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martes, 29 de enero de 2013

MOHAMMED CHUKRI [9239]



Mohammed Chukri
Mohammed Chukri (en árabe, محمد شكري), transcripción más conocida en castellano, y en ocasiones Šukrī, Choukri o Shukri, fue un escritor, hispanista y traductor marroquí nacido en 1935 en Beni Chiker, un pueblo cerca de Nador, en la región del Rif, y muerto en Rabat en 2003.
En 1945 su padre deserta del ejército español y se traslada con toda su familia a Tánger. Allí Mohammed aprende español y se gana la vida haciendo de guía a los marineros que llegan a la ciudad. Fue educado en una familia pobre; la violencia de su padre le obliga a huir y vivir en las calles de Tánger, subsistiendo en medio de la miseria, la violencia, la prostitución y las drogas. Con veinte años, encarcelado, aprende a leer y escribir, tras lo cual marcha a estudiar a Larache.
En los años 60 vuelve a Tánger, donde fijará su residencia de forma permanente. Comienza a publicar sus obras en 1966: en Al-Adab, mensual de Beirut, su novela Al-Unf ala al-shati (Violencia sobre la playa).
Sus mayores obras son la trilogía autobiográfica que empieza con Al-jubz al-hafi (El pan desnudo), sigue con Zaman al-Ajta (Tiempo de errores), y finalmente Rostros, amores, maldiciones (edición en español del 2002). Escribió también novelas en los años 60 y 70 (Maynun al-Ward (El loco de las rosas), 1980 ; Al-jayma (La tienda), 1985). Escribió asimismo sus memorias sobre sus encuentros con los escritores Paul Bowles, Jean Genet y Tennessee Williams (Jean Genet y Tennessee Williams en Tánger, 1992, Jean Genet en Tánger, 1993, Jean Genet, continuación y fin, 1996, Paul Bowles, el recluso de Tánger, 1997). Ha traducido al árabe poemas de Bécquer, los Machado, Vicente Aleixandre, Lorca, Labordeta, Susana March...
Murió de cáncer el 15 de noviembre en 2003, en el hospital militar de Rabat. Fue enterrado en el cementerio Marshan de Tánger el 17 de noviembre con la presencia del ministro de Cultura de Marruecos, altos funcionarios, personalidades del mundo de la cultura y de un representante del palacio real. Antes de morir creó una fundación con su nombre, que posee sus derechos de autor y conserva sus manuscritos. Chukri dejó en testamento una pensión vitalicia a Fathia, su ayudante doméstica, que lo acompañó durante más de veinte años.

Mohammed Chukri nació en la región del Rif en una familia pobre y numerosa, en una época de sequía y hambruna, y sufrió violentos abusos de su padre. Su lengua materna era el rifeño, dialecto bereber. A causa de la miseria, su familia parte a Tetuán, de allí a Tánger y más tarde a Orán. Sobrevive realizando pequeños servicios, como siervo de una familia francesa en Argelia, o guía de marineros extranjeros en Tánger. A los once años abandona a su familia y se convierte en un vagabundo por las calles de Tánger, y se mantiene con el robo, el contrabando y la prostitución. Fue analfabeto hasta los veinte años, edad en que el aprendizaje cambió el curso de su vida.

En 1955 una persona le ayuda a aprender a leer y escribir en árabe, lengua de cultura y amplia tradición, distinta del dialecto marroquí y del rifeño natal. En 1956 deja Tánger y se instala en Larache, inscribiéndose en una escuela primaria. Persevera y continúa sus estudios. En los sesenta regresa a Tánger. Allí iniciará una vida de nocturnidad y exceso, frecuentando todos los bares de la ciudad y haciendo de alcohólicos y prostitutas sus compañeros de juerga, personajes que evocará repetidas veces en sus textos. Al mismo tiempo se codea con el entorno de la cultura, conoce a Paul Bowles, Jean Genet y Tennessee Williams.

