Luisa Luisi
Luisa Luisi Janicki (Paysandú, 14 de diciembre de 1883 - Santa Lucía, 10 de abril de 1940), poetisa, pedagoga y crítica literaria uruguaya del Modernismo.
El padre, Ángel Luisi Pisano, italiano, trajo a América sus ideas masónicas de libertad, la madre, María Teresa Josefina Janicki hija de polacos exiliados en Francia, recién casados, llegan en 1872 a Entre Ríos, Argentina y en 1878 a Paysandú, Uruguay. En 1887 se instalaron en Montevideo.
Los Luisi - Janicki fueron una familia de trabajadores y educadores que se desarrolló en un ambiente de resistencia y rebeldía, de pensamiento muy liberal para la época. Todas sus hijas estudiaron magisterio y algunas de ellas siguieron carreras universitarias siendo de las primeras mujeres profesionales.
Luisa fue una estudiante muy aplicada y estudió Magisterio en el Instituto Normal de Señoritas "María Stagnero de Munar", carrera en que se graduó en 1903. Inició su carrera como ayudante de la Escuela de Tercer Grado número 2, para luego dirigir la Escuela de Práctica de segundo grado y la Escuela de Aplicación. Muy joven aún, fue redactora del gran diario La Razón de Montevideo. Integró el Consejo Nacional de Enseñanza Primaria y Normal entre 1925 y 1929; en este último año se jubiló. Fue profesora de idioma español en la Sección Femenina de Enseñanza, y de Lectura y declamación en el Instituto María Stagnaro de Munar. Sin embargo, en su vida hubo un espacio destinado a la poesía. Logró publicar cuatro poemarios, mientras que también incursionó en la prosa con otros cuatro trabajos editados y principalmente dedicados a la educación. Participó como delegada oficial en el Congreso del Niño realizado en Buenos Aires en 1916, y ocupó el cargo de secretaria en la Sección Educación del Segundo Congreso del Niño, llevado a cabo en Montevideo tres años después. Contrajo en su madurez una parálisis irreversible que la consagró a una vida sedentaria. Destacó como crítica literaria. Fue declarada socia honoraria por la Asociación de Profesores de Primaria de Río de Janeiro. Murió en 1940.
Obra
La crítica ha destacado las formas clásicas que reviste su verso y los valores intelectuales de su poesía; se la enclava junto a las otras tres representantes uruguayas del posmodernismo: María Eugenia Vaz Ferreira, Juana de Ibarbourou y Delmira Agustini.
Su poesía de índole filosófica y su vasta y rigurosa obra crítica alcanzaron pronto una dimensión internacional pública en Buenos Aires y en Barcelona y es reseñada en Madrid y en París. Hablan de ella Rafael Cansinos Assens (Verde y dorado en las letras americanas. Semblanzas e impresiones críticas (1926-1936), Aguilar, Madrid, 1947], F. Contreras (L’espriti de l’Amérique Espagnole, París: Col. de la Nouvelle Revue Critique, 1931) y César González Ruano (Literatura Americana. Ensayos de madrigal y de crítica, Madrid: Fernando Fe, 1924). Fue traducida al inglés por A. Stone Blackwell (Some Spanish American poets, New York: Appleton & Co., 1929), y después de haber alcanzado prestigio y consideración, hoy no se la recuerda, condenada a un olvido injusto.
Bibliografía de la autora
Ensayo
Educación Artística, 1919.
Ideas sobre educación, Montevideo, 1922
La poesía de Enrique González Martínez, conferencia, 1923.
A través de libros y autores, 1925.
La literatura del Uruguay en el año de su Centenario, 1930.
Lírica
Sentir, Montevideo, 1916.
Inquietud, Montevideo, 1922.
Poemas de la inmovilidad y canciones al sol, Barcelona, 1926.
Polvo de días, Monevideo, 1935.
Hay dias de tristeza sin objeto
y lagrimas sin causa
Porque le mal que se sufre
es el secreto
mal de la vida
sin final ni pausa.
Hay dias de soledad tan vasta
en las que el corazon
a su dolor sujeto
tu cariño no basta
Son los dias en que la mente
...................
sufre la atracción de la nada
HERMANA FORMA
En trance de un adiós definitivo
no, no te puedo odiar, hermana mía.
Juntas fuimos las dos muy largo trecho,
encadenadas a una misma suerte,
como hermanas siamesas y enemigas,
en vínculo vital aprisionadas.
Un tiempo fuimos sin embargo, amigas,
en la época feliz de nuestra infancia
cuando eras para mí cristal celeste,
traslúcido alabastro a mi alegría.
Las dos entonces, nuestras mismas alas
sobre la flor del mundo desplegamos,
mariposa de júbilo y asombro
en el milagro de la luz prendida.
Después...mis alas sin piedad doblaste
a la cárcel opaca del contorno
y luchamos las dos salvajemente,
con odio, con rencor, y me venciste
más de una vez, y te vencí otras ciento.
Ahora quieres dormir bajo la manta
verde y negra, en colchón vivo de musgo;
quieres dormir tu lucha y tu fatiga
sobre almohada de sombra y de silencio.
Ahora quieres dormir. . .
Ahora te veo, pobre cera rota,
marfil quebrado en invisible herida;
ahora te veo, que me fuiste albergue,
y si prisión, también cálido abrigo.
Ahora te veo, pobre hermana muda,
en tu largo sufrir hacia el reposo,
y nuevos ojos de ternura me abres,
y tu oscura verdad se me ilumina.
Ahora te veo, pobre hermana ciega,
a quien más ciega aún yo conducía;
mas tú sabías lo que yo ignoraba,
y no escuché tu voz transida y sorda,
Ahora te veo, pobre hermana oscura,
sacrificada a mi soberbia estéril;
más nada vale mi humildad tardía
y nada puede mi ternura vana.
Ahora quieres dormir, sueño y fatiga;
sobre la almohada de silencio y sombra;
juntas fuimos las dos muy largo trecho
y el término del viaje se aproxima.
Ya, en trance de este adiós definitivo,
yo te pido perdón, hermana mía.
Santa Lucía, 1939.
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