Maribel Sánchez – Pagán. (Barranquitas, Puerto Rico, 1961). Cursó estudios en la Universidad de Puerto Rico donde obtuvo un bachillerato en Estudios Hispánicos y una maestría en Ciencias de la Información (Bibliotecología). Actualmente desempeña su labor como madre y ama de casa y por razones amorosas vive en el exilio como ciudadana del mundo sin residencia fija. Ha recibido varias distinciones por sus cuentos, poemas y por su labor bibliotecaria en Puerto Rico y Estados Unidos. El más reciente, segundo premio en el 2008 Hispanic Heritage Poetry Award de la Cooperativa de Bibliotecas Públicas del Condado de Hillsborough en el estado de la Florida. Algunos de sus cuentos y poemas aparecen en revistas y antologías de Argentina, Ecuador, España, Estados Unidos, México, Panamá, Perú, Puerto Rico y Portugal. Ha publicado “Ese hombre” (Ediciones Torremozas: Madrid, 2006) y la plaquette “Apalabrada: muestra de poesía de una mujer proscrita por ese hombre y sus botas” (Ráfagas, 2006). Es editora de la antología, “Poetas sin treguas: compilación de poetas puertoriqueñas de la generación del 80” (Ráfagas, 2006).
CANTO XXI
¡Cuánto he amado esa cosa, cosa, (con su dolor endocrino)!
Observo en la entrepierna ese deseo lúbrico, de bragueta, ese cabo carnal que buscándose me incita a inéditas imágenes de un dolor de órgano. No puedo negarle entonces, una felicidad tan corta, una muerte de aguacero, a ese animal tierno, humano, que no sabe prescindir de sus deseos, que se desboca por su mitad, acuoso, frágil y eterno.
Lo dejo, revolcándose en esta ubre de amor gemir el dolor, para luego, casi cadáver, me mire al ojo enloquecido y pueda contemplarlo, agradecido, agradecido, agradecido.
CANTO A MI AMADO ESPERPÉNTICO
Sueño con mi amado, lo veo llegar, de ojos miopes y profundos, de pestañas en demasía, de pelo de calva y sonrisa veraniega, es un adonis de piernas fabricadas para el deporte, de espalda de suave caricia, de vellos acariciables al amor, con una danza fálica dotado para el placer y la demencia. ¡Ah! Pero sus manos fueron hechas para derramar al mundo de suaves cantares en siniestra manera, en él, el amor y el placer son la esencia de la vida misma y yo, enloquecida, muero de ganas, cada día. Lo espero de ansias para que apriete mi corazón enternecido y me lave de algas y de besos sonrojados. Así es mi amado, de esperpentos conjugados y de diente partido, con labios de nubes primaverales, hecho en perfecto juego para mí, con medidas entregadas por cupido. No hay dios parecido a este de siete cabezas de largo, perfecto como romano en guerra y gladiador en espera de duelo. Yo espero por él y su promesa de siempre permanecer tendido, de dejarse hacer, por mí, su esclava, las maravillas de la esclavitud y la entrega.
MIENTRAS TE AMO
mientras te amo
danzo cielo de lunas
acuático se vuelve
el velo que me arropa
toda arrogancia es inútil
tú suavizas las entradas
con ese temblor de primicias
me cubres de escándalos
como si el amor
fuera la primera abertura
y la locura se arrimara
a despertar nuestras calles recorridas
para tener que abrir las puertas
para tener que entrar por las cerraduras
de tanto sentir la vida
y no queremos morir
pero sí
queremos llegarnos hasta el ápice
chupar la savia de lo otro
del precipicio que nos separa
de la ventana que nos mira
con ojo de exilios y distancias
mientras te amo
reconozco tu danzar lunático,
mientras, me vuelvo estrellas
mientras, te vuelves bruma
CANCIÓN DE CUNA PARA UNA HIJA ADOLESCENTE
te arrullo en el espanto de esta soledad materna
en el regazo de mi dolor ardiente
con los brazos apretados a ti
cuerpo de diosa eterna, niña
conjuro a los chamanes
para enviarte las resonancias de mis aullidos
desde esta distancia trasatlántica
no son nanas estas canciones huidizas
con que te acuno
en la indiferencia de tu pasar silente
me desgarro en el mutismo de tu ira
no oírte es el estremecimiento
de esta hembra que calla permisiva
su amor de matriz doliente
enjugo lágrimas y aguaceros
tú no escuchas mis piedras frías
no lees mi tarot, ni mis runas
no estimas mi templo de druida
no escuchas mis celtas melodías
¡yo soy bruja quimera!