Tabús, censura, desacralización

Chukri conocerá el éxito internacional con la traducción inglesa que Paul Bowles hace de su Al-jubz al-hafi (El pan desnudo) en el año 1973. La traducción al francés la hizo Tahar Ben Jelloun en 1980.
Tras la publicación de su versión inglesa, su novela autobiográfica El pan desnudo se convertirá en un escándalo en los países árabes. En 1982 se publica en árabe, siendo al año siguiente prohibido en Marruecos por el Ministerio del Interior, a cargo de Driss Basri, por recomendación de los ulemas escandalizados por las referencias explícitas al sexo y las drogas. La prohibición no se revocaría hasta el año 2000.
Chukri utiliza la lengua árabe en su registro estándar contemporáneo, con una libertad absoluta (utilizando en ocasiones el dialecto marroquí y el bereber del Rif) y un tono conciso, directo y en ocasiones agresivo, que lo alejará del gusto de una gran parte de los escritores y lectores en esta lengua. En árabe, el término Adab (literatura), significa también, etimológicamente, buen gusto y comportamiento. El árabe es también la lengua del Corán, y esto la sacraliza, en cierto modo, en la cultura árabe musulmana, puesto que fue la lengua de expresión del profeta Mahoma. Del mismo modo, la poesía es, junto a la arquitectura la actividad artística más destacada y cultivada en la historia del Islam. Sin embargo, Chukri escribe sobre el sexo con crudeza y precisión. Relata episodios de prostitución infantil, pedofilia, homosexualidad; escribe en árabe insultos proferidos contra madres y hermanas, experiencias con las drogas, el alcohol; describe el odio y la violencia de su padre, que abusa de su madre y llega hasta el asesinato de su propio hijo, hermano de Chukri.

Adaptaciones cinematográficas

El libro El pan desnudo fue adaptado al cine por Mohamed Rachid Benhadj, en una producción italo-franco-argelina del año 2004.




NO HAY VIAJE

Se convirtió en un rito:
Ser el último en llegar
Quizá para desorientar a quien me espera
La fila es larga
Vuelvo de donde vengo
Y mi deseo es no volver
Pero acabo volviendo
Y encuentro más de una fila.
Y a medida que avanzo se multiplican las filas
La llegada al principio de la travesía es un milagro.
¡No séría mejor no desprenderme de mi maldición
Y quedarme donde estoy!





EL ROSTRO DE MAGDALENA

Celos.
Veo lo que veo.
Quizá me guste
Pero no puedo
Vivir lo que veo.
Dijo: No te merece ninguna mujer más que yo.
Dije: No eres la única entre las mujeres.
Dijo: ¿Qué edad tienes todas tus mujeres?
Dije: Tienen la edad de una en todas ellas.
Dijo: ¿Tu distancia de ella?
Dije: La que nos acerca y nos aleja.
Dijo: ¿Y entre los dos?
Dije: A veces yo, a veces ella,
A veces ninguno.
Dijo: No creo en nadie.





 El pan a secas:  Así empieza:
    Lloro la muerte de mi tío junto con otros niños. Ya no sólo lo hago cuando me pegan, o cuando pierdo algo. Ya había visto llorar a más gente. Es época de hambre en el Rif; de sequía y de guerra.
    Una tarde, no pude contener mis lágrimas del hambre que tenía. Chupaba y rechupaba mis dedos. Sólo vomitaba saliva. Mi madre trataba de calmarme:
    - Cállate, que nos vamos a Tánger. Allí hay montañas de pan. Ya verás como no llorarás más por el pan cuando lleguemos. En Tánger la gente come hasta hartarse. Aprende de tu hermano Abdelkader, él no llora -me decía en rifeño.
    Bastaba con mirar la cara de mi hermano, pálido y con los ojos hundidos, para dejar de llorar, pero esa calma que me infundía su mirada templada no duraba mucho.
    Cuando llegó mi padre yo aún lloraba por el pan. Furioso, empezó a darme patadas y puñetazos.
     - ¡Cállate, hijo de puta! ¡Cállate! Te comerás antes a tu madre que morirte de hambre, bastardo.
     Me agarró y me tiró contra el suelo. Estuvo dándome patadas hasta que le dolieron los pies. Mojé mis pantalones.
      Marchamos a pie, rumbo al exilio. En los bordes del camino vimos muchos animales muertos. Los rondaban perros y pájaros negros. Hedor, vientres abiertos, podredumbre.






