Mario Z Puglisi (Guadalajara, Jalisco MÉXICO 1980), poeta y editor independiente. Es fundador y director de la revista cultural Meretrices. Ha sido publicado y colaborado en más de veinte revistas mexicanas y de otros países. Es ganador del primer lugar en Encuentro Nacional de Escritores en la Ribera, Chapala: Puros Cuentos, en México; segundo premio de poesía del Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico y mención honorífica en el certamen mundial de poesía erótica “Bendito sea tu Cuerpo” en Perú. Incluido en las antologías: Mapa Poético de México: Del Silencio hacia la Luz y Panorama de la Poesía Mexicana, entre otras. Ha participado en los encuentros internacionales de poetas Horas de Junio (Hermosillo, Son., México), Encuentro Internacional de Escritores en Salvatierra (Salvatierra, Gto., México), Encuentro Internacional de Poetas en Zamora (Zamora, Mich. México), Feria Internacional del Libro de Guadalajara FIL 2010 (GDL, México), Encuentro Mundial de Escritores “Leoncio Bueno” (Lima, Perú), Encuentro Internacional de Poetas “José Vargas” (Bambamarca, Perú), Festival Internacional de Poesía de Puerto Rico (Puerto Rico) entre muchos otros. Es autor de Dos Triunfos y un Poema de Amor (Ed. La Cueva, México, 2008), El Impulso de Tocarlo Todo (Ediciones El Viaje, México, 2009), Capítulo Primero: Amanece Luz (El Taller del Poeta, España, 2011). Corresponsal en México de la revista Red Door NYC (New York, EE. UU.), Coordinador del movimiento poético Plaza XXI en su capítulo México.
El Impulso de Tocarlo Todo
Descansa aquí, sobre de mí el impulso de tocarlo todo,
de saciarme de volutas las vocales cuerdas,
de llenarme de lagos confundidos entre rocas,
de sentir lo inaccesible, golpe a golpe de la gota forastera,
de acceder en los mares como lo hacen las gaviotas curvas y oxidadas;
es el sólo impulso de llevarse al olvido un puño de tierra,
de tocar desnudos la ausencia de amor de nuestros padres,
de aceptarlo todo, en silencio, cada vez que nos habita el desconsuelo.
Algo en mí se sabe tan pequeño, tan finito
tan geométrico, sinódico y urgido de saltar abismos.
Algo en mí me duele, algo que me cubre todo
y al tornar me dice al verme: nadie.
La distancia que se cimbra entre palabras y palabras
es la justa ecuación que resuelve laberintos,
por nuestra necedad de cesura extensa
en los versos que delatan los márgenes de nuestros sueños.
Mis brazos recorren con sus ganas circulares las praderas
queriendo cosechar cada sorpresa en grano,
los asombros que se quedan esperando en nuestras huellas,
y entonces se levantan
cuando sienten montes y montañas traicioneras
tropezando en las alturas y en los crucifijos
queriendo hacerse así dueños de todo.
Porque no hay canto que no perezca en madrugadas frías
siento el impulso de cantarlos todos,
de rasgarlos con mis dientes claros,
de vivir la espera cobijado de arbustos y aguardiente.
Reside en mí, sobre el aquí el impulso de tocarlo todo,
de vaciar en mis bolsillos lo viejo y agotado,
caminar todas las calles de la historia ajena,
de cifrar lo indescifrable, gota a gota, en el golpe de una noche pasajera
de cartografiar cada resquicio en donde haya dejado el viento sus haciendas;
es el sólo impulso de morar el polvo y permanecer limpio,
de tomar lo que duerma en el alcance de mis manos,
de asumir que nada cambia, sólo las rutas que hacen de cada instante
un comienzo nuevo.
Algo en mí le teme a los otoños
es escaso, periférico y cobarde como tren huyendo.
Algo en mí aún no despierta por completo, vive a duermevela
y al tornarme dice entre suspiros: nada.
El terror es esa fuerza que genera la caída de los puentes,
es justo lo necesario para acercarse hacia las ciencias,
tratando de reconquistar a los volcanes
en el tratado que hacen los hombres con sus ancestros.
Mis ojos andan con prisa por estos campos
queriendo inventariar colores y reflejos en el iris,
el impacto de las redes siderales en la frente,
y entonces se lamentan
cuando ven las mariposas perder la guerra en contra de las hojas secas,
tropezando con cultivos de camiones
queriendo asirse así a los últimos vitrales.
Descansa aquí, sobre de mí el impulso de tocarlo todo,
de pintar los muros transparentes,
y escribir poemas largos como el tiempo
aquel en que las leyes me impedían escribirlos.
Punto
El Impulso de Dejarlo Todo Atrás
¿Cómo se vive el fuego cuando se apaga?
Cuando se tiene que abandonar lo que en tantos años se ha logrado.
Erase una vez la magia, que llegaba a las ciudades
cuando llovía y llovía durante días. Yo dejaba atrás todo
cuanto me pertenecía, por un impulso, por una búsqueda que no termina.
Todo eso con lo que crecí, todo lo que amé y me fue amado,
todo lo aprendido, todo lo enseñado,
me fui desprendiendo de ello, sin darme cuenta,
sin tener un ápice de conciencia.
