Juana Borrero Pierra (1877-1896). Poeta y pintora cubana de finales del siglo XIX.
Juana Borrero nació el 17 de mayo de 1877 en Santos Suárez, Ciudad de La Habana, donde transcurrió la mayor parte de su breve pero intensa vida. Hija de Consuelo Pierra y Esteban Borrero, médico de profesión y poeta por afición. Junto a sus hermanos, Juana recibió una esmerada educación, guiada por la propia familia y enriquecida por el favorable ambiente cultural que propiciaban las frecuentes tertulias que organiza su padre en la casa de Puentes Grandes, visitadas por Julián del Casal, los hermanos Carlos y Francisco Pío Uhrbach, entre otros poetas modernistas.
Juana Borrero se destaca sobre todo por la precocidad de su talento. Entre los cinco y siete años de edad realiza, de manera espontánea, sus primeros dibujos y poemas. Su obra literaria se difundió a través de las páginas de varias de las publicaciones más importantes de la época, entre ellas: El Fígaro, La Habana Elegante, La Habana Literaria y la revista neoyorkina Las Tres Américas. Asimismo, varios de sus poemas aparecieron también en el tomo de poetisas cubanas de Manuela Herrera de Herrera titulado: Escritoras cubanas. Composiciones escogidas de las más notables autoras de la Isla de Cuba y en el libro Grupo de familia.Poesías de los Borrero, publicado por su padre en 1895.
Publica en el más importante semanario de la ciudad La Habana Elegante su poema: "Vespertino". En Gil Blas, revista satírica habanera, César de Madrid, seudónimo de Francisco de Paula Coronado, publica una diatriba contra ese poema. El incidente desata algunos desacuerdos del padre pero, a partir de entonces, Juana Borrero continúa dando a conocer sus poemas en las mejores publicaciones habaneras. En noviembre La Habana Literaria publicó "Crepuscular", acompañado de una nota apologética.
Epistolario, Academia de Ciencias de Cuba, Instituto de Literatura y Lingüística, La Habana, 1966. Para entonces: poesías de Juana Borrero y Carlos Pío Uhrbach, selección e introducción de Olga Martha Pérez, Ed. Gente Nueva, La Habana, 1994. Poesías, Academia de Ciencias de Cuba, Instituto de Literatura y Lingüística, La Habana, 1966. Poesías y cartas, ordenación, prólogo y notas de Fina García-Marruz y Cintio Vitier, Ed. Arte y Literatura, La Habana, 1978 (con ilustraciones y facsimilares). Rimas, Biblioteca de Gris y Azul, La Habana, 1895.
Aunque menos conocida y estudiada, su labor como pintora también tuvo un desarrollo notable. En 1887 matricula en la Academia San Alejandro, que bajo la dirección de Miguel Melero abrió las puertas de la enseñanza artística a las mujeres. En este escenario fue condiscípula de futuras pintoras como Elvira Martínez y Adriana Bellini. Si bien en 1888 abandona las aulas de San Alejandro, continuó recibiendo clases de la profesora Dolores Desvernine y más tarde del afamado Armando Menocal. Recién llegado de España, Menocal la asume como discípula y muy pronto se percata de sus excelentes aptitudes para la pintura, así como de la independencia de su ingenio.
Esta formación temprana es complementada luego gracias a los viajes que realiza junto a su padre a los Estados Unidos en 1892 y 1893, respectivamente. Su estancia en ese país le permitió entrar en contacto con el ambiente cultural de su época a escala internacional: en Nueva York conoce a José Martí, visita la Exposición Internacional de Chicago, se actualiza a través de la prensa con respecto a las corrientes europeas en boga y recibe clases en el taller del retratista estadounidense Harold McDonald, quien se dice le instruyó en la técnica impresionista.
La destreza manifiesta en sus obras, le ganó la admiración de sus contemporáneos y la circulación de su obra en espacios promocionales como el Salón Pola (1892). Incluso, en 1893 el Negociado de Ayuntamiento le otorgó una beca para estudiar pintura en Europa, oportunidad que la joven rechazó por motivos políticos; su padre solicitó que fuera desplazada a los Estados Unidos, adonde él debía viajar nuevamente para ocuparse en los preparativos de la Guerra del ’95. Aunque esta petición no fue concedida, ambos viajaron a ese país en el verano de 1893.
Íntima
¿Quieres sondear la noche de mi espíritu?
Allá en el fondo oscuro de mi alma
hay un lugar donde jamás penetra
la clara luz del sol de la esperanza.
¡Pero no me preguntes lo que duerme
bajo el sudario de la sombra muda...;
detente allí junto al abismo y llora
como se llora al borde de las tumbas!
Cuaderno así, Cintio Vitier, Ediciones Vigía,
Colección del San Juan, Matanzas, 2000.
Última rima
Yo he soñado en mis lúgubres noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
con un beso de amor imposible
sin sed y sin fuego, sin fiebre y sin ansias.
Yo no quiero el deleite que enerva,
el deleite jadeante que abrasa,
y me causan hastío infinito
los labios sensuales que besan y manchan.
¡Oh, mi amado!, ¡mi amado imposible!
Mi novio soñado de dulce mirada,
cuando tú con tus labios me beses,
bésame sin fuego, sin fiebre y sin ansias.