Al llegar la tarde, me vence el hambre. Estoy desfallecido y siento mareos, el corazón me late fuertemente. Las calorías de la comida que me dan en al escuela se consumen antes de caer la noche. El kif acrecienta mi hambre, pero se hace indispensable para embriagar mi pena y mi miseria. Casi nunca llego puntual al desayuno que nos dan en el comedor de la escuela, antes de entrar en clase. No duermo bien, por el hambre y el frío, porque me paso la noche rascándome la piel mugrienta y los cabellos sucios, y deambulando por las calles. ¡Cuando los afortunados se recogen, yo empiezo mis noches de infortunio! Mis compañeros me suelen guardar un trozo de pan que me como con agua y con rabia. La ciudad está a un cuarto de hora de camino. En los días de invierno aumenta mi desesperanza. Por la tarde voy a un centro de beneficencia. ¡Otro cuarto de hora caminando! No estoy inscrito oficialmente en el comedor. El encargado, por caridad, me da un bocadillo untado en salsa con una tira de carne o grasa, o unas sardinas fritas. 







 Y así empieza:

TÁNGER, EL MITO, ¿POR QUÉ?

Absurdo. Nada me parece más absurdo que esa nostalgia exagerada por el Tánger de antes y ese suspirar por su pasado como zona internacional. A lo largo de la historia de cada ciudad o de cada país, encontramos momentos de diferente importancia y belleza; como ocurre en la vida del hombre, cada etapa tiene su encanto. Aún se escucha decir que las maravillas de Tánger han desaparecido. Echar de menos el Tánger-mito se convierte en el colmo del absurdo cuando precisamente los que lo añoran nunca han vivido en él. Aquellos que combinan un mayor pesimismo y melancolía son los que acaban defininiendo el Tánger-mito.
Tánger, ¿un mito? Cierto, es innegable, pero ¿para quién? Tánger, ¿un paraíso perdido? Sí, porque existen todavía testigos de su antigua prosperidad, pero ¿para quién? ¿El encanto irresistible e indomable de Tánger? No deja de ser cierto, pero, repito, ¿para quién?
Son muchos los que han hablando o han escrito sobre la ciudad basándose únicamente en quimeras, en pasiones y placeres, en fantasías. Para todos ellos, así como para los que llegaron movidos por las ganas de descansar, o de olvidar sus desgracias, Tánger no resultó ser más que un burdel, una hermosa playa o un confortable sanatorio.
Sin embargo, la experiencia en Tánger de Paul Bowles y su mujer Jane Auer es bien diferente. Ellos cuentan con un pasado que les une a la ciudad, que justifica su amor por mi tierra y la nostalgia por su virginidad perdida. Es por lo que suenan ridículas todas esas lamentaciones; las más irrisorias se encuentran en los artículos y reportajes que desde siempre se han escrito y realizado sobre Tánger. En cuanto a los libros que se han publicado en su nombre, no pasan de ser meras postales de la ciudad. Cualquiera puede pasar aquí unas cuantas semanas y escribir un librito, vanagloriándose de saberlo todo sobre sus misterios, su geografía secreta, o su gloria de antaño, y sin que falte la enumeración de las celebridades que han vivido o simplemente han pasado por Tánger.

Mohamed Chukri. Paul Bowles, el recluso de Tánger. Editorial Cabaret Voltaire, 2012. Prólogo de Juan Goytisolo. Traducción de Rajae Boumediane El Metni.





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