Karina Marión Berguenfeld nace en Buenos Aires en 192. Licenciada en Letras es especialista en literatura latinoamericana, periodista, crítica literaria y escritora.
Ha publicado varios libros de narraciones infanto-juveniles.
En 2002, fue editado a través de la Asociación Cultural Andrómina (Córdoba – España) su poemario Las Lobas (Primer Premio de Poesía “Leonor de Córdoba”).
C'est un secret
fui creada para el asedio y la maravilla
tengo una carne tan dulce
que ni siquiera se puede morder
porque ni bien me besan
soy azúcar
alcohol
un plañido que no se consuela
para el asedio me hicieron una noche de llena
y demasiado pronto
me pusieron al frío del amanecer
presa en la torre alta de un cuerpo descontrolado
supe los milagros del amor apenas por reflejo
he dormido con armadura
desde el inicio de mis días activos
pude con los cachorros que me crecieron
y el arte de jugar
pero sola permanecí, guardada, intacta
de una pureza que ni yo misma comprendo
nadie dejó marca en esta arena ondeada
donde sigo descalza
y te llamo
y estoy.
Soy una mujer que camina la iglesia
novia que acepta
inclina, se arremanga
un hadita doméstica
que va buscando dueño en las orillas.
Toda una vida
de hombres como burdeles
Contra la boca
este velo bordado por abuelas
que arden todavía en los malditos hornos
la que avanza y avanza, decapitada
sin padre que la entregue
que sostenga su paso por la alfombra
Enamorada y sola
la única dispuesta a perdonar.
yo te pido perdón
perdón, cariño
la noche estaba fría
hacía tiempo
fue la ginebra, creo, la ginebra
el puñetazo idiota de la muerte
yo te pensaba, juro
te pensaba
pero él se me acercó
hizo promesas
ni sé por qué lo hice
perdoname, cariño
fue una noche
es peligroso el mundo
no me dejes
voy por la avenida ipiranga
montada en un camello
tengo una trikini morada
cien mulatos
tras mi rastro inmortal
bailo
tomo cerveza
descalza
culona
desafiante
les contaré secretos
dejarán un collar a mis pies
espejitos rubíes preservativos flores
me amarán
me amarán
hasta volverme buena
los tambores
sonarán los tambores
la droga me alzará
caballito de humo
llevame hacia los cielos
por ipiranga
borracha y en camello
voy a pensar en vos.
la oscura
dicen los lavadores del cementerio
que en las noches de nueva galopa
bajo el eterno peso de la niebla.
sigue al jinete rubio, lleva un puñal.
pero son tantas grietas
que no da con él ni a media muerte.
es tan antigua, dicen,
se asusta con la luz.
y esa noche no fuman.
invisible. entre mármoles va.
la casa estaba sola
la calle
la ciudad también estaba sola
yo me puse a bailar
y terminé desnuda
dándole a la ginebra
sola sola
lo llamé ni me acuerdo
lo buscaba
y esta pobre cabeza
sola sola
rota de lado a lado
al puntazo del jazz
dónde estás corazón?
dónde diablos estás
que no te veo?
busque un maldito bar
otra botella
y uno que ya ni sé
quiso besarme
me raspaba la boca
dónde estás corazón
que no resisto?
las calles de la muerte están vacías
voy por ahí
canto sin que me escuches
camino
Blues
fui creada para el asedio y la maravilla
tengo una carne tan dulce que ni siquiera se puede morder
porque ni bien me besan
soy azúcar
alcohol
un plañido que no se consuela
nadie tocó jamás mi centro
para el asedio me hicieron una noche de llena
y demasiado pronto me pusieron al frío del amanecer
presa en la torre alta de un cuerpo descontrolado
supe los milagros del amor apenas por reflejo
nadie jamás este centro intocable
he dormido con armadura
desde el inicio de mis días activos
pude con los cachorros que me crecieron
y el arte de jugar
pero sola permanecí, guardada, intacta
de una pureza que ni yo misma comprendo
nadie dejó marca en esta arena ondeada
donde sigo descalza
y te llamo
y estoy
POTESTAD
a los doce me vendió en la feria
plañían las mujeres de la casa
no recuerdo el adiós
sólo al viejo
su mano de lagarto
los billetes
el olor a sopa
nadie elige al cordero
mi padre que se va.
VIKINGO
está en la proa
lo miro mirar la lejanía
el sol le llega al sol de la melena
los pensamientos lo llevan más allá
tiene cierta dulzura
cierta extraña tristeza
un dolor que nunca va a decirme
el barco lo adormece y cada tanto
un ligero estertor lo desordena
serán sus pesadillas de guerrero
atravesamos despacio el infinito
lo miro mirar la lejanía
y sus ojos de agua
y sus demonios
y su misterio
ECLIPSE
Boca arriba, en los techos
mirábamos la luna enferma.
Olía a pis de gato la terracota
el verano también olía.
Yo, la madre,
era su almohada al milagro.
Ella hablaba de dios.
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