José Régio
José Régio, seudónimo de José Maria dos Reis Pereira, (Vila do Conde, 17 de septiembre de 1901 — Vila do Conde, 22 de diciembre de 1969) fue un escritor portugués.
Fundó en 1927 la revista Presença, que vino a marcar el segundo modernismo portugués y de la que Régio fue el principal impulsor e ideólogo. De hecho se le asocia ese nombre por ser la gran personalidad del grupo y por mantenerse fiel al espíritu inicial de la publicación.
También escribió para varios periódicos, como por ejemplo el Diário de Noticias y el Comércio do Porto. Hizo también frente al Estado Novo, habiendo sido miembro del Movimiento de Unidad Democrática (MUD) y apoyado la candidatura del General Humberto Delgado.
Como escritor, José Régio se dedicó a la novela, al teatro, a la poesía y al ensayo. Como poeta tiene un vigor expresivo cercano a los románticos, así a Garrett: aparece en forma de diálogo entre un yo social intermedio y un otro que hace de bufón y le empuja a cierto abismo, por encima o por debajo de la normalidad. Eso es propio de un escritor que se la ha definido como un habitante de dos mundos (E. Lourenço).
Su obra está fuertemente marcada por conflictos entre Dios y el Hombre, el individuo y la sociedad, en un análisis crítico de la soledad y de las relaciones humanas. Como ensayista, se dedicó al estudio de Camões y Florbela Espanca, entre otros.
Obras
Poesía
1925 - Poemas de Deus e do Diabo
1929 - Biografia
1935 - As Encruzilhadas de Deus
1945 - Fado (1941), Mas Deus é Grande
1954 - A Chaga do Lado
1961 - Filho do Homem
1968 - Cântico Suspenso
1970 - Música Ligeira
1971 - Colheita da Tarde
Ficción
1934 - Jogo da Cabra-Cega.
1941 - Davam Grandes Passeios aos Domingos
1942 - O Príncipe com Orelhas de Burro
1945 a 1966 - A Velha Casa
1946 - Histórias de Mulheres
1962 - Há Mais Mundos
Ensayo
1936 - Críticas e Criticados
1938 - António Botto e o Amor
1940 - Em Torno da Expressão Artística
1952 - As Correntes e as Individualidades na Moderna Poesia Portuguesa
1964 - Ensaios de Interpretação Crítica
1967 - Três Ensaios sobre Arte
1977 - Páginas de Doutrina e Crítica da Presença
Teatro
1940 - Jacob e o Anjo.
1947 - Benilde ou a Virgem-Mãe.
1949 - El-Rei Sebastião.
1954 - A Salvação do Mundo.
1957 - Três Peças em Um Acto.
TEXTOS EN ESPAÑOL
Tradução de Rodolfo Alonso
¡”Ven por aquí!” — dizem-me alguns com olhos doces,
Estendendo-me os braços, e seguros
De que estaría bien que los oyese
Cuando me dicen: “Ven por aqui”!
Los miro con ojos fatigados,
(Hay, en mis ojos, ironías y cansancios)
Y cruzo los brazos,
Y nunca voy por allí...
Mi gloria es ésta:
¡Crear deshumanidad!
No acompañar a nadie.
—Que yo vivo con el mismo desgano
Con que rasgue el vientre de mi Madre.
¡No, no voy por ahí! Sólo por donde
Me llevan mis propios pasos...
¿Si a lo que busco saber ninguno me responde
Por qué me repetis: “ven por aqui”?
Prefiero resbalar por sucios callejones,
Reovolotear en los vientos,
Como harapos, arrastrar los pies sangrientos,
A ir por ahí...
¡Si vine al mundo, fue
Sólo para desflorar selvas vírgenes,
Y dibujar mis propios pies en la arena inexplorada!
Lo más que hago no vale nada.
¿Cómo, pues, seríais vós
Los que me déis impulsos, herramientas, y coraje
Para que yo derribe mis obstáculos?...