Dame el beso soñado en mis noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
que me deje una estrella en los labios
y un tenue perfume de nardo en el alma.
Cuaderno así, Cintio Vitier, Ediciones Vigía,
Colección del San Juan, Matanzas, 2000.
Vespertino
Para la amable señorita Teresa Aritzti
Hacia el ocaso fúlgido titila
el temblador lucero vespertino,
y a lo lejos, se escucha del camino
el eco vago de lejana esquila.
Como escuadrón de caprichosa fila
nubecillas de tono purpurino
se desvellonan en celaje fino,
etérea gasa, que disuelta oscila.
El rayo débil que las nubes dora,
lentamente se extingue, agonizante,
sus fulgores lanzando postrimeros;
y la noche se apresta vencedora
a desceñir sobre el cenit triunfante
su soberbia diadema de luceros.
Cuaderno así, Cintio Vitier, Ediciones Vigía,
Colección del San Juan, Matanzas, 2000.
Crepuscular
Todo es quietud y paz... En la penumbra
se respira el olor de los jazmines,
y, más allá, sobre el cristal del río
se escucha el aleteo de los cisnes
que, como grupo de nevadas flores,
resbalan por la tersa superficie.
Los oscuros murciélagos resurgen
de sus mil ignorados escondites,
y vueltas mil, y caprichosos giros
por la tranquila atmósfera describen;
o vuelan luego rastreando el suelo,
rozando apenas con sus alas grises
del agrio cardo el amarillo pétalo,
de humilde malva la corola virgen.
Cuaderno así, Cintio Vitier, Ediciones Vigía,
Colección del San Juan, Matanzas, 2000.
Medieval
Junto a la negra mole de la muralla altiva
que alumbran las estrellas con tenue luz de plata
el trovador insomne de frente pensativa
preludia conmovido la triste serenata.
El aura de la noche voluble y fugitiva,
besa los largos pliegues del manto de escarlata,
y extiende la armoniosa cadencia persuasiva
que el plácido reposo perturba de la ingrata.
Al pie del alto foso destácase la airosa
romántica figura del rubio menestrello,
que al agitar la mano sobre el cordaje de oro
entristecido, exhala su queja dolorosa
en la cadencia rítmica del dulce ritornello,
y en sus mejillas siente que se desborda el lloro.
Cuaderno así, Cintio Vitier, Ediciones Vigía,
Colección del San Juan, Matanzas, 2000.
Las hijas de Ran
Envueltas entre espumas diamantinas
que salpican sus cuerpos sonrosados,
por los rayos del sol iluminados,
surgen del mar en grupo las ondinas.
Cubriendo sus espaldas peregrinas
descienden los cabellos destrenzados,
y al rumor de las olas van mezclados
los ecos de sus risas argentinas.
Así viven contentas y dichosas
entre el cielo y el mar, regocijadas,
ignorando tal vez que son hermosas,
Y que las olas, entre sí rivales,
se entrechocan, de espuma coronadas,
por estrechar sus formas virginales.
Cuaderno así, Cintio Vitier, Ediciones Vigía,
Colección del San Juan, Matanzas, 2000.
Apolo
Marmóreo, altivo, refulgente y bello,
corona de su rostro la dulzura,
cayendo en torno de su frente pura
en ondulados rizos sus cabellos.
Al enlazar mis brazos a su cuello
y al estrechar su espléndida hermosura,
anhelante de dicha y de ventura
la blanca frente con mis labios sello.
Contra su pecho inmóvil, apretada
adoré su belleza indiferente,
y al quererla animar, desesperada,
llevada por mi amante desvarío,
dejé mil besos de ternura ardiente
allí apagados sobre el mármol frío.
Cuaderno así, Cintio Vitier, Ediciones Vigía,
Colección del San Juan, Matanzas, 2000.
Reve
Su voz debe ser dulce y persuasiva
y soñadora y triste su mirada...
debe tener la frente pensativa
por un halo de ensueños circundada.
Su alma genial, cual pálida cautiva
de un astro esplendoroso desterrada,
sueña con una nube fugitiva
y con el traje de crespón de un hada.
Cuando la ronda azul de los delirios
disipa sus nostálgicos martirios
borrando del pesar la obscura huella,
él se acuerda en la noche silenciosa
de aquella virgencita misteriosa
que dejó abandonada en una estrella.
Cuaderno así, Cintio Vitier, Ediciones Vigía,
Colección del San Juan, Matanzas, 2000.
Última rima
Yo he soñado en mis lúgubres noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
con un beso de amor imposible
sin sed y sin fuego, sin fiebre y sin ansias.
Yo no quiero el deleite que enerva,
el deleite jadeante que abrasa,
y me causan hastío infinito
los labios sensuales que besan y manchan.
¡Oh, mi amado!, ¡mi amado imposible!
Mi novio soñado de dulce mirada,
cuando tú con tus labios me beses
bésame sin fuego, sin fiebre y sin ansias.
Dame el beso soñado en mis noches,
en mis noches tristes de penas y lágrimas,
que me deje una estrella en los labios
y un tenue perfume de nardo en el alma.
Cuaderno así, Cintio Vitier, Ediciones Vigía,
Colección del San Juan, Matanzas, 2000.
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