigos tão antigos e
tão novos.


Cuántos naufragios e incendios
los destruyeron, para que después
renacieran múltiples,
audaces amigos tan antiguos y
tan nuevos.


Complementario a este poema sobre los libros, la poeta escribe otro, «Interruptores», donde describe algunas acciones que hoy se prefiere que las realicen aparatos automáticos, como
«A correcção ortográfica / tenta arrancar-me do ecrã / os neologismos privados» (La corrección ortográfica / intenta arrancarme de la pantalla / los neologismos privados). Y más adelante el lector descubre unos versos que, a modo de colofón, cierran una lúcida meditación sobre nuestro presente, materia noble también para la construcción de una poética contemporánea:


… gerações
cada vez mais apressadas
a multiplicar coisas sem
importância nenhuma.


... generaciones
cada vez con más prisa
por multiplicar cosas sin
ninguna importancia.


En versos como estos brota el sentido moral de la poesía de Inês Lourenço, su extraordinaria capacidad oracular para subvertir las inercias del presente y ofrecer al lector una corriente que, en la noche, pueda matar la sed, es decir, la insatisfacción profunda cuando la vida se llena de cosas que nunca se han tenido.

Texto de José Ángel Cilleruelo







CARTA DE AGOSTO (1994)

Um ermo de turismo alarve este
calor paleolítico, uma poeira meridional
ateia os objectos ressequidos, um misto
de esquinas e esplanadas de cerveja, homens
de camisa às riscas escarrando na noite e mulheres
de pernas depiladas e axilas com Impulse. Enjoa
este cortejo carnívoro de utentes
de O Mesmo. Nos balcões
toda a posteridade de Sancho Pança estende as mãos
e há nas ruas muitos vendedores de brincos e colares,
honestos emigrantes, decentes empreiteiros, padres, cartomantes,
velhas prostitutas e mais
milhentas entidades cheias de humanas intenções
e ainda mais senso comum. Gostava
de te ouvir por alguns momentos. Envio-te
mensagens telepáticas que repito sete vezes seguidas.
Há palavras gastas que não escrevo nem digo há tanto tempo,
como: Amo-te muito. Meu amor, que saudades. Vem depressa.
E outras ainda mais gastas que digo todos os dias,
como: Foda-se esta merda. (Somos do norte e não somos
castos nem cautos na linguagem). Abundam as reprises
pelos cinemas escassos. Os hits de verão atroam
discotecas. Há jardins ralos. Passeios gordurosos. Bufões
de motocicleta. Os cimos das torres das igrejas
à espera das bátegas de chuva dum íntimo outono
são ainda as únicas glórias do verão.





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