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jueves, 13 de diciembre de 2012

NEIL LEADBEATER [8886]



Neil Leadbeater, poeta y narrador, nació en 1951, en Wolverhampton, Inglaterra. Se graduó en Repton School, Derbyshire, University of London (1973).

Su obra poética abarca, hasta la actualidad, los siguientes volúmenes: Hoarding Conkers at Hailes Abbey (Littoral Press, 2010); Amazing World (Atlantean Publishing, 2010) y Librettos for the Black Madonna (White Adder Press, 2011).

Sus obras forman parte de las siguientes antologías: The Review of Contemporary Poetry (Ed. Gary Bills) (Bluechrome Publishing, 2005); 101 Poets For a Cornish Assembly (Ed. Les Merton) (Boho Press, 2006) y The Real Survivors Anthology (Ed. Barry Tebb) (Sixties Press, 2006). Poemas y cuentos de su autoría han sido publicados en las siguientes revistas: Aabye’s Baby; Aireings; Aspire; Awen; Bard; Breathe; Candelabrum; Carillon; Chanticleer Magazine; Coffee House Poetry; Creature Features (Chipre); Critical Survey; Curlew; Dandelion Arts Magazine; Decanto; Dial 174; Earth Love; Envoi; Exile; Fife Lines; Fire; First Time; ibid; Inclement; iota; Island; Lines Review; Littoral Magazine; Markings; Never Bury Poetry; Oasis; Obsessed with Pipework; Panda Quarterly Poetry Magazine; Pennine Ink; Pennine Platform; Phoenix New Life Poetry; Poetic Licence; Poetry Cornwall; Poetry Greece (Grecia); Poetry Monthly; Poetry Monthly International; Poetry Nottingham International; Poetry Scotland; Pulsar; Purple Patch; Pushing Out The Boat; Quantum Leap; Quarry; Reach Poetry; Red Herring; Reflections; Sarasvati; Saw; Sepia; Superfluity; The Dawntreader; The Eildon Tree; The Journal; The Red Wheelbarrow; The Seventh Quarry; The Shop (Irlanda); Thorny Locust (Estados Unidos); Understanding; Urban District Writer; Urban Landscapes; Voice and Verse; Yorkshire Journal; Weyfarers y Writer’s Review.


El poeta

Neil Leadbeater es hoy uno de los más interesantes poetas británicos, entre otras razones, porque sus trabajos aúnan la buena digestión de los recursos minimalistas sin perder de vista lo trascendente escondido detrás de un lenguaje aparentemente llano y descriptivo. A diferencia de los neobjetivistas, en Leadbeater lo “real” que se expresa en sus versos no aparece como supuesta representación encerrada en sí misma, sino que amplía sus territorios a lo humano, abarcando un mundo que se extiende desde el reino de las cosas hasta el núcleo de la conciencia y la sensibilidad, que terminan siendo, al final de cada trabajo, las determinantes del poema. Sin embargo, no se presentan estos poemas como una suerte de “fábulas”, portadoras de algún mensaje moralizante o de otra clase; no hay un contenidismo buscado en ellos, sino una alusión sutil a elementos que parecen estar apenas insinuados, muy calladamente, para que el lector, mientras el poema elude su objeto principal, construya en su lectura el o los sentidos posibles. Por otra parte, Leadbeater participa de otra característica presente todavía en la poesía inglesa, como lo es la reminiscencia de aquella Inglaterra rural –“rural y marítima” señaladamente, en la poesía de Leadbeater-, desplazada hoy por la industrialización, que nutrió acabadamente la inspiración de otros autores. Aunque debo señalar que en Leadbeater los elementos referidos a una nostalgia de aquel pasado rural se encuentran amenguados, situándose el poeta en una visión general de cómo coexisten, hoy, las huellas de aquel paisaje con la actividad humana presente y las contradicciones que esa forzosa convivencia generan. El resultado de este punto de vista que participa de dos mundos a la vez es una visión más moderna, más abarcativa, y, sin duda, más efectiva en cuanto al impacto que causa en la sensibilidad y el intelecto del lector.


Del poemario Hoarding Conkers at Hailes Abbey 



[Luis Benítez. Escritor. La introducción, selección y traducción le pertenecen]






8.00 a.m. en Flood Meadows 
Mañana de otoño en Hesketh Bank

Tú no puedes ver el mar desde aquí, pero está por allá, en alguna parte.
La Oficina Central de Cartografía [1] así lo dice. 
También puedes sentir su presencia en el aire matinal; 
huélelo en la salmuera que de la marisma viene.
Está el final del sendero, o incluso del mundo, después 
de los últimos bancos de arena surcados por la marea.
Aquí es fácil para los pensamientos soltar el ancla.
Nada conserva sus raíces; la inundación corre como quiere
y el viento, dada la oportunidad, aprovechará la pausa
para cruzar el umbral. Hay ciertas noches
en que una helada corriente surge de las olas y un mar de neblina
puede desplomarse como un cortinado.
Por eso elegimos sentarnos en lugar seguro y reírnos detrás 
de los ladrillos del establo, observando el espionaje 
de las gaviotas que buscan ratones de campo,
la cabeza negra de una cabra asustada,       
y el techo del ómnibus de Southport 
que adelanta metro a metro por la carretera:
la única certeza que puedes tener, es mirar el reloj.

[1] En el original: Ordnance Survey (OS), la agencia gubernamental británica encargada de trazar los mapas oficiales del reino.






Un paseo entre las colinas

En Carey Burn: un tambor cilíndrico que se ejecuta en el vacío, 
oxidado en el suelo.
Cualquiera fueran, las ovejas habían sido conducidas hasta allí 
y hacía tiempo que habían dejado el redil.
Un poco de vellón, atrapado en un gancho, era todo lo que quedaba
en los corrales. Lo que te hizo pensar en los peones
que habían trabajado todo el día para hacer deslizar a su rebaño
y luego, porque eso no fue suficiente,
los golpes rutinarios, regulares,
de Pulpy Kidney, Blackleg, Braxy, [1]
todas las infecciones por Clostridium habitual,
que las ovejas son muy propensas a …
Tal vez fue entonces cuando —por primera vez— de verdad te amé,
porque pude sentir la profundidad de tu dolor por todos los seres vivos.


(1) Nombres populares de algunas enfermedades infecciosas del ganado ovino.








La transmisión de la noche

Debe haber sido cerca de la medianoche cuando encontramos
el camión quemado.
Una antorcha encendida hasta
el avance posterior de las moscas de la noche, 
todas las variedades de polillas sorprendidas allí,
en un círculo alrededor de la carcasa.
Debajo del tablero de instrumentos estaba la radio. Un evidente,
autoritario sonido como de campanas,
entonando las santas trinidades…
En el límite del bosque
la transmisión terminó en poder de las espigas de trigo.
Su texto, casi propio de las Escrituras.









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