La muerte llega cuando se tiene el corazón henchido de
escarceos y vivencias, no cuando se es rico,
pleno, logrado, sabio o terminado.
Nos vamos, no antes ni después,
sino en el momento justo
en que nos hemos llenado de lo necesario.
Hoy sé que soy lo que soy no por lo acumulado,
sino por todo lo que he perdido y que aún sigo extrañando;
soy la suma de lo desertado, de todas las experiencias
que he rechazado, de todo cuanto me ha abandonado.
Dentro de nada habré perdido hasta esto último que me queda
que es la voz eterna, inmortalizada en estas letras,
y al haberme perdido todo, seré de nuevo parte importante
de lo inmenso e imperecedero, del universo que imagino.
Pronto aprendí que las cosas valen
el precio justo que nosotros mismos queremos darles,
por eso obedezco a este impulso,
dejo todo atrás, levanto la frente,
y conservo, por ahora, mi parte.
Punto
Eximios o exentos
…soy extranjero como extranjeros son los árboles recitados
como las alas de las sombras en esas
playas portuguesas de mi memoria.
EL atardecer es un accidente de alambre
revés de las aves negras,
lesión del fuego escrito en las entrañas del cielo
avería del New Wave simétrico improvisado.
En esas playas de madera renacimos
al encontrarnos como barcos náufragos de estrellas
no conocía tu nombre, , tú ignorabas el mío
sólo sabía de ti aquellas mejillas al llanto
aquellos mojados racimos / era bastante / demasiado
sólo sabías de mí mi voz de noticiero y mis ganas
/ de olvido.
Tú y yo, guiñoles en los bordes del mar
entre más gente ausente
entre diletantes jugando al frisbee de los besos;
tú y yo encontrándonos como pretexto
en un solo segundo , como el ancestro mar y el nuevo viento.
Crucé mi mirada con la tuya, extranjero
tú te seguiste de paso llorando con esos pies de alabastro
seguiste las rutas de la arena, empapando a las aguas de silencio.
Cuando el corazón se rompe fallan las leyes de la gramática
la oblación amorosa de la entrega a lo ajeno
los mares eyaculados de la tierra de mi memoria.
Dios es el hipérbaton de mis instintos, , mientras
hoy sigo siendo quien soy y soy quien precisa
atardeceres, detalla aves, describe fuegos
extranjero en la cola de las tortillas
en las mentiras que mis amigos dicen sobre mí
extranjero en la palabra, en el oficio de alterar los verbos
extranjero para tu vista y tus pasos
para los sueños arrebatados
soy la ablución de la noche en agua fuerte
soy exento, exiliado.
Punto.
¿Quién no tiene su piel azul?
Dicen que poesía es compromiso con la lengua; pero
¿Quién no tiene su piel azul al nacimiento? Eso debe de bastar para un comienzo
¿Quién no mastica su leche con finos trozos de leche misma?
¿Quién no se hace y se deshace cada vez que en tarde y tarde el cielo se abre y arde?
¿Quién no ha jugado al mesías en su cuadra a su placer?
Del mundo en el que yo vivo, poco se puede entender
Tuve mis cielos rojos, mi piel azul, a mi mujer; pero
¿Quién no tiene sus ojos rojos, y su anhelo por crecer y crecer y de la ciencia padecer?
Vivo el recorrido de las guirnaldas, verás
con unos pies deformes y cansados sueño
con la aritmética en mis palabras, en definitiva
reconozco en la distancia a la espera de algo nuevo, me contradigo
y digo:
¿Quién no ha sentido a la fría vida en la palma de la mano en la planta de los pies?
¿Quién no quiere gritar con la voz de poesía en el exilio?
¿Quién no tuvo su piel azul cuando amaba en todo momento?
Poetizar lo es todo menos una bendición del cielo.
Punto
Da
Ahora sí los escolásticos como los grillos
entre vereda lunar y falsa luz.
¡Que me acusen de extendido, qué me da, qué me da, qué más da!
ese día yo estuve en algún otro lugar
estuve aquí en mis pies, en mis orejas y en mis manos…
ah que inconsciente es mi verdad ¡qué más da!
qué certera y subyacente que me da.
Ahora sí sin más ni más
rompo el ritmo en luz lunar
levanto el grito una vez más
estoy en guardia aquí en mis manos, en mis ojos y en la saliva invernal.
Punto
He aquí
Heme aquí como el infante, heme aquí sin mis millares de ejemplares.
Heme así, desnudo hasta el temblor de aquellos dedos, lleno de todo.
Heme en tren, eme en mi nombre, he aquí el alivio indefendido
que no perdona nuestros ritmos, hace cambiar pieles de animales
hace contradecir nuestros instantes, a cada instante.
Hele aquí como el poeta castellano, hele aquí todo tirado, fracasado.
Hele así, milenrama milenaria que se acaba, tan lleno de lodo.
Hele en tren, ele entre tus nombres, he aquí que ya no sé ni lo que digo
que ya no hurgo, que ya sólo dormito y que me vuelvo a imagen de mis dioses
que devengo en el odio de mis ancestros, de mis muertos.
Estoy por terminar, todos lo saben
estoy por terminar con nuestra vida de mentiras
para qué es secreto si todos intuyen los arcanos.
Punto
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