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jueves, 28 de junio de 2012

7313.- JOSÉ LUIS DÍAZ GRANADOS






José Luis Díaz-Granados
Santa Marta, Colombia, en 1946. Poeta, novelista y periodista colombiano. Muy joven, a los 22 años, publicó su primer libro de poesía, "El laberinto" y ganó el Premio "Carabela", en Barcelona, España (1968). Fue comentarista bibliográfico de "El Tiempo" de Bogotá (1979-20). Viajó por la URSS, Europa Oriental y Cuba. Su novela "Las puertas del infierno" (1986), fue finalista del Premio "Rómulo Gallegos" al año siguiente. Ha sido presidente de la Casa Colombiana de Solidaridad con los Pueblos y presidente de la Unión Nacional de Escritores (UNE). Ganó el Premio Nacional de Periodismo "Simón Bolívar" en 1990 por su entrevista al poeta nacional Luis Vidales, y el Premio Nacional de Novela "Aniversario Ciudad de Pereira" en 1994 por su obra "El muro y las palabras". Vivió exiliado en Cuba entre el año 2000 y el 2005. Conocedor profundo de la obra de Pablo Neruda, el gobierno chileno le otorgó la Medalla de Honor Presidencial "Centenario Pablo Neruda" en 2004. Sus libros de poesía se hallan reunidos en el volumen titulado "La fiesta perpetua. Obra poética, 1962-2002" (2003). Ha publicado también varios libros para niños ("Juegos y versos diversos", "Cuentos y leyendas de Colombia", "Cuaderno matinal", "Ritos de primavera", "El diluvio inolvidable", etc.). En el 2008, fue el poeta homenajeado en el XVI Festival Internacional de Poesía de Bogotá. En la actualidad ejerce la docencia universitaria.




Alba

Para mi loca vida, al mediodía
un día más día que todos el sol regó la lluvia
y el alba al mediodía aún era alba,
más sutil que un minuto transparente
y más minuto que un océano eterno.

Cisterna pura donde cabe mi ser entero,
mar de rocío que me acaricia incesante,
patria perenne de mi corazón,
jaula donde descansa para siempre mi alma.

Alba-luz, Alba-sol, Alba-marina,
Alba-día, Alba-siempre, Alba-del-alma,
Alba hoy, Alba-azul, Alba-de-julio,
Alba-amor, Alba-esposa, Alba-dormida,
Alba-verso, Alba-única, Alba-mía.

Navío, vasija, cueva, balandra de mis sueños,
gaveta donde guardo todos mis pensamientos,
cofre donde se esconde mi sonrisa,
donde moran mis ansias y mis recuerdos.

Alba, norte presente, norte eterno,
carne mía, mi sombra, mi gemela,
mi compañera loca, mi pulsera,
mi mágico aposento, mi pequeño castillo,
donde habita el amor definitivo.







Poema cero

Hay hombres que cazan lagartijas con una mano podrida. 
Hay hombres que beben miel en el mar para calmar la sed. 
Hay quienes se ocultan en la transparencia para defecar.
Hay hombres que duermen en el fango para ver crecer los helechos.
Hay quienes no salen de su casa para poder viajar. 
Hay hombres que no aman por temor a naufragar en alma ajena. 
Hay hombres sin patria que padecen la despierta pesadilla de la suya. 

Y hay quienes cantan en silencio desde el escondite de su tedio.








Atardecer

Yo la gota Tú el mar 
Yo el instante Tú el tiempo 
Yo el gránulo de arena 
Tú el desierto 
Yo un punto oscuro 
Tú la noche inmensa 
Yo para ser bebido 
Devorado 
Por una fuerza 
De águilas fraternas 
Hacia un todo infinito 
O a la nada 
Hacia la soledad 
O hacia el olvido.






Algarabiónica

Sombra pesada pasada voy a demolerte
a torcerte como a un trapo mojado
para volverte añicos y sacarte luz.

Y no sé cómo eres yo que sé que existes
yo que sé lamer los ríos de ariquipe
escuchar el incienso en locos templos
desbaratar comodidades dominicales
angelicar satanases inverosímiles
ladrar a los perros que aúllan
perecear con el father de las luces
sacrificar un mundo para pulir el universo
nerudiar hasta el fin de mis días
mamasantear y okey y el poder para qué
besarte el bezo allá en el besadero.

Entretanto yo atisbo bonaeréo canto
chiflo diciembro emerjo fantaseo
garcho huelo imagino jodo kirio
locomoto llovizno malbarato
nicaraguo ñequeo oberturo
pajéome quitopesares repentizo
sartrocamío tiro unjo veintinuevo
walquirio xifoido yugulo zarzamoro.