¡En las venas os corre sangre de los abuelos,
Pero amáis lo que es fácil!
Yo amo la Lejanía y el Espejismo,
Amo abismos, desiertos y torrentes...
¡Id! tenéis caminos
Teneis jardines, y canteros,
Tenéis patrias, y techos,
Y reglas, y tratados, y filósofos, y sabios.
¡Yo tengo mi Locura!
Y la levanto, antorcha, que arda en la noche oscura,
Y siento espuma, y sangre, y cantos en los labios...
Dios y diablo me guían, nadie más.
Todos tuvieron padre, todos tuvieron madre;
Pero yo, que me empiezo ni acabo,
Nací del amor que hay entre Dios y el Diablo.
¡Ah, que nadie me dé piadosas intenciones!
¡Nadie me pida definirme!
¡Nadie me diga: “ven por aquí”!
Mi vida es un vendaval que se soltó.
Y una la que se alzó.
Y un átomo más que se animó...
No sé hacia donde voy,
No sé hacia donde voy:
¡Sé que no voy por ahí!
EPITAFIO PARA UN POETA
¡Las alas quedan fuera del cajón!
Esa ropa de luto no condice
Com su aire grave, pero, al fin, feliz;
Tampoco la corbata y el calzado.
¡Pónganlo fuera y arránquenle la ropa!
¡Quítenle los sapatos de charol!
¿O no ven que, desnudo, está mejor,
Como una piedra, o una estrella?
Pues arrópenlo así em la tierra dura,
Le estará Bueno:
¡Déjenlo respirar al menos muerto!
EPITAFIO PARA UN SANTO OSCURO
Nunca soñó ser santo,
Ni sospechó que el Cielo lo eligiera.
Vivió, murió a um costado
De la choza y la aldeã en que nació.
Ni él mismo conoció
Los Dones que dispensó tan vil, gratuitamente,
Que comunes penso a la común gente
Que solo santos reconoce
De oficial aprobación.
¡Silencio, piedra sepulcral!
Ese que yace ahí, merece
Que solo Donde altares nada son
Se eleve su altar.
EL AMOR Y LA MUERTE
Metafísica
A cada vez que em tus brazos
Por unos momentos muerto,
Pide socorro mi amor em los abismos de mi
Como si a la fuerza alguien Le desatas elos lazos.
Aprehendo cada vez
Que queda en mi poco, o nada, ese tanto
Que el querer tener promete, mientaras que
No se teniendo.
¡Desear sí que es tener! Mas no nos basta.
Soñar si que es poseer sin tedio ni cansancios.
Lo sé, pero esstoy ya muerto em tus brazos,
Al tener sufre la carne, o ser casta.
Sobre el deseo saciado, el alma se inclina,
Contempla la nada a que el hartarlo apunta,
Y tas la misma nada es que ella misma, tonta,
Va, si la carne reaviva la escaramuza.
A un cuerpo entrar hasta donde se oculte
El más Allá del cuerpo — es el supremo sueño.
¿De qué deseos lo conpongo,
Si él se descompone cuando el deseo crece?
Voraz, la carne pide carne. Ahita,
Pide, ella misma, lo que nunca sacia.
Un día es, para inflamar de nuevo.
Para de nuevo disgustar, es nada.
¿Ay, cómo no aborrecerte y cómo amarte,
Carne de leche y rosas, — tierra oscura
De larga lucha-entendimiento sin victoria
Que es carne y alma, tener-no tener?
LOS SANTOS
!Vé bien, Dios duro!
Cuanto creemos seguro,
En tu aire de Espejismos
Se anuló en las manos frágiles.
Cuanto puede ser habido,
Ni dado ni recibido
Les pudo ser:
Por el poder.
Quisieran, si es voluntad
El querer sin libertad,
Nada en lo real perecible:
Sí lo imposible.
¡Vé bien, Dios loco!
Si los haces tanto, o poco,
No dehagas de tus fines
A tus propios manequíes.