tú, mi luminaria más distante
por eso, déjame canturrearte con el espectro
de toda esta pesadumbre materna
aunque, no me comprendas
CARTA EPITAFIO DE MANUELA SÁENZ
Para Yolanda Añazco por dejarme conocer a través de su libro, Manuela Sáenz: Coronela de los ejércitos de la Patria Grande, a la mujer olvidada por la historia.
Simón, soy tu Manuela
envuelta en negros tules
y de huesos corroídos por el tiempo
me he levantado esta madrugada
a despedirme de ti, de tus pasos gigantes
de tu cuerpo, que todavía sueño
sobre esta piel de gran colombia
todo entre nosotros fue despedida
desde antes de ser,
fui para el mundo tu ramera, la proscrita,
nadie vio mas allá de las fisonomías
esa necesidad mía, mujer multiplicada
de cuidarte de la sombra
sólo yo pude tocar el átomo
de ese hombre que nadie alcanza,
fuiste en mí bienhechor
recorriste mi carne siempre firme
entre la voluntad y la conciencia
nadie sabrá nuestro secreto
ese de la devoción eterna,
porque yo también fui tu libertadora
armé mi mundo para defenderte
fui viuda largos años y custodié tu memoria
conservo entre mis cosas nuestro cofre
ese baúl que todos ambicionan,
lo he abierto, he releído nuestra historia
pienso morirme, sosegada
¡el fuego arderá sobre nosotros!
las crónicas nos miraran con envidia
(por haber poseído ese tesoro)
mi cajadepandora será cenizas
(como nuestros cuerpos)
volveremos a la nada
habiendo sido tan grandes en pasión
ahora, que la hora suprema se asoma
en este día de 1856
me proclamo tu querida
¡para que jamás olvide esta tierra
de machos pequeñitos
que yo fui la menos callada
de todos los que te amaron!
descansa en paz, amor mío,
tu Manuela, no traiciona nunca
CORAZÓN ABIERTO
la mujer, con sus pies de geisha, camina despacito
a acostarse en la camilla y ser anestesiada
le fracturarán el esternón
para ponerle venas nuevas a su corazón maltrecho
tendrán su pecho abierto, entumecida,
brutal sensación cuando despierte cosida
amarrada a máquinas y tubos delirantes
lo que los médicos ignoran
es que ya le han partido antes
cuando desaparecido en las aguas de un mar caribe
miró a lo lejos y no encontró a su benjamín en la barca
cuando esfumado en medio de su isla 100 X 35
no encontraba a su hijo menor, el artista, al que
de la pesadumbre le halló colgado, hecho osamenta
ya no podrán tajarle más en la existencia
no podrán resucitar la válvula de escape
la mujer, con sus pies de geisha, camina despacito
por lo pasillos de su recuperación
aún continua viva
pero no hay artilugio que le quite el dolor de torso
el ojo deslumbrado y siempre acuático de madre trozada
camina y se pregunta; ¿acaso, no es ley de vida
que las madres mueran antes que sus hijos?
Canto al Che Melendes
tus ojos auscultan mis papeles sueltos
tus ojos aprecian mis garabatos
tus ojos y mis ojos se encuentran,
con oscuridad de túneles me penetran
esta niña escribe versos,
me lees, me corrijes,
me enseñas, me sonríes,
aprendo tu alfabeto,
guardo la arquitectura de tus cantos
prendida en la llama de mi verso
y me repito porque no todo es nuevo
y sigo cantando porque no encuentro en quien sembrarme
como ves, la soledad (amiga de tus causas)
y la tristeza (hecha labios y lengua)
siguen a través de los otros sus caudales,
y tú, filósofo, sigues siendo mi maestro
aunque ya no estemos
en aquella plaza de humanidades
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