Tu dulce habla, ¿en cúya oreja suena?
Tus claros ojos, ¿a quién los volviste?
Una cosa es California y otra fornicar en Cali
gaudeamus igitur juvenes dum sumus
s’io ti fiammeggio nel caldo d’amore
trágate tu babita atarbancito
omnia mecum porto llevo todo lo mío
conmigo oh misterio descíframe
la gracia no está en orinar
la gracia está en hacer espuma
allí donde tocar es sabrosísimo
cóndor quetzal volvereta crisálida
poema antipoema gobledegook murmurio.

Doncel no yo ni émulo del ídem
en apetencia muda de tu guedeja oscura
todo por tí deidad mujer idolatrada
hurí odalisca diosa proterva o pudibunda
alhaja ágria de bombachos gualdas
fembra descolorida coima de Teusaquillo
adorada mi ninfa presea infanda boba
zagala mía saliva de sílfide peluda
monstruo gacela ménstruo impía la susurra
fámula primorosa de patas provocativas.

Comunícote ahora concubina en potencia
en momentos más inesperados besarete
lugar mancha nombre no acordarme
oh dulces prendas por mi bien halladas
tuyo del alma firmo original y copia.





La fiesta perpetua

Mi historia está llena de silbidos y dédalos,
de voces y de veces, de jodidas preguntas,
de estaciones narradas para un inventario
de cicatrices y de resonancias.

Mi historia es una casa que envejece
con sus recintos intactos. Mi historia
es un cuerpo que habita entre estupores
y una boca que incendia las palabras
cuando bebe el amor. Mi historia debe ser
un banquete,
una fiesta perpetua
donde conviven el duende y el disturbio.




De noche

I

Es un gesto. Es un signo. Un ademán
de querer decir algo (y no decirlo).
Un pensamiento inmóvil, una mueca
de ángel,
            un estar y no estar
y estar ahí.
            La mirada indagante
o ya perdida
            o dos luces de miel.
O dos soles de asombro.
Un gesto, un signo, un ademán
y una certeza dulce de estar vivo.




XIV

Que no vuelva la tormenta.
            Pero vuelve
entre sombras y campanas.
Ante el día sin presagios
abdica mi palabra.       





XXV

Hice dos casas.
Una era un volcán lleno de uvas.
La otra era una barca con relámpagos.
En el día habitaba la casa de volcanes.
En la noche dormía sobre aguas de luz.
Siempre feliz,
            soñaba.
Cuando volvía a la fábula
me embriagaba,
            bebía mi quemadura.







Silencio y memoria


I

No tengo miedo, nunca tengo miedo,
Porque está aquí mi padre.
En la sala, leyendo, mi padre.
Entrando por la puerta,
Colocando el sombrero en el perchero,
Saludando a mi madre, mi padre,
Escuchando, escuchándome,
Contemplándome el sueño, mi padre.


2

Hace cuatro décadas se convirtió en poema.
Entre los naranjales y las palmas
Sus manos blancas y orgullosas
Saludaban o se despedían
Y sus ojos melancólicos, rotundos,
Miraban algo escépticos
El fulgor delirante de la tarde.



3

Ahora no sé si duerme en algún sótano
Donde el mar aletea tal vez llamándolo,
O si libra un combate en orbes locos
Mientras su rostro invisible es la semilla
De una nueva estación o de una estrella.




4

Su recuerdo es verano y es océano
Y es arcilla y es nieve y es ciudad,
Y es ese rostro único, esa figura única,
Ese padre que veo entre estas letras
Que me bebo entre lágrimas
Mientras contemplo su sueño
Y me aproximo a él con pasos lentos.





Matrimonios

Me casé dos, tres veces. Fue en el siglo
Pasado. Con cada mujer escribí libros, poemas.
Escribí libros y letrillas. Con cada una de ellas
Bebí y viví rones y estancias. Crucé en navíos
Los insondables lagos, extraviados
De todo el mundo y de nosotros mismos.

Éramos fábricas de sangre y de cansancios.
Éramos a la vez perfumes y batallas,
En danzas de alboradas aún llenas de estrellas.

Me casé dos, tres veces. Y tal vez fui feliz
Porque ahora es de miel y leche puras
La tinta con que escribo estos silencios.







Saudades

(Invierno aún golpeando en primavera).

Viendo y oyendo a Charles Aznavour
En La Habana, al filo de la medianoche,
Mientras estallan olas contra el Malecón,
Veo y escucho sordas oquedades
Y siento vuelos y palpo rupturas,
Tantas, que siento que la noche es sol
De cielos rojos y Bogotá es París
De tiempos idos, tiempos aturdidos
Que ahora son sólo sueños, sólo sueños,
Sólo sórdidos sueños o suspiros.



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