Por sed de la Fuente Magna
Se les estanca,
Ya seca nunca bebida,
La corriente de la vida.
Por hambre de un pan de un trigo
Sólo amasado contigo,
Nos gustaron ningún pan
Sino ayunos.
En la apuesta siempre frustrada
Del todo o nada,
Vé, ¡Dios desnudo!
¿Qué serán, si eres la nada?
¡Vé bien, Dios mudo!
Jugaron todo por todo.
Si no existes, perdieron:
Ni apenas fueron quien eran.
¡Vé bien que somos el todo
Que así jugaron, Dios mudo!
Consigo nos apostaron
Si perdieron, si ganaron...
Por amor, piedad al menos,
A los que ds tus señales,
Quiebra lo que em ti nos resiste.
Páganos lo que les debes: ¡asume exitencia! Existe.
PALABRAS
Palabras, arroje
Como quien tira piedras, Lanza flores.
Abrieron grietas en la arena,
Suscitaron caricias y furores.
Sobre mí recayeron
Pesadas de múltiples sentidos.
Los labios tengo que las profirieron,
Dedos que las grabaron, ya heridos,
Tintas de sangre las devuelvo al viento,
Prestigitador de sones soy, palabras.
¡Dales nuevos alientos,
Fuego sonoro que em mi labras!
Errantes van en soledad inmensa,
Con alas en su peso, en recaída,
Ágiles, tráganme, densas,
La respuesta final que me es debida.
IMPROMPTU CORREGIDO
¿Si miento? ¡Cuántas veces!
Pero en palabras. No
En mis ojos castaños portugueses.
En esta línea atávica en la mano...
¿Si miento?... !Miento, pues!
Pero en las que oranlmente os digo.
No en las que entono yo conmigo,
Y en que al fin dejo de ser dos.
No en las que entrego a músicas, mirajes,
Alegorías, fábulas, mentiras,
Cadencias, símbolos, imágenes,
De la mía ecos y un billon de liras.
¿Si miento?...¡Miento! Es regla de vivir.
Pero no cuando, poeta, me desnudo,
Y a mi me visto de inocência, y a todo.
¡Venga quien sepa ver!
¡Venga quien sepa leer!
Textos extraídos de la obra POETAS PORTUGUESES Y BRASILEÑOS DE LOS SIMBOLISTAS A LOS MODERNISTAS; organización y estúdio introductorio: José Augusto Seabra. Buenos Aires: Instituto Camões; Editora Thesaurus, 2002.
TEXTOS EM PORTUGUÊS
CÃNTICO NEGRO
"Vem por aqui" - dizem-me alguns com os olhos doces
Estendendo-me os braços, e seguros
De que seria bom que eu os ouvisse
Quando me dizem: "vem por aqui!"
Eu olho-os com olhos lassos,
(Há, nos olhos meus, ironias e cansaços)
E cruzo os braços,
E nunca vou por ali...
A minha glória é esta:
Criar desumanidade!
Não acompanhar ninguém.
- Que eu vivo com o mesmo sem-vontade
Com que rasguei o ventre à minha mãe
Não, não vou por aí! Só vou por onde
Me levam meus próprios passos...
Se ao que busco saber nenhum de vós responde
Por que me repetis: "vem por aqui!"?
Prefiro escorregar nos becos lamacentos,
Redemoinhar aos ventos,
Como farrapos, arrastar os pés sangrentos,
A ir por aí...
Se vim ao mundo, foi
Só para desflorar florestas virgens,
E desenhar meus próprios pés na areia inexplorada!
O mais que faço não vale nada.
Como, pois sereis vós
Que me dareis impulsos, ferramentas e coragem
Para eu derrubar os meus obstáculos?...
Corre, nas vossas veias, sangue velho dos avós,
E vós amais o que é fácil!
Eu amo o Longe e a Miragem,
Amo os abismos, as torrentes, os desertos...
Ide! Tendes estradas,
Tendes jardins, tendes canteiros,
Tendes pátria, tendes tectos,
E tendes regras, e tratados, e filósofos, e sábios...
Eu tenho a minha Loucura !
Levanto-a, como um facho, a arder na noite escura,
E sinto espuma, e sangue, e cânticos nos lábios...
Deus e o Diabo é que guiam, mais ninguém.
Todos tiveram pai, todos tiveram mãe;
Mas eu, que nunca principio nem acabo,
Nasci do amor que há entre Deus e o Diabo.
Ah, que ninguém me dê piedosas intenções!
Ninguém me peça definições!
Ninguém me diga: "vem por aqui"!
A minha vida é um vendaval que se soltou.
É uma onda que se alevantou.
É um átomo a mais que se animou...
Não sei por onde vou,
Não sei para onde vou
- Sei que não vou por aí!
EPITÁFIO PARA UM POETA
As asas não lhe cabem no caixão!
A farpela de luto não condiz
Com seu ar grave, mas, enfim, feliz;
A gravata e o calçado também não.
Ponham-no fora e dispam-lhe a farpela!
Descalcem-lhe os sapatos de verniz!
Nao vêem que ele, nu, faz mais figura,
Como uma pedra, ou uma estrela?
Pois atirem-no assim à terra dura,
Ser-lhe-á conforto:
Deixem-no respirar ao menos morto!
EPITÁFIO PARA UM SANTO OBSCURO
Nunca sonhou ser santo,
Nem suspirou que o distinguira o Céu.
Viveu, morreu a um canto
Da casota e da aldeia em que nasceu.
Nem ele mesmo conheceu
Os Dons que dispensou tão vil, gratuitamente,
Que só os santos reconhece
De oficial aprovação.
Silêncio, pedra tumular!
Esse que aí jaz, merece
Que só Lá onde altares nada são
Se eleve o seu altar.
O AMOR E A MORTE
Metafísica
De cada vez que nos teus braços
Por uns momentos morro,
Nos abismos de mim o meu amor pede socorro
Como se à força alguém lhe desatasse os laços.
De cada vez apreendo
Que fica em muito pouco, ou nada, aquele tanto
Que o querer ter promete, enquanto
Se não tendo.
Desejar é que é ter! mas não nos basta.
Sonhar é que é possuir sem tédio nem cansaços.
Sei-o, mas só já morto nos teus braços.
Sofre a carne de ter, ou de ser casta.
Sobre o desejo farto, a alma se debruça,
Contempla o nada a que o fartá-lo aponta,
E atrás do mesmo nada eis que ela mesma, tonta,
Vai, se a carne reacende a escaramuça.
Entrar num corpo até onde se oculte
O para Lá do corpo — eis o supremo sonho.
De que desejos o componho,
Se ei-lo se descompõe quando o desejo avulte?
Sôfrega, a carne pede carne. Saciada,
Pede, ela própria, o que jamais sacia.
Para de novo se inflamar, é um dia.
Para de novo desgostar, um nada.
Ai, como não te amar e não te aborrecer,
Carne de leite e rosas, — terra inglória
Do longo prélio-entendimento sem vitória
Que é carne e alma, ter-não ter?
(Filho do Homem, 1961)
OS SANTOS
Vê bem, Deus duro!
Tudo que temos seguro,
Ao ar das tuas Miragens
Se lhes desfez nas mãos frágeis.
Tudo o que pode ser tido,
Nem dado nem recebido
Lhes pôde ser
— Por o poder.
Quiseram, se é que é vontade
Quererem sem liberdade,
Nada do real perecível:
Só o impossível.
Vê bem, Deus louco!
Se os fazes tanto, ou tão pouco,
Não desfaças dos seus fins
Os próprios teus manequins.
Por sede de Fonte Magna
Se lhes estagna,
Já seca nunca bebida,
Toda a corrente da vida.
Por fome dum pão dum trigo
Só amassado contigo,
Não gostaram pães nenhuns
Senão jejuns.
Na aposta sempre frustrada
Do tudo ou nada,
Vê bem, Deus nu!
Que serão, se o nada és tu?
Vê bem, Deus mudo!
Jogaram tudo por tudo.
Se não existes, perderam:
Nem sequer foram quem eram.
Vê bem que somos o tudo
Que assim jogaram, Deus mudo!
Consigo nos apostaram
Se perderam, se ganharam...
Por amor, piedade ao menos,
Dos a quem dás teus acenos,
Quebra o que em ti nos resiste.
Paga-nos o que lhes deves: assume existência! Existe.
(Cântico Suspenso, 1968)
PALAVRAS
Palavras, atirei-as
Como quem joga pedras, lança flores.
Abriram fendas nas areias,
Suscitaram carícias e furores.
Sobre mim recaíram
Pesada de multíplices sentidos.
Tenho os lábios que um dia as proferiram
E os dedos que as gravaram — já feridos.
Tintas de sangue as restituo aos ventos,
Prestidigitador que sou de sons, palavras.
Dá-lhes novos alentos,
Fogo sonoro que em mim lavras!
Errantes lá pra solidões imensas
Com asas no seu peso, à recaída,
Me tragam, ágeis, densas,
A resposta final que me é devida.
IMPROVISO CORRIGIDO
Se minto? Quantas vezes!
Mas em palavras. Não
Nos meus olhos castanhos portugueses,
Nestas linhas atávicas da mão...
Se minto? ... Minto, pois!
Mas nas orais palavras que vos digo,
Nõ nas que entôo a sós comigo,
E em que enfim deixo de ser dois.
Não nas que entrego a músicas, miragens,
Alegorias, fábulas, mentiras,
Cadências, símbolos, imagens.
Ecos da minha e mil milhões de liras.
Se minto?...Minto! É regra de viver.
Mas não quando, poeta, me desnudo,
E a mim me visto de inocência, e a tudo.
Venha quem saiba ver!
Venha quem saiba ler!
(Colheita da Tarde, 1971)
De
José Régio
FADO
2a ed. com ilustrações de Stuart Carvalhais
Lisboa: Portugália Editora, 1957 157 p.
Fado das ruas sem sol
NAQUELA rua, à tardinha,
Já quase nada se via.
Parece que o sol fugia
Daquela rua mesquinha...
Mas tinha prédios imensos,
Entrechocando telhados
Tão altos!, como suspensos
De lá dos céus afastados...
Tinha compridas varandas
De velhos madeiramentos,
Rangendo, embora, em bolandas
Na mão da chuva e dos ventos.
Tinha opulentos bocados
De primevas cantarias,
Restos de ferros forjados,
E ate brasões e armarias...
E tinha, a meio, em seu nicho,
Nossa Senhora das Dores
Negrinha de tempo e lixo,
Com dois palmitos de flores.
Só nas paredes leprosas,
Tortuosamente empinadas,
Eram pupilas brumosas
As janelas desvidradas...
Nem, pois, que se não dissera,
Já se pudera supor
Que a longa rua não era
Mais larga que um corredor.
Talvez por isso, à tardinha,
Quando perto inda era dia,
Já quase nada se via
Naquela rua mesquinha...
Perto, que vastas artérias
Patentes ao sol e ao ar,
Nas quais a vida eram férias
Que apetecia gozar!
Gente a cheirar bem, vestida
Com todo o apuro do luxo,
Vinha descendo a avenida,
Parava a olhar o repuxo...
Claros carros cintilantes,
Relampejando metais,
Buzinavam aos passeantes
Seus estridentes sinais.
Dum lado e do outro, que filas
De alegres, frescas moradas!
Que janelinhas tranquilas,
Que vidas bem alojadas...!
Nas montras dos arredores,
Que opulenta exibição
Do que há de bom...!, em primores
Que nem precisos nos são...
E que perfis superfinos,
No calmo azul paternal,
De arranha-céus, com seus hinos
De cimento e de metal!
Só nessa rua, a dois passos,
Só nessa... ou noutras parentes,
Por trás desses vidros baços,
Ou desses vidros ausentes,
Nessa confusa armação
De muros prenhes quais odres
E janelas té ao chão
Florido de coisas podres,
Decerto, ninguém morava!
Decerto, sob esses tectos,
Só a noite divagava
Com seus préstitos de fetos...
E eis, também, porque à tardinha,
Com tanta luz que inda havia,
Já quase nada se via
Naquela rua mesquinha...
Ora quem tal supusesse,
Bem julgara supor justo.
Mas a miséria — parece
Que tudo arrosta sem custo!
E o certo é que há centos de anos
Que a miséria nua e crua
Com seus viveiros humanos
Escolhera aquela rua:
Debaixo desses telhados
Se instalara, e a seus viveiros,
—Pais e filhos misturados
Como animais em chiqueiros...
A par da miséria, o amor
Prolificara imoral.
E o vício é conservador,
Miséria é tradicional...
Visto que lá se instalaram,
Lá se deixaram ficar.
E até do chão rebentaram
Produtos daquele par!
Se o Progresso ali passara,
Se a Compaixão lá caíra,
Quer um quer outro — enjoara,
Tapara o nariz, fugira...
Mas depois, Doutor Progresso
Viera ate às gazetas
Propor, num nobre arremesso,
Dinamitar tais sarjetas.
E eis que Dona Compaixão
Pregara a necessidade
De se fechar a estação
Com bailes de caridade...
Cumprido assim seu dever,
Qual insistira em voltar
A exercitar seu mester
Em tão sinistro lugar?
E desde sempre, à tardinha,
Inda a luz não se acendia,
Já quase nada se via
Naquela rua mesquinha...
Sim, na avenida vizinha,
Tudo era moderno e fresco;
Mas essa rua... mantinha,
Mantém o seu pitoresco:
Uma igual turba de párias,
Vadios, trabalhadores,
Meretrizes e operárias,
Falhados e sonhadores,
Há centos de anos se some
Nesses palácios escuros,
E cheira mal, passa fome,
De alto a baixo desses muros.
Nas mesmas águas-furtadas
Há centos de anos há poetas,
E as mesmas gatas pejadas
Têm filhos nas valetas.
Há centos de anos que os tédios
Daquele mundo larvar
Têm, por cada dez prédios,
Uma taberna a chamar...
Há centos de anos que, lassa,
Por entre portas metida,
Faz propostas a quem passa
A mesma mulher da vida.
Sujinho e nu como um bicho,
Há centos de anos que já
No seu caixote do lixo
O mesmo menino está!
Há centos de anos, puídas,
Encardidas, amarelas,
Iguais roupas estendidas
Embandeiram as janelas;
E entre essa roupa, garota,
Da mesma cana pendente,
A mesma camisa rota
Se abre toda a toda a gente...
Por isso, logo à tardinha,
Parece que o sol fugia
Daquela rua sombria,
Onde a vida que se tinha
Nem vivia, e, todavia,
—Mãe Vida, que força a tua! —
Pululava e refervia
Das próprias pedras da rua...
Refervia e pululava
Na sina que em todo o mês
No banco dos réus sentava
Mais um provável freguês...
Nas cenas particulares
De amor, vinho, ódio, desgraça,
Que dos lôbregos andares
Desciam até quem passa...
Na animação das bodegas
Cheias de penumbra, fados,
Guitarradas, e colegas
De fácies de cadastrados...
Na infrene fecundidade
Que, pelos becos vizinhos,
Entornava uma cidade
De gatos e monstrozinhos...
No próprio débil craveiro
Que dera um cravo sem cor,
Que dera um cravo, e o seu cheiro!,
Do fundo daquele horror...
E até na meia cantiga
Que, por sobre esses telhados,
Uma voz de oiro sem liga
Lançava aos céus afastados
Um sonho de rapariga...
http://www.antoniomiranda.com.br/Iberoamerica/portugal/jose_regio.